Primera Invasion Inglesa al Virreinato del Rio de la Plata
Primera Invasión Inglesa al
Virreinato del Río de la Plata
PRIMERA INVASIÓN INGLESA AL RÍO DE LA PLATA Y LA RECONQUISTA DE BS.AS.
El 25 de julio de 1806 soldados ingleses desembarcaron en las costas de la actual localidad de Quilmes.
Días después el ejército inglés, al mando del general Guillermo C. Beresford, entraba victorioso en Buenos Aires.
Había detenido las tropas enviadas por el virrey Rafael de Sobremonte para enfrentarlo.
Sobremonte, ante el peligro, se alejó rápidamente hacia la ciudad de Córdoba.
De este modo dejó a los habitantes de Buenos Aires sin protección.
Los pobladores no perdieron tiempo y se organizaron para reconquistar la ciudad.
El criollo Juan Martín de Pueyrredón (imagen) reunió un grupo de paisanos, pero los ingleses lo derrotaron.
Santiago de Liniers, un oficial, logró organizar un ejército en Montevideo, cruzó el Río de la Plata y reconquistó la ciudad el 12 de agosto de 1806.
Los habitantes de Buenos Aires temían un nuevo ataque.
Por ello crearon varios regimientos, debido a que no existían tropas regulares en la dudad.
Primera invasión (1806)
El 14 de abril de 1806 la expedición partió de El Cabo, embarcada en cinco navíos de guerra y otros tantos transportes.
La empresa no era fácil, pero diversos factores hacían factible la empresa.
España carecía en el Plata de tropas veteranas en número suficiente y los invasores esperaban, además, contar con la hostilidad de los criollos para con las autoridades hispanas.
La elección del objetivo fue motivo de debate.
Beresford se inclinaba por ocupar Montevideo.
Sin embargo, noticias recogidas durante la navegación, por boca de un irlandés que viajaba en una nave española capturada, les hicieron conocer la existencia de caudales reales en Buenos Aires.
Las defensas de esta ciudad, pese a contar con cerca de 50.000 habitantes, eran casi nulas, comparadas con las fortificaciones de Montevideo.
Popham notó también que Buenos Aires, capital del Virreinato, era la pieza decisiva para el dominio de las rutas comerciales del interior.
En diversas oportunidades naves inglesas habían rondado el estuario, en operaciones de sondeo o, simplemente, de contrabando.
Ya en las costas argentinas, y después de cruzar algunos tiros con el fuerte de Ensenada, comandado por Santiago de Liniers, los ingleses desembarcaron en Quilmes, sólo debieron enfrentar a algunos centenares de milicianos pésimamente instruidos.
El 25 de junio de 1806, Beresford dirigió su columna sobre la capital y en poco tiempo los ingleses entraron a la ciudad en un orden militar, pero tratando de intimidar para disimular las escasas fuerzas con que contaban, para tamaña empresa dominadora.
Sobremonte, estimando inútil toda defensa y, al parecer, según órdenes superiores para un caso similar, tras disponer la marcha de los caudales al interior, se retiró en dirección a Córdoba.
Su intención era organizar fuerzas en el país, para enfrentar al invasor.
Para los porteños la actitud del virrey Sobremonte implicaba una cobarde fuga.
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Mariquita Sánchez, que fue testigo presencial del hecho, anotó en sus recuerdos de juventud: "Entró por la Plaza el Regimiento 71 de Escoceses, mandado por el general Pack; las más lindas tropas que se podían ver, el uniforme más poético, botines de cintas punzó cruzadas, una parte de las piernas desnudas, una pollerita corta, unas gorras de una tercia de alto, toda formada de plumas negras y una cinta escocesa que formaba el cintillo; un chal escocés como banda, sobre una casaquita corta punzó".
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El famoso Batallón 71 (Highland Light Infantry), a las órdenes del teniente coronel Denis Pack, contaba con 32 oficiales, 857 hombres de tropa y más de 60 mujeres con 40 niños, pues cada compañía permitía que seis soldados se casaran, y sus mujeres seguían el cuerpo a campaña.
Este batallón contaba con una banda de música cuyo maestro, al caer prisionero de los defensores de Buenos Aires, se dedicó a la enseñanza.
Como era un excelente músico tuvo muchos discípulos entre los hijos de las familias porteñas acomodadas.
Su bastón de tambor mayor se conserva en el Museo Histórico Nacional.
El tesoro que Sobremonte había intentado salvar, fueron capturados en Lujan, dichos tesoros fueron embarcados hacia Londres.
El general Beresford gobernó Buenos Aires del 27 de junio al 12 de agosto de 1806.
Tenía conciencia de su escaso poder y decidido a atraerse la benevolencia de los habitantes, el jefe inglés, luego de tomar a las autoridades civiles y militares de la plaza el juramento de fidelidad a Su Majestad Británica, dictó una serie de medidas para ganarse los ánimos, pero no alcanzó a convencer a la ciudadanía y menos aun a los criollos mas radicales que desde un primer momento intentaron rebelarse para expulsarlos del territorio tomado, empresa conocida como La Reconquista, a cargo de Liniers y Pueyrredón
De la pluma del historiador Daniel Balmaceda, en su libro "Espada y Corazones", nos cuenta algunos pasajes de la entrada de las fuerzas inglesas a la ciudad:
[...] Mientras tanto, en Buenos Aires, las porteñas se maravillaban con el "jabón con olor" que trajeron los ingleses para comerciar; y los hombres observaban estupefactos el extraño juego con palos y piedras que practicaban los pelirrojos de la tropa: estaban siendo testigos del primer partido de criquet que se jugó en nuestras tierras.
Y eso no era todo para los porteños. Además, aprendían modales en la mesa y, sobre todo, a brindar.
Sí: el brindis también fue importado por los invasores de 1806.
Pero no todo era cordialidad, jabones perfumados y chin chin. Martín de Álzaga, negrero millonario, se transformó en el líder de la oposición.
Y cuando advirtió que Sobremonte no tenía apuro en volver, ideó el segundo plan: cavar un túnel desde alguna casa cercana hasta el fuerte donde flameaba la bandera inglesa y meter doscientos peones, indios y criados diestros con el cuchillo para que se ocuparan de las gargantas británicas.
REACCIÓN DE MONTEVIDEO Y LA RECONQUISTA DE BUENOS AIRES:
En los primeros días de julio se conocieron en Montevideo las noticias sobre la toma de Buenos Aires, las que provocaron gran alarma.
El 17 de julio llegó a la ciudad don Santiago de Liniers, que fue oído por una junta de guerra presidida por el gobernador, la que determinó la salida de una expedición de 1.300 hombres bajo la jefatura de Liniers.
Estas fuerzas salieron de Montevideo hacia Colonia, donde las aguardaba una flotilla al mando de Juan Gutiérrez de la Concha.
Las tropas efectuaron la travesía sin inconvenientes, desembarcando en Las Conchas, desde donde se dirigieron a San Isidro en medio de un fuerte temporal (día 5).
El 8, serenado el tiempo, se pusieron en marcha y al día siguiente llegaron a la Chacarita de los Colegiales.
El 10 avanzaron hasta los Corrales de Miserere, enviando desde allí una intimación al jefe inglés, que fue rechazada.
LA RECONQUISTA:
La política de Beresford no logró los resultados esperados.
Pronto Buenos Aires fue un semillero de conspiraciones y varios planes simultáneos se tejieron para dar fin al dominio inglés.
Los actos hostiles hacia los invasores fueron frecuentes, aunque tampoco faltaron contactos amistosos entre los jefes británicos y las clases altas de la burguesía colonial.
Se tramaron varios planes para expulsar a los ingleses.
Así dos ingenieros catalanes aconsejaron minar el Fuerte y la Ranchería.
Mientras se realizaban los trabajos para cumplir tal proyecto, que no llegó a concretarse, Juan Martín de Pueyrredón, previo acuerdo con Liniers, reunió en la chacra de Perdriel grupos de vecinos (entre ellos Martín Rodríguez) a los que se unieron algunas milicias.
El encuentro con las fuerzas enemigas se produjo el 19 de agosto; las tropas de Pueyrredón fueron dispersadas, incorporándose los fugitivos a Liniers (imagen) , que marchaba hacia los Corrales de Miserere.
Como hemos visto, desde allí intimó la rendición a los ingleses, pero como éstos no la aceptaron, ordenó que se prosiguiese la marcha llegando al Retiro el día 10 y se apoderaron fácilmente de ese punto.
En el día 11 no se verificaron acciones decisivas.
Como los ingleses habían decidido defenderse en la Plaza Mayor, hacia allí se dirigieron las tropas de Liniers, que avanzaron en columnas por las calles adyacentes para converger todas y efectuar un ataque general protegido por la caballería, que obligó a los ingleses a refugiarse en el Fuerte.
Poco después apareció en éste la bandera de parlamento y posteriormente se rindieron a discreción. Los oficiales quedaron libres bajo palabra, a Beresford le fue devuelta su espada, tomándose las banderas del regimiento 71.
Liniers concedió al enemigo una generosa capitulación en la que se establecía que los prisioneros ingleses debían ser embarcados con sus armas y remitidos a Europa, para ser canjeados por prisioneros españoles.
Esto provocó la indignación popular, por lo que debió anularse el tratado y se internó a los prisioneros, que gozaron de relativa libertad.
El día 11 las tropas realistas ocuparon el Retiro, donde Beresford había colocado una pequeña fuerza.
El mal tiempo favoreció a Liniers: su ejército contó con la ayuda de la población para arrastrar la artillería por los caminos cubiertos de barro, mientras Beresford no pudo movilizar su corta tropa y salir a campaña en busca de una decisión en campo abierto.
La lucha en las estrechas calles, con las azoteas cubiertas de francotiradores hostiles, le resultó fatal
Beresford debió rendirse tras corta pero dura lucha.
Parece ser que Liniers prometió la repatriación del ejército vencido.
Ante la presión de los jefes españoles debió desdecirse y los ingleses fueron internados en el territorio del Virreinato.
Beresford, Pack y otros oficiales quedaron en Luján.
El Cabildo envió a España a Juan Martín de Pueyrredón para explicar al Rey el relato de lo ocurrido, pedirle el envío de tres regimientos y solicitarle que el Cabildo pudiera reclamar a los virreyes si en sus virreinatos faltaban medidas de seguridad.
El pedido de auxilio fue rechazado.
Al regresar Pueyrredón tres años más tarde, fue apresado en Montevideo por orden de Elio, que ejercía las funciones de virrey provisional, pero logró huir.
DESPLAZAMIENTO DE SOBREMONTE.
El. 14 de agosto de 1806 un Cabildo Abierto, alque concurrieron 96 personas, quitó al virrey el mando militar de la dudad de Buenos Aires, entre el regocijo del vecindario y aun de algunas de las autoridades españolas, entre las que Sobremonte carecía de prestigio.
Grupos populares, en los que descollaba Pueyrredón, tuvieron parte importante en aquellas decisiones.
Sobremonte, que se acercaba con tropas desde Córdoba, fue convencido por una comisión enviada al efecto y delegó en Liniers el mando de las fuerzas de la capital, conservando el gobierno en el resto del Virreinato.
La Audiencia asumió la dirección política de Buenos Aires.
Sobremonte pasó a Montevideo.
Teóricamente, Liniers estaba bajo su mando, pero en el sistema colonial se había abierto una sería fisura: el representante del rey en América ya no era el magistrado indiscutido de los siglos pasados.
La retirada de Sobremonte, aunque formaba parte de la estrategia prevista por la Junta de Guerra, fue interpretada como una muestra de cobardía. La población de Buenos Aires no le perdonó su ausencia.
El 14 de agosto, en un Cabildo abierto, reclamó que el mando militar se delegara en Liniers.
Así se hizo, lo cual significó un hecho histórico sin precedentes: por primera vez en la historia de la colonia, la voluntad popular se imponía a la rígida autoridad virreinal.
LAS MILICIAS, FUTURO BRAZO ARMADO DE LA REV0LUCIÓN.
La permanencia de las naves británicas en el Plata hacía temer un nuevo ataque.
Bajo la dirección de Liniers los habitantes de Buenos Aires comenzaron a agruparse en cuerpos armados de acuerdo con lo dispuesto en el Cabildo Abierto del 14 de agosto, cuyo fin era evitar otro desastre similar al de junio.
Se adoptó el criterio de dividir las fuerzas según el ungen de sus integrantes.
La población porteña se vio así encuadrada en unidades militares cuyos jefes eran elegidos por los hombres a quienes mandarían en la lucha. i» esta manera serían, al tiempo que comandantes, voceros de la inquietud general.
No era, desde luego, el sistema de un ejército profesional, sino de milicias populares.
Se dejaba el fusil y los ejercicios para volver a las tareas diarias.
Así surgieron la Legión Patricia (más de 1.300 efectivo) , comandada por Cornelio Saavedra e integrada por nativos de Buenos Aires; el cuerpo de indio., Pardos y Morenos; el de Arríbeños; los Húsares, dirigidos por Pueyrredón, cuerpo formado también por porteños; Cazadores; Gallegos; Andaluces; Catalanes; etc. los que sumados a las escasas fuerzas veteranas reunían más de 8.000 hombres.
Se había armado al pueblo.
Era lo que Sobremonte temía. En 1810 se verían las consecuencias.
Fue difícil reunir armas y equipo. Para lograrlo se trajeron recursos de otros puntos de las colonias (pólvora de Chile, por ejemplo), se aprovechó el material tomado a los ingleses y se recibieron municionas desde el Perú.
Para confeccionar los uniformes, cuyos colores principales eran el azul y el blanco se utilizó el paño capturado en dos naves mercantes inglesas, y aun se adquirieron productos de contrabando a mercaderes británicos.
Al iniciarse el año 1807 Buenos Aires contaba con un ejército entusiasta y numeroso aunque muy deficiente en materia de instrucción.
La misma oficialidad, surgida de la burguesía porteña, desconocía aspectos elementales de la actividad militar.
ACTITUD DEL GOBIERNO INGLES.
El gabinete whig que había reemplazado al gobierno de Pitt, ante el éxito inicial de Beresford y la repercusión del mismo entre los intereses comerciales de la burguesía británica, decidió propagar esa acción a otros puntos del continente.
Pero ya no era la política de Pitt. proclive a fomentar la independencia americana (según lo tratara con Miranda): el móvil era conquistar esas regiones para Inglaterra.
Con esa intención se despacharon naves hacia Chile.
La noticia de la Reconquista obligó a concentrar todas las fuerzas para una nueva empresa en el Plata
EL "DATO" DE MISTER RUSSEL QUE CAMBIÓ LA HISTORIA DE LAS INVASIONES
La flota invasora inglesa se dirigía a Montevideo como objetivo preciso, porque se suponía que la baja profundidad en la costa porteña podría ser difícil maniobrar las naves frente a cualquier ataque.
Resulta que dicha flota cuando se acerca al Río de la Plata, captura una goleta quien iba a bordo un tal Mister Russel, que hacía mas de una década que vivía en Buenos Aires, dedicándose al comercio naval.
Enseguida notaron que el brandy inglés era su debilidad y en pocas horas el escocés Russel bajo el efecto del elixir inglés le asegura que están por cometer un gran error si atacan Montevideo
Un testigo, el oficial inglés Alexander Gillespie, narra la escena en su libro Buenos Aires y el interior.
"La noticia, dada, por Mr. Russel, fue que una gran suma de dinero había llegado a, Buenos Aires desde el interior del país para ser embarcada con rumbo a España [en efecto, habían arribado caudales desde Lima en esos días]; que la ciudad estaba protegida solamente por una poca tropa de línea, cinco compañías de indisciplinados blandengues y canalla popular [es cierto; además, no estaba resguardada con un muro, como el puerto oriental]; y que la festividad de Corpus Christi, que se aproximaba [comenzaba el ,15 de junio y duraba varios días] y atraía la atención de todos,'terminando en una escena de borrachera general y tumulto, sería la crisis más favorable para un ataque contra la ciudad". Quince años de convivencia con los porteños respaldaban los consejos de Russel.
"El 13 de junio ya reunida toda la expedición, se convocó a un consejo de guerra y se resolvió que la tentativa proyectada sobre Montevideo sé dirigirá sobre la misma capital [del Virreinato], Buenos Aires", ..... el resto es historia conocida.
Fuente Consultada: Historia 3 La Nación Argentina (kapelusz) - Wikipedia