I.G.FARBEN, Empresas alemanas que financiaron la Guerra de Hitler

I.G.FARBEN EMPRESAS ALEMANAS QUE FINANCIARON LA GUERRA DE HITLER

El monopolio I.G. Farbenindustrie AG (un conglomerado de 2000 empresa alemanas) cuyos capitales eran estadounidenses en gran parte, apoyó a Hitler en su carrera política financiándola en momentos difíciles para el futuro genocida.

Actuaba como un conglomerado químico pero era en realidad una industria petrolera y como tal defendía los intereses del sector.

Como respuesta al apoyo recibido, Hitler ordenó derivar como subvención capitales del estado alemán al monopolio cuya magnitud no tenía antecedentes en la historia alemana.

Pronto la Farben se transformó en un gigantesco pulpo que no solo controló la economía germana sino la política militar del Reich.

Gran parte de la riqueza de estos grupos económicos (Rockefeller, Rothschild, BASF, Hoechst o Bayer) ,  basó en la sangre y el sufrimiento de sus trabajadores, incluidos los que estaban en el campo de concentración de Auschwitz.

IG Farben promovido y utilizado los políticos alemanes, sin escrúpulos, para buscar el dominio económico sobre Europa y el mundo.

La política económica de Alemania: industria y guerra

La política económica del III Reich intentó buscar salidas a la crisis mundial iniciada en 1929.

El aspecto central de esta política fue la intervención del Estado  que fijaba las metas de la economía.

Estas fueron lograr la autarquía económica (esto significaba lograr que el país fuera autosuficiente, para no tener que obtener en el exterior las materia primas y la energía necesarias para la industria) y reestructurar el aparato productivo orientándolo hacia la industria bélica.

Otros elementos de la política económica consistieron en que:

• Se otorgó a los labradores sin tierras parcelas de 125 hectáreas cada una, para aumentar la producción agrícola y para crear en el ámbito rural una clase le pequeños propietarios adictos al régimen.

• Se favoreció la concentración económica, promoviendo la formación de cartels. Una ley prohibió formar empresas con sociedades anónimas cuyo capital fuera inferior al medio millón de marcos.

• El Estado encaró la construcción de grandes obras públicas, para reducir el desempleo.

• Se promovió el desarrollo de la industria automotriz.

El impulso estatal, la falta de oposición política y social y el apoyo de los grandes grupos económicos permitió una rápida recuperación económica.

La industria creció aceleradamente y se redujo el desempleo.

Para erradicar definitivamente la desocupación, se estableció el servicio militar obligatorio, y todos los hombres sin empleo fueron reclutados.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS:

La falta de divisas para adquirir lo necesario en el exterior exacerbó políticas económicas cuyo objetivo único era el de obtener la autarquía económica, es decir, conseguir de alguna forma todos los recursos necesarios dentro de las fronteras, todavía indefinidas, del estado nacional.

Tal situación hizo recaer sobre los científicos alemanes el enorme desafío de sacar a la nación del atolladero en que se encontraba por culpa de su clase dirigente.

Una de las primeras cuestiones que debió afrontarse fue la alimentación del pueblo, ya que los esfuerzos de la guerra habían despoblado al campo de mano de obra y demorado la tecnificación por falta de combustibles y fertilizantes.

Tres científicos serían los responsables de solucionar los problemas que se presentaban, en principio, como insolubles.

Estos fueron Fritz Haber, Carl Bosch y Friedrich Bergius.

La recuperación alemana estaba basada en una multiplicidad de eventos.

Desde la fabricación de medicamentos hasta el alimento más sencillo habían formado parte de una organización meticulosa.

Sin embargo, el problema de los combustibles líquidos continuaba siendo vital para un desarrollo moderno y ordenado de la economía.

Pero al carecer de divisas para adquirirlo, por las compensaciones de guerra, los alemanes planificaron acciones muy concretas para solucionar el asunto.

Los logros obtenidos fueron tan sorprendentes que rápidamente una conjunción de intereses petroleros, industriales del automotor, químicos y siderúrgicos, por nombrar a los principales, intentaron apropiarse de los sabios germanos con altísimos sueldos, o asociarse a los Konzern (concentrados industriales monopólicos bajo una misma administración) alemanes.

Estas cuestiones no pasaron desapercibidas para la Standard Oil de Nueva Jersey.

Se conformó en esas circunstancias un gigantesco grupo inversor estadounidense cuyo objetivo fundamental consistió en compartir y desarrollar bienes y servicios, donde los alemanes, especialmente mediante el Konzern I.G. Farbenindustrie AG ponían el conocimiento técnico y los americanos el capital.

Ambos grupos empresarios y sus respectivos países se beneficiaron con el estado de cosas alcanzado.

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La I.G. Farben fue fundada en 1925 por las mayores empresas alemanas de química, la IG Farben se convirtió en un importante actor en la política alemana de entreguerras.

Fue el mayor agente financiero del partido nazi que lideraba Adolf Hitler.

Cuando el "Führer" llegó al poder los grandes dirigentes de la IG Farben le aseguraron que habían solucionado el problema de la falta de petróleo: la fabricación de gasolina artificial, mediante la hidrogenación del carbón, un revolucionario método ideado por el premio Nobel de Química: Friedrich Bergius.

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Uno de los acuerdos, que comprendía la hidrogenación de carbón y la producción de caucho sintético, tendría importancia inédita en el desarrollo de la industria petrolera y automotriz de ambos países.

Si bien por entonces (1929/1930) los Estados Unidos se autoabastecían y exportaban crudo, los principales analistas señalaban con criterio que, dado el derroche existente, las reservas norteamericanas se agotarían hacia mediados de siglo.

Ante esa perspectiva, el proceso de Bergius para producir petróleo a partir del carbón resultaba una idea poco menos que fantástica. Pero había algo más.

Los técnicos de la I.G. Farbenindustrie y los de la Standard Oil (de John Rockekeller) , en conjunto con otras compañías, habían desarrollado un proceso tecnológico, siempre basado en las ideas de Bergius, que permitía duplicar el rendimiento de la nafta que se obtenía por cada barril de petróleo destilado.

Siendo las naftas los productos por entonces más caros, el invento resultaba ser poco menos que una mina de oro.

El motor de esta industria fue la enorme inversión del Grupo Rockefeller.

Este grupo financiero de EE.UU. logró controlar más del 90% del mercado petroquímico del país en la transición que va desde fines del siglo XIX al siglo XX, y fue en busca de nuevas oportunidades de inversión global.

Otro poderoso grupo de inversión muy activo en este campo se formó a partir del grupo financiero Rothschild.

El grupo Rockefeller (hoy Exxon), fue la segunda mayor empresa farmacéutica y petroquímica durante la segunda mitad del siglo XX y fue hecha por IG Farben, con sede en Alemania.

 Este grupo de empresas fue el principal responsable del ascenso político de Hitler y su abuso de poder sobre Europa y el mundo.

De hecho, la Segunda Guerra Mundial fue una guerra de agresión planificada, iniciada y realizada por las juntas de la IG Farben. IG Farben fue la empresa matriz de IG Auschwitz, la mayor planta de productos químicos fuera de Alemania.

Gran parte de la riqueza de estos grupos económicos se basó en la sangre y el sufrimiento de sus trabajadores, incluidos los que estaban en el campo de concentración de Auschwitz. IG Farben promovido y utilizado los políticos alemanes, sin escrúpulos, para buscar el dominio económico sobre Europa y el mundo.

La buena marcha de los emprendimientos desde el punto de vista económico provocó un aluvión de capitales americanos sobre Alemania, la que, al momento de la llegada de Hitler al poder en 1933, era, pese a las limitaciones impuestas por el tratado de Versalles, la mayor potencia económica europea o, al menos, poseía un producto bruto similar al británico.

Por otro lado, los éxitos económicos eran atribuidos por los americanos, no sólo a la capacidad industrial del país, sino también, y sobre todo, a las aptitudes de los científicos alemanes, naciendo allí una admiración que con sus más y con sus menos perdura hasta nuestros días.

Así, era cuestión de esperar a que los planes desarrollados por la República de Weimar y que estaban en plena ejecución, se terminaran y replicaran, para que Alemania volviese a convertirse en potencia mundial.

Fuente Consultada: Los Científicos Nazi en Argentina de Carlos De Nápoli


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