Origen del Cristianismo en el Imperio Romano: Resumen Historico

ORIGEN Y EVOLUCIÓN DEL CRISTIANISMO

VIDA DE JESUCRISTO: PERSECUCIONES A LOS CRISTIANOS

La vida de Jesús la conocemos gracias a los evangelios. Lo presentan como un Mesías pacífico, alejado del lenguaje anti-romano y violento del momento en que vivió.

Se presenta como un maestro espiritual y un predicador ambulante que, tras ser señalado por Juan el Bautista como su sucesor y superar una serie de pruebas ascéticas, se convirtió en un personaje cada vez más popular y se ganó a un gran número de seguidores, entre los cuales destacaban doce más allegados a los que se denomina apóstoles.

jesucristo

Veamos un breve resumen del origen y desarrollo del Cristianismo y luego, mas abajo se tratará mas detalladamente en dos partes.

► Breve Resumen:

El cristianismo es la religión fundada por Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías, el Ungido, que traducido al griego se convirtió en el vocablo Cristo, nombre con que se designó corrientemente a Jesús.

De el derivaron las palabras cristianismo y cristianos para referirse a las doctrinas de Jesús y a quienes la siguieron.

La llegada de Cristo en un lejano país, Palestina, en el seno de un pueblo despreciado, el hebreo, no fue inmediatamente percibida.

Sin embargo, su aparición señala una humanidad que comienza con Cristo, la cristiandad, y que se nutre de su doctrina, la Buena Nueva, contenida en los Evangelios, donde se narra la vida y las enseñanzas de Jesús.

Las doctrinas de Jesús fueron divulgadas por el mundo por los Apóstoles, mantenidas hasta nuestros días gracias a una sociedad universal: la Iglesia.

Los apóstoles, sin otro recurso que su entusiasmo desbordante, fundaron en todas las ciudades del Imperio Romano comunidades, ecklesias (asambleas), formadas por los que aspiraban a ser cristianos (catecúmenos) que eran luego transformados en miembros de la misma (fieles) a través de una iniciación: el bautismo.

Al frente de cada comunidad cristiana se encontraba un jefe o sacerdote principal: el obispo, cuyo nombre le venía de su misión de vigilar y enseñar la doctrina desde su sede (cátedra).

Los obispos habían recibido sus poderes espirituales como sucesores de los apóstoles.

A su lado se encuentran sus colaboradores: los presbíteros o clérigos y los diáconos o administradores de los bienes de la comunidad. Al frente de estas comunidades se hallaba el obispo de Roma.

La enseñanza de la doctrina se hacía de hombre a hombre. Los cristianos vivían estrechamente unidos, se consideraban entre sí como hermanos y contribuían con sus donativos a atender las necesidades de otros cristianos.

En los primeros tiempos los clérigos permanecían en el mundo ocupados en las profesiones o negocios, pero más tarde se dedicaron exclusivamente a la enseñanza de la doctrina y al culto.

►Los primeros siglos.

Desde sus orígenes la Iglesia reclutó sus propagandistas tanto entre los humildes como entre los ricos y sabios.

Es por esto que desde el primer momento aparecieron cristianos que quisieron conciliar la doctrina del evangelio con la literatura o con sus posiciones filosóficas.

A estos piadosos varones se los denominó Santos Padres, y el período en que actuaron, desde el siglo II al IV, se denominó patristico.

Durante este tiempo también se desarrollaron crueles persecuciones porque el cristianismo afirmaba su creencia en un solo Dios y rehusaba rendir culto al emperador.

Pese a ello, el cristianismo siguió ganando adeptos. Por el edicto de Constantino (313) logró que la religión naciente fuera tolerada y cuando cayó el Imperio Romano, casi todos los pueblos se encontraban en condiciones de aceptar el cristianismo.

Un movimiento muy interesante desde el punto de vista espiritual y luego cultural fue el monasticismo, que comenzó alrededor del siglo IV, que se extendió por toda Europa y que alcanzó un notable esplendor en el siglo IX.

Desde el punto de vista social, la Iglesia, con su maravilloso poder de adaptación, modeló la ciudad antigua e hizo suyas las instituciones romanas.

Con sus poderosos obispos y con sus legiones de monjes, prepara a Europa durante cinco siglos para la "gran luz" de la Edad Media, apareciendo la cristiandad como un estado místico (la ciudad de Dios) dentro del Estado.

Para los cristianos, el Imperio Romano cristianizado representaba un don del cielo y un triunfo de Cristo.

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• HISTORIA DEL CRISTIANISMO:

► El trasfondo judío:

Jesús de Nazaret fue un judío palestino condenado a muerte por Poncio Pilatos, el procurador de la provincia de Judea, la cual comprendía el territorio del viejo reino hebreo de Judea.

El cristianismo surgió del judaísmo, por lo que conviene volverse hacia el mundo político-religioso judío con el fin de encontrar los comienzos del cristianismo.

En tiempos helénicos, el pueblo judío había disfrutado de considerable independencia, bajo los gobernantes seleúcidas.

El involucramiento de los romanos con los judíos comenzó en el año 63 a. de C. y, alrededor del año 6 de nuestra era, Judea se convirtió en una provincia puesta bajo el mando de un procurador romano.

Sin embargo, continuó la intranquilidad, aumentada por las divisiones entre los mismos judíos.

Los saduceos pugnaban por una fidelidad rígida a la ley hebrea, rechazaban toda posibilidad de inmortalidad personal y estaban a favor de la cooperación con los romanos. Los fariseos seguían rigurosamente el rito judío y, aunque deseaban liberar a Judea del control romano, no apoyaban los medios violentos para alcanzar esta meta.

Los esenios eran una secta judía que vivía en comunidad religiosa cerca del mar Muerto.

Tal y como se revela en los rollos del mar Muerto —una colección de documentos descubiertos en 1947—los esenios, al igual que otros judíos, esperaban un Mesías que salvaría a Israel de la opresión, anunciaría el reino de Dios y establecería el verdadero paraíso en la Tierra.

Un cuarto grupo, los zelotes, eran extremistas militantes que propugnaban el derrocamiento violento de la dominación romana.

Una revuelta judía en el año 66 de nuestra era fue sofocada por los romanos tras cuatro años.

El Templo de Jerusalén fue destruido y el poder romano se impuso una vez más de manera absoluta en Judea.

►Surgimiento del Cristianismo

En medio de la confusión y de los conflictos de Judea, Jesús de Nazaret (c. 6 a. de C.-30 d. de C.) comenzó su predicación pública. Jesús creció en Galilea, importante centro de los militantes zelotes.

El mensaje de Jesús, básicamente, era muy simple. Dio seguridades a sus camaradas judíos de que no intentaba minar su religión tradicional:

“No piensen que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento”.

De acuerdo con Jesús, lo importante no era el rígido fanatismo de la letra de la ley y el sometimiento a las reglas y a las prohibiciones, sino la transformación  de lo íntimo de la persona: “Así, en todos los casos, haz a los demás lo que te gustaría que los otros te hicieran, porque esto resume la ley y los profetas”

El mandamiento de Dios era muy sencillo, amar a Dios y al prójimo: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu alma, toda tu mente y con toda tu fuerza".

El segundo manda miento es: "ama a tu prójimo como a ti mismo". En el Sermón de la Montaña , Jesús expresó los conceptos éticos —humildad, caridad y amor fraterno— que conformarían las bases del sistema de valores de la civilización occidental medieval.

Como hemos visto, no coincidían con los valores de la clásica Civilización greco-romana.

Si bien hubo gente que saludó a Jesús como el Mesías que varía a Israel de la opresión y establecería el reino de Dios sobre la tierra, Jesús habló de un reino celestial, y no de un reino terrenal: “Mi reino no es de este mundo”.

En consecuencia, defraudó a los radicales. Por su parte, los líderes religiosos conservadores juzgaron que Jesús socavaba el respeto hacia la religión judía tradicional.

Para las autoridades romanas de Palestina y sus aliados locales, el nazareno era un revolucionario en potencia capaz de transformar las esperanzas judías de un reino mesiánico en una revuelta contra. Roma.

Por consiguiente, Jesús se descubrió como objeto de diferencias en diversos ámbitos, y al final fue entregado a las autoridades romanas.

El procurador Poncio Pilatos ordenó su crucifixión. Empero, esto no resolvió el problema.

Unos pocos fieles seguidores de Jesús difundieron la noticia de que Jesús había vencido la muerte, había resucitado y luego había ascendido a los cielos.

La creencia de la resurrección de Jesús se volvió un dogma importante de la doctrina cristiana. Jesús era aclamado ahora como el “ungido” (Cristo en griego), el Mesías, quien regresaría e instauraría el reino de Dios en la tierra.

El cristianismo comenzó, como un movimiento religioso dentro del judaísmo, y así lo consideraron las autoridades romanas durante muchas décadas.

Aunque la tradición afirma que uno de los discípulos de Cristo, Pedro, fundó la iglesia cristiana en Roma, el personaje más importante de los primeros tiempos del cristianismo —después de Jesús— fue Pablo de Tarso (c. 5-c. 67). Pablo se acercó a los no judíos y transformó el cristianismo de una secta judía en un movimiento religioso más amplio.

Llamado el “segundo fundador del cristianismo”, Pablo fue un judío, ciudadano romano, muy influido por la cultura griega helenística.

Creía que el mensaje de Cristo debería ser predicado no sólo a los judíos, sino a los gentiles (los no judíos). Pablo fue pionero en la fundación de comunidades cristianas a todo lo largo de Asia Menor y en las costas del mar Egeo.

Fue Pablo quien proveyó un fundamento universal para la difusión de las ideas de Cristo. Enseñó que Cristo era, en efecto, un Dios redentor, el hijo de Dios, que había venido a la Tierra para salvar a todos los seres humanos, pecadores, de hecho, a causa del pecado original cometido por Adán al desobedecer a Dios.

Con su muerte, Cristo había expiado los pecados de la humanidad y había hecho posible que todos los hombres y mujeres experimentaran un nuevo comienzo con la posibilidad de la salvación personal.

Aceptando a Cristo como salvador, ellos también podrían ser salvados.

Al principio, el cristianismo se diseminó con lentitud. Aunque las enseñanzas del primitivo cristianismo se difundían mayormente por la prédica de los cristianos proselitistas, también hicieron su aparición materiales escritos.

Pablo escribió una serie de cartas, o epístolas, que delineaban las creencias cristianas en diferentes comunidades.

Asimismo, algunos de los discípulos de Cristo bien pudieron conservar algunos dé los dichos del maestro en forma escrita, y los transmitieron como memorias personales, que más tarde llegaron a constituir las bases de los evangelios escritos —la buena nueva respecto a Cristo— los cuales trataron de formular un registro de la vida y de las enseñanzas de Cristo, y establecieron el núcleo del Nuevo Testamento.

Aunque Jerusalén fue el primer centro del cristianismo, su destrucción por los romanos en el año 70 de nuestra era dejó a las iglesias cristianas con una considerable independencia.

Alrededor del año 100 se hablan fundado iglesias cristianas en muchas de las ciudades principales del oriente, así como en algunos lugares de la parte occidental del imperio.

Muchos de los primeros cristianos provenían de las filas de los judíos helenizados y de las poblaciones del oriente de habla griega. Pero en los siglos III y IV, un creciente número de seguidores hablaban latín.

Una traducción latina del Nuevo Testamento, escrito originalmente en griego, aparecida poco después del año 200, ayudó a este proceso.

Los grupos de primeros cristianos se reunían al atardecer en casas privadas para compartir una comida comunal, llamada ágape, o banquete de amor, y para celebrar lo que llegó a conocerse como el sacramento de la eucaristía, o cena del Señor, celebración comunal de la última cena de Cristo:

Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed; éste es mi cuerpo.

Luego tomó una copa, dio gracias y la ofreció, diciendo: bebed todos de esta copa. asta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados.

Al formarse las primeras comunidades cristianas tenían una organización flexible, en la que hombres y mujeres desempeñaban funciones importantes. Algunas mujeres ejercían posiciones relevantes y, a menudo, como predicadoras.

Las iglesias locales se congregaban bajo el gobierno de consejos de ancianos (o presbíteros), pero, a principios del segundo siglo, ciertos funcionarios conocidos como obispos llegaron a ejercer considerable autoridad sobre los presbíteros.

Estos obispos basaban su posición de superioridad en la sucesión apostólica: como sucesores de los doce primigenios apóstoles de Jesús, eran los delegados vivientes del poder de Cristo.

Tal y como Ignacio de Antioquía escribió en el año 107: “Es obvio que debemos mirar a un obispo como al Señor en persona ... Sus clérigos... están en armonía con su obispo como las cuerdas de un arpa, y el resultado es un himno de alabanza a Jesucristo de mentes que sienten al unísono”

Los obispos solamente eran varones, indicio claro de que en el siglo u de nuestra era la mayor parte de las comunidades cristianas coincidían con el punto de vista de Pablo, respecto a que las mujeres cristianas deberían estar sujetas a la autoridad de los varones cristianos.

A pesar de que algunos de los valores fundamentales del cristianismo diferían marcadamente de los del mundo greco-romano, al principio los romanos no prestaron mucha atención a los cristianos, a quienes consideraban simplemente una secta más del judaísmo.

La propia estructura del Imperio Romano ayudó al crecimiento del cristianismo. Los misioneros cristianos —incluyendo algunos de los doce apóstoles o discípulos originales de Cristo— utilizaron los caminos romanos para trasladarse por todo el imperio difundiendo la “buena nueva’.

Sin embargo, conforme transcurrió el tiempo, la actitud de los romanos hacia el cristianismo comenzó a cambiar.

Como hemos visto, los romanos fueron tolerantes con otras religiones, salvo cuando amenazaban el orden o la moral públicos.

Muchos romanos llegaron a considerar el cristianismo peligroso para el orden del estado romano. Estas opiniones a menudo se basaron en interpretaciones erróneas.

Por ejemplo, la práctica de la cena del Señor dio origen a rumores de que los cristianos practicaban crímenes horrendos, como el asesinato ritual de niños. Si bien sabemos que esos rumores eran falsos, ciertos romanos los creyeron y los manipularon en tiempos de crisis para incitar al pueblo contra los cristianos.

Es más, como los cristianos llevaban a cabo sus reuniones en secreto y parecían estar en comunicación con cristianos localizados en otras áreas, el gobierno podía juzgarlos potencialmente peligrosos para el estado.

Algunos romanos pensaron que los cristianos eran excluyentes en exceso y, por lo tanto, nocivos para la comunidad y el orden público. Los cristianos no aceptaban a otros dioses y, en consecuencia, se abstenían de asistir a los festivales públicos que honraban a esas deidades.

Por último, los cristianos se rehusaban a participar en la adoración de los dioses del estado y en el culto imperial. Dado que los romanos consideraban estas ceremonias importantes para el estado, el rechazo de los cristianos ponía en peligro la seguridad del estado y en consecuencia, constituía un acto de traición, punible con la muerte.

También constituía una prueba de ateísmo (no creer en los dioses) y estaba sujeto a castigo bajo estos cargos.

Sin embargo, para los cristianos —quienes creían que únicamente había un solo y verdadero dios adoración de los dioses del estado y de los emperadores era idolatría, lo cual pondría en peligro su propia salvación.

Parte II-Religion Oficial del Imperio Romano

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PARA SABER MAS...

► LA IGLESIA PRIMITIVA

Cristo y los apóstoles se dirigían con preferencia a los desheredados de este mundo. Durante mucho tiempo los cristianos fueron, sobre todo, gentes pobres, obreros, empleados modestos, esclavos, que vivían en las ciudades en que se hablaba griego.

En la misma Roma no hubo al principio cristianos más que entre los griegos.

Las obras sagradas (Evangelios y Epístolas) y las inscripciones de las tumbas están todas escritas en griego. Todas las palabras de la religión cristiana son griegas.

Los cristianos de una misma ciudad se reunían para celebrar su culto y a esta reunión se aplicaba una palabra griega, que significa asamblea, y entre nosotros Iglesia.

Los miembros de estas asambleas formaban a modo de una gran familia. Se trataban como hermanos se ayudaban unos a otros. Los que poseían demasiado daban con que alimentarse a los indigentes, a los enfermos, a las viudas.

Esta asociación se llamaba Iglesia.

Se decía, por ejemplo, la iglesia de Corinto, la iglesia de Antioquía. El conjunto de todos los cristianos del mundo se llamaba la Iglesia católica (es decir, universal).

En estas reuniones se celebraba un culto todavía muy sencillo.

Se dirigían oraciones a Dios, se cantaban sus alabanzas, se leía en alta voz el Evangelio o las Epístolas de los apóstoles, un miembro de la Iglesia hablaba para explicar el libro sagrado o para exhortar a los asistentes a obedecer la palabra de Dios.

La principal ceremonia era la Cena o comida del Señor, llamada también eucaristía (acción de gracias), en memoria de la última comida que tuvo Cristo en unión de sus discípulos. Se hacía en común una comida muy frugal, los ágapes (banquete fraternal). Los asistentes daban gracias a Dios y se besaban.

He aquí cómo un escritor cristiano a fines del siglo II, Tertuliano, describe estas reuniones: "Nos reunimos para rogar a Dios, nos reunimos para leer las Sagradas Escrituras.

Allí se hacen las exhortaciones y las reprimendas. Cada cual lleva una ofrenda módica a principios del mes..., pero no se obliga a nadie.

El tesoro no se emplea más que en dar de comer o enterrar a los pobres, en aliviar a los huérfanos, a los dolientes".

Describe de esta suerte ios ágapes: "No nos ponemos a la mesa hasta después de haber hecho oración.

No se come sino en tanto se tiene hambre...

Después que nos hemos lavado las manos y se han encendido las antorchas, todos son invitados a entonar cánticos sacados de las Escrituras o de composición propia... Acaba la comida, como ha empezado, con una oración".

El converso que solicitaba ser admitido entre los cristianos debía ser miciado primeramente en la doctrina cristiana.

En tanto recibía esta instrucción no pasaba de la puerta de la Asamblea, a fin de escuchar la oración, los cantos, la lectura, pero no se le admitía aún a formar parte de la Iglesia ni a figurar en los ágapes.

Terminada su instrucción, entraba en la Iglesia mediante la ceremonia llamada del bautismo.

Era sumergido en una cuba llena de agua y revestido con un ropaje blanco. Manifestaba renunciar a la religión que antes había profesado.

La fórmula era: Renuncio a Satanás, a su pompa (su séquito), y a sus obras (las ceremonias en honor de los dioses). Se le llamaba entonces neófito (recién nacido) porque acabada de nacer a la vida cristiana.

Fuente Consultada:

Historia Universal - María de la Luz Vázquez Segura - Gomez Sañudo - Lugo Vázquez - Editorial: High School
Civilizaciones de Occidente Tomo A y B de Jackson Spielvogel - Editorial: Thompson
Historia Universal 7º Edición de Navarro-Gárgari - González-López-Pastoriza- Portuondo Editorial Pearson
Historia del Mundo Contemporáneo CRONOS - de A. Fernández - Editorial Vicens Vives
Historia del Mundo Contemporáneo ACTUAL de García y Gatell - Editorial Vicens Vives


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