Exploraciones de Ciudades Perdidas y Civilizaciones Desaparecidas
EXPLORACIONES A CIUDADES PERDIDAS DE LA ANTIGÜEDAD
Primeros Exploradores de la Mesopotamia:
• PAUL EMILE BOTTA:
Empezaron a explorar Mesopotamia aficionados aventureros como el francés Paul-Émile Botta (1802-1870).
Ya en sus años mozos sintióla llamada del Cercano Oriente donde, como médico políglota, atendió a Mohammed Alí, pacha de Egipto y en calidad de naturalista, regresó de una expedición a Sennar con una colección de 12.000 insectos disecados.
Pero no se convirtió en arqueólogo, aunque sin título y con métodos a menudo atrozmente irresponsables, hasta 1840, año en que como agente consular francés, marchó a Mosul (Alto Tigris) y empezó a preguntarse qué significarían los misteriosos altozanos aplanados por arriba que se veían por todas partes.
Un día de diciembre de 1842 empezó a excavar en uno de ellos, situado junto a Nínive, y excavó semanas, meses, un año entero.
Y aunque en aquel montículo se encerraba el palacio del rey asirio Asurbanipal, Botta no lo encontró.
Fue una suerte que ya desde hacía tiempo un árabe le insistía en que fuese a Jorsabad, a once kilómetros de allí.
No sólo encontró a montones los antiguos ladrillos prometidos con inscripciones rarísimas, sino que, a los pocos días, tropezó el feliz excavador con nunca vistos relieves y figuras en cerámica esmaltada, con animales alados gigantescos y esculturas humanas de barba ensortijada, con escenas de asedios y combates, ceremonias religiosas y dioses.
Palacio de Sargón en Asiria
Palacio de Jorsabad, reconstrucción de Perrot. El palacio fue construido por Sargón II, unos 8 km al norte de Nínive entre 722 y 705 a. C. sobre una plataforma artificial de 14 m de altura, y abandonado después de la muerte de Sargón.
«Supongo que soy el primero que ha hallado esculturas que pueden atribuirse con algún derecho a la época floreciente de Nínive», escribió a Europa y los periódicos de aquí imprimieron entusiasmados, para lectores no menos entusiastas, los informes sensacionales que venían de Jorsabad.
El imponente palacio, cuyas fastuosas estancias, esculturas y relieves sacó a la luz Botta era aquella edificación mencionadaya por Isaías, situada en las afueras de la ciudad de Nínive, e identificada por los eruditos como el palacio de verano Dür-Sharrukin, del rey Sargón II (r. 722-705 a. C).
«Gilgamés con el león. Figura colosal del palacio de Sargón II en Jorsabad.
El héroe de la más antigua epopeya conocida del mundo, podría haber vivido realmente hacia el 2670 a. C. En la llamada alista de reyes sumerios)) recibe el nombre de rey de Uruk en Sumer.
Hizo la guerra a los reyes de Kish y participó en la edificación de un templo a Ishtar en Nippur. Se le atribuye también la construcción de la gran muralla de la ciudad de Uruk, desenterrada hoy en parte.
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• AUSTEN HENRY LAYARD:
Austen Henry Layard (1817-1894), parisiense de nacimiento, pero con residencia principal en Inglaterra, tampoco era arqueólogo profesional, sinojurista, pero ya a los 22 años escapó del sombrío bufete de abogado hacia el país de sus sueños.
Layard desembarcó en la zona de Nínive un 8 de noviembre, con una balsa, 60 libras en el bolsillo y un par de carabinas como defensa contra la dominación turca.
Se puso a trabajar inmediatamente con un pequeño grupo de ayudante excavadores, y a las pocas horas después quedaban a la vista varias losas de alabastro, recubrimiento de la pared de un aposento que sólo podía pertenecer a un soberbio palacio.
Y horas después también había hallazgos al otro lado del montículo: un friso con inscripciones, losas en relieve que, tras los primeros descubrimientos de Botta, dieron nuevas claves sobre aquel pueblo de gran cultura, pero desme didamente guerrero, cuyo rey Sanherib (r. 705-681 a. C.) había hecho esculpir en piedra: «Lo destruyo, arraso y quemo todo».
Los peones de Layard exhumaron en seguida una gigantesca cabeza humana de alabastro.
Pertenecía, según se comprobó en seguida, aun león alado de casi 4,5 metros de alto que, junto con otros, había servido de pilastra y de guardián a las puertas del palacio real.
Un total de trece parejas de leones y toros alados salieron en brevísimo tiempo a la luz del día, y algunos de ellos embarcaron en seguida por el Tigris y el mar, rumbo a Londres.
Layard creyó en un principio que había hallado a Nínive, pero en realidad estaba ante las ruinas del palacio de Assurnasirpal II en Kalaj (hoy Nimrud)—, y siguió buscándola incansable, precisamente donde Botta había excavado anteriormente, pero sin suerte, ...él la econtró y pudo descubrir un maravilloso, fastuoso e increíble palacio, aunque el mayor triunfo de Layard fue, en 1850, el descubrimiento de la biblioteca real, dos estancias enormes con más de 26.000 tablillas puestas unas sobre otras que, yendo mucho más allá de lo esperado, iban a brindar a los atónitos sabios una mirada retrospectiva, reveladora en las tinieblas que los siglos habían acumulado sobre culturas apenas sospechadas.
Entre el montón de textos, George Smith (1840-1876), un grabador de sellos de Chelsea (Londres) que, como asiriólogo autodidacta había llegado a convertirse en auxiliar del Museo Británico, empezó en 1872 a descifrar algunas tablillas y descubrió allí la hoy conocidísima epopeya de Gilgamés, mítico héroe que en busca de la inmortalidad, se pone en camino para ver a Utnapishtim, padre del género humano.
El pasaje que más le fascinaba era el relato de la milagrosa salvación de Utnapishtim de una gran inundación, que hoy sabemos se refiere al Diluvio Universal de la Biblia.
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• ROBERT KOLDEWEY:
El 26 de marzo de 1899 hincó la pala del lado este de la fortaleza, para no soltarla hasta 1917, cuando la primera guerra mundial le imposibil seguir trabajando.
En esos 18 años el arqueólogo alemán Robert Koldewey (1855-1925) desenterró Babilonia, la ciudad mayor y de n más fama —buena y mala— del mundo antiguo, que destruída a menudo y resurgiendo siempre, había servido de capital a varias dinastías durante 13 siglos.
Koldewey descubrió los primeros vestigios de una enorme muralla, que rodeaba la capital del imperio neobabilónico, construida por Nabucodonosor II tras el derrumbe del reino asirio para admiración y ejemplo proverbial de aquel mundo.
Después de años enteros de excavación, se confirmaron en toda su verdad las descripciones más increíbles de los autores antiguos: allí estaban las murallas exteriores de adobes de 7 m. de grueso y las interiores de ladrillo horneado de 7,80 m. de espesor, acompañadas del muro del foso, de 3,30 m. de grueso y también de piedras cocidas.
El espacio intermedio estaba lleno de tierra, y era tan ancho que dos cuadrigas , podrían pasar por él como en juegos.
A distancias de 50 metros había torres de vigilancia; Koldewey calculó 360 sólo en la muralla interior.
Estas fortificaciones colosales protegían la ciudad en una longitud de 18 kilómetros y encerraban, según una antigua inscripción, 53 templos de los grandes dioses, 55 adoratorios del dios imperial Marduk, 300 más dedicados a las deidades de la Tierra y 600 a las del Cielo, 180 altares de la diosa Ishtar y otros muchos de otros dioses. Junto a la muralla de la ciudad encontró Kol-dewey bóvedas, una fuente y pozos: los restos de aquellos «jardines colgantes» de la esposa de Nabucodonosor (no Semiramis) irrigados con un sistema elevador de agua.
Detrás del palacio real se produjo otro notable descubrimiento: el de la calle procesional para el dios Marduk, de 27 m de ancha, flanqueada como un «desfiladero» por dos muros de siete metros de altura, muros adornados en otro tiempo por unos 120 leones, espléndidas e intimidantes fieras en relieve sobre técnica de azulejos, que acompañaban a las procesiones con sus anchas bandas multicolores.
Y casi 600 de esos mismos animales y monstruos mitológicos adornaban su siguiente y sensacional descubrimiento, la puerta de Ishtar, de 12 metros de alta, situada al final de esa avenida y cuya fachada de brillantes azulejos añil puede verse en Berlín-Este.
Por último descubrió también Kol-dewey el templo de Marduk, así como los enormes cimientos de la Torre de Babel, uno de aquellos «zigurats», especie de altozanos artificiales escalonados, levantados en el plano desierto y en cuya plataforma superior «habitaban los dioses».
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EXPLORADORES SCHLIEMMANN Y EVANS, en busca del mito griego:
Las dos figuras más destacadas en los trabajos de excavación arqueológica llevadas a cabo en Grecia componen dos tipos muy diferenciados, unidos finalmente por una tarea común, emprendida en diferentes épocas pero partiendo de presupuestos similares: la demostración de la realidad del mito griego.
Tanto Heinrich Schliemann (imagen izq.) como Arthur Evans estaban dispuestos a poner de manifiesto de forma palpable este hecho, convencidos como estaban de la base histórica sobre la que descansaba una literatura comúnmente identificada con el mito.
Buscadores ambos de fantasmas, el alemán y el inglés trabajarían sobre el espacio heleno con la finalidad de aprehender lo que hubiese de verídico en el fascinador mundo de la antigua Grecia.
Schliemann conseguiría demostrar la existencia de la mítica Troya, y del conflicto que se produjo en torno a la misma, cuya sola mención acabaría por alzarse como arquetipo de enfrentamiento bélico.
Más tarde, hallaría pruebas concluyentes de la realidad del esplendor de Micenas.
Las grandes figuras del pasado griego cuya existencia había inspirado a los poetas, aquellos personajes considerados hasta entonces como entes de ficción dramática, bajaban de los escenarios para integrarse en el mundo de los mortales.
Evans lograría, por su parte, demostrar la realidad de las leyendas de Creta, isla donde había nacido Zeus, hijo de Rea, la madre tierra.
Schliemann constituía un claro exponente de un proceso autodidacta, hijo de familia privada de recursos económicos que le permitiesen rea lizar los estudios hacia los que le empujaba su vocación.
Evans, por el contrario, había nacido en el seno de una familia capaz de facilitarle el ingreso en las mejores universidades de Inglaterra.
Ambos, por diferentes caminos, alcanza rían la inmortalidad como recuperadores de una historia fantástica pero real dotada de todos los atributos necesarios para considerarla invento de poetas pero susceptible también de haber tenido una plasmación efectiva en el tiempo.
Los dos devolvieron a la ciencia histórica lo que le era debido, y supieron conservar junto a ello toda la fascinación con que el misterio y el desconocimiento habían cubierto las realidades que trataron.
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LA ANTIGUA CIUDAD DE PAGÁN EN MYAMAR:
Con mas de 2000 templos y pagodas de ladrillos conservados, la histórica ciudad de Pagán constituye uno de los yacimientos arqueológicos mas destacados del sudeste asiático.
En la actualidad, más de 700 años más tarde, Pagan está considerado como uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del Sudeste Asiático.
Además de los sobresalientes monumentos arquitectónicos, las murallas de Pagan albergan las pinturas murales más antiguas que se conservan en esta región de Asia. Las pinturas datan de los siglos XI y XIII.
Uno de los templos más bellos de Pagan, el de Ananda, sufrió graves daños en el terremoto de 1975 y tuvo que ser restaurado por completo.
Fue mandado construir por el rey Kyanzittha hacia el año 1105, a principios del denominado período medio.
El interior del templo contiene cuatro grandes estatuas de Buda talladas en madera.
Dos de estas representaciones cambian la expresión de la cara a medida que el visitante avanza hacia ellos.
El mayor templo de Pagan es el de Dhamm-yan-gyi-Pahto. (foto abajo)
Esta construcción piramidal se erigió en el siglo XII durante el reinado de Kalagya Min.
La colosal estructura de ladrillo fue alzada sin cemento: según cuenta la leyenda, el rey ordenó disponer los ladrillos de una forma tan compacta que entre ellos no podía pasar ni una aguja.
A los trabajadores que no hacían caso de este capricho real se les cortaba la mano.
El templo más célebre de entre las aproximadamente 2.000 construcciones sacras conservadas es, sin duda, la pagoda de Shwezigon.
El templo, coronado por un gigantesca stupa de oro brillante, empezó a construirse bajo el reinado de Anawrahta y se concluyó durante el mandato de su hijo Kyanzittha, a principios del siglo XII.
El templo de Ananda sufrió graves daños en el terremoto de 1975
y tuvo que ser restaurado por completo.
CRONOLOGÍA
Siglo IX: Pagan se convierte en el centro económico y político de Birmania.
1044-1084: Reinado de Anawrahta.
1056: Fin del culto a las serpientes.
1084-1112: Rey Kyanzittha.
1105: Construcción del templo de Ananda.
1287: El emperador mongol Kublai Khan ocupa Pagan. El imperio se divide en estados pequeños.
1975: Un terremoto arrasa gran parte de Pagan.
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SHANGRI-LA: CIUDAD SECRETA DEL TÍBET:
Pegados a las laderas del Karakal, «la montaña más hermosa de la Tierra», en algún lugar «mucho más allá del ramal occidental de los Himalayas», la lamasería y la población laica del fértil valle que se extiende debajo forman una comunidad paradisíaca.
Los habitantes viven en paz y armonía, gobernados por el principio de la moderación.
Según explica un futuro lama, «gobernamos con un rigor moderado y a cambio nos damos por satisfechos con una obediencia moderada».
Más adelante, el gran lama explica más a fondo el funcionamiento de su benévola autocracia:
«No tenemos reglas rígidas o inexorables. Hacemos lo que consideramos adecuado, guiados un poco por el ejemplo del pasado, pero mucho más por nuestra sabiduría presente y por nuestra previsión del futuro.»
Indicios de Shambhala
Esta comunidad secreta de lamas que viven vidas mucho más largas que las normales, y capaces de predecir el futuro, está dedicada a la preservación de la civilización —desde las porcelanas chinas hasta Mozart— contra la barbarie que acabará por dominar el mundo exterior.
Horizontes perdidos, con su monasterio escondido y su vibrante historia de amor, cautivó la imaginación de Occidente, y Shangri-La pasó a ocupar un puesto en la mitología popular, junto a la Atlántida, Lyonesse y El Dorado, como una aspiración, un mundo de ensueño, algo que se procura pero que rara vez se encuentra.
Quizá Horizontes perdidos no sea pura fabulación.
Es posible que la obra se haya basado en tradiciones orientales muy antiguas, acerca de un paraíso escondido.
Antiguos escritos budistas lo llaman Chang Shambhala y lo describen como una fuente de sabiduría eterna.
Esta creencia estuvo muy extendida en otro tiempo: en China se afirmaba que las montañas Kun Lun incluían un valle donde los inmortales vivían en perfecta armonía, mientras que en la tradición india existe un lugar llamado Kalapa, al norte del Himalaya, donde habitaban «hombres perfectos».
En Rusia se decía que, siguiendo la ruta de las hordas tártaras en dirección a Mongolia, se podía dar con Belovodye, donde vivían santos apartados del mundo, en la Tierra de las Aguas Blancas.
Shambhala terminó por convertirse en equivalente de Shangri-La; se suponía que se hallaba en el Tibet o más al norte, donde las infranqueables montañas ocultan valles secretos, verdes y fértiles.
Shangri-La está envuelta en nubes de misterio y rodeada de picos montañosos, como los de Katmandu, Nepal
En sus antiguos documentos pueden estar depositadas las esperanzas de la humanidad, pues esta utopía secreta, protegida por montañas casi impenetrables en lo más profundo de Asia, puede detentar la clave de un futuro mejor y más seguro.
EL REINO PERDIDO DE LYONESSE:
Quien contemple el mar desde Land's End (El Fin del Mundo), el extremo suroeste de Inglaterra, podrá ver en un día despejado las islas Scilly (o Sorlingas) y le resultará fácil imaginar que en el espacio intermedio hubo en otro tiempo un próspero país.
Este era, según palabras del poeta inglés Alfred lord Tennyson, «la tierra perdida de Lyonesse, donde ahora, a excepción de las islas Scilly, no hay más que el mar bravio».
Pero ¿existió Lyonesse fuera de los sueños románticos de los poetas?
La tradición del gran diluvio se hace presente en muchos pueblos y en distintas partes del mundo: en Asia, Australia, las islas del Pacífico y América.
La leyenda más conocida en Occidente en relación con el mismo es la del arca de Noé, narrada en el libro del Génesis y que deriva de la tradición mesopotámica.
Curiosamente, en África no existen referencias al diluvio universal; y los folcloristas creen que tampoco las hubo en Europa occidental hasta que el mito mesopotámico llegó bajo las formas de la leyenda griega de Deucalión y Pirra y de la narración bíblica de Noé.
Sin embargo, pudo existir en Europa una leyenda acerca de una inundación más localizada, no debida a la lluvia, sino a la invasión del mar, posiblemente como consecuencia de un hundimiento de la tierra; una leyenda acerca de una «tierra perdida», como la de la Atlántida.
Existen diversos relatos sobre el tema, medievales y de tiempos posteriores, sobre todo en las zonas costeras de Bretaña y el sur de Inglaterra.
La más célebre de estas «tierras perdidas» es, sin duda, Lyonesse, por formar parte de la leyenda del rey Arturo.
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EN BUSCA DE CIVILIZACIONES AMERICANAS
EN LA RUINAS DE CHICHÉN ITZÁ:
Entre 1904 y 1911 Thompson y su equipo extrajeron más de 30.000 objetos de un pozo natural, primero dragándolo y después poniéndose trajes de inmersión y hurgando en la más absoluta oscuridad de las aguas a veinte metros de profundidad.
Entre los miles de objetos encontrados había cuchillos, palos, campanas, platos, jarras, figurillas, joyería y ornamentos.
Por desgracia, no todos se han conservado, porque se guardaron en la casa de Thompson en la plantación, que fue quemada en 1920 por revolucionarios mexicanos.
Thompson encontró que muchos de estos objetos habían sido hechos añicos, para aniquilar a lo; espíritus que habitaban en su interior, antes de arrojarlos al lago como ofrenda a los dioses.
Entre sus descubrimientos había un cuchillo de sacrificios con el mango tallado en forma de dos retorcidas serpientes cascabel, utilizado para sacar el corazón todavía latiendo de las víctimas humanas.
Un plato de oro fechado c. 900 d. C. muestra un guerrero tolteca que porta un tocado con un águila y que está sacrificando a un cautivo maya. Su atuendo representa un ave de presa descendiendo.
LOS ANASAZI: LA PALABRA ESPAÑOLA
"pueblo" se usa en todas las lenguas para designar un tipo de edificación propia de algunas tribus de indígenas americanos.
La tribu anasazi construyó los mayores pueblos. Vivían en una región llamada "Cuatro esquinas" que incluía "esquinas" de los estados americanos de Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México.
Los anasazis eran descendientes de una antigua tribu de agricultores cuyos miembros se conocen como "cesteros".
TRIBU DE LOS CESTEROS:
Los cesteros vivían en casas de troncos hundidas en hoyos y cimentadas con barro. Las cámaras sagradas o kivas de los anasazis podrían estar inspiradas en ellas en la forma y disposición.
Los cesteros eran agricultores aunque también recolectaban plantas silvestres y cazaban ciervos y conejos.
Tejían fibras vegetales, como la yuca y el junco, y confeccionaban una gran variedad de cestos, bolsas flexibles e incluso sudarios.
También tejían sandalias.
Su dieta era equilibrada y se componía de maíz, judías y calabacines. Criaban pavos de los que obtenían carne y plumas para adornar sus vestimentas.
Cultivaban tabaco y algodón, y fabricaban cerámica.
La tribu anasazi construyó una cultura muy rica a partir de estos elementos.
PUEBLOS ANASAZI
Los anasazi construían sus elaborados pueblos con adobe (ladrillos de barro seco), madera y piedra.
Estas casas de apartamentos solían tener cuatro pisos.
El techo plano de un piso era el jardín del piso superior.
Las paredes, especialmente las de la primera planta, no tenían ni puertas ni ventanas. Esto les protegía de los posibles ataques.
En las ruinas anasazi no ha quedado evidencia alguna de que las familias ricas tuvieran unas casas mayores. Todas las viviendas disponían del mismo espacio y la misma clase de bienes.
AGRICULTURA
Las mujeres y los hombres anasazi trabajaban sus pequeños campos de cultivo. Al igual que los cesteros, cultivaban maíz, judías y calabacines. Regaban sus cosechas con un complicado sistema de canales de agua de lluvia y diques.
CERÁMICA
Los anasazi tenían una rica e imaginativa cerámica. Cocían cacharros en forma de pato o pájaro, botellas con un cuello fino o con doble cuello, mangos en forma de estribo y jarras circulares.
Decoraban estos objetos con vivos colores, aunque en general predominaban el blanco y el negro. La cerámica, la hacían las mujeres y las cestas, los hombres.
COMERCIO
A pesar de que los pueblos anasazi eran prósperos y autos uncientes, se tiene la certeza de que establecieron un comercio con México y posiblemente con las tribus del valle del Missisipi.
Las tribus pueblo valoraban las turquesas y las plumas de colores de los pájaros exóticos, como los loros.
Un gran pueblo anasazi, Pueblo Bonito, contó con un mercado donde se intercambiaban comida y artículos de lujo del sur y el este.
• ►ALGO MAS...
En 1822 Champollion descifra los jeroglíficos egipcios y hace retroceder en muchos años el reloj de la historia.
En 1873, Schliemann, el prototipo del "self-made man", que sin embargo ama a Platón y a Homero desde su infancia, descubre que la Ilíada no sólo es un hermoso poema épico, sino que también es la historia encantada de una ciudad concreta: Troya.
El racionalista espíritu decimonónico tiembla ante la realidad que muestra Schliemann ante sus ojos atónitos: el tesoro de Príamo y la máscara de Agamenón.
Estos son objetos que ya no se permiten la existencia de la duda. Troya empieza a emerger desde el fondo del mito y la leyenda, mientras el concepto racionalista decimonónico empieza a sepultarse junto con el siglo que se va.
El siglo XX nace sabiendo que la arqueología contada por Winckelmann es cierta y auténtica.
Los exploradores se lanzan tras la búsqueda de esa historia enterrada de los hombres.
Bingham descubre en 1911 Machu Picchu, la ciudad perdida de los incas: otro mito que se muestra con toda la solidez de la piedra en las cumbres andinas.
Carnarvon y Cárter encuentran la tumba del mítico faraón Tutankamón.
Siguiendo los estudios de Arthur Evans, desde 1935 a 1950 el mundo ha podido conocer la historia del reino de Minos, el dueño del palacio de Cnosos, el de la historia del Minotauro en la isla de Creta.
En México se descubre que la pirámide de Palenque también es un túmulo funerario echando por tierra todas las teorías sobre la piramidología americana.
En Chile, en Arica se descubren momias que tienen más de diez mil años de antigüedad, en Brasil se encuentran cavernas habitadas hace más de 45.000 años lo que también hace poner en duda la teoría que planteaba la llegada del hombre al nuevo continente por el estrecho de Behring no más de 20.000 años atrás.
Y cada año que pasa hace atrasar nuevamente el reloj de la historia.
Pareciera ser que la humanidad es mucho más antigua de lo que se creía. También se empieza a saber que hubo culturas mucho más desarrolladas de lo que los historiadores suponían.
Es posible que algún día no lejano alguien descubra también la historia de esa majestuosa ciudad pétrea que es Tiwanaku (Tiahuanaco) que duerme su sueño de milenios frente al lago Titicaca.
C. W. Ceram tiene el gran mérito de contar la arqueología, de narrarla, de hacer prácticamente la novela de la arqueología como él mismo lo dice en su libro "Dioses, tumbas y sabios".
En ella nos cuenta cómo se ha desentrañado en nuestro siglo XX la historia de Creta, ese fenómeno cultural que influyó en la Grecia clásica.
Fuente Consultada:
Civilizaciones de Occidente Tomo A y B Jackson Spielvogel
La Aventura del Hombre en la Historia Tomo 1
Historia del Mundo Grupo Z Multimedia DK
Atlas de la Historia del Mundo Kate Santon y Liz McKay
Gran Enciclopedia de la Historia Todolibro
Tras Las Huellas de Nuestro Pasado Una Aventura Arqueológica Kurt Benesch
La Ciudad Perdida de La Atlántida