Historia del Tango:Origen y Caida del Baile Popular
Historia del Tango:Origen y Caida del Baile Popular
Debieron pasar varias décadas y transitar hacia un nuevo siglo para que nuestra música ciudadana fuera finalmente reconocida a nivel mundial como uno de los estandartes de la cultura argentina, y por supuesto su influencia en otras corrientes internacionales.
Así fue que al promediar el año 2009, los responsables de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) decidieron que el Tango debía ocupar un sitial privilegiado debido a su aporte permanente a la cultura, por lo que declararon a este género musical nuestro como elemento del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Desde principios de siglo, junto con la llegada de los inmigrantes y los cambios sociales y culturales que ésta produjo, fue surgiendo una música particular de Buenos Aires: el tango.
En un principio se trató de una música que sólo se bailaba, característica de las zonas aledañas al puerto, pobladas de inmigrantes y marineros. Los prostíbulos y los patios de los conventillos fueron los ámbitos en los que el tango se fue formando.
Desde entonces, el tango se convirtió en un componente de la vida cotidiana de una parte de la sociedad porteño y en un reflejo de los cambios que en ella se iban produciendo.
Cada vez más, se compusieron tangos con letra.
Estas canciones expresaron los sentimientos y el modo de hablar de muchos habitantes de la ciudad.
Pero la historia del Tango no se ha suscitado de la noche a la mañana, y no sólo necesitó de una notoria evolución musical, sino principalmente de un importante número de compositores, interpretes y artistas que en definitiva fueron los artífices de la generación de esta corriente, que logró traspasar los límites de la música, para convertirse en un elemento fundamental de la idiosincrasia del argentino.
Es por ello que no podemos dudar del hecho de que el Tango ha sido y es un verdadero fenómeno cultural, seguramente uno de los más representativos de las orillas del Río de la Plata, ya que su estilo musical, su poética y su danza se forjaron no sólo en la Argentina, sino también en el Uruguay.
Carlos Gardel. En los años '30 la figura de Gardel se transformó en un símbolo del hombre de origen humilde que logra trascender y que triunfa en Europa y Estados Unidos. Tanto su fama de cantor como su participación en películas de producción norteamericana sirvieron para difundir esa imagen. Su famosa sonrisa —se lo llamó el bronce que sonríe—fue la contracara optimista de la década del '30.
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Para ejemplificar este hecho cabe mencionar la continua disputa que han tenido argentinos y uruguayos en torno a la nacionalidad de Carlos Gardel, una de las figuras más emblemáticas de nuestra música ciudadana, y que debido a una falsificación de papeles suscitó un gran desconcierto en cuanto a su país natal, que generó interminables discusiones entre los habitantes de ambas orillas del Río de la Plata.
En cuanto a la historia de esta corriente musical que se convirtió en fenómeno, hoy podemos asegurar que después de más de un siglo de su nacimiento, allá por finales del siglo XIX, aún no se han escrito las últimas páginas de su vida, porque continúa siendo el elemento de referencia primordial para identificar a nuestro país, su cultura y los sucesos que han marcado la historia nacional.
Es que el Tango siempre estuvo allí, para bien o para mal, siendo bendecido, enaltecido o repudiado, pero indistintamente siempre estuvo presente en el devenir de la historia de nuestra nación, ya que en definitiva el Tango es Argentina y Argentina es Tango.
Podríamos asegurar que esta corriente musical se inició en medio de una serie de acontecimientos que hicieron que el Tango utilizara condimentos picarescos y provocadores, que con el paso de los años, y junto a los cambios radicales que comenzó a sufrir nuestro país, dieron paso a esa música descarnada y melancólica, que supieron representar exquisitamente compositores como Enrique Santos Discepolo, Pascual Contursi, Homero Expósito, Homero Manzi, Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo y tantos otros.
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Enrique Santos Discépolo. Desplegó una variada actividad artística como poeta, músico, autor teatral y actor. Sus obras más conocidas y las que le permitieron trascender hasta nuestros días son las letras de tango, como Cambalache, Uno y Yira-Yira. En ellas representó mejor que nadie el sentimiento de desesperanza de muchos argentinos en los años '30, en particular la vivencia de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires.
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Una vez que el Tango se instaló en nuestra cultura, convirtiéndose en una expresión artística que aunaba la interpretación musical con la danza, fue el momento ideal para que este fenómeno comenzara a recorrer las calles de otras ciudades desconocidas.
Así fue que el Tango llegó a París de la mano de artista de la talla de Angel Villoldo y Enrique Saborido, pioneros de nuestra música ciudadana, que lograron abrir las puertas de otros continentes para que después de algunos años ingresaran triunfantes importantes figuras del universo tanguero, como lo hiciera Carlos Gardel.
Precisamente, el tango "La Morocha", compuesto por Villoldo y Saborido, es considerado la primera partitura de tango de exportación, ya que según se ha podido registrar en medios de la época: "La fragata Sarmiento realizaba su segundo viaje a Europa, y llevó 1000 ejemplares del tango, dejándolos en todos los puertos que encontraba en su ruta". este hecho tuvo lugar en aquellos lejanos años de principio del siglo XX, alrededor de 1906.
En aquella época el Tango aún necesitaba los cambios y la evolución que concluirían en la década de oro de esta corriente musical, que sin lugar a dudas se sucedió a principios de los años 40, momento en que el fenómeno llegó a acaparar la atención de todos.
Los músicos y compositores se multiplicaron, comenzaron a surgir un sinfín de clubes y milongas que se dedicaban a presentar en vivo a las orquestas, aparecieron los bailes especiales, como aquellos que se realizaban para las épocas de carnaval, y así fue que el tango comenzó a ser una parte imprescindible de la vida del argentino.
Por aquellos años todo tenía Tango.
Nuestra música se respiraba en las calles, se oía a través de los balcones y ventanas, y los ruidos propios de cada barrio parecían convertirse en instrumentos que acompañaban al 2x4.
Así se formó la fisonomía nacional, y sobre todo porteña, que aún mantiene pequeños fragmentos del aquel Buenos Aires que se fue.
Es que el tango no ha sido simplemente baile, música y poesía, sino que además ha estado siempre ligado a una serie de componentes que van más allá de las fronteras de lo artístico, ya que ha sido el medio ideal en el que el lenguaje lunfardo encontró su morada, al mismo tiempo que logró representar a los estereotipos porteños más tradicionales, como los guapos y compadritos, que vivían en el arrabal y frecuentaban lugares como cabarets, prostíbulos y bulines, que le dieron identidad al Tango.
Damos comienzo aquí a un humilde homenaje a modo de informe especial en el que intentaremos acercar a nuestros lectores los pormenores y sucesos más sobresalientes de la historia de esta apasionante manifestación artística, para lo que transitaremos por sus inicios en los arrabales, el rechazo y posterior aceptación desde las altas sociedades rioplatenses, los personajes emblemáticos y los protagonista que dieron lugar al nacimiento de un hito cultural sin precedentes.
Acompáñenos en este devenir de la historia del tango, desde sus orígenes, pasando por su época de oro, su decadencia, y su transformación y evolución.
Orígenes del Fenómeno
A lo largo de la historia del Tango, los especialistas que se han dedicado a estudiar los sucesos que dieron origen al nacimiento de este fenómeno siempre han coincidido en señalar como fecha promedio de su inicio la década de 1880, y si bien prácticamente no ha quedado registros que corroboren aquellas primeras manifestaciones del Tango, lo cierto es que fue a finales del siglo XIX cuando surgieron los pioneros de esta corriente.
Para lograr comprender el origen de nuestra música ciudadana es necesario situarnos en medio de los acontecimientos que se sucedieron en esa época, cuando Buenos Aires era conocida también como la Gran Aldea, a la que confluían millones de inmigrantes provenientes de lejanas tierras como África, América Central y sobre todo Europa.
Las familias llegan a nuestro país con el fin de sobrevivir a la pobreza que se diseminaba en otros territorios, siendo la Argentina aquella tierra prometida, donde las ambiciones encontraban el cobijo necesario para muchas veces convertir una utopía en realidad.
Aquellos inmigrantes se instalaban en distintos conventillos rioplatenses dándole una nueva fisonomía y cultura a la ciudad a orillas del Río de la Plata, que forjarían finalmente la sociedad argentina resultante, luego de la conjunción de un verdadero crisol de razas.
Durante el día, los inmigrantes trabajaban duro para llevar el pan a sus hogares y lograr mejorar poco a poco la economía de sus familias, con el fin de darles un futuro mejor a sus hijos.
Mientras tanto, durante la noche y en los días festivos, buscaban incansablemente lugares donde poder divertirse y olvidarse por unos momentos del yugo cotidiano.
Así fue que los circos y casas de burlesque, ubicados en su mayoría en el puerto de Buenos Aires, se convirtieron en los sitios preferidos para la afluencia de un público masculino que buscaba diversión, y donde la música daba el marco ideal para actividades lícitas e ilícitas.
Cabe destacar que en aquella época aún no existía el disco, ni la radio, ni mucho menos la televisión, por lo que se solía interpretar música en vivo, de la mano de improvisados conjuntos, por lo general tríos compuestos por guitarra, violín y flauta, que sin saberlo comenzaron a darle forma a nuestro Tango.
Los expertos aseguran que el Tango fue un género resultante de la combinación de diversos estilos musicales importados por los inmigrantes, como el candombe, la payada, la milonga, la habanera, la polca, el vals, la guajira flamenca y la cubana, el fandango, entre otros, los cuales poco a poco fueron fusionándose con otros ritmos de origen criollo.
El éxito de esta nueva manifestación musical fue inmediato, y así surgieron mayor cantidad de conjuntos, que incluso llegaron a ser pequeñas orquestas, en las que además de los instrumentos mencionados se habían sumado el arpa, el mandolín, la armónica, el acordeón, la trompeta, la corneta, e incluso instrumentos improvisados con objetos cotidianos, como un pedazo de papel o un peine.
Todo era válido para disfrutar de la nueva música que estaba surgiendo y que lentamente le estaba dando forma a lo que se convertiría en un verdadero fenómeno musical.
Durante aquel tango primitivo los interpretes y compositores no llegaron a convertirse en figuras emblemáticas de nuestra canción, y por lo general eran músicos que tocaban sus instrumentos de oído, expresando a través de ellos lo que sentían en el momento, por lo que se trataba de improvisaciones que luego de interpretadas caían en el olvido.
Fue recién entrado el siglo XX, cuando las composiciones comenzaron a ser registradas en precarias partituras, momento también en el cual llegó al Tango la melancolía del sonido del bandoneón, que fue importado a la Argentina desde Alemania. (imagen de un bandoneon)
Esta música surgida en los sitios menos respetables, en medio de ambientes plagados de vicio y prostitución, fue originalmente una corriente musical instrumental, cuyo fin principal era amenizar las esperas de los hombres que formaban filas en la puerta de los prostíbulos.
Se dice que en una oportunidad, en una de estas interminables esperas, de la fila se apartaron dos hombres, que inspirados por la música se unieron para comenzar a realizar una serie de piruetas, que fueron aplaudidas por los presentes, y así sin saberlo dieron origen al baile propio de esta corriente musical.
El éxito de esta nueva expresión no tuvo precedentes, y así fue que las piruetas se convirtieron en pasos, que los hombres comenzaron a practicar entre ellos en las puertas de los burdeles y cantinas, y que posteriormente se traslado a las populares "academias", donde los hombres podían bailar con mujeres que en ocasiones brindaban otros servicios extras a sus clientes.
Con la música y la danza, el Tango avanzó a pasos acelerados y se convirtió en un fenómeno cuya manifestación traspasó los límites interpretativos, para convertirse en el origen de una nueva forma de comunicación y representar a los estereotipos propios de la ciudad.
Como dato interesante, cabe mencionar que se estima que el primer tango de difusión popular que ha podido ser documentado fue el llamado "El Queco", término que se utilizaba para referirse al prostíbulo.
Este tango cuya composición demuestra las influencias de la canción andaluza, solía ser interpretado por aquellos conjuntos primitivos de la década del 80.
Con los años, y al llegar a los finales del siglo XIX, el Tango se fue impregnando de composiciones que comenzaban a mantener una melodía armónica y una cadencia que daría origen al definitivo estilo del 2x4, gracias al trabajo de hombres pioneros de esta corriente, como el ya mencionado Angel Villoldo, que siempre ha sido considerado por expertos y tangueros como el padre del Tango.
Fruto de su creatividad surgieron composiciones memorables, que lograron trascender las barreras del tiempo, con tangos como el “El choclo”, “El porteñito” y “La morocha”, que en la actualidad, después de más un siglo de su creación, siguen siendo interpretados y bailados como en aquellos primeros días.
Acompáñenos, querido lector, a recorrer juntos la evolución que vivió esta manifestación artística surgida como medio de diversión nocturna, hasta convertirse en la expresión musical por antonomasia de la Argentina.
PARA SABER ALGO MAS....
En su gran mayoría los tangos utilizaban el lunfardo, surgido como una jerga particular de los ladrones —lunfardo era una palabra con la que los ladrones se denominaban a sí mismos— y que se fue enriqueciendo con el aporte de palabras provenientes de los idiomas que hablaban los inmigrantes.
La década del 70 se caracterizó por la prosperidad económica y por el ascenso social y político de los sectores medios urbanos.
El tango reflejó estos cambios. Poco a poco, fue dejando de ser una expresión musical exclusiva de los barrios y sectores sociales más humildes y comenzó a ser aceptado en los círculos sociales privilegiados, que en un principio lo rechazaron por considerarlo una danza obscena, impropia para la gente decente.
En los cabarets del centro de la ciudad —que seguían el modelo de los célebres lugares de diversión parisinos— y en los salones de fiestas, las orquestas típicas tocaban tangos más refinados, de mayor riqueza armónica y sonora que la de los primeros tiempos.
La música popular urbana recibió el aporte de músicos de conservatorio —como Julio de Caro y Osvaldo Fresedo—.
El tango comenzó a ser una expresión artística que reunió elementos característicos de la cultura popular y de las élites.
A fines de los años '20, la bonanza económica y los contrastes sociales de una sociedad en cambio quedaron retratados en muchas letras, entre las que se destacó por su tono crítico el tango Acquaforte, de Carlos Marambio Catán.
La década del '30 se inició con crisis y depresión económica, interrupción del proceso democrático, fraude electoral y negociados.
Para muchos fueron años de desesperanza y escepticismo.
El letrista de tango que mejor expresó este sentimiento fue Enrique Santos Discépolo.
En su tango Qué vachaché —escrito en 1925— hizo una crítica moral de los tiempos del esplendor alvearísta y anticipó la falta de confianza y expectativas que muchos compartirían algunos años más tarde, durante la llamada década infame.
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Causas de el Desinteres por el Tango
Después de aquella fantástica época de oro que vivió el Tango en sus distintas manifestaciones y llegando a cada uno de los rincones no sólo del país, sino también del mundo, llegó un momento en el que todos pensaron que nada ni nadie podía llegar a arremeter con semejante fenómeno.
Pero las opiniones positivas en cuanto a la permanencia del furor que logró despertar el tango en los años 40 no fueron precisamente profecías de un futuro cierto, y al ingresar en la década de los 50 esta expresión cultural fue desbancada paulatinamente por nuevas corrientes, y sufrió además el agobio de los distintos cambios políticos, culturales y sociales que se vivieron en el país y en todo el mundo.
Así fue que el tango ingresó en una época de escasa popularidad, que lo condujo sin remedio a la decadencia y posterior caída de su liderazgo, a pesar de la constante lucha que mantuvieron un gran número de importantes y prestigiosos representantes de la corriente, dentro de las distintas expresiones artísticas que cultivó el género.
En plena década del 50, y después de haber gozado de una fama y un éxito mundiales sin precedentes, el Tango debió enfrentarse al fantasma del desinterés, el cual según los expertos apareció en escena debido a una serie de hechos ligados y no al mundo de la música.
Por ello, en nuestro análisis se hace necesario repasar brevemente cuáles fueron las circunstancias que se vivían en distintos ámbitos en la Argentina de los años 50, con el fin de comprender los verdaderos motivos que dieron lugar a la decadencia del tango.
Durante la década del 50 se sucedieron diversos acontecimientos dentro del plano político en la Argentina, con la creación y puesta en funcionamiento de una importante cantidad de leyes que protegían los derechos del obrero, dando como resultado una significativa transición social que llevó a un cambio notorio en la estructura nacional.
Por otra parte, en el ámbito económico, se desató una inflación que tuvo sus orígenes en el fracaso de la política impuesta a partir de mediados de los años 40, que se basaba en un plan de estatización por parte del Gobierno de turno.
Recordemos, además que en el año 1955 en la Argentina se vivió el tercer golpe de estado a manos de autoridades militares, la tan conocida época de la «Revolución Libertadora«, dictadura militar transitoria que derrocó al Presidente Juan Domingo Perón.
Los cambios políticos que se vivieron fueron realmente profundos, y estos a su vez generaron importantes modificaciones en el ámbito social, dentro de los cuales el Tango fue tal vez una víctima del proceso de transformación.
Tengamos en cuenta que durante esa época se produjo la desaparición de un gran número de cabarets y clubes dedicados a difundir nuestra música ciudadana.
Otro de los cambios notorios que se produjeron dentro de la década del 50, y que contribuyó en gran medida a la decadencia del Tango, fue sin dudas la aparición de músicos extranjeros en el mercado nacional, que desembarcaron con nuevos géneros musicales que muy pronto lograron cautivar al público.
Hablamos de un período en que el ritmo desenfrenado y el mensaje rebelde del Rock N’ Roll explotó en todo el mundo, logrando convertirse en el medio ideal de expresión y canalización de los más jóvenes, no sólo a través de la música, sino también imponiendo su moda y sus códigos, con el objetivo de generar una verdadera revolución musical y cultural, que estaba encabezada por excelentes artistas de la talla de The Beatles.
A partir de allí, y también con la llegada de otros géneros musicales, tales como el jazz, la rumba, el mambo y otras expresiones centro americanas, que tuvieron un importante impulso desde los sellos discográficos más prestigiosos de la época, como así también desde los medios de difusión masivos como la radio, los jóvenes comenzaron a volcarse por estas nuevas corrientes, y fue el momento en que el Tango empezó a ser considerado «música de viejos».
Pero no fueron sólo los artistas extranjeros los que lograron desplazar al Tango de la escena popular, sino también una suerte de furor que se produjo en torno al folclore, a partir aproximadamente del año 1952.
Como podemos imaginar, todos estos hechos influenciaron negativamente en el mundo del Tango, por lo que esta expresión se vio desprestigiada, olvidada, e incluso repudiada.
Un gran número de orquestas, de aquellas que en los años 40 habían logrado un éxito sin precedentes y récord de espectadores en cada una de sus actuaciones, debieron disolverse dejando como consecuencia a una gran cantidad de músicos y cantores desocupados.
Tengamos en cuenta que los artistas ya no tenían prácticamente lugares aptos para actuar en vivo, ya que muchos locales tradicionales que se habían dedicado al Tango por más de una década, decidieron cambiar el rumbo de su negocio, convirtiéndose en discotecas donde se escuchaban otros estilos musicales.
En aquella época además cerraron sus puertas lugares como Ruca, Marzzoto, la Richmond, el Germinal, el Nacional y Tango Bar, entre otros.
Mientras tanto, en los locales donde aún se podía disfrutar del Tango, hicieron su arribo los Disc Jockeys, que por un costo notablemente menor que las orquestas en vivo, musicalizaban los bailes con grabaciones famosas en disco.
Esto provocó que las grandes orquestas que en los años 40 podían llegar a estar integradas por más de quince músicos en escena, debieran subsistir buscando una alternativa, por lo que fue un período en el cual surgieron un gran número de tríos, cuartetos, quintetos, pequeños conjuntos y cantantes solistas, que buscaban continuar con la evolución que demandaba nuestra música por excelencia.
Algunos años después, y gracias a la permanente lucha de los más importantes representantes del universo tanguero, comenzó un nuevo período esperanzador para el género, que dio lugar a la aparición de músicos que influyeron notablemente en la evolución posterior del Tango, como fue el caso de Astor Piazzolla.
Homero Manzi, destacado hombre del tango argentino
Pascual Contursi llevó —con «Mi noche triste»— el tango de los pies a la boca y Celedonio Flores dignificó la forma poética de la canción ciudadana, Homero Manzi lo utilizó como el medio de expresión más idóneo para comunicarse con el pueblo a través de un idioma culto, rico y colorido con el que creó imágenes de elevada sustancia lírica. Si Evaristo Carriego descubrió el suburbio como tema poético, Manzi lo realzó definitivamente.
Tuvo dos caminos: ser hombre de letras o hacer letras para los hombres. Prefirió lo segundo, y le dio al hombre de Buenos Aires —en definitiva su ciudad, pese a haber nacido en la santiagueña Añatuya— vivencias tan hondas e intransferibles— y al mismo tiempo tan universales— que toda su producción permaneció —permanece— instantánea, profunda y definitivamente ligada al habitante de estas latitudes. Manzi —Homero Nicolás Manzione su verdadero nombre— compuso letras con la abundancia y éxitos suficientes como para hacer de ello un oficio-, pero no fue un mero letrista, no hizo del tango un hábito menor, un entretenimiento; por el contrario, le dio al tango lo mejor de su temperamento, pero su imaginación estaba más allá de las adecuaciones y exigencias que pide el trabajo en colaboración, de la medida rítmica que impone la canción.
Fue por sobre todo, un hombre íntegro y sensible que supo reflejar sus impresiones y vivencias con un lenguaje de enamorado, de enamorado de la vida a tal punto que, en_ «Definiciones para esperar mi muerte» —su último poema—, desparramó una queja porque se iba «en medio de lo que todavía no he podido amar».
El 3 de mayo de 1951. cuando tenía 44 años, ,su corazón se apagó para siempre. Esa noche, en el velatorio realizado en SADAIC, alguien puso la mano temblorosa sobre la cabeza del amigo muerto y le dijo a Aníbal Troilo: «Esto- no tiene reposición». Se había ido un poeta.
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