Historia de los Caldeos:Origen,Costumbres, Religion y Arte
Historia de los Caldeos:Origen,Costumbres, Religion y Arte
Se denomina CALDEA a una antigua región de Asia stuada al NO del golfo Pérsico, atravesada por el río Eufrates, que coincide parcialmente con la Baja Mesopotamia y hoy forma parte Irak.
El nombre proviene de la tribu de los hadu o caldeos, de la familia de los arameos. Al asumir la milenaria tradición cultural de la región de Sumer a Babilonia pasando por Ur se identificó a Caldea con la cultura de Mesopotamica. Los caldeos llegaron a la Baja Meopotamia a principios del I milenio a C.
Caldea, como Egipto, está rodeada de inmenso desierto de arena y sería también un desierto árido sin el Eufrates y el Tigris.
Estos ríos hacen habitable la comarca.
Han llevado en otro tiempo la tierra y proporcionan el agua que la fertiliza.
Abandonaron su vida nómada asentándose en las ciudades, y, hacia la mitad del siglo IX a.C. ormaron seis principados: Larak, Bit-Dakkuri, Bit-Amukkani, Bit-Silani, Bit-Sa'alli y Bit- Yakin, donde tuvo lugar el renacimiento de Babilonia, en esos momentos sometida por los Asirios.
Nabopolasar (625-606 a. C.) conquistó Nínive (611 a. C.) se apoderó de gran parte del Imperio asirio y frenó la expansión egipcia en Siria y Palestina.
Su hijo Nabucodonosor II (605-562 a. C.) extendió el poder de Caldea y de Babilonia, su capital, con nuevas conquistas.
El último rey caldeo, Nabonido (556-539 a.C.), fue perdiendo territorios en favor de los medos, de manera que Babilonia quedó reducida a un pequeño enclave que en el año 539 a. C. cayó en manos de Ciro II de Persia.
Fue administrada como una satrapía más y protagonizó varias rebeliones.
En el 331 a. C, la región fue conquistada por Alejandro Magno y posteriormente se mantuvo bajo la influencia de los partos, los romanos y los sasánidas.
COSTUMBRES
Eran los caldeos un pueblo de agricultores.
Labraban la tierra con arados pequeños tirados por bueyes, la regaban sacando agua de los ríos o de los canales con un cubo atado con una cuerda a un madero en forma de balancín.
Criaban rebaños de bueyes y de carneros.
Las tierras que pertenecían a distintos dueños se medían y separaban con guardacantones.
Se arrendaban y se vendían.
Asirios y caldeos habitaban casi todos en las ciudades.
Las casas estaban comunmente cubiertas con tierra y eran bajas y oscuras porque se trataba de resguardarse de los ardores del sol.
En las grandes ciudades había muchos obreros. Se fabricaban en Caldea bonitas telas de hilo o de lana, que servían para hacer vestidos y tapices.
Estas telas, de colores brillantes, estaban adornadas con bordados que representaban hombres, animales y plantas.
Fueron célebres en toda la antigüedad. Se hacían en Asiria y Caldea lindas armas damasquinadas, muebles de marfil y madera con incrustaciones de oro y plata, sillas y arneses de cuero magníficos.
Las gentes ricas usaban como adornos collares, brazaletes, pendientes, e iban vestidas con una túnica de hilo, otra de lana y manto bordado.
Llevaban el pelo largo, rizado cuidadosamente en largos bucles que caían sobre los hombros, la barba larga y trenzada hasta el pecho. Las gentes de poca importancia no llevaban más que una túnica y andaban con los pies descalzos.
El rey y los señores tenían varias mujeres, que vivían encerradas en departamentos donde nadie penetraba y de los cuales no se las dejaba salir.
Las mujeres del pueblo, por el contrario, vivían en libertad y hasta sal ían con la. cara descubierta.
RELIGIÓN
En los tiempos más antiguos, las ciudades principales de Caldea y Asiría habían empezado por tener cada una su dios, que los habitantes adoraban como su dueño y protector.
Luego todos los dioses fueron adorados a la vez en todas las ciudades.
Había varios dioses principales, y entre ellos: Marduk, dios de Babilonia, (imagen abajo) que se llamaba también Bel-Marduk, era el dios del sol y príncipe de las legiones de estrellas.
Se le representaba como un guerrero armado de lanza, arco, escudo y maza, para combatir a los malos espíritus, o como rey sentado en su trono, con tiara a la cabeza coronada por cuernos de toro en señal de su fuerza.
Assur, el dios de los asirios, tenía también la figura de guerrero o de rey. Muchas veces se le representa cerniéndose en el cielo, en el centro de un círculo, con un arco en la mano, provisto de dos grandes alas.
Hea, el dios-pez, se representaba con cuerpo de pescado y cabeza humana, o en forma de hombre con cola de águila y cubierto con piel de pescado. Se decía que había salido de las aguas para enseñar a los hombres las ciencias, las artes, la construcción y la agricultura.
Sin, el,dios de Ur, que se llamaba el "brillante", era un dios de la luna. Samas, el dios de Sippara, era un dios del sol y se le representaba sentado en un trono con un cetro y el disco del sol en la mano.
Ninip tenía la figura de vigoroso cazador que ahogaba entre sus brazos a un león. Se le llamaba "el dueño de la fuerza, el señor de la espada y de los ejércitos".
Nergal, el dios de Cutha, era dios-león; y se le representaba muchas veces con cuerpo de león y torso de hombre, o con cabeza de león en cuerpo humano.
Ramán, el dios del cielo, del trueno y de las lluvias, apellidado "el señor de los canales, el dios de la fecundidad, el dueño de la tempestad", era un guerrero armado con hacha y a la cabeza una tiara con cuatro cuernos. En la mano tenía el rayo.
Nebo, el dios de la escritura, de la ciencia y de la adivinación, era representado como un viejo con mucha barba vestido con iarga túnica, a la cabeza una tiara con cuernos de toro.
Se pensaba que dirigía los movimientos de las estrellas y guardaba especialmente a los reyes.
La diosa Istar, adorada en Arbelas y Nínive, era representada bajo diferentes formas.
Unas veces era la "reina de las batallas revestida de coraza y con el casco de guerra a la cabeza; otras era la diosa del amor, representada entonces con figura de paloma; otras una madre con su hijo en los brazos".
Se adoraba a otras varias diosas. Belit, Zerpaníd, Mylita, que eran probablemente distintos nombres de una misma divinidad.
Se creía que por bajo de estas grandes divinidades había otros dioses menos poderosos: uno adorado.en forma de serpiente con cabeza humana, otro representado como pájaro gigantesco, "el pájaro de la tempestad", un dios de las cosechas, un dios del Eufrates.
Se creía también en genios servidores de los grandes dioses. Tenían forma humana con cuatro grandes alas desplegadas, o de gigantesco toro alado con cabeza de hombre y cola de león.
Delante de la puerta de sus palacios, los reyes asirios mandaban esculpir genios de esta clase para servirles de guardianes.
Los dioses eran representados en estatuas de piedra, de oro y de plata, vestidas con ricas telas.
Se conservaban cuidadosamente en santuarios donde los sacerdotes tan sólo tenían derecho a penetrar.
Eran sacados y llevados en procesión en las fiestas.
Para honrar a los dioses se sacrificaban animales, se quemaba incienso, se derramaban bebidas en el suelo, se cantaban himnos y se recitaban oraciones.
He aquí la que Nabucodonosor mandó grabar en su estatua:
"Marduk, señor de los países, escucha mis palabras. Te he construido un templo; haz que pueda estar orgulloso de tu gloria.
Haz que alcance la vejez en Babilonia, que me harte de posteridad, que reciba los tributos de los reyes de todos los países del mundo, que mis descendientes gobiernen a los hombres hasta el fin de los siglos".
ASTROLOGIA
En el aire transparente de Caldea los astros tienen de noche un brillo muy distinto al que presentan en nuestros cielos, constantemente brumosos.
Los caldeos, mirando aquellas brillantes constelaciones, se habían dado cuenta de que algunos de estos astros cambian sin cesar de posición con respecto a los otros y habían aprendido a distinguir los planetas de las estrellas.
Consideraban ser los cinco planetas. Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, así como el Sol y la Luna, manifestaciones especiales de los dioses, y los llamaban los intérpretes de éstos. Cada planeta representaba a una divinidad y llevaba su nombre.
Un color estaba consagrado a la vez al astro y al dios. Mercurio, el astro de Nebo, tenía el azul; Venus o Istar, el blanco; Marte o Nergal, el rojo; Júpiter o Marduk, el púrpura; Saturno o Ninip, el negro; la Luna o Sin, el plateado; el Sol o Samas, el dorado.
Los caldeos habían observado también que cada día el sol sale por sitio distinto a los anteriores y que de esta suerte da la vuelta al cielo durante el año.
Habían reconocido los doce grupos de estrellas o constelaciones, entre las cuales sale el sol sucesivamente.
Consideraban asimismo estas constelaciones como seres divinos, los "señores de los dioses".
Los caldeos, habituados a ver en los astros divinidades, creían que manifestaban la voluntad de los dioses y que era posible, estudiando sus movimientos, adivinar lo que iba a suceder en la tierra.
Los sacerdotes eran, por tanto, al mismo tiempo adivinos. Predecían los vientos, las lluvias, las inundaciones, los grandes calores, las buenas y malas cosechas.
Predecían también los acontecimientos políticos, la muerte de los reyes, las guerras, las derrotas.
Pero lo que les hizo principalmente célebres entre todos los pueblos antiguos, fue el arte de predecir lo que sucedería a cada individuo.
Imaginaban los caldeos que la posición de los astros en el momento en que el niño viene al mundo, indica de antemano todo su destino.
Cada individuo tiene su estrella, bajo el influjo de la cual permanece toda la vida.
Si la estrella es buena, será feliz; si mala, será desgraciado.
Bastaba saber bajo qué astro había nacido un hombre para predecir su suerte.
Era lo que los griegos llamaban el horóscopo, y astrología a esta adivinación mediante los astros.
Observando el cielo, los caldeos habían hecho también descubrimientos cuya exactitud ha sido comprobada más tarde.
Habían llegado a calcular los movimientos de los planetas y prever los eclipses de luna, habían determinado los doce signos del, zodíaco y visto que el año se compone de trescientos sesenta y cinco días y cuarto, habían inventado el cuadrante solar.
Fueron los creadores de la Astronomía.
MAGIA
Imaginaban los caldeos que el mundo está lleno de espíritus invisibles, sin cesar ocupados en hacer daño a los hombres.
Se los representaba de diferentes formas.
Unos eran fantasmas, las almas de los muertos, que volvían al mundo para asustar a los vivos; y otros eran demonios, y se les representaba con figuras horrendas y fantásticas.
Los caldeos atribuían a los demonios todas las desgracias y, sobre todo, las enfermedades. Había un demonio de la peste, otro de la calentura, otro de las úlceras.
Para curar la enfermedad, se trataba de expulsar al demonio.
Utilizábanse para ello varios procedimientos que los caldeos habían imaginado de muy antiguo y que conservaron durante miles de años.
Se invocaba a un dios poderoso rogándole que viniera a combatir al demonio, por ejemplo, al dios Marduk o al dios del fuego. Se le decía: "Fuego destructor de los enemigos, arma terrible que ahuyenta la peste, fuego brillante y fecundo, aniquila el mal".
O bien se colocaba a la puerta de la casa la imagen de un dios o de un genio benéfico, con objeto de asustar a los demonios.
Los procedimientos más utilizados eran las fórmulas mágicas y los talismanes.
Se creía que ciertas palabras y determinados movimientos ejercían un poder especial al cual no podían resistir los demonios, que bastaba pronunciar esas palabras o hacer esos movimientos para poner en fuga a los demonios.
Para curar al enfermo, se recitaba sobre su cuerpo una fórmula que ordenaba a los malos espíritus irse, la siguiente, por ejemplo: "Que el demonio malo salga, que los demonios se cojan el uno al otro, que el espíritu favorable penetre en su cuerpo".
Los talismanes eran tiras de tela en que se había escrito una fórmula mágica, piedras preciosas o collares en que se había grabado la imagen de una divinidad o una fórmula como ésta:
"Demonio malo, peste maligna, el Espíritu de la tierra os ha hecho salir de su cuerpo. Que el genio favorable, el buen coloso, el espíritu bienhechor vengan con el Espíritu de la tierra. Encanto del dios poderoso, poderoso, poderoso".
Los caldeos creían que había fórmulas para llamar a los demonios como las había para alejarlos.
Del mismo modo que se podía curar a un individuo enfermo expulsando al demonio, se podía hacer enfermar a un individuo sano dejando que el genio malo entrase en su cuerpo.
Por eso se tenía mucho miedo a los hechiceros, que se llamaban "hombres maléficos".
Se imaginaba que podían destruir las cosechas, hacer que lloviera granizo, producir enfermedades, ya pronunciando palabras misteriosas, ya dando bebidas encantadas, ya mirando de cierta manera a las gentes a quienes querían hacer daño.
Fueron célebres durante toda la antigüedad los caldeos como adivinos, magos y hechiceros.
A ellos se remonta la creencia en los hechizos, en los filtros, en el mal de ojo, en los sortilegios, en los talismanes y en los amuletos que todos los pueblos civilizados han adoptado y que persisten todavía en todo el Oriente, y aun en los países occidentales entre las gentes de escasa instrucción.
Se usaban todavía en la Edad Media, contra los malos espíritus, fórmulas en la lengua asiria, como, por ejemplo: Hilka, nika, bescha, bescha: ¡Vete, vete, malo, malo! .
PESAS Y MEDIDAS
Inventaron los caldeos todas las medidas de tiempo y de longitud, todos los pesos de que se sirvieron los demás pueblos de la antigüedad.
Dividían el año en doce meses, unos de veintinueve, otros de treinta días, según la revolución de la luna alrededor de la tierra.
De esta suerte, el año suyo era más corto que el año verdadero de trescientos sesenta y cinco días y cuarto, calculado por el movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol.
Para compensar la diferencia, intercalaban cada seis años un mes complementario de treinta días.
Ellos imaginaron la semana de siete días en recuerdo de los siete planetas.
El séptimo era un día de descanso, en que no se debía guerrear ni administrar justicia, ni siquiera tomar medicina.
Ellos dividieron el día en veinticuatro horas, la hora en sesenta minutos, el minuto en sesenta segundos.
Hicieron también la división del círculo en 360 grados, del grado en sesenta minutos, del minuto en sesenta segundos, del segundo en sesenta terceros, con los signos: ° grado, minuto, " segundo, "' tercero.
Respecto a las medidas de longitud imaginaron un sistema completo de medidas.
Eran ellas: el palmo, de 27 centímetros; el codo, de 52 centímetros; la pértica, de 12 palmos; el pletro, de 10 pérticas; el estadio.
Las medidas de superficie eran el pie cuadrado, el codo cuadrado y el estadio cuadrado.
Los pesos eran la mina, 305 gramos; el talento, que pesaba 60 minas. La mina se dividía en 60 dracmas.
MONUMENTOS
Los caldeos y los asirios construyeron gran número de monumentos.
Hoy todavía está el país sembrado de enormes ruinas.
No disponían los arquitectos caldeos de piedra para edificar. Mandaban hacer ladrillos con tierra arcillosa amasada con agua y puesta en un molde.
Los ladrillos cocidos, es decir, metidos en el horno, tomaban color encarnado y eran muy resistentes.
Los ladrillos crudos, adobes, habían sido simplemente secados al sol.
Su color era parduzco y se deshacían más fácilmente que los otros, utilizándose para las terrazas y los muros gruesos exteriores.
El ladrillo tenía comúnmente 31 centímetros de largo y 10 centímetros de espesor, y llevaba una inscripción que se había hecho con un sello de metal en el barro todavía blando.
Se juntaban los ladrillos con mortero de arcilla o de cal, muchas veces también con asfalto.
Para construir edificios sólidos con ellos, era necesario hacer muros muy gruesos, poco altos y sin ventanas.
Los arquitectos asirios conservaron el mismo sistema, aun cuando hubiera piedra en las montañas de su país.
No utilizaron ésta más que en los cimientos, los enlosados y los bajorrelieves.
La construcción empezaba con una ceremonia religiosa.
El rey en persona iba a depositar en los cimientos un cilindro de piedra y arcilla, el temen, en que se había grabado una inscripción conmemorativa.
Se depositaban también figuritas, amuletos y placas de oro, de plata y de cobre.
Se depositaban también figuritas, amuletos y placas de oro, de plata y de cobre. Se han encontrado las ruinas de los palacios de siete u ocho reyes de Asiria.
El mejor conservado y conocido es el del rey Sargón, descubierto en Khorsabad.
Estaba construido sobre enorme terraza cuadrada, de diez hectáreas de superficie, cuyos ángulos estaban orientados exactamente a los cuatro puntos cardinales.
Se llegaba a ella por anchas escaleras, subiendo los coches por suave plano inclinado o rampa.
Se encontraba primeramente una puerta abovedada, flanqueada por dos torres cuadradas que coronaban almenas.
A ambos lados de la puerta, al exterior, dos gigantescos toros alados, con cabeza humana, estaban puestos de perfil con la cara vuelta hacia la puerta. Otros dos estaban colocados de frente dentro de ésta, de modo que al llegar se vieran siempre dos cabezas de genios.
La puerta conducía a un gran patio cuadrado (de 976 metros cuadrados de superficie), que era el patio de honor donde se celebraban las ceremonias-.
Lo rodeaban grandes cámaras que tenían todas sus puertas al patio, comunmente flanqueada por colosos.
Comunicaba con otros patios, rodeados de cámaras semejantes, habiendo de esta suerte diez patios grandes o pequeños y más de sesenta cámaras. Las paredes estaban cubiertas de placas de alabastro en que se habían esculpido relieves representando los grandes hechos del rey.
El pavimento era de cuadrados de ladrillos cubiertos con tapices, y donde no habían de colocarse éstos, era de losas de piedra con labores imitando los dibujos de los tapices.
En esta parte del palacio habitaban los hombres y se recibía a los visitantes.
En un rincón, al lado de un pequeño templo, se alzaba una pirámide de siete pisos, consagrada al culto de los astros.
Detrás de las salas de los hombres, en un edificio enteramente aislado, rodeado de altos muros, y donde no se podía entrar sino por dos puertas fortificadas, estaban los departamentos de las mujeres.
Eran cámaras dispuestas alrededor de varios patios.
Las paredes del patio principal estaban cubiertas de azulejos que representaban animales fantásticos, y a cada lado de las puertas se alzaban grandes estatuas pintadas.
Este patio estaba rodeado de filas de columnas que formaban soportal y sostenían una galería.
Las columnas, revestidas de bronce y terminadas por un haz de palmas de bronce dorado, semejaban palmeras.
El resto del palacio estaba ocupado por los alojamientos de los criados, las cocinas, las despensas, los graneros, los hornos de cocer pan, las cuadras por el parque donde se guardaban las lanzas, los escudos y los carros de guerra; por la sala del tesoro, donde se depositaban el oro, la plata, los objetos cogidos en la guerra o enviados como tributo.
El palacio comprendía en total 208 salas, de tamaño diferente. Todas eran estrechas, y las grandes mucho más largas que anchas, semejaban galerías.
Ninguna tenía ventanas, entrando la luz y el aire por una gran puerta, a veces de cinco metros de altura, que daba a un patio. Se hacía así para defenderse del calor.
TEMPLOS ESCALONADOS
Los templos caldeos y asirios tenían la forma de altas torres cuadradas. Los había en todos los palacios de los reyes de Asiria, pero los más grandes eran los de Babilonia.
La ruina llamada Birs Mimrud tiene todavía 71 metros de altura.
Esta ruina es un resto del templo de Belo, que tenía 370 metros de cada lado. En el centro, sobre una terraza que dominaba la llanura, se alzaba la gran torre cuadrada de 185 metros de lado.
Sostenía una torre semejante, pero más pequeña, ésta una tercera más pequeña todavía, y así sucesivamente hasta el número de siete.
Había, pues, siete torres superpuestas, cada una en disminución respecto a la anterior.
Cada torre estaba consagrada a uno de los siete astros y pintada del color de este astro, en el orden siguiente, partiendo desde abajo: blanco, negro, púrpura, azul, rojo, plata, oro.
Una escalera en espiral, colocada al exterior, conducía de una torre a otra.
Encima de la última torre se elevaba una capilla que contenía una mesa de oro y un lecho ricamente adornado, donde velaba un sacerdote, cubierta con una cúpula dorada, que brillaba al sol.
La altura total era de más de 100 metros. La torre del palacio de Sargón tenía 43 metros de lado y cada uno de los pisos seis de altura.
Relieves
Se han encontrado pocas estatuas caldeas o asirías, y no tienen ni con mucho la hermosura de las estatuas egipcias.
El país no daba buenos materiales.
La piedra de Asiria es una caliza blanda, fácil de cortar en lajas delgadas, muy buena para bajorrelieves, muy mala para estatuas.
En Caldea no hay piedra en absoluto. Las estatuas halladas en Sirtela han sido hechas con piedra negra traída por mar.
Todas representan personajes de pie o sentados, vestidos con trajes largos bordados y los pies descalzos.
Los escultores asirios hicieron principalmente bajorrelieves en grandes lajas de alabastro o de caliza blanda, destinados a adornar las paredes de los palacios. Los mayores se alzaban en los muros de fuera.
Representaban genios de talla colosal, ya un genio con cabeza de águila, ya un gigante que ahogaba a un león, ya un toro alado con cabeza humana.
Había en Khorsabad 26 pares de toros alados, de cuatro a cinco metros de altura.
Estaban tallados en dos caras, de modo que parecían estatuas adosadas a la pared.
A la cabeza llevan como adorno una tiara, el pelo rizado, y miran con aire severo.
No se puede entrar en la sala asiria del Louvre sin que sorprenda el poderío y la majestad de estos monstruos.
En las paredes interiores, los bajorrelieves representaban escenas de la vida del rey que había mandado a edificar el palacio.
En Khorsabad, se han encontrado dos mil metros de bajorrelieves, y más todavía se han sacado de los palacios de Kalak y de Nínive.
Toda esta escultura ha sido ejecutada en pocos años y ha sido necesario, por tanto, emplear muchos artistas a la vez, por lo cual los bajorrelieves son de muy desigual valor.
Las escenas de batalla distraen e instruyen a la vez, porque el artista ha representando todo detalladamente, las filas de cautivos que se conducen, los cadáveres en el campo de batalla, los árboles en la montaña, los pájaros en sus nidos o en las ramas.
Pero comunmente el dibujo es torpe, diríase que son como los dibujos que los niños pintan en sus cuadernos.
Los hombres resultan más altos que los caballos y más altos todavía que las fortalezas, los peces son tan grandes como los barcos, los buitres tienen la talla de los cadáveres que devoran, y los pájaros son tan altos como los árboles.
Ni la menor idea de perspectiva.
En general, el artista agranda a los personajes que le interesan más, hace al rey más alto que sus ministros, a los asirios de más estatura que sus enemigos. No sabe dibujar las cabezas más que de perfil, y cuando hay que poner a alguien de frente, le coloca la cabeza atravesada.
Las caras no tienen expresión alguna, no ríen ni lloran. Los cuerpos están casi siempre cubiertos con pesados vestidos que no dejan ver más que la cabeza, los pies y las manos.
Hay, sin embargo, trozos notables, y son los grandes relieves que representan al rey y sus servidores.
El artista ha dibujado con perfección la parba y el pelo rizado, los bordados del manto y de la tiara, las franjas de seda de la parte inferior del vestido.
A veces la figura parece un retrato.
Las obras maestras de este arte asirio son los perros de caza y las fieras.
En un relieve que representa una cacería de Assurbanipal, una leona atravesada por tres flechas se alza sobre las manos rugiendo. La parte trasera de su cuerpo, ya paralizada, se expresa con perfecta realidad.
Los ladrillos que formaban los muros de los palacios estaban enteramente tapados por un estuco blanco, encima del cual se pintaban adornos al fresco.
Los adornos dibujados, ya en las losas y los azulejos, ya en los tapices y los vestidos, representaban comúnmente plantas, animales fantásticos o combinaciones de líneas.
Los festones, las palmas, las flores, los grifos, las quimeras, casi todos los modelos de ornamentación empleados en Oriente, y que nosotros los occidentales imitamos, nos vienen de los caldeos.
INSCRIPCIONES Y ESCRITURA
En las ruinas de todas las ciudades de Caldea y Asiria, aun las más antiguas, se han encontrado inscripciones. Más de tres mil años antes de nuestra Era, los caldeos sabían escribir.
La mayor parte de las inscripciones están impresas en ladrillos que tienen diferentes formas. Unos son losetas planas, otros parecen pastillas de jabón, otros tienen forma de tonelito.
Se empleaba para escribir en estos ladrillos un estilete de metal terminado en una cabeza plana de forma triangular.
Se apoyaba esta punta en el barro cuando todavía estaba blando, y así se trazaban signos que tenían todos la forma de triángulo alargado y que semejan flechas o cuñas.
Por esto los eruditos han llamado a esta escritura cuneiforme, derivada de la latina cuneus, cuña.
Cuando se había terminado de escribir, se metía el barro en el horno para endurecerlo, y lo impreso se hacía imborrable.
Toda la biblioteca encontrada en el palacio de Assurbanipal se compone de ladrillos escritos por ambos lados.
Este sistema ha servido para escribir no solamente la lengua caldea y asiria, sino las lenguas de todos los países vecinos; el susiano, el armenio, el capadocio, el medo y el persa.
La escritura caldea y asiria era muy complicada.
Cada signo estaba formado por la reunión de varios trozos en forma de cuñas.
En los tiempos antiguos un signo representaba una palabra, como en nuestros jeroglíficos: por ejemplo, sol, luna, pescado.
Luego se escogieron ciertos signos para representar solamente una sílaba, ba, bi, ga, la, lum, kat, y en estos caracteres silábicos se escribieron la mayor parte de las palabras.
Pero había más de doscientos caracteres silábicos, muchos de los cuales se parecían y era fácil confundir.
Además, se habían conservado algunos de los antiguos caracteres, de los que cada uno representaba una palabra, y ocurría con frecuencia que el mismo signo sirviera a la vez para designar la palabra entera y una sílaba.
Había también signos que podían leerse de dos maneras completamente distintas, por ejemplo, an o ilú.
Esta escritura era muy difícil, aun para los caldeos, que necesitaban para guiarse libros especiales, vocabularios, gramáticas, diccionarios.
De ellos se han encontrado muchos, que han ayudado a los eruditos modernos a descifrar los otros textos.
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Fuente Consultada: Historia Universal Ilustrada de Charles Seignobos Tomo I Editorial Publinter Bs.As. - Los Caldeos -
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