Economía en el Reinado de los Reyes Catolicos

La Economía en el Reinado de los Reyes Católicos

EL ORDEN Y LA CENTRALIZACIÓN

En vísperas de las grandes conquistas coloniales, España tiende a empobrecerse, cada vez más. Sin duda alguna, las luchas políticas y las guerras civiles aceleraron esta tendencia.

A finales del siglo XV, la agricultura se encuentra en franca decadencia. En lo sucesivo, la ganadería se impone en las campiñas españolas y la trashumancia del carnero se convierte en la principal actividad.

El Tesoro Real se encuentra también en gran penuria. Las recaudaciones son escasas; el rey no percibe más dinero que el procedente de las rentas de sus dominios, del monopolio establecido sobre la sal, y del comercio, en la medida en que el Estado descontaba, previamente, un impuesto del 10 por 100, «la alcabala», sobre todas las transacciones comerciales.

De una manera general, los nobles no son contribuyentes, aparte del «servicio de lanzas», que permite equipar al ejército. El clero, en esta época, todavía no está exento.

La necesidad de encontrar dinero se convertirá en una verdadera obsesión de la monarquía española, que no vacilará en utilizar todos los recursos posibles y, en particular, los de las grandes Ordenes Militares y religiosas.

Reyes Católicos de España

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En 1476, muere el Gran Maestre de la Orden de Santiago. Isabel consigue arrancar al Papa una bula por la que obtiene la administración del Maestrazgo.

En 1523, la mayor parte de las grandes Ordenes han sido vinculadas a la corona, con sus rentas. Este es el caso de las Ordenes de Calatrava, de Alcántara y de Santiago.

No obstante, para afianzar su poder, los Reyes Católicos no podían contentarse con medidas financieras limitadas. Toda la experiencia de los decenios pasados exigía poner fin a la anarquía y a la disgregación del poder.

El desarrollo económico y la estabilidad estaban ligados a una reorganización centralizada del país y, en consecuencia, a un reforzamiento de la autoridad real frente a las veleidades de poderío de los nobles.

Los Reyes Católicos emprendieron esta lucha, reduciendo, además, el poder de las instituciones municipales y de las Cortes.

En cada ciudad, fue establecido, al lado de los regidores, un «corregidor», nombrado por el rey, que tenía como misión controlar la administración y que, poco a poco, gracias a los plenos poderes de que estaba investido, llega a ser el verdadero gobernador de la ciudad.

Siguen existiendo las asambleas municipales, elegidas o sacadas a suerte, pero, las listas de elección se hacen bajo la intervención del gobierno.

Las Cortes entran también en esta época en una fase de decadencia, pero el rey no tiene interés en enterrarlas totalmente, ya que su voto era necesario para la recaudación de nuevos impuestos.

De hecho, las Cortes no se reunirían más que episódicamente, a veces con interrupciones muy largas, como la de 1482 a 1497.

En Castilla, los diputados de la nobleza no son ya invitados, bajo pretexto de que, al no pagar impuestos, se desinteresan de la cuestión financiera.

Quedaban los procuradores de las ciudades, pero éstos habían sufrido un cambio análogo al de las municipalidades y, de este modo, las Cortes se transforman en asambleas bastante sumisas.

La autoridad real se refuerza, las Cortes se debilitan y las leyes locales, los «fueros», son limitadas.

En las ciudades se crean las «hermandades», tribunales que sirven de infraestructura al poder real. De estos contingentes es de donde los reyes sacaban milicias fieles, como hicieron para la expedición contra el reino de Granada.

El ejército también fue reorganizado, empleándose un nuevo armamento compuesto de piezas de artillería. Un hombre desempeñará un gran papel en esta modernización: Gonzalo de Córdoba.

Se crearon nuevas unidades, la «coronelía», formada por doce «capitanías», armadas de picas, espadas y arcabuces, que constituían un conjunto temible. La flota, a pesar de algunos progresos, sigue siendo insuficiente.

El rey distribuye numerosas primas para la construcción, pero la penuria de las recaudaciones es demasiado grande.

El conjunto del ejército, compuesto de soldados llamados a filas (un hombre por cada doce), de mercenarios y de voluntarios, sigue estando mal pagado.

Al alborear el siglo XVI, los grandes descubrimientos de Cristóbal Colón serán el fruto de todo este esfuerzo de reorganización y de centralización emprendido por los Reyes Católicos.

Poco a poco, el centro del gran comercio mundial pasará del Mediterráneo al Atlántico.

En el plano continental, Fernando sigue estando muy preocupado por la extensión de la fe y no vacilará en entrar en 1511-12, con el emperador Maximiliano, en la «Santa Liga», presidida por el Papa Julio II.

Se trataba de la defensa de Italia y de la Iglesia, amenazadas por Luis XII.

España tiene la convicción de volver a empezar la lucha contra los infieles, y sus soberanos esperan lograr, una vez más, por este medio, la consolidación de lo que es esencial para ellos: la unidad española.

Fernando estaba dispuesto a confiar a un príncipe español la sucesión del reino.

Pero, en el año 1504, muere Isabel, dejando como heredera a su hija, Juana, llamada la Loca, que estaba casada con Felipe el Hermoso, hijo del emperador Maximiliano y de María de Borgoña.

La posibilidad de que el trono fuese ocupado por una desequilibrada había inquietado a las Cortes de Castilla, las cuales habían decidido, desde el año 1502, reconocer a Felipe como príncipe heredero, en el caso en que Juana se viera incapacitada para reinar.

A partir de esta época, una sorda hostilidad se esta entreblece entre el rey y el príncipe heredero. Se había entablado una verdadera lucha política que amenazaba, una vez más, la paz reino.

Fernando se apoyaba, fundamentalmente, en el sentimiento nacional, en las tradiciones, en la paz lograda en su lucha contra el príncipe extranjero, el cual por su parte, trataba de ganarse la simpatía de todos los nobles ofendidos por las medidas de Fernando.

El conflicto podrá ser evitado. El 25 de septiembre de 1506, Fernando muere....y comienza otra historia. (Ver: Carlos I de España)

Fuente Consultada:
Enciclopedia de Historia Universal HISTORAMA Tomo V La Gran Aventura del Hombre

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