La Campaña al Desierto de Juan M. de Rosas y la Lucha Contra el Indio
La Campaña al Desierto de Juan Manuel de Rosas
La lucha contra el indio: un desgaste permanente e infructuoso:
El problema de las fronteras — provocado por la amenaza continua de los malones— requirió, desde 1820, la organización de una adecuada defensa militar.
Durante el gobierno de Martín Rodríguez se llevaron a cabo, aunque sin éxito aparente, tres campañas contra los salvajes.
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La “industria” del malón fue apañada, en muchas ocasiones, por funcionarios de la campaña bonaerense, ya que el producto de los robos se vendía en Chile y los intermediarios obtenían considerables ganancias.
Por esta razón y por la secuela de horrores que el malón llevaba consigo, la lucha punitiva contra el indio se prolongó sin descanso.
El gobierno se vio obligado a tomar medidas que implicaron una verdadera guerra. Sin embargo, la amenaza de las líneas de frontera no provino sólo del salvaje sino, también, de bandidos —como los hermanos Pincheira — cuyas partidas formadas por indios chilenos y blancos renegados, sembraban la desolación en las provincias de Cuyo.
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Las expediciones llevadas a cabo para proteger a los pobladores y a la hacienda de este doble asalto duraron mucho tiempo y contaron con el apoyo de Rosas.
Durante su gobierno, éste celebró tratados de paz y alianza con algunas tribus cercanas a la frontera y proyectó — con una metódica preparación — un vasto plan de campaña cuyo objetivo fue la expulsión al Sur del río Colorado de los indios no sometidos.
Esta empresa reeditaba la ya prevista, en 1766, por el primer virrey D. Pedro de Cevallos.
El plan de consolidación de la frontera, largamente meditado por Rosas, fue puesto en práctica durante el gobierno de Balcarce, cuando el ex-gobernador de Buenos Aires solicitó ante la Legislatura, y obtuvo, un empréstito de un millón y medio de pesos para emprender la campaña al desierto.
Sin embargo, la expedición no contó con el apoyo del Estado que desconoció lo concedido. Fue costeada con la suma de recursos particulares.
La expedición al desierto: Rosas “héroe del desierto”:
Rosas acordó con Chile la realización de la campaña, pues el plan expedicionario no había dejado nada librado al azar.
El general Bulnes comandaría la División derecha.
Su misión era batir a los indios y arrojarlos al Este de la cordillera de los Andes.
A última hora, por razones de política interna, Chile no pudo afrontar la parte que le correspondía en la campaña y ella quedó librada a las armas argentinas.
El plan contaba, asimismo, con el auxilio del caudillo Juan Facundo Quiroga a quien el gobierno de Buenos Aires reconoció como “comandante en jefe de las operaciones del Sur”.
Quiroga, sin embargo, renunció al poco tiempo aduciendo desconocer “esa guerra contra los indios”.
Así, el plan primitivo debió ser modificado y el ejército de campaña dividido en tres columnas de diferente magnitud y composición.
En marzo de 1833 las columnas se pusieron en marcha.
Poco tiempo después de iniciadas las operaciones, la división de Aldao quedó detenida por el mal estado de la caballada y no alcanzó el fin propuesto.
La de Ruiz Huidobro, aun cuando obtuvo el triunfo de Las Acollaradas (Sur de San Luis, 16 de rnarzo de 1833) sobre el cacique Yanquetruz, no pudo continuar la campaña pues Córdoba no suministró los recursos necesarios.
La división de Rosas fue la única que obtuvo el objetivo deseados
Su comandante, conocedor de la idiosincrasia del indio, desconocía sin embargo et medio en donde iba a operar; por lo tanto, suplió la falta de información con mapas, baqueanos, estudios del terreno y observaciones astronómicas.
Estas medidas previas le permitieron organizar ventajosamente sus fuerzas, integradas por 2.000 soldados y 600 indios amigos
La columna partió de San Miguel del Monte el 22 de marzo de 1833 rumbo al Sur.
Estableció su cuartel general en Médano Redondo, sobre las márgenes del río Colorado.
Desde allí, Rosas destacó varias divisiones que se internaron profundamente en territorio indio.
Después de sostener muchos combates con los salvajes, ocuparon la isla de Choele-Choel, llegaron a la confluencia de los ríos Neuquén y Limay, remontaron el río Colorado hasta sus nacientes y reconocieron el cañadón de Valcheta.
En el teatro de operaciones se presentó ante Rosas el filósofo y naturalista inglés Charles Darwin, quien recorría el desierto pampeano.
Dejó su testimonio sobre el campamento de la Columna Izquierda en su Diario de Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo en el navío de S.M. Beagle.
La campaña finalizó a principios de 1834 por orden del gobierno de Buenos Aires, y Rosas licenció sus tropas en Napostá, cerca de Bahía Blanca.
La expedición fue, en sí, “una interesantísima preparación militar”; su ejecución cumplió conuna parte de los objetivos previstos, especialmente en el aspecto político, geográfico y económico.
El objetivo militar no se cumplió en su totalidad , por cuanto el plan de actuar con las columnas combinadas fracasó al iniciarse la campaña.
No obstante, alejó la hostilidad de los indios y la mantuvo inactiva durante veinte años.
CONCLUSIONES:
• Se afianzó la soberanía nacional en un extenso territorio.
• Aumentó el prestigio político de Rosas.
• Decayó el ascendiente de sus adversarios.
• Se firmaron pactos con algunas tribus.
• Se detuvieron los malones por espacio de 20 anos.
• Se extendió la frontera.
• Se rescataron 2000 cautivos.
• Se causaron 6000 bajas a los indios.
• Se ganaron cerca de 3000 leguas cuadradas de tierra.
• Se recogieron múltiples informaciones científicas.
FIN DE LA CAMPAÑA AL DESIERTO:
PROCLAMA DE NAPOSTÁ:
El 25 de marzo de 1834, un año después de iniciar su campaña desde San Miguel del Monte, Rosas licenció a sus tropas y dio lectura a la siguiente proclama desde las márgenes del arroyo Napostá:
iSoldados de la Patria! Hace doce meses que perdisteis de vista vuestros hogares para internaros por las yermas y vastas pampas del Sud.
Habéis operado activamente, sin cesar, todo el invierno y terminado los trabajos de la campaña de un año ,[...] Vuestras lanzas han despoblado de fieras el desierto, han castigado los crímenes y vengado los agravios de dos siglos.
Las bellas regiones que se extienden hasta la cordillera de los Andes y las costas que se desenvuelven hasta el afamado Magallanes, quedan abiertas para nuestros hijos.
Habéis excedido las esperanzas de la Patria, pero entretanto ella ha estado envuelta en desgracias por la furia sañosa de la anarquía.
¡Cuál sería hoy vuestrodolor, si cuando divisáis ya en el horizonte los árboles queridos que marcan el asilo doméstico, alcanzaseis a ver las funestas humaredas de la guerra fratricida!.
Pero la Divina Providencia nos ha liberado de tamaños desastres.
Su mano poderosamente protectora sacó del seno mismo de las discordias un gobierno paternal, a quien habéis rendido el solemne homenaje de vuestra obediencia y reconocimiento.
Compañeros Juro aquí, delante del Eterno, que grabaremos siempre en nuestros pechos la lección que se ha dignado darnos tantas veces, de que sólo la sumisión perfecta a las leyes y la subordinación respetuosa a las autoridades, que por el nos gobiernan, pueden asegurarnos la paz, libertad y justicia a nuestra tierra.
¡Compatriotas! Os gloriáis con el título de restauradores de las leyes. Aceptad el honroso empeño de ser sus firmes columnas y constantes defensores. ¡Adiós!.
Vuestro general, que ha tenido siempre sobrado valor para llenar en esta parte sus deberes, sin temor a los peligros ni a las ferocidad de los tiranos, no lo tiene para despedirse de vosotros"
Fuente Consultada: Historia Argentina y El Mundo Contemporáneo Editorial AIQUE -
La Nación Argentina Historia 3 Editorial Kapelusz y
Enciclopedia del Estudiante Historia Argentina