Biografia de Juana de Castilla -La Loca- Reina de Castilla
Biografia de "Juana La Loca" - Reina de Castilla
JUANA LA LOCA, DE CASTILLA (1479-1555): Pocas figuras de la historia de España suscitan tanta conmiseración como la de la princesa Juana de Castilla, a la que la muerte, abatiéndose sobre sus dos hermanos mayores y sus sobrinos, hizo heredera del trono de los Reyes Católicos.
Lo que la muerte le dio, se lo arrebató la caprichosa fortuna, nublando su razón y haciéndola incapaz para regir en persona las vastas posesiones de sus padres.
Doña Isabel dio a luz a su tercera hija en Toledo, el 6 de noviembre de 1479. La muchacha creció enfermiza y delicada, pero nada hacía suponer que sería presa en el porvenir de tan funesta dolencia.
A los once años de edad, en 1490, fue prometida a Felipe de Borgoña, hijo del emperador de Alemania, Maximiliano de Austria.
La política antifrancesa de las dos coronas precipitó la boda. A mediados de 1496 una poderosa flota partió de Laredo para trasladar a la princesa a sus nuevos estados.
La ceremonia nupcial se celebró en Lierre (Flandes) el 21 de octubre de 1496. Juana se enamoró apasionadamente de su esposo, sin que éste correspondiera a su amor y se mantuviera fiel a su palabra.
La muerte del príncipe don Juan en 1497, la de la princesa doña Isabel en 1498 y la del infante don Miguel de Portugal en 1500, hicieron de Juana la heredera de Castilla y Aragón.
Para ser reconocida en calidad de tal, Juana regresó a España con don Felipe en enero de 1502.
Jurada por las cortes de los respectivos reinos, su esposo partió para sus estados a fines del mismo año.
Fue en esta ocasión que se revelaron claramente los primeros síntomas de la enajenación mental de la princesa heredera de Castilla (Medina del Campo, noviembre de 1503).
Empeñada en volver al lado de su inconstante esposo, Juana obtuvo de su madre la debida autorización para marchar a Flandes.
La reina doña Isabel dióle este permiso para ver si el espíritu de Juana recobraba la serenidad y el equilibrio.
De nuevo la princesa se embarcó en Laredo (primavera de 1504); pero ahora acompañaba a la flota un aire de irreparable tragedia. Su ausencia no fue muy larga.
La muerte de doña Isabel la hacía reina de Castilla, aunque bajo la regencia de Fernando el Católico.
El 28 de abril de 1506 desembarcaba con Felipe el Hermoso en La Corana. Este logró imponerse a su suegro y fue aclamado por los nobles como rey de Castilla, en detrimento del testamento de Isabel la Católica.
El nuevo soberano quiso recluir a su esposa como demente y encargarse él solo de la regencia del reino. Pero las cortes de Valladolid juraron a doña Juana reina propietaria el 12 de julio de 1506.
La muerte de Felipe el Hermoso (25 de septiembre de 1506) dejó a doña Juana en un estado de estúpida insensibilidad.
No quiso separarse del cadáver de su marido, al que fué acompañando en una peregrinación por los campos de Castilla que se ha hecho famosa.
En agosto de 1507 entrevistóse en Móstoles con su padre don Fernando, que regresaba de Ñapóles para hacerse cargo de nuevo de la regencia del reino. Desde este momento la reina residió en Arcos y en Tordesillas.
En este palacio pasó la mayor parte de su vida, desde 1509 hasta su muerte, ocurrida el 11 de abril de 1555, después de una cruel enfermedad.
Durante cincuenta años de muerte en vida, doña Juana vivió alejada por completo de los asuntos del Estado, aunque su nombre figuró legalmente en los documentos públicos.
Su nombre sólo volvió a sonar en septiembre de 1520 con motivo de la sublevación de los comuneros castellanos, una de cuyas diputaciones fué a entrevistarse con ella en su retiro de Tordesillas.
Ver: Amor Felipe I y Juana de Castilla
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