La Batalla de Marne: Desarrollo-Caracteristicas del Plan Schlieffen
La Batalla de Marne - Guerras de Trincheras
Batalla de Marne (1914)
Con este nombre se conoce a cada uno de los dos combates bélicos mantenidos respectivamente en 1914 y 1918, durante la Primera Guerra Mundial, que tuvieron lugar en las proximidades del río Marne, situado en el noreste de Francia.
La primera batalla detuvo el avance alemán en el noreste francés y la segunda inclinó de forma sustancial el desarrollo de la contienda a favor de las fuerzas aliadas y en contra de los Imperios Centrales.
El plan alemán consistía en desatar una ofensiva fulminante sobre el frente occidental, dado que el Estado Mayor consideraba favorable la apertura de dos frentes de lucha.
En 1914, el territorio francés soportó el paso de los ejércitos germanosque, previamente, habían invadido Bélgica y ocupado lugares estratégicos.
En un sólido avance, los alemanes llegaron a 25 km de París y obligaron al gobierno a refugiarse en Burdeos.
La intención de von Moltke —jefe del Estado Mayor alemán- era encerrar al ejército "francés sobre la frontera suiza; pero el mariscal Joffre —jefe del Estado Mayor francés—, con todas las fuerzas disponibles, repelió al enemigo y lo arrojó tras el río Marne , en el transcurso de una batalla que duró siete días (5 al 12 de setiembre) y que se extendió por un frente de 300 km de largo. Esta batalla detuvo el avance alemán.
Ambos ejércitos, deseosos de obtener el dominio del litoral, iniciaron, entre encarnizados combates, la llamada "carrera hacia el mar". En Bélgica se libró la batalla decisiva del Yser (20 de octubre al 13 de noviembre) cuyo resultado incierto estabilizó, sin embargo, el frente occidental.
Al mismo tiempo, se estabilizaron también las acciones en el frente oriental; los Rusos invadieron la Prusia Oriental —con intención de aliviar a Francia—; pero fueron derrotados en Tannenberg (agosto, 1914) y en los lagos Masurianos (setiembre, 1914) por el general Hindenburg.
DESARROLLO DE LA BATALLA DE MARNE
El plan Schlieffen, proyectado por el predecesor del general Moltke (imagen abajo), que era jefe del Estado Mayor alemán, exigía la conquista de Francia por una acometida rápida, «Guerra relámpago», a través de la Bélgica neutral y burlando las poderosas fortificaciones de frontera francesas.
El golpe era entonces hacia el oeste, después de tomar París, balanceándose de sur a este como una gigantesca guadaña y aplastando las principales fuerzas francesas desde la retaguardia en Alsacia-Lorena.
Von Moltke modificó el proyecto, con resultados desastrosos.
Limitó nítidamente el ataque potencial de su 1° y 2° ejército enviando cinco nuevos cuerpos motorizados a los frentes rusos y de Alsacia-Lorena.
Esta decisión violaba la estrategia del plan básico, ya que Schlieffen había aconsejado no llevar adelante una guerra con dos frentes simultáneos.
En la acción inicial, Von Kluck, el agresivo e insolente comandante del 1° ejército, había ya movido su fuerza entera al norte del Marne en el río Oureq, atacando al 6.° ejército francés de Maunoury.
Continuó avanzando después que recibió órdenes de Von Moltke de mantener en suspenso el ataque a París, creyendo que el comandante supremo no entendía la situación real.
Pero el ataque extendido de Von Kluck abrió una brecha de 25 millas, con el 2.° ejército de Von Bülow en su flanco izquierdo.
Cuando Von Moltke interceptó un mensaje de radio dando estas noticias, envió a su jefe de Inteligencia, teniente coronel Richard Hentsch, el 8 de septiembre para que reviera la situación.
Este individuo poseía autoridad oral para actuar en nombre del jefe superior si era necesario, ya que los cuarteles generales estaban en Luxemburgo, a más de 100 millas del frente.
Cuando el enviado llegó al campamento del 2.° ejército, se le informó de un ataque nocturno del 5.° ejército de D'Esperey que había retrocedido el ala derecha de Von Bülow.
Temiendo un inmediato envolvimiento, Hentsch ordenó la retirada con la que estuvo de acuerdo un cansado Von Bülow.
El retroceso dejó el flanco izquierdo altamente vulnerable, a pesar de que el 1° ejército estaba en buena posición y atacando bien.
El Jefe de Inteligencia llegó a los cuarteles del 1° ejército mientras Von Kluck estaba en el frente, conferenció con el jefe del Estado Mayor del general y aconsejó enérgicamente una retirada similar.
Tras el retorno de Hentsch a Luxemburgo con su relato completo, Von Moltke ordenó una retirada general no sólo del 1° y 2.° ejércitos sino también del 3.°, volviendo a Aisne.
Para los franceses había tenido lugar un «milagro» en el Marne: la amenaza alemana a París había concluido.
Pero las fuerzas del mariscal Joffre estaban demasiado exhaustas para continuar con su gran victoria moral y los ejércitos alemanes ganaron un tiempo valioso para atrincherarse.
Sus primeras tácticas posteriormente cambiaron de una movilidad rápida a un atrincheramiento estático, iniciando los sangrientos meses de los 3 años siguientes.
La posición fija de la trinchera, protegida con alambre de púas y el novedoso "tanque" se convirtió en el plan aceptado de batalla.
• ►GUERRA DE TRINCHERAS:
La guerra de trincheras: una pesadilla alucinante (1915-1917):
En el frente occidental, la guerra fue una verdadera pesadilla.
La estabilización de los ejércitos transformó la guerra de ofensiva en defensiva. Una enorme línea atrincherada —desde la frontera suiza hasta el mar del Norte, en una extensión de 800 km— surcó el suelo francés.
Las trincheras eran abrigos cavados en la tierra, protegidos por alambradas de púas o con sobrecubiertas de hormigón; en algunos tramos, las trincheras enemigas sólo estaban separadas por algunos escasos metros,las posiciones se defendían con nidos de ametralladoras colocados estratégicamente.
Los ataques con granadas de mano o con lanzallamas, hacían insoportable la permanencia en los refugios.
Esta clase de combates favorecía la pérdida y la reconquista casi inmediata de las posiciones, dado que lo que se obtenía tras una cruenta lucha podía perderse al día siguiente.
Para quebrar las líneas enemigas ambos adversarios se valieron de la artillería y la aviación. Los alemanes utilizaron, también, gases tóxicos o asfixiantes, un arma mortífera que fue condenada por la opinión internacional.
No obstante, los aliados se defendieron con procedimientos similares: los gases verdes o amarillos, que contaminaban una región, envenenaban las ropas y corroían la piel.
En poco tiempo, las trincheras fueron testigos de una lucha atroz que, sumada al estrago ocasionado por la gangrena gaseosa en los heridos y al hacinamiento de los cadávares, las convirtió en un infierno viviente.
A partir de 1916, los aliados introdujeron los carros de asalto (tanques u "orugas de acero") empleade^para demoler las posiciones enemigas.
Fueron usados por primera vez en la batalla del Somme (junio o noviembre, 1916).
Sin proponérselo, la guerra de trincheras favoreció la multipücación de las industrias químicas y de artillería pesada.
La alucinante pesadilla de las trincheras se resolvió en la batalla de Verdun, cuando la ofensiva alemana contra esa plaza fuerte resultó ineficaz.
Durante tingo meses (febrero a agosto, 1916) los ataques a Verdun se repitieron a diario.
Esta batalla —la más grande de la guerra por su duración y encarnizamiento— fue definida a favor de Francia por el general Philippe Pétain, quien contó con la decidida resistencia de todos los franceses; no hubo en ella ninguna participación inglesa.
Verdun, pues, significó el gran esfuerzo nacional francés para desbaratar el plan germano. Dejó un saldo de 500.000 muertos y 800.000 heridos de ambos bandos, en aras de la salvación del suelo patrio.
TESTIMONIOS:
"VIDA Y MUERTE EN LAS TRINCHERAS".
• LA LLEGADA A LA TRINCHERA:
Al recorrer el pasadizo de Haumont los obuses alemanes nos enfilaron y el pasadizo se llenó de cadáveres por todos sitios.
Los moribundos, entre el barro, con los estertores de la agonía, nos piden de beber o nos suplican que los matemos.
La nieve sigue cayendo y la artillería está causando pérdidas cada instante.
Cuando llegamos al mojón B no me quedan más que diecisiete hombres de los treinta y nueve que tenía al salir.
• UNA TRINCHERA EN CHAMPAÑA:
Un olor infecto se nos agarra a la garganta al llegar a nuestra nueva trinchera, a la derecha de los Éparges.
Llueve a torrentes y nos encontramos con que hay lonas de tiendas de campaña clavadas en los muros de la trinchera.
Al alba del día siguiente constatamos con estupor que nuestras trincheras están hechas sobre un montón de cadáveres y que las lonas que han colocado nuestros precedesores están para ocultar a la vista los cuerpos y restos humanos que allí hay.
• LA ESPERA EN LA TRINCHERA:
Nos ha llegado la orden de la brigada: "Tenéis que resistir cueste lo que cueste, no retroceder bajo ningún pretexto y dejaros matar terreno". De ese modo —dicen los hombres- la cosa está clara. Es la segunda noche que vamos a pasar sin dormir. En cuanto oscurece, el frío cae sobre nosotros y nuestros pies son como bloques de hielo.
• LA ORDEN DE ATAQUE:
Las horas se deslizan lentas, pero inexorables. Nadie puede tragar nada porque tenemos un nudo en la garganta. Siempre, siempre la angustia de si dentro de unas horas estaré aún en este mundo o no seré ya rñás que ur cadáver horrible despedazado por los obuses.
Sin embargo, se aproxima la hora H. No quedan más que treinta minutos, veinte, diez, las aguja del reloj avanzan constantemente sin que nada pueda pararlas; no separo de ellas los ojos cuento...
Con el bolsillo abarrotado de cartuchos y el fusil de un muerto en la mano, me levanto lentamente sobre las rodillas.
Las 17:51 las 17:59..., las 18, abro la boca para grita-. "¡Adelante!", cuando me ciega un fogonazo rojo que me tira al suelo.
Tengo atravesada. rodilla derecha, una herida en el vientre y otra en la mejilla. A mi lado, otros caen heridos, muertos...
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