Biografia de Enrique II de Francia
Biografia de Enrique II de Francia
ENRIQUE II DE FRANCIA (1519-1559)
Fue una especie de gigante, de fuertes músculos y de espíritu mediocre. Le gustó todo cuanto era ejercicio violento, deporte físico, juego de pelota y brillante torneo.
En el gobierno del Estado dejóse llevar por sus simpatías y por sus amores, por un Montmorency o por una Diana de Poitiers. No impuso ni su voluntad ni su política, de tal modo que su reinado aparece como un simple apéndice del de Francisco I.
No obstante, en el período de 1547 a 1559 Francia realizó el más profundo esfuerzo para tratar de contener la marea de la hegemonía política de España en Europa, sin lograr este gran objetivo. Fracasado en este aspecto, su muerte inaugura una época de postración política francesa: la de las guerras de religión.
La muerte de su hermano mayor, Francisco, dio a Enrique el delfinado de Francia en 1536. Había nacido en San Germán en Laye el 31 de marzo de 1519, de Francisco I de Francia y Claudia de Orleáns.
A los catorce años de edad había contraído matrimonio con Catalina de Médicis, sin que este enlace influyera en su vida, que estuvo dominada por la figura de su amante, Diana de Poitiers, veinte años mayor que él.
A la muerte de Francisco I en 31 de marzo de 1547, Enrique continuó dispensando su confianza al condestable de Montmorency; pero, a través de Diana, los Guisas fueron ocupando cargos de responsabilidad en la administración y la guerra.
Aunque las dos familias eran rivales y discrepaban en casi todos los problemas del Estado, ambas se pusieron de acuerdo para aumentar la centralización y el absolutismo monárquico y contener a todo precio los progresos de la reforma protestante.
Este fue el período de la dura represión de Burdeos y Saintonge y de la actuación de la Cámara Ardiente.
Montmorency era partidario de la política de respeto de los tratados. Los Guisas, en cambio, incitaban a Enrique II a la guerra.
Los últimos tuvieron en este aspecto preferencia, ya que este reinado se caracteriza por el continuo batallar. En 1548 se iniciaron las hostilidades contra Inglaterra al objeto de ocupar la plaza de Boulogne, en poder de los ingleses.
Después de varias alternativas, en que intervino Escocia, Francia obtuvo del gobierno de Eduardo VII la restitución de la ambicionada ciudad.
Terminado este preludio, los Guisas empujaron de nuevo a la guerra, pero esta vez contra el propio Carlos V. Enrique II se mezcló en los asuntos italianos, con la quimérica esperanza de expulsar de la península a los españoles.
Cuando vio que no había tal posibilidad, se alió con los protestantes y los príncipes alemanes, los cuales, a cambio del auxilio de Francia, le reconocieron la facultad de apoderarse de los obispados de Toul, Metz y Verdún (tratado de Chambord, 1551).
La guerra estalló en 1552. Mientras Mauricio de Sajorna se rebelaba contra el emperador, las tropas de Enrique se adueñaban de aquellas diócesis. Un intento de reconquista de Metz, dirigido por Carlos V, fracasó ante la enérgica defensa del duque de Guisa (enero de 1553).
En la Champaña los franceses perdieron algunas ciudades; pero en 1554 se cubrieron del peligro de invasión por el éxito de Renty. Mientras tanto, el poder de España en Italia se demostraba invulnerable.
Pese a las refuerzos de la escuadra turca, Enrique II perdió el apoyo de Siena y Córcega (1555). Entonces decidióse a firmar la tregua de Vaucelles (febrero de 1556), rota inmediatamente por la apetencia de los Guisas.
La gran lucha inaugurada en 1557 con el apoyo de Paulo IV, acabó miserablemente en Italia. En el Norte, los ejércitos franceses fueron aniquilados en San Quintín (10 de agosto).
Sólo la intrepidez del duque de Guisa salvó a Enrique II del desastre. Victorioso en Calais y Gravelinas (1558), permitió a Francia concluir una paz aceptable en Cateau-Cambresis (3 de abril de 1559), aunque a base de reconocer la preponderancia española en Italia.
Durante los festejos celebrados en París para celebrar la conclusión de la guerra, Enrique II, que participaba en un torneo, recibió una herida mortal al romper una lanza con el conde de Montgomery (29 de junio).
Murió a consecuencia de este accidente poco días después, el 10 de julio, dejando un panorama sombrío tras los aparatosos oropeles (lámina fina de oro) de su fastuosa corte.