Combustibles Que Se Extraen de la Tierra: carbón, petroleo, uranio
MATERIALES COMBUSTIBLES NATURALES: CARBÓN, PETRÓLEO Y URANIO
Aún antes que la civilización organizara el mundo del hombre, éste, en algunas partes de la Tierra, había hecho sus primeras tentativas de usar no sólo el suelo, sino también las sustancias enterradas profundamente en él. En el transcurso de su larga carrera como fabricante de utensilios, aprendió que ciertas clases de piedras se moldean más fácilmente y dan un filo más cortante que otras. Así, durante el período neolítico, hizo tal uso del pedernal, que éste comenzó a escasear en las capas superficiales de la tierra, y el hombre se vio obligado, entonces, a cavar minas, no muy profundas, para abastecerse de esta piedra.
Cuando hablamos de la Edad del Bronce y de la Edad del Hierro, imaginamos al hombre ya como minero experimentado. Las minas de cobre y las de estaño y hierro se encuentran raramente cerca de la superficie; estos minerales deben ser extraídos de las entrañas de la Tierra.
No es posible decir exactamente cuándo los hombres comenzaron a extraer carbón. A fines del siglo XVIII, Marco Polo trajo noticias de que los chinos conocían una "piedra que se enciende", pero por entonces, el carbón era usado ya, probablemente, en unos pocos lugares de Europa.
En aquella época, la mayor parte de Europa tenía todavía grandes bosques y había pocas ciudades muy pobladas. La mayoría de la gente podía obtener tanta leña como necesitara, de una manera simple y a bajo costo. De modo que el carbón, al principio, fue empleado para unas pocas tareas, por ejemplo, en la forja del hierro. Las pequeñas cantidades que se necesitaban para estos fines se obtenían fácilmente haciendo un corte en la ladera de una elevación y abriendo un túnel por ese lado.
Desde fines de la Edad Media, en adelante, con el crecimiento de las poblaciones, y a medida que los bosques eran talados y que nuevas industrias aparecían, el carbón se convirtió en un elemento importante. Por primera vez, las casas se construían con ventanas de vidrios y los ingredientes para la fabricación de éstos tenían que llegar a altas temperaturas. Se comenzaba a usar cañones y los largos tubos de hierro eran mejor forjados al calor intenso de un horno de carbón.
A principios del siglo XIX, se hallaron aún más usos para el carbón. Las fábricas que comenzaban a surgir en Gran Bretaña usaban la fuerza del vapor; así, más y más hierro fue fundido para hacer maquinarias y, por primera vez, las calles comenzaron a ser iluminadas con gas de carbón.
Con el tiempo, no fue suficiente el mineral que se extraía simplemente por cortes en las laderas de las montañas; de manera que se comenzaron a cavar minas cada vez más profundas con el objeto de hallar estratos, y así surgió un nuevo problema: el de drenar el agua de las capas interiores y el de mantener ventilados los lugares de trabajo en las minas.
Nuestra lámina muestra un corte longitudinal de una mina moderna, con elevadores, columnas de ventilación, sistemas de transporte y poderosas bombas para drenaje. Abajo, hay tres láminas que muestran aspectos del trabajo subterráneo y arriba vemos algunas de las muchas formas en que el carbón ayuda a la comodidad de la vida moderna. Las posibilidades de su uso son enormes. Cuando utilizamos una cocina de gas y cuando encendemos un aparato de televisión, estamos usando gas y electricidad producidos, probablemente, por el carbón.
El carbón varía desde el lignito, el más blando y más recientemente formado (hace alrededor de 50 ó 60 millones de años), hasta la antracita, el más duro y más viejo (formado quizás hace 300 millones de años).
Los estratos carboníferos varían en espesor desde unos pocos centímetros, como en la mayoría de las minas de Gran Bretaña, hasta varios metros, como en muchas minas de América y de la Unión Soviética. Se estima que un poco menos de la mitad de las reservas mundiales de carbón están en Estados Unidos.
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COMBUSTIBLE LÍQUIDO: Al igual que el carbón, el petróleo o aceite mineral se formó hace muchos millones de años. Durante los grandes levantamientos sufridos por la corteza terrestre, densas capas de restos marinos y de vegetales en descomposición, que descansaban en el lecho oceánico, fueron elevados hasta la superficie de las aguas y luego enterrados por nuevos movimientos sísmicos. Por la elevada presión de muchas formaciones sedimentarias acumuladas encima de los restos, éstos se convirtieron poco a poco en petróleo.
En algunas partes de la Tierra, los hombres parecen haber conocido el petróleo desde tempranas épocas. Ciertamente, el asfalto, una sustancia similar al petróleo, fue conocido en la antigua Mesopotamia. Herodoto cuenta que el asfalto fue utilizado para levantar las grandes murallas de Babilonia, y sabemos, también, que los romanos lo han usado alguna vez. Marco Polo relata que el petróleo se usaba para la iluminación en la parte sur de Rusia alrededor del año 1300, y que el comercio de este producto llegaba hasta Bagdad. Se cree también que los incas del Perú y los aztecas de México lo usaban, aunque limitadamente, mucho antes de que el hombre blanco llegara a América.
Sea mucha o poca la verdad que encierran estos relatos, lo cierto es que el petróleo, hasta hace pocos años, se usó únicamente allí donde salía solo a la superficie y se lo consideró un combustible común, de la categoría de los aceites vegetales y de la grasa animal.
En 1859 el estadounidense Drake inició, con sus perforaciones en Titusville (Pensilvania), la era comercial del petróleo. Entonces el hecho se consideró menos importante de lo que hoy parece, pues en 1859 el petróleo era simplemente un combustible; su única ventaja considerable sobre otros aceites era su alta tensión superficial, lo que hace que una mecha se impregne más fácilmente; por esto se logró fabricar mejores lámparas de aceite con mechas regulables.
El petróleo fue realmente valorado cuando se inventó la máquina de combustión interna, a fines del siglo XIX. A principios de nuestro siglo, los automóviles y motocicletas se volvieron elementos comunes de los caminos; en el término de unos pocos años, los primeros grandes barcos que funcionaban con petróleo cruzaban los mares y, a fines de la Primera Guerra Mundial, los aviones dejaron de ser una novedad.
Hoy, los caminos de todas las grandes ciudades del mundo están cruzados por vehículos motorizados; enormes aviones supersónicos consumen unos 70.000 litros de combustible en un vuelo regular, a lo largo de las rutas aéreas del mundo, y miles de fábricas queman en sus hornos petróleo en lugar de carbón.
La lámina se muestra cómo el petróleo está contenido bajo muchos estratos sedimentarios;grandes pozos que hoy existen en zonas desérticas.
El petróleo no sólo ha revolucionado el transporte, sino que ha hecho posible el uso de más maquinarias en la agricultura. Ha dado también lugar a industrias totalmente nuevas, que utilizan sus subproductos, como la de la goma sintética y una amplia línea de materiales plásticos.
Las principales zonas petroleras, en el presente, están en Estados Unidos, el Cercano Oriente, Venezuela, Unión Soviética, Kuwait, cerca de la costa norte del golfo Pérsico, e Irak. Juntas alcanzan los siete octavos de la producción total del mundo.
Los geólogos e ingenieros de minas están constantemente a la búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento y la producción, en varias partes del mundo, puede por esto cambiar drásticamente en unos pocos años.
MATERIAL COMO COMBUSTIBLE ATÓMICO: Ciertos metales sólo adquirieron importancia cuando los hombres de ciencia estuvieron en los umbrales de la era atómica. Uno de los más importantes, el uranio, fue descubierto ya en 1789, el año de la Revolución Francesa, pero ese descubrimiento, al principio, atrajo muy poca atención. Más de un siglo después, cuando Rontgen ya había descubierto los rayos X, un francés, llamado Becquerel, notó que las sales de uranio, y también las de torio, emiten rayos que producen precisamente los mismos efectos que los primeros en una placa fotográfica bien protegida. De hecho, descubrió que estos metales son radiactivos. Hoy, un isótopo del uranio llamado uranio 235, tiene gran demanda para las plantas de energía atómica y también, desgraciadamente, para producir armas atómicas.
El uranio se extrae principalmente de un mineral llamado pechblenda, que se encuentra de preferencia en rocas graníticas o cerca de ellas. Antes de 1939 cualquiera que quisiese molestarse podía enterarse de cuánto uranio se producía y dónde se extraía; pero actualmente muchos países guardan celosamente el secreto de sus fuentes de uranio.
Sólo podemos decir con certeza que el uranio se extrae, entre otras regiones, en Checoslovaquia, en el Congo, y cerca del Gran Lago del Oso, en Canadá. También se extrae, junto con oro, en ciertas partes de Sudáfrica. Otros depósitos han sido encontrados en Groenlandia, Australia, Polonia, Francia, Hungría y en dos regiones de la U.R.S.S.
Otro metal radiactivo muy importante, aun más radiactivo que el uranio, es el radio, que María y Pedro Curie aislaron por primera vez de la pechblenda en 1898. De una tonelada de pechblenda, obsequio del emperador de Austria, extrajeron sólo unos nueve miligramos de radio.
Durante largo tiempo, Bélgica tuvo casi el monopolio mundial de la obtención de radio; sin embargo, su producción anual rara vez excedió de los 40 gramos.
Hoy, los cirujanos usan las penetrantes radiaciones del radio para destruir las células cancerosas en el cuerpo humano; pero se toman extremadas precauciones para no dañar las células normales, que rodean el cáncer. Las radiaciones de otro metal radiactivo, el cobalto 60, se usan de modo similar. Las del radio también se emplean en la industria, para descubrir diminutas rajaduras o fallas de las máquinas, que de otro modo no podrían encontrarse sin desmantelarlas.
Siempre que se usan el radio y otros metales altamente radiactivos, se tiene gran cuidado en impedir que la gente sea accidentalmente expuesta a la radiación. Esos metales generalmente se guardan en recipientes y lugares protegidos por gruesas planchas de plomo, a través de las cuales los rayos no pueden pasar.
Ver: Usos de la Energía Atómica