Rey Clodoveo: Historia de la Dinastía Merovingia Conquistas

HISTORIA DE LOS FRANCOS Y EL REY CLODOVEO

Llamamos Dinastía Merovingia, a la familia de reyes que gobernaron el pueblo germánico de los francos desde el 481 d.C.

Se denomina asi por que los reyes fueron descendientes de un gran jefe de los francos salios llamado Meroveo, que había gobernado entre 448 y 458.

Clodoveo I, nieto de Meroveo,  nació en 466 y vivió 45 años, de lo cuales durante 30 años fue rey de los francos.

Su reinado se caracteriza por su principal objetivo de la unión de todos los francos salios del norte del Rin con los francos ripuarios del bajo Rin, y comenzó con la victoria en la batalla de Soissons, obtenida en el año 486 sobre Siagrio, el último gobernador romano en el norte de la Galia.

Mas tarde mediante una política agresiva de conquista, apoyada por la Iglesia, extendió su reino hasta que éste llegó a abarcar casi toda la actual Francia y parte de Alemania.

Clodoveo I rey de los francos

Clodoveo I rey de los francos

ANTECEDENTES HISTÓRICOS:

Los germanos eran pueblos seminómades de origen diverso, vecinos inmediatos del Imperio Romano de Occidente.

Su aparición en este ámbito se da desde comienzos del siglo I. Se situaron en los llanos, más allá del Rin y del Danubio, reunidos en tres grupos principales:

Vivían agrupados en tribus, dirigidas por un jefe. Los hombres libres integraban una asamblea que intervenía en las decisiones políticas.

La familia era la base de la organización social germana. Como carecían de leyes escritas, el padre, en su papel de juez, resolvía todos los problemas.

La agresión contra un miembro de la familia obligaba a los parientes a castigar al culpable.

Esa costumbre ocasionó constantes luchas, lo que llevó a establecer "precios" por los delitos, calculados en número de reses, que se entregaban a la familia perjudicada.

mapa de la invasion barbara

LOS FRANCOS:

Entre los pueblos germanos que se establecieron en la Galia , el más importante fue el de los francos, que se instalaron al Norte de las Galias.

Estos no constituían un Estado sino una confederación de tribus entre las que podemos citar la de los Ripuarios. establecidos a orillas del bajo Rin, los Salios, en la región del Mosa. los Sicambrios, etc.

Uno de sus jefes, Meroveo, inició la dinastía Merovingia, que duró tres siglos. Su nieto Clodoveo fue el rey merovingío más importante.

Luego de una serie de luchas, consiguió crear un reino unido en las Galias, donde se integraron francos y romanos con relativa rapidez.

Este proceso se vio facilitado al convertirse el mismo Clodoveo al catolicismo. Pero la organización de este reino tuvo un defecto que amenazaba su supervivencia.

El reino era concebido como una propiedad privada de la dinastía gobernante. Por lo tanto, al morir cada rey, se dividía en distintos principados, de acuerdo con la cantidad de descendientes.

Esto llevó a constantes luchas dinásticas que debilitaron al Estado en general. A esta dificultad, se sumó que los reyes merovingios posteriores a Clodoveo carecieron de buenas cualidades para el gobierno.

Dejaban generalmente la dirección del Estado a su ministro más importante, llamado "el mayordomo del palacio".

Esto les valió el título de "reyes holgazanes". Finalmente, en el año 751, Pepino el Breve puso fin a la dinastía Merovingia, se coronó rey de los francos e inició una nueva época: la carolingia.

Los francos en un principio fueron contratados por los romanos para defender las fronteras sobre el Rin; más tarde se instalaron al norte de la Galia.

Pocos años después, cuando Atila invadió el Imperio, los francos se aliaron con los romanos, y a las órdenes de su rey Meroveo participaron en la batalla de los Campos Cataláunicos (451).

Este rey fue el fundador de la dinastía merovingia, que reinó por más de dos siglos. Radicados en la región norte de la Galia se mantuvieron alejados de las influencias romanas, lo que les permitió conservar sus costumbres paganas y los hábitos guerreros.

En la Galia, una vez instalada la realeza de los francos se esforzó por salvaguardar la antigua organización romana: la posta de caballos, el servicio de acuartelamiento, el sistema de aranceles, la moneda.

Pero todo esto no era más que una apariencia; la corte o el «palacio» del rey franco se desplaza de ciudad en ciudad, propiedades de la corona, según las necesidades de la política o del abastecimiento.

Siguiendo la costumbre germánica, el rey era entronizado alzándole sobre el pavés.

La inmensa burocracia imperial desapareció definitivamente.

La administración central del rey franco, es su «casa»: servicios domésticos y servicios administrativos se confunden según las necesidades.

El senescal y el mayordomo, que gobiernan a los otros domésticos: cocineros, despenseros, camareros..., o el condestable, encargado de las cuadras y de los palafreneros, pueden, en todo momento, ser llamados para intervenir en el manejo de los asuntos del Estado.

Su papel aumenta en importancia, poco a poco:   el  condestable  va  a convertirse  en jefe del ejército; el mayordomo, en ministro del rey: el «mayordomo de palacio».

Alrededor del rey giran sus «compañeros», señores francos, que se sientan a su mesa, le siguen al combate y constituyen los miembros de su guardia privada o «trustis».

Frecuentemente, reciben misiones importantes e, incluso, realizan servicios regulares.

En las provincias, son ellos los condes encargados de los poderes administrativos y militares.

Viven de su cargo, principalmente de una parte del producto de los impuestos y las multas, y de sus dominios.

El derecho sálico está muy poco influido por el derecho romano.

Para cualquier atrocidad que pueda cometer un franco—la lista de las fechorías posibles es una prueba, por sí misma, de la rudeza de las costumbres: lisiar, degollar, cortar las dos manos y los dos píes, arrojar en el fondo de un pozo, traspasar con flechas envenenadas—, no está previsto otro castigo que una multa v una «composición» destinada a impedir el derecho de venganza de la víctima o de su familia.

El inculpado puede someterse a la prueba judicial: sumerge la mano en una cuba de agua hirviendo y debe retirarla sin ninguna quemadura profunda; el procedimiento romano está completamente olvidado.

EL REY CLODOVEO:

En el año 481, los francos proclamaron rey al jefe de los sicambrios un joven de quince años llamado Clodoveo.

Él nuevo monarca que era nieto de Meroveo, poseía grandes dotes de caudillo.

Inteligente, ambicioso y sin escrúpulos, se propuso la conquista de la Galia, para lo cual se dio a la tarea de unificar las tribus antes de lanzarlas a la lucha.

En el año 486 venció al general romano Siagrio, cerca de Soisson, ciudad que hizo su capital.

Tiempo después se casó con Clotilde, princesa católica que le Instó a la conversión, sin poder lograrlo de inmediato.

Sin embargo, cuando Clodoveo estuvo a punto de ser derrotado por los atamanes en la batalla de Tolbiac (496), pidió ayuda al Dios de su esposa y le prometió convertirse si salía victorioso.

Así sucedió, y abrazó el catolicismo y fue bautizado en la Navidad de ese mismo año.

Al convertirse, Clodoveo logró el poderoso apoyo de la Iglesia, lo que le permitió proseguir con su ayuda la conquista de la Galia.

Al mismo tiempo había logrado la unidad religiosa puesto que todos los francos abandonaron el paganismo y fueron bautizados.

La fusión entre galos y germanos favoreció la unidad política, todo lo cual aumentó el prestigio de Clodoveo convertido en el monarca más poderoso de la Europa Occidental.

En el año 500 sometió a los burgundios en la batalla de Dijon, después luchó con los visigodos arríanos establecidos en el sur de la Galia (Aqultania) y los derrotó en Vouillé. La Galia comenzó a llamarse Francia, que significa: país de los francos.

Clodoveo murió en 511 y sus cuatro hijos dividieron el reino en otros tantos estados.

Esto originó frecuentes guerras civiles que perjudicaror la unidad política, debilitando el poder de la dinastía merovingia.

LAS CONQUISTAS DE CLODOVEO Y SU CONVERSIÓN:

Al día siguiente de su advenimiento (481), Clodoveo, nieto de Meroveo, no vaciló en reanudar la marcha de su pueblo hacia el sur, siguiendo en esto el ejemplo de su padre Childerico.

Un último enclave romano obstaculizaba su avance, el que gobernaba el funcionario romano Siagrio de manera completamente autónoma: en el año 486, ayudado por sus parientes, que mandaban otras tribus de francos salios, Clodoveo venció a Siagrio en Soissons.

Tenía veinte años, y su victoria le llenó de prestigio.

Necesitó diez años más para apoderarse, ciudad por ciudad, de los territorios de Siagrio, limitados por el Somme, el Mosa y el Loira.

Pero, entre tanto, impuso su autoridad al conjunto de los francos salios—a los que habían fortalecido nuevas inmigraciones sobre los territorios abandonados—, y a todas las tribus de francos ripuarios que habían avanzado hasta Metz.

Cuando, poco después, somete a los alamanes, cuyo rey muere en el curso de la batalla, reina hasta el Rhin (496). Hacia el año 493, Clodoveo había contraído matrimonio con una princesa borgoñona, Clotilde, «prudente y bella».

Católica, había decidido convertirlo a su fe.

Clodoveo se había sustraído a su influencia, a pesarde sus ruegos, hasta el día en que vio replegarse a sus tropas en el transcurso de una batalla contta los alamanes.

Entonces formuló el voto de convertirse si el Dios de los cristianos le daba la victoria.

Después del éxito, dudó todavía, pero las entrevistas que tuvo con Remigio, obispo de Reims, disiparon sus últimas vacilaciones.

Hacia el año 500, fue bautizado por el mismo Remigio: «Inclina dulcemente la cabeza, Sicambro; adora lo que has quemado; quema lo que has adorado».

Tres mil hombres de su ejército fueron bautizados con él.

Esta fue la suerte de Clodoveo: su bautismo provoca una explosión de alegría en toda la Galia, sometida desde hace medio siglo a príncipes germánicos arria-nos o paganos.

La masa de los fieles galo-romanos, con el episcopado a la cabeza, va a inclinarse ante el rey franco y a facilitar su permanencia en el poder.

En un momento en que el episcopado es la única fuerza social del país, asienta por anticipado su autoridad.

Desde entonces, su ambición se fija en los reinos visigodo y burgundio.

En el reino visigodo, las violencias y las persecuciones de Eurico han revuelto a la población y al clero católico contra su débil sucesor Alarico II: estallan sublevaciones por todas partes y Clodoveo decide intervenir.

La lucha es difícil: en el curso de varias campañas, las ciudades de Tours, Saintes y Burdeos son sucesivamente tomadas y perdidas.

Pero en Vouillé, cerca de Poitiers, tiene lugar  la batalla decisiva (507): Alarico II muere y su ejército es derrotado.

En pocas semanas, Clodoveo toma posesión del reino hasta los Pirineos.

Solamente se libran el Bajo Languedoc y Provenza, porque los ostrogodos se han apoderado de ellos. La conquista del reino burgundio es mucho más larga y penosa. Finalmente, Clodoveo tiene que hacer la paz con el rey Gundebaldo.

LOS SUCESORES DE CLODOVEO

A la muerte de Clodoveo (511), enterrado como un gran protector de la Iglesia, sus cuatro hijos, Thierry, Clodomiro, Childeberto y Clotario, se repartieron el reino según la costumbre germánica.

Pero prosiguen la expansión en común: los bur-gundios resistieron tercamente, pero acabaron siendo anexionados (537), porque los ostrogodos de Italia ayudaron a los francos.

En Germania, Turingia fue conquistada, y los merovingios, aprovechándose de la decadencia de los ostrogodos, hicieron, incluso, algaradas en Italia y se atrevieron a desafiar a Constantinopla.

Por otra parte, las rivalidades no habían dejado de enfrentar a los reyes: a la muerte de Clodomiro, sus hermanos degollaron a sus hijos para heredarlo. Cbildeberto y Clotario se enfrentaron en luchas feroces.

En el año 538, Clotario, el único superviviente, reconstruye la unidad del reino. Pero las guerras y los repartos habían dejado sus huellas.

Se determinaban cuatro regiones: Borgoña, antigua Burgundia; Aquitania y Provenza, fíeles a las tradiciones romanas; Neustria (París y el Norte) y Austrasia, al este, inclinada hacia Germania.

La fusión con los galo-romanos había sido rápida; la Iglesia, siempre colmada de presentes, sostenía a los merovingios, a pesar de sus crímenes familiares.

A la muerte de Clotario (561), se efectuó el segundo reparto entre sus cuatro hijos, seguido de matanzas y de guerras civiles.

Sigiberto, rey de Austrasia, se había casado con Brunequilda, hija del rey visigodo. Celoso de esta unión prestigiosa, su hermano Chilperico contrajo matrimonio con la hermana menor, Galswinta.

Pero la amante repudiada, Fredegunda, mandó estrangular a la joven reina. Sigiberto quiso vengar a su cuñada; la terrible Fredegunda, que se casó con Chilperico después del asesinato, envió a dos esclavos para que apuñalaran a Sigiberto.

Brunequilda cae en manos de Chilperico; el hijo de éste, Meroveo, seducido por la joven cautiva, se casa con ella. Furioso, Chilperico le acosa y Meroveo se suicida, Brunequilda tiene la suerte de ser protegida por el rey de Borgoña, Gontrán.

Cuando Chilperico muere en el año 584, Fredegunda quiere asegurar la supremacía de su hijo Clotario II y combate a Brunequilda hasta que exhala el último aliento.

Su hijo se encargará de la venganza: la vieja Brumequilda, a la edad  de ochenta años, es abandonada por la nobleza y entregada a Gotario II.

Este la somete a tortura, luego la atan a la cola de un caballo, y es arrastrada por el suelo hasta que muere.

Clotarío II queda como único vencedor, colmando las ambiciones de Fredegunda, su madre (613).

Fuente Consultada:
HISTORAMA La Gran Aventura del Hombre Tomo II Edit. CODEX
HISTORIA I José Cosmelli Ibañez Editorial Troquel

Enlace Externo: Historia de Clodoveo


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