Cultivo del Tabaco: Origen, Producción y Proceso de Secado y Curado
El Cultivo y Producción del Tabaco: Procesos de elaboración, secado y curado
EL TABACO: La papa o patata, procedente de América, fue introducida en Europa por los exploradores españoles de los siglos XV y XVI, y pronto se adoptó como alimento en muchas partes del mundo.
Lo mismo hizo con otra planta que, aunque no era un alimento, se extendió con mucha más rapidez también.
Esta planta era el tabaco que se emplea en la actualidad en cantidades cada vez mayores, en forma de cigarrillos y cigarros (habanos, puros), para fumar en pipa y como rapé. (rapé: tabaco con polvo que se aspira por la nariz)
Un Poco de Historia....
La primera vez que el hombre blanco trabó conocimiento con la costumbre india de fumar tabaco coincidió con el descubrimiento del Nuevo Mundo.
Los marineros enviados por Colón a explorar la isla de Cuba al tornar a los barcos, refirieron, entre otras cosas nuevas y extrañas, que los naturales del país llevaban en la mano unas especies de teas encendidas y echaban humo por boca y nariz.
Posterior trato con aquellos indígenas mostró, sin embargo, que lo que los marineros creyeron ser teas eran ciertas hojas de una planta arrolladas en delicadas vainas de maíz.
Esto era lo que quemaban, inhalando el humo y exhalándolo después.
No se sabe durante cuántos siglos los hombres rojos estuvieron usando el tabaco, pero es probable que los aborígenes de la América Central hayan arrollado la hoja de tabaco y hayan soñado, envueltos en su humo, luengos siglos antes que Colón naciera y de que los colonos de sir Gualterio Raleigh llevasen el tabaco a la corte de Isabel.
El fumar «la sagrada y divina hierba de los aborígenes de América», como el poeta Edmundo Spenser, de los tiempos de Isabel, llamó al tabaco, comenzó por ser un rito religioso.
Así como las sacerdotisas deificas de Apolo obtenían sus inspiraciones de los humos de las hierbas encendidas y humeantes sobre las cuales se sentaban, así el médico de los indios primitivos comenzó a cavilar sobre un manojo de hojas de tabaco encendidas hasta que el efecto narcótico del humo comenzó a obrar sobre sus sentidos y, a causa del estupor producido, pretendió que, al inhalar las emanaciones así resultantes de la divina hierba, había entrado en comunicación con los espíritus.
Cuando más tarde apareció la pipa y se desarrolló el empleo de ésta, se usó con fines religiosos, siendo sus dos principales formas la pipa de guerra y la pipa de paz.
Aun en estos días, hay indios que fuman con las pipas de arcilla roja en honor del gran Espíritu como un acto solemne de religiosa significación.
En la práctica ordinaria, entre los mismos indios el acto de fumar llegó a ser una costumbre privada, un solaz individual y diario, al cual, sin embargo, se asociaba cierto matiz religioso, considerándole con algiín valor moral y medicinal; es decir, que el tabaco se tenía como una hierba santa y divina por los aborígenes americanos cuando éstos presentaron una porción de ella, en calidad de humilde oferta, a Drake y a sus compañeros.
Así, pues, la tradición de la santidad de esta planta pasó a Inglaterra al mismo tiempo que el tabaco y, aunque los europeos no tomaron muy en serio la divinidad de la planta americana, se admitió generalmente que era un poderoso preservador de enfermedades y un excelente sedativo.
Eos colonistas ingleses, a la vuelta de sus viajes a América, trajeron tabaco consigo e introdujeron en Inglaterra la práctica de fumar, o, como entonces se dijo, de «beber tabaco», pues el primer procedimiento de aspirar el humo fue emplear una cascara de avellana y una paja.
Sir Gualterio Raleigh y otros jóvenes a la moda de aquella época estimularon mucho el uso del tabaco, dando ellos el ejemplo, de suerte que el hábito de fumar fue muy pronto cosa corriente entre los ingleses, como lo había sido antes entre los españoles, y el uso del tabaco se extendió con tanta rapidez durante el reinado de la reina Isabel que las tabaquerías llegaron a ser tan abundantes como las tabernas.
La práctica de fumar, desde entonces, se ha ido extendiendo gradualmente hasta ser casi universal en todos los países a pesar de los esfuerzos de los gobiernos para prohibirla.
Hace poco más de trescientos años, solamente unos cuantos salvajes americanos usaban el tabaco, pero ahora éste es consumido por toda la Humanidad, siendo, puede decirse, el único artículo cuyo consumo es común a todas las razas y a todas las posiciones sociales.
Los sacerdotes y los sultanes de Turquía declararon que el fumar era un pecado contra su santa religión y, sin embargo, los persas y los turcos han llegado a ser los que más fuman en el mundo.
En Rusia, el fumador de tabaco era castigado con el látigo por la primera vez y con la muerte por la segunda; y, a pesar de esto, los rusos tienen ahora constantemente la pipa en la boca.
En Inglaterra, el rey Jacobo I escribió contra el fumar un libro, titulándolo «Counterblaste to Tobacco», que era una poderosa diatriba contra el uso del tabaco, el cual, en vez de contener este hábito, más bien tendió a extenderlo entre sus subditos.
En realidad, a pesar de toda la oposición y de todas las críticas a que desde su introducción entre los pueblos civilizados ha estado sujeto el hábito de turnar, éste ha desafiado y vencido todas las contrariedades y este solaz del hombre, tanto en sus horas solitarias como en las de vida social, no sólo mantiene en el siglo actual su reputación, sino que ha aumentado ésta hasta un grado maravilloso.
Al encontrar que ningún castigo ni penalidad, por muy severos que fuesen, podía contener ni menos desarraigar este deleite, los gobernantes juzgaron mucho más ventajoso el convertirlo en un origen de ingresos, y el cultivo y manufactura del tabaco fueron gradualmente sujetos, casi en todas partes, a reglamentaciones fiscales celosamente vigiladas y a restricciones o monopolios que, en variadas formas subsisten en la mayor parte del Globo.
Desde la tosca pipa de los indios al complicado «hookah» de los turcos, los instrumentos usados para fumar han ido variando al infinito; en realidad, los artefactos usados por los indios para inhalar el humo del tabaco causaron tanta admiración a los primeros exploradores del Nuevo Mundo como la planta misma.
Se cree que los fumadores de las más antiguas poblaciones indias en América eran fumadores empedernidos en vista del gran número de pipas que se han encontrado en las ruinas enterradas de aquella procedencia.
Planta de Tabaco
Se conocen muchas especies de la planta del tabaco, pero las dos fuentes principales del producto comercial son la Nicotiana tabacum y la N. rústica, originarias de Centro y Sud América.
Estas plantas se bautizaron con el nombre genérico de Nicotiana, en honor a Jean Nicot, embajador francés en Portugal, que las recomendó a la familia real francesa como sustancias curativas.
Durante el siglo XVI, el tabaco se convirtió en un “remedio” popular para muchas dolencias, pero su historia se remonta a tiempos más lejanos, ya que los antiguos indios de América —mayas, incas y aztecas— lo emplearon en ceremonias religiosas y, algunas veces, con fines curativos.
Más al Norte, los indios de las praderas acostumbraban en sus ceremonias a fumar la “pipa de la paz”, que llegó a constituir una parte muy importante de su civilización.
A partir del 1600, el fumar como placer se extendió con rapidez, a pesar de las severas críticas que en diversos períodos se han formulado contra este hábito.
REGIONES DE CULTIVO:
Las regiones más adecuadas para cultivar las plantas del tabaco son las subtropicales y las de clima templado.
En los Estados Unidos que es, con gran diferencia, el principal país productor de tabaco, se cultiva en los estados del Sudeste.
Otras regiones importantes son Canadá, Venezuela, Cuba, Argentina, Rodesia, India, las Bahamas, Brasil, Turquía, Grecia y, en general, en toda la zona antillana y de Centro América.
Estas plantas son muy sensibles al terreno en que se cultivan y al clima, por lo que una misma muestra de semillas puede dar tabacos de calidades muy distintas, cuando se cultiva en zonas diferentes.
Existen, por consiguiente, muchas variedades, que difieren en el aroma, color, textura, etc.
Los tabacos más claros (tabaco rubio) se emplean, en general, para cigarrillos, mientras que las variedades más oscuras y fuertes se destinan a elaborar tabaco de pipa y cigarros.
CULTIVO: Las semillas del tabaco son muy diminutas y se siembran, generalmente, en semilleros (almácigos) tratados con gran cuidado, a fin de eliminar todas las plagas nocivas del suelo.
Las pequeñas plantas se trasladan, disponiéndolas en hileras sobre pequeños montículos, y los detalles del cultivo varían en las distintas zonas y según el tipo de planta.
Las hojas son “las fábricas de nutrimento” de la planta, que lo distribuyen a las partes restantes, incluido el fruto y las flores.
Como las hojas son la parte aprovechable de la planta, el agricultor tiene que eliminar las flores y los retoños laterales, a fin de obtener hojas grandes y de buena calidad, dejando, en general, de diez a veinte hojas por planta. Sin embargo, las variedades de hoja pequeña (por ejemplo, tabacos turcos) no siempre se “podan”.
Los retoños florales aparecen uno o dos meses después del trasplante y, poco después, las hojas comienzan a madurar, siendo las más cercanas a la base de la planta las primeras que maduran, cambiando su color verde oscuro en amarillo verdosa.
Este es el momento adecuado para la recolección.
Las hojas maduras del tabaco de Virginia pueden alcanzar dimensiones mayores de 60 centímetros.
El momento exacto de la recolección depende de la variedad de la planta y del proceso de curado que se emplee; un cultivador con experiencia conoce el momento exacto de arrancar las hojas, a fin de obtener los mejores resultados.
Se emplean dos métodos para la recolección.
En algunos casos, se corta el tallo entero —que puede alcanzar de 90 a 180 centímetros de altura—, pero lo más corriente es arrancar las hojas a medida que maduran, método que exige como mínimo seis visitas a cada planta, pero que asegura que todas las hojas recogidas se encuentren en el mismo grado de madurez, y se obtiene, por lo tanto, un tabaco con un grado uniforme de aroma y calidad.
CURADO DEL TABACO (DESECACIÓN):
Cuando las hojas se recolectan, tienen un alto contenido de humedad y no son adecuadas para fumarías, por lo que la operación inmediata es el curado.
El curado consiste en secar la hoja, a fin de que se conserve y sea adecuada para su manufactura ulterior, dando lugar a una serie de cambios químicos en la hoja de tabaco.
El tabaco de Virginia, que es el tipo de tabaco que tiene más aceptación para cigarrillos y ciertos tabacos de pipa, se cura por el método de chimeneas o tubos, que conducen los gases calientes de la combustión.
Las hojas recolectadas se atan en pequeños manojos y se cuelgan a unos palos largos que se fijan sobre soportes en los cobertizos de curado.
Éstos están fabricados de madera o ladrillo, y el suelo está recorrido por chimeneas de hierro, a través de las que circulan los humos de grandes hogares.
Así, las chimeneas calientan los cobertizos, sin que en ningún momento el humo entre en contacto con las hojas.
Durante las primeras veinticuatro a treinta y seis horas, la temperatura se eleva de 27 a 50 C°.
En esta etapa, el color de la hoja es amarillo oro o anaranjado, la ventilación se aumenta considerablemente y la temperatura se eleva hasta unos 600 C°.
Durante las próximas dieciocho horas, a fin de fijar el color.
A continuación, con los ventiladores cerrados, la hoja se seca por completo, al elevar la temperatura hasta 7 C° en las siguientes seis horas.
Este tipo de curado sólo es adecuado para tabacos seleccionados y no para curar tallos completos con las hojas en distintos grados de madurez.
El curado al aire es el método más antiguo, y se puede emplear lo mismo para hojas seleccionadas que para plantas completas.
El tabaco se cuelga en cobertizos y se expone a una corriente de aire durante dos o tres meses, tomando grandes precauciones para regular el contenido en humedad del aire. Los tabacos así curados se emplean para cigarros y tienen un color pardo rojizo.
El curado al sol también produce hojas de color pardo rojizo, y el tabaco es algo más suave que el curado al aire.
Las hojas marchitas se exponen al sol hasta que están totalmente secas y curadas, proceso que dura de cuatro a ‘seis semanas, en general. La mayoría del tabaco turco cultivado en Europa oriental se cura por este procedimiento.
El curado al fuego, en el que el humo entra en contacto directo con las hojas, no se usa en gran escala.
El tabaco se dora durante unos pocos días, y después se encienden las hogueras.
El tiempo empleado depende del combustible utilizado (varios tipos de maderas) y de la cantidad de humo producido, obteniéndose un tabaco de color oscuro y fuerte aroma.
Después de un curado total, las hojas son quebradizas y se estropean con facilidad, por lo que, antes de manejarlas, es preciso exponerlas a la atmósfera o al vapor, a fin de que se humedezcan, proceso que se llama acondicionamiento.
Cuando las hojas están acondicionadas y han recuperado su flexibilidad, se seleccionan y preparan para la venta.
Los sistemas comerciales varían en los diferentes países, y así Grecia vende su tabaco por tratados comerciales, pero en Rodesia y los Estados Unidos, entre otros, el tabaco se vende en subasta pública.
El tabaco, una vez vendido, se seca de nuevo y se acondiciona para su envío al país comprador, donde se elabora para el consumo.
EL RAPÉ:
El rapé es el producto más complejo de todos los que se manufacturan con el tabaco. Fué elaborado primeramente por los españoles, muy al principio de la época en que el tabaco empezó a introducirse en Europa.
Los españoles lo preparaban con mucho cuidado y lo perfumaban con varios ingredientes.
Su uso se fue extendiendo y popularizando por Holanda, Escocia e Inglaterra, llegando a existir en un tiempo grandes establecimientos para su manufactura en la Gran Bretaña, produciéndose también en regular cantidad en los Estados Unidos.
Su uso fue extendiéndose enormemente a causa de sus supuestas propiedades medicinales; pero bien pronto se convirtió más bien en un lujo de moda, siendo los magnates de las Cortes de Europa los que introdujeron y consolidaron la moda de tomar rapé con todos sus lujosos aditamentos de perfumes y costosas cajas, frecuentemente de oro, guarnecidas con diamantes y adornadas con preciosas miniaturas.
La costumbre de tomar rapé es tan antigua, pues, como el descubrimiento de la planta del tabaco por los europeos.
La primer noticia que de él se tiene fué dada por un fraile que acompañaba a Colón en su segundo viaje y quien alude a su uso entre los indios mediante una caña de medio codo de longitud.
Colón vio fumadores en las Antillas, Bizarro encontró mascadores de tabaco en el Perú, pero los indios brasileños fueron los padres del rapé y sus mejores fabricantes.
Se dice que su gusto en esta materia era excesivamente delicado y que su rapé y sus aparatos para tomarlo no han sido nunca superados.
El método empleado hoy día para preparar el rapé es muy diferente del usado en los primeros tiempos; entonces sencillamente se desecaban las hojas y se desmenuzaban, frotándolas unas contra otras entre las manos, o se pulverizaban en un molino tosco.
Durante algún tiempo solamente se utilizaban las hojas y actualmente se prepara casi por completo con las ramitas, los peciolos y los nervios de las hojas.
El rapé se divide en dos clases: seco y húmedo.
El rapé seco comprende las variedades irlandesa, escocesa y de Gales, que se preparan pulverizando los peciolos en un mortero, después que se han dejado fermentar.
El olor característico del rapé irlandés y del país de Gales se obtiene tostando suavemente los peciolos antes de la pulverización.
El rapé húmedo comprende la mayor parte de las variedades que llevan nombres caprichosos; generalmente se fabrican triturando los ramitos y peciolos húmedos, dejando que la fermentación tenga lugar después de esta trituración, mezclando después el producto con varias sales, perfumándolo y humedeciéndolo hasta el grado apetecido.
Aunque un tiempo fue muy popular y de moda este modo de usar el tabaco, el uso del rapé ha decaído enormemente, yendo muy a la zaga de las demás maneras de utilizar el tabaco.
Sin embargo, tiene todavía sus apasionados y no hay duda que siempre los tendrá.
Elaboración de Cigarrillos: Cada una de estas poderosas máquinas desmenuza cerca de 2.500 kilogramos de tabaco por día.
El cuchillo corta las hojas de tabaco prensadas en tacos de un decímetro de espesor, haciendo 300 cortes por minuto. I,as grandes ruedas dentadas que aparecen en la figura muestran cómo funciona el mecanismo, que hace avanzar el taco tan lentamente que el movimiento apenas se percibe.
Él tabaco, cortado en láminas delgadísimas, es recogido y separado por una cinta sin fin. sobre la cual va cayendo.
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