Mengele Los Experimentos Medicos en los Campos NAZI con Gemelos y Enanos
Mengele, Los Experimentos Médicos con Gemelos y Enanos en Campos de Concentración Nazi
Josef Rudolf Mengele conocido como “El ángel de la muerte”, (Günzburg, Baviera; 16 de marzo de 1911 — Bertioga, Brasil; 7 de febrero de 1979) fue un médico y criminal de guerra nazi, especialmente conocido por sus experimentos con seres humanos en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, que ocasionaban la muerte de éstos en la mayoría de los casos.
El nombre de Josef Mengele ha llegado a encapsular el horror del Holocausto en el cual las máquinas nazis de la destrucción trituraron a seis millones de judíos y eliminaron una cantidad incontable de días de otros seres humanos.
Antes de que se supiera de su muerte, Simon Wiesenthal, cazador de criminales de guerra, había dicho: «Es el último de los genocidas de las fábricas de muerte de Hitler y Himmler.»
Cuando el cadáver fue desenterrado, las recompensas por Mengele habían ascendido hasta los tres y cuatro millones de dólares.
El antisemitismo no era un fenómeno exclusivamente alemán, ideado por Hitler.
La idea de la superioridad racial ya había sido defendida por los ingleses para justificar la dominación de pueblos africanos y asiáticos.
Sin embargo, el odio racista nunca antes se había llevado a la práctica de manera tan sistemática y brutal.
El exterminio del pueblo judío fue planeado por estado hitleriano.
La eliminación de los judíos era parte de la ideología nacionalsocialista y se sustentaba en el supuesto de que entre los hombres existen razas superiores inferiores.
La persecución de los judíos pasó por una serie de fases: en 1933 se inició una campaña de boicot contra los negocios judíos, en 1935 se promulgaron las Leyes de Nuremberg, por las cuales fueron excluidos de la ciudadanía alemana, y en 1938 se obligó a los judíos a llevar un distintivo mientras se hacían más frecuentes los «progroms».
En uno de los peores momentos de Alemania, por allá en 1933, cuando había casi 6.000.000 de desocupados Hitler llegó al poder, siendo nombrado canciller del Reich.
Entre sus primeras medidas, luego de abolir el parlamento, promulga las llamadas "Leyes de Nuremberg", para la protección de sangre y el honor alemán.
De esta manera los judíos alemanes pasaron a ser ciudadanos de segunda, y como tal fueron perseguidos para deportarlos luego a los campos de concentración.
En 1942, en la Conferencia de Wannsee, se decretó la Solución Final Judía, comenzando el exterminio organizado y sistematizado de todos los judíos que se hallasen en los territorios ocupados, cuyo numero se estimaba en 11.000.000.
Heinrich Himmler, fue el encargado por el Führer de llevar a cabo dicha Solución Final, y las matanzas en masa comenzaron en el campo Belzec y Auschwitz, y para la ejecución del proyecto se usaron cámaras de gas (Zyklon B) y enormes hornos crematorios.
Los "elegidos" llegaban por tren, viajando varios días desde lejanos territorios, confinados de a cientos en vagones, donde apenas podían moverse, y un parte llegaban muertos por el calor, el estrés o la angustia. Ni bien descendían, eran clasificados según su genero, edad y estado de salud.
Los más débiles, ancianos , niños y mujeres eran engañados y conducidos a las cámaras de gas, previo despojo de sus ropas, alianzas y hasta sus cabellos. Los restantes eran usados para trabajos forzados durante varias horas al día y con una ración mínima (calculada) de comida para que sobrevivan pocos meses.
En el hospital de Barraca (Edificio 10) de Auschwitz, los médicos dirigidos porJosef Mengele, llevaron a cabo todo tipo de siniestros y crueles experimentos médicos.
Por ejemplo en Dachau, los médicos de la Fuerza Aérea alemana y de la Institución experimental alemana para la aviación realizaron experimentos sobre altitudes elevadas, utilizando cámaras de baja presión, para determinar la altitud máxima desde la cual la tripulación de un avión dañado podría lanzarse en paracaídas con seguridad.
Los científicos realizaron experimentos sobre la congelación en los que utilizaban a los prisioneros para encontrar un tratamiento efectivo contra la hipotermia. También utilizaban a los prisioneros para probar varios métodos de potabilización del agua de mar.
Otros experimentos estaba dirigida al desarrollo y comprobación de productos farmacéuticos y de métodos de tratamiento para las lesiones y enfermedades a las que el personal militar alemán y el personal de ocupación estaban expuestos en los campos.
En el campo de Ravensbrueck se realizaron experimentos con injertos óseos y experimentos para probar la eficacia de las drogas sulfa de nuevo desarrollo (sulfanilamida).
Los más infames experimentos eran los de Josef Mengele en Auschwitz.
Mengele llevó a cabo experimentos médicos con gemelos. También dirigió experimentos serológicos con romaníes (gitanos), para determinar cómo las diversas "razas" soportaban las diferentes enfermedades contagiosas.
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LOS EXPERIMENTOS MEDICOS
Mengele en Austchwitz: Ciencia al servicio del odio: Como médico, Mengele recibía a los recién llegados a Auschwitz cuando bajaban de los trenes.
Con un gesto del pulgar, un movimiento de su bastón de mando, una sonrisa en el rostro o palabras amables en los labios, dictó la ejecución inmediata en las cámaras de gas de unas doscientas o cuatrocientas mil personas.
La lista de cargos en su contra incluye muertes por disparos, golpes e inyecciones químicas aplicadas por su propia mano, que mataron a unos doce individuos.
Algunos sobrevivieron a los enfrentamientos con él a costa de un cuerpo mutilado e imborrables recuerdos de torturas disfrazadas de experimentos médicos.
Era hombre de cierto ingenio y humor negro. «Llegan aquí siendo judíos —decía , y se van convertidos en humo por la chimenea.», para algunos «Era un tipo agradable —insiste un antiguo colaborador de Auschwitz—. Tenía horizontes muy amplios; era una persona muy interesante.» Un interno lo calificó, textualmente, de «bella persona». Otro dijo que era «bondadoso». Algunos prisioneros gitanos corrían a saludarlo llamándolo Vater, Vüterchen y Onkel (padre, papi, tío).
Inmaculadamente uniformado con su prístina camisa azul, esparciendo fragancia de jabón perfumado, el «encantador» Josef Mengele inspeccionaba las filas de pobres prisioneros, sucios, con la cabeza afeitada, medio muertos de hambre, y señalaba a algunos para que murieran.
Mengele presentaba un humor variable que desafía cualquier interpretación. Magda Bass, una rumana de diecisiete años, bajó del tren a trompicones en Auschwitz el 6 de junio de 1944, el día en que los Aliados vadearon hasta las costas de Normandía. Por la importancia que allí tenía, los soldados podían haber desembarcado en la luna. Mientras ella y su madre trataban de comprender las ásperas órdenes guturales que surgían de los megáfonos, «alguien me cogió del brazo.
Ví que era un oficial. Con voz suave, preguntó: “Ustedes son hermanas?” “No —respondió mi madre—, soy su madre”».
Ese breve encuentro hizo que Magda Bass y su madre no fueran incluidas en la columna de exterminio que iba hacia las cámaras de gas. Más adelante sentiría la punzada de los experimentos de Mengele, y por fin llegó el momento en que «vi reír a Mengele. Estaban forzando a varios grupos de prisioneros a arrodillarse en filas en el suelo, con las manos sobre la cabeza.
Es muy difícil mantener esa posición durante cierto tiempo. Los guardias tenían grandes perros pastores alemanes adiestrados. Ante una palmada, un chasquido de dedos o el grito de “Judío!”, corrían entre las filas de personas arrancando trozos de carne a hombres y mujeres, y haciéndolos pedazos. Mengele reía.
Mengele era el hijo mayor privilegiado de una familia adinerada, cuyos miembros mantenían muy buenas relaciones entre sí. Además de su certificado de médico, tenía el título de doctor en filosofía. Amaba la música, y el garbo musical descrito por Grete Salus le surgía naturalmente. Había leído mucho y admiraba a Dante. La curiosidad intelectual que le hacía tan buen conversador entre sus colegas le impulsó hacia la investigación médica. Los internos de Auschwitz le temían tanto por su poder sobre la vida y la muerte como por sus investigaciones.
El interés de Mengele en el genotipo humano rubio de ojos azules es curioso, pues ni él ni sus superiores respondían a esa descripción. Mengele estaba fascinado por los ojos azules, y se decía que tenía una colección de ellos en las paredes de su oficina, similar a una colección de mariposas. Constantemente trataba de cambiar el color de los ojos de los niños.
¿Por qué podría alguien querer cambiar el color de los ojos? ¿Qué hacía tan especial a los ojos azules? Mengele intentaba responder mediante sus experimentos eugenésicos, ¿Por qué la “raza superior aria” presentaba más cantidad de personas con ojos azules, que con ojos de otros colores característicos de las razas inferiores? Para resolver el intrincado rompecabezas genético Mengele tendría un poder de decisión absoluto: podía hacer lo que quisiera.
Las investigaciones de Mengele tenían un fin claramente demarcado: lograr la absoluta perfección de la raza aria y asegurar su reproducción. Es por ello que intentaba descifrar los secretos de los nacimientos múltiples. Cuando se sabía que tocaba el turno de las rondas de Mengele, la tensión invadía por igual a prisioneros, guardias y doctores de la SS. Todo el mundo se aterrorizaba cuando comenzaba a revisar a los recién llegados, en su frenética búsqueda de gemelos.
«Llevaba a cabo sus experimentos como un aficionado loco», expresa, desdeñosa, la doctora Olga Lengyel. «Pasaba horas enteras inclinado sobre sus microscopios, mientras el aire, afuera, hedía por el denso olor a carne quemada que surgía de las chimeneas de los crematorios», recuerda el doctor Miklos Nyszli, patólogo húngaro, prisionero y colaborador de Mengele
Cuando él llegaba con su terrible voz, los guardias nazis se aterrorizaban, y eso aterrorizaba aún más a los judíos. Mengele siempre se presentaba con su uniforme impecable y sus botas de cuero perfectamente lustradas, muy elegante, como un caballero refinado y aristocrático, caminando como si fuera dueño del universo, absolutamente4 seguro de sí mismo, mirando a los ojos a cada uno de los recién llegados.
El Fantasma: Mengele dejó su uniforme de oficial de la SS, y vistió el de oficial de la Wehrmatch (ejército alemán) y se dirigió a una unidad hospital que iba hacia el sur. Cuando finalmente, en mayo de 1945 Alemania capituló, Mengele terminó en dos campos de prisioneros de los aliados, ignorado por sus captores.
Ello se debió a que él había pasado por alto muchos de los trámites necesarios para ser parte de las SS. Esos trámites, capturados por los oficiales aliados de Estados Unidos, eran utilizados para determinar qué sujeto era arrestado en forma automática. No hay documento que explique por qué Mengele carecía del tatuaje obligatorio de oficial de las SS, que se hacía en la parte interior del brazo izquierdo, dos pulgadas por debajo de la axila.
GEMELOS Y ENANOS:
Relato tomado del libro de Gerald Astor: "Mengele, el último nazi".
Erne Spiegel, quien, a los veintinueve años, fue el mayor de los gemelos que sirvieron de sujetos al médico, vio una bañera llena de un fluido desconocido. En ella ponía Mengele cadáveres de enanos judíos, mongoloides y gemelos, «para que la carne se desprendiera, permitiéndole ver los esqueletos».
El exotismo físico incentivaba especialmente al intrépido investigador genético, decidido a demostrar la superioridad de una raza sobre otra. Por eso Mengele se concentraba en los enanos y en otras anomalías genéticas. Esa concentración llevó a una experiencia particularmente horrible para Miklos Nyiszli. Cierto día de 1944, Mengele recibió un transporte que venía del gueto polaco de Lodz, creado en 1939 y último en ser liquidado.
Tras cinco años de opresión y privaciones, quienes llegaron a Auschwitz estaban ya en actitud de musulmanes o acercándose a ella. Nyiszli calcula que el noventa y cinco por ciento fue inmediatamente a la cámara de gas.
Pero mientras Mengele efectuaba su selección, dio con un padre y su hijo: el padre, de unos cincuenta años, parecía jorobado; el vastago, de quince, presentaba, al parecer, una deformación en el pie derecho. Mengele los separó de la fila y los hombres de las SS los llevaron a Nyiszli.
El patólogo recibió instrucciones de efectuar un examen completo. Descubrió que el padre, vendedor mayorista de telas, había viajado extensamente, llevando consigo a su hijo para consultar con especialistas sobre el tratamiento de la pierna deformada. Una hábil operación quirúrgica y un zapato especial permitían que el muchacho caminara sin cojear. La espalda doblada del padre no era un defecto congénito, sino el resultado de una infección por raquitismo.
Nyiszli les dio de comer, sabiendo que estaban condenados. De hecho, un sargento de las SS, llamado Mussfeld, los retiró de su custodia apenas terminado el examen y se los llevó a un cuarto de calderas, desde donde se oyeron dos tiros de pistola. Convocado Nyiszli, halló los cadáveres en el suelo de cemento, chorreando sangre por las dos heridas del cuello.
El patólogo se vio obligado a realizar la autopsia en los cadáveres aún calientes. «La disección no reveló más de lo que yo ya había deducido», dice. Pero Mengele quería esos cadáveres como nueva muestra de la degeneración física entre los judíos, aunque las deformidades no tenían raíces genéticas. En su prisa por enviar los especímenes a Berlín-Dahlem, Mengele rechazó el método habitual de preparar los esqueletos y ordenó a Nyiszli que utilizara el más rápido: hervir los cadáveres en agua hasta que la carne se desprendiera con facilidad.
El sargento Mussfeld consiguió unos barreños grandes y, bajo la dirección de Nyiszli, metió en ellos los cadáveres y encendió fuego debajo. Tras unas cinco horas apagaron las fogatas y se dejó que los restos se enfriaran. Nyiszli estaba ocupado en otra cosa cuando uno de sus colaboradores corrió a decirle: «Apresúrese, doctor, que los polacos se están comiendo la carne de los barreños.»
Un grupo de albañiles polacos que estaba trabajando en el patio acababa de terminar su tarea. En busca de comida, habían dado con los barreños aún hirvientes y supusieron que un grupo de Sonderkommando les había conseguido alguna carne preciosa. Cuando Nyiszli les dijo la verdad del asunto, los polacos quedaron «descompuestos, horripilados, paralizados».
Uno de los pocos documentos existentes que cubren el período pasado por Mengele en Auschwitz es un documento que él firmó y que tenía que acompañar la cabeza de un gitano de doce años. En varias ocasiones se retiró la cabeza de un paciente enfermo de noma para su envío al Instituto Kaiser Wilhelm.
El campamento de los gitanos proporcionaba a Mengele, no sólo sus heterocromos, sino otro artículo favorito: enanos. Quedó extasiado al descubrir una familia de diez miembros que incluía a siete enanos. «Ahora tengo veinte años de material para estudiar», fue su exclamación, citada con frecuencia.
Sarah Nomberg-Przytyk estaba en la enfermería cuando Mengele fue a echar una mirada más minuciosa a esos diminutos seres que habían logrado llevar consigo sus sillas pequeñas y una mesa. Las mujeres se habían empolvado en honor al visitante. Nomberg-Przytyk recuerda que alabaron efusivamente al hombre, a quien consideraban su benefactor. «Qué hermoso es, qué amable. Suerte la nuestra de tenerlo como protector. Qué bondad la suya, venir a ver si nos hace falta algo.»
Todos se pusieron firmes cuando Mengele entró con su cortejo. Una de las enanas se adelantó un paso y se arrodilló para abrazarse a sus relucientes botas. «Usted es tan bueno, tan encantador... Dios debería recompensarlo.»
Mengele sacudió la bota, arrojándola al suelo, y se dirigió a la madre de varios enanos, que era de tamaño normal. «Dígame cómo vivía con su pigmeo.» La anciana se ruborizó, pero cuando se le ordenó hablar, sólo mencionó la carrera de su esposo en el circo.
«No me hable de eso; quiero saber cómo dormía con él.» Nomberg-Przytyk dice que a Mengele «se le estaba haciendo la boca agua».
Al serle negados los detalles íntimos, Mengele abandonó el sitio de mal humor. Pocos días después se llevó a un niño de tres años, hijo de una enana, a su sala de exámenes. Al caer la noche, el niño estaba muerto. Uno de los enanos, engañado por los guardias, se deslizó entre los alambres que separaban los distintos sectores. Un soldado de las SS lo mató de un disparo. El médico no aceptaba una negativa; de un modo u otro, obtuvo su satisfacción.
Los enanos supervivientes sufrieron el dolor y las humillaciones de las pruebas de Mengele. Los dentistas les arrancaron dientes sanos, los ayudantes les extrajeron sangre semanalmente. Invadieron los vientres de las mujeres de medicamentos, exponiendo sus cuerpos a repetidas sesiones de rayos X. Como insulto final y muestra de degradación, se los obligó a hacer su número desnudos ante un público formado por el personal de las SS.
Olga Lengyel resume así la actitud de Mengele como científico: «Sus experimentos se llevaban a cabo de una manera anormal. Cuando hacía transfusiones de sangre, usaba a propósito tipos sanguíneos no correspondientes. Hacía lo que se le antojaba y efectuaba sus experimentos como un vulgar aficionado. Inyectaba sustancias y no prestaba atención a los resultados. No era un sabio: la suya era la manía de un coleccionista.» Un rasgo alemán tradicional, salido de su cauce.
El laico Berkowitz se hace eco de esa apreciación: «Mengele tenía un zoológico, un zoológico privado. El cincuenta por ciento de los sujetos servían para hacer verdaderos estudios sobre las propiedades físicas de los seres humanos, para la genética, el efecto de los productos químicos y farmacéuticos, para ensayar procedimientos quirúrgicos y modos de tratar con la gente bajo determinadas condiciones. Pero el otro cincuenta por ciento era para proporcionar víctimas y asesinarlas.»
Para su subordinado Nyiszli, Mengele parecía ser un devoto de su «trabajo», aunque también él lo clasificaba como «pseudociencia». Recordaba que el doctor de las SS lo regañó por manchar la cubierta de un informe. «¿Cómo puede ser tan descuidado con estos archivos que he reunido con tanto amor?»
Nyiszli describe a Mengele como «obsesionado por la creencia de que había sido elegido para descubrir la causa de los nacimientos múltiples, allí, entre aquellas paredes manchadas de sangre, donde permanecía sentado durante horas enteras, encorvado sobre sus microscopios».
Es una imagen que deja muchas puertas abiertas.
Mengele llega a Argentina: Por lo que se sabe, Mengele huyó de Auschwitz a finales de 1944, luego de los fuertes bombardeos sufridos por el campo de concentración y exterminio, regresando a a Gunzburg, donde su padre, Karl Mengele, lo protegió sin más trámite.
Dueño de una importante empresa fabricante de implementos agropecuarios, Karl Mengele arrendó o compró (no hay certeza al respecto) para su hijo Joseph una finca en las cercanías de la fábrica donde podía pasar desapercibido, hasta que en los avances de los juicios de Nuremberg su nombre se hizo popular. Este hecho hizo que el “Dr. Muerte” organizara su huida hacia Argentina, usando conexiones políticas y un pasaporte falso a nombre de Helmut Gregor, expedido por la Cruz Roja Internacional
Con permiso de desembarco en estricta regla, "el ángel de la muerte” arribó a Buenos Aires el 20 de junio de 1949. Cuando los inspectores de migraciones de la República Argentina revisaron la documentación notaron que el italiano Gregor, hijo de NN y de Berta Gregor, no hablaba el idioma materno,
Según los datos aportados, había nacido en el pueblo de Tarmano, Trento, Italia, el 6 de agosto de 1911, afirmaba ser soltero y técnico mecánico de oficio. Cuando el avispado funcionario de migraciones intentó separarlo del grupo sospechando que algo raro había en el italiano que sólo hablaba alemán, un enviado del SSCarlos Fuldner, funcionario del gobierno de Juan Domingo Perón, lo interrumpió y en menos de un minuto debió disculparse por importunarlo. A media tarde ya se encontraba cómodamente ubicado en lo que sería su primer domicilio transitorio, sito en la calle Arenales Nº 2460 de la localidad de Florida, provincia de Buenos Aires,
En Argentina se sentía seguro, gracias a una organización secreta conocida como ODESSA, encargada de otorgar salvoconductos a antiguos oficiales SS. La presencia de comunidades alemanas ofrecía confianza, y ciertas zonas de Argentina le recordaban las montañas de su Baviera nativa.
Mengele se sentía como en casa, en su residencia en la zona de Florida, en Buenos Aires, viviendo bajo el nombre de Helmut Gregor. Más tarde en la década del 50, consideró que la caza de criminales de guerra había terminado, y comenzó a decir su nombre. Incluso, habría llegado a obtener la nacionalidad argentina. Inició una compañía de implementos agrícolas con su verdadero nombre... Hasta figuró en la guía telefónica!
Su padre lo visitó y le informó que Irenna demandaba el divorcio, a lo que él accedió, ¿Qué otra cosa podría hacer? Era sólo una formalidad. Irenna tendría su libertad y él seguiría adelante con su vida en Argentina. Tiempo después su abogado le informó que el Gobierno alemán había mandado cartas al Gobierno argentino, solicitando la extradición de nazis. Mengele cayó en pánico.
Con la ayuda de ODESSA huyó al Paraguay, donde tramitó su ciudadanía. Bajo las leyes paraguayas ya no podía ser extraditado. En aquellos tiempos, este país era gobernado por el dictador Alfredo Stroessner, descendiente de alemanes y admirador de los nazis. Seguro, aunque intranquilo, Mengele se dejaba ver en las calles de Asunción.
El MOSSAD, servicio secreto israelí y creador intelectual del secuestro de famoso criminal de guerra Eichmann, estaba tras sus huellas. En aquellos días, era un hecho público que perseguían a otros jerarcas nazis, por lo que Mengele debió huir... el juicio de Eichmann hacía eco en sus oídos...
Eichmann fue sentenciado a la horca, y Mengele sintió también la soga en su cuello. Por ello, decidió viajar al Brasil, donde se ocultaría durante el resto de su vida, ya no como el Ángel de la Muerte, sino como un hombre atemorizado, solitario y fugitivo. Cuando llegó a Brasil en la década del ´60, su vida se disuelve.
Su muerte: Según afirmaciones en 1979 fue invitado a pasar un día de playa, a 30 millas de Sao Paulo.
Mengele se introdujo en el mar, hasta que el agua alcanzó sus rodillas. En ese momento desapareció. Sufrió un ataque cardíaco, cayó al agua y se ahogó. Cuando fue llevado a la playa, y a pesar de los esfuerzos, no pudo ser resucitados’.
Geza Bossert propietaria de la finca donde pasó sus últimos días, hizo los arreglos para que Mengele fuera enterrado en el cementerio de Ambu, bajo una lápida que lleva el nombre de Wálfgang Gérhard, y allí permaneció hasta su exhumación en 1985.
Fuente Consultada:
“Cientificos Nazi en Argentina” de Carlos Napoli
Mengele "El Ultimo Nazi" de Gerald Astor
www.avizora.com
• PARA SABER MAS...
Mengele seleccionaba a los judíos entrantes al campo de concentración, para el trabajo o la exterminación en las cámaras de gas o los reserva para pseudosexperimentos médicos residentes.
Les interesaba principalmente criaturas, jóvenes gemelos, enanos y si poseían alguna anormalidad genética mejor.
Cuenta también con el respaldo del Instituto Káiser Guillermo de Antropología, Eugenesia y Genética Humana en Dahlem en Berlín y le envía los especímenes y resultados al director del instituto, Dr Otmar Von Verschuer, su anterior supervisor en la Universidad de Salchicha Ahumada y un experto en la genética de gemelos.
Mengele investiga las formas para aumentar fertilidad humana. Trata de encontrar una causa genética para la enfermedad 'cáncrum oris' (una rara condición gangrenosa de la cara y boca), estudia anormalidades físicas y enfermedades contagiosas, transmite experimentos con heridas, y trata de cambiar el color de los ojos de residente usando con inyecciones de productos químicos directamente en el globo del ojo. Su interés principal eran los gemelos.
Aproximadamente 1.500 grupos de gemelos son coleccionados en Birkenau para la "investigación" , orientada para desarrollar una teoría de herencia y la relación "entre la enfermedad, tipos raciales, y cruce de razas" (el racial cruzamiento entre un mismo grupo de familia). Mengele espera descubrir la llave genética para crear una "raza maestra" aria.
Los gemelos son supeditados a exámenes clínicos, pruebas de sangre, expuestos a rayos X, exámenes antropológicos y disección después de la muerte producida por inyecciones letales de cloroformo en sus corazones.
Los experimentos de Mengele representan sólo unos cuantos de los aproximado 180 métodos transmitidos en humanos en más de 30 "laboratorios" desperdigados por el Tercer Reich.
Experimentos de Congelación: Para investigar la manera más efectiva de tratar a personas que habían sido gravemente enfriadas o congeladas. Las víctimas se vieron forzadas a quedarse en un tanque de agua helada por hasta 3 horas.
Las numerosas víctimas murieron en el curso de estos experimentos, pero aquellos sobrevivientes que habían sido gravemente enfriados, fueron recalentadores rápidamente por manera diversas. En otra serie de experimentos, las víctimas fueron al aire libre desnudos mantenidos durante muchas horas con temperaturas bajo cero. Las víctimas gritaban del dolor cuando sus cuerpos se iban congelando.
Experimentos con agua salada: Para estudiar métodos diversos de hacer agua salada bebible. Las víctimas fueron privadas de toda comida y sólo le suministraron agua salada. Tales experimentos causaban mucho dolor y sufrimiento , dando como resultado una lesión corporal muy grave para las víctimas.
Experimentos con Malaria: Para investigar inmunización y tratamiento de malaria. Las víctimas eran infectadas por mosquitos o por inyecciones de extractos de las glándulas mucosas de mosquitos.
Después de tener malaria clas víctimas fuera tratadas con drogas diversas para probar su eficacia relativa. La gran mayoría de los "estudiados" murieron y los otros sufrieron dolores agudos y algún tipo de incapacidad perpetua.
Experimento con el Gas Mostaza: Investigar el tratamiento más efectivo de heridas causadas por gas mostaza. Las heridas deliberadamente infligidas en las víctimas fueron contagiadas de gas mostaza. Las víctimas murieron como resultado de estos experimentos.
Experimentos con Sulfanilamida: Para investigar la efectividad de sulfanilamida. Las heridas deliberadamente infligidas en las víctimas fueron contagiadas con bacterias como estreptococo, gangrena gaseosa, y tétano.
La circulación de sangre fue interrumpida fuera de vasos sanguíneos a ambos extremos de la herida para crear una condición similar a la de una herida del campo de batalla. La infección fue agravada metiendo virutas de madera y cristal esmerilado a la fuerza en las heridas.
La infección fue tratada con sulfanilamida y otras drogas para determinar su efectividad. Muchas víctimas murieron como resultado de estos experimentos y el restos sufrió incapacidades de por vida.
Experimentos con Tifus: Para investigar la efectividad de tifus exantemático y otras vacunas. Las numerosas víctimas fueron deliberadamente contagiadas de virus de tifus exantemático para mantener vivo el virus.
Experimentos con Veneno: Para investigar el efecto de venenos diversos en seres humanos. Los venenos fueron administrados en secreto a las víctimas en su comida.
Las víctimas murieron como resultado del veneno o muertas inmediatamente para analizar sus autopsias. Muchas víctimas recibieron un disparo con balas venenosas y sufrieron tortura y la muerte.