Objetivos de la Astrofísica: Historia de su Origen
Objetivos de la Astrofísica Origen
ASTROFÍSICA. Rama de la astronomía que estudia las características físicas de los cuerpos celestes, principalmente su luminosidad, constitución, masa, tamaño y temperatura. Es una ciencia aún joven y su desarrollo depende esencialmente del descubrimiento de nuevos instrumentos de observación.
Se puede decir que la astrofísica nació cuando Galileo comenzó a observar los astros con un telescopio.
Desde entonces ha progresado constantemente, dando los nuevos descubrimientos origen a nuevas observaciones.
Al principio, no contándose con instrumentos adecuados, sólo se podía entrever ese maravilloso mundo celeste, pero con el invento del espectroscopio se pudo investigar la constitución física del Sol, de los planetas y de las estrellas más distantes; resultó posible además, medir las distancias que existen entre los astros y observar sus movimientos.
Empleando el espectroscopio conocemos la constitución química de las atmósferas que envuelven a ciertos cuerpos celestes y de los gases incandescentes de las nebulosas.
Este instrumento separa los colores de que está compuesta una luz dada y los ordena en una banda llamada espectro.
Como ningún elemento químico incandescente tiene el mismo espectro, es posible, gracias al espectroscopio, identificar los elementos que componen un astro.
Se ha comprobado que tanto el Sol como las estrellas constan, en su mayor parte, de los mismos elementos existentes en la Tierra.
Este fenómeno ha sugerido la idea de que posiblemente todo el universo se haya formado por la condensación de alguna materia primitiva que en algún tiempo llenó el espacio.
Desde que se descubrieron los principios del análisis del espectro, la astrofísica ha avanzado a grandes pasos.
Se sabe ahora que las estrellas son soles que se hallan increíblemente distantes de la Tierra, y que están formadas por masas de gas muy caliente.
Aunque parezcan blancas, si se las observa con un aparato especial llamado espectrofotómetro se descubre que son de distintos colores, debido a su naturaleza química y temperatura.
Si ésta es relativamente baja, dominarán los tonos rojizos, y si es elevada, los azulados y los blancos.
El calor que nos envía una estrella es insignificante: sin embargo, con el auxilio de las pilas termoeléctricas y de los bolómetros, instrumentos admirables que resultan verdaderos termómetros, se puede calcular el calor estelar que alcanza a la Tierra; si se averiguan luego las dimensiones, es posible determinar su verdadera temperatura.
La del interior del Sol es de unos 25 millones de grados centígrados.
Algunas estrellas blancas alcanzan una temperatura de 1.000 millones de grados centígrados. Se ha advertido, además, que entre el color de una estrella y su tamaño existe cierta relación.
Los astros más grandes son los de color rojo y anaranjado. La estrella Alfa de la constelación de Hércules es de color rojo y de un diámetro 800 veces mayor que el del Sol.
Durante mucho tiempo los astrónomos desearon conocer la distancia que nos separa de las estrellas.
Hoy existen distintos métodos para determinar ña distancia sideral; el mas importaníe es el llamado paralaje espectroscópico.
Este método se basa en el hecho de que ciertas líneas del espectro de una estrella revelan cuál es su brillo absoluto, o sea, el que podría observarse desde muy cerca.
Si se compara ese brillo absoluto con el brillo relativo que llega a la Tierra, se puede saber qué cantidad de luz se ha perdido en el camino; cuanto mayor sea la diferencia entre el brillo absoluto y el relativo, mayor será, pues, la distancia que nos separa de esa estrella.
El estudio del brillo de un astro nos permite, además, conocer su masa, ya que las estrellas de mayor masa son también las de mayor luminosidad.
Antiguamente se creía que las estrellas se hallaban fijas en el espacio, pero con el tiempo, y después de profundas observaciones, se llegó a la conclusión de que las estrellas se mueven realmente, aunque algunas, de movimiento radial, parezcan inmóviles.
El movimiento radial es el que efectúan sobre su eje, y el movimiento propio es el que resulta perceptible tomando de referencia algún punto en el cielo. Se han comparado los movimientos del Sol con los de las demás estrellas que pueblan el firmamento y se ha llegado a comprobar que son idénticos.
Un notable descubrimiento fue realizado en 1913: al aumentar la edad de las estrellas aumenta su velocidad, siendo probable que en el Sol se repita el mismo proceso.
Enciclopedia Ilustrada CUMBRE Editorial CUMBRE S.A. Tomo 5 Entrada La Astrofísica