Películas Argentinas Nominadas al Oscar:Actores, Director y Argumento
Películas Argentinas Nominadas al Oscar:Actores, Director y Argumento
LISTA DE PELICULAS ARGENTINAS:
1-1974: Película Argentina: La Tregua
2-1984:Película Argentina: Camila
3-1985: Película Argentina: La Historia Oficial
4-1998:Película Argentina: Tango
5-2001:Película Argentina: El Hijo de la Novia
6-2009:Película Argentina: El Secreto de tus Ojos
DESCRIPCIÓN DE CADA PELICULAS Y SUS CARTELERAS ORIGINALES
1-LA TREGUA
Sintesis: Un momento decisivo en la vida de Martín Santomé: la posibilidad de su jubilación y la preocupación de cómo usar su futuro tiempo libre.
Descubre que está enamorado de una compañera de trabajo mucho menor. Ambos forman pareja y cuando son felices, ella muere.
La "tregua" del título es una concesión del destino cruel, un recreo para luego volver a lo mismo.
Género: Drama
Producción: Tita Tamames / Rosa Zemborain Producciones Cinematográficas
Productor: Tita Tamanes / Rosa Zemborain
Dirección: Sergio Renán
Asistencia de Dirección: Carlos Galettini
Guión: Aida Bortnik / Sergio Renán (sobre la novela homónima de Mario Benedetti)
Fotografía: Juan Carlos Desanzo
Cámara: Carmelo Lobótrico
Escenografía: Tita Tamames / Rosa Zemborain
Vestuario: Tita Tamames / Rosa Zemborain
Música: Julián Plaza
Montaje: Oscar Souto
Sonido: Aníbal Líbenson
Distribuidora: Transocean
Duración original: 108 min.
Fecha y Sala de estreno: 01/08/1974, Alfa
Intérpretes:
Héctor Alterio / Luis Brandoni / Ana María Picchio / Marilina Ross / Aldo Barbero / Juan José Camero / Carlos Carella / Antonio Gasalla / Cipe Lincovsky / Oscar Martínez / Lautaro Murúa / Luis Politti
2-CAMILA
Sintesis: Es la historia de una joven de familia aristocrática llamada Camila O´Gorman y su trágico final, fusilada junto con su amante y compañero, Ladislao Gutiérrez, un cura que dejó los hábitos y se fugó de Buenos Aires junto a ella en diciembre de 1847.
Instalados en Corrientes, donde gozaban del aprecio de la población, fueron reconocidos, apresados y finalmente fusilados el 18 de agosto de 1848, por orden de Juan Manuel de Rosas, en cumplimiento de las leyes vigentes en aquel entonces.
En el momento del fusilamiento ella estaba embarazada.
La muerte de ambos fue mucho más que un hecho en sí mismo, la oposición se burlaba de Rosas y del escándalo que suponía la fuga; la Iglesia ejercía presión y los defensores del gobierno lo instaban a tener mano dura.
Por ese motivo es que la película Camila es mucho más valiosa, es una crítica que excede a un período o a un gobierno, es más bien una denuncia a la intolerancia y a los manejos políticos de todos los grupos de poder, donde las víctimas terminan siendo dos jóvenes apasionados.
CAMILA:
Fecha de estreno: 17 de mayo de 1984
Duración: 105 minutos
Dirección: María Luisa Bemberg
Guión: María Luisa Bemberg, Beda Docampo Feijóo, Juan Bautista Stagnaro
Fotografía: Fernanda Rivas
Montaje: Luis César D´Angiolillo
Música: Luis María Serra
Intérpretes: Susú Pecoraro, Imanol Arias, Héctor Alterio, Elena Tasisto, Mona Maris, Juan Leyrado, Boris Rubaja, Carlos Muñoz, Héctor Pellegrini, Claudio Gallardou, Zelmar Gueñol, Jorge Hacker.
3-LA HISTORIA OFICIAL
Sinopsis: Una profesora (Norma Aleandro) toma conciencia de lo ocurrido unos años atrás durante la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.
El regreso de una amiga exiliada (Chunchuna Villafañe), el descubrimiento de los turbios manejos de su esposo (Héctor Alterio) y la aparición de una Abuela de Plaza de Mayo (Chela Ruiz) son una bisagra en su vida, que la llevan a tomar conciencia política y a descubrir que su hija (Analía Castro) puede ser en realidad hija de desaparecidos.
LA HISTORIA OFICIAL
Género: Drama
Director: Luis Puenzo
Intérprete/s: Chunchuna Villafañe , Héctor Alterio , Norma Aleandro
Guión Luis Puenzo/ Aida Bortnik
Fotografía Félix Monti
Música Atilio Stampone
Productora Historias Cinematograficas Cinemania/Progress Communications
Premios Ganadora del Oscar a la mejor película extranjera/ Cóndor de Plata/Berlin International Film Festival/Cannes Film Festival/Cartagena Film Festival/David di Donatello Awards y varios más
4-TANGO
Sinopsis: Mario es un cuarentón, profesional del espectáculo, sumido en una honda crisis personal.
El abandono de su mujer procura olvidarlo metiéndose de lleno en el rodaje de una película sobre el tango. Mientras busca gente para el reparto y los números musicales, conoce a Elena, una hermosa bailarina de enorme talento.
La pega es que ella es amante de Ángelo Larroca, propietario de un cabaret y personaje involucrado en negocios dudosos.
TANGO:
Año de producción: 1998
País: España
Dirección: Carlos Saura
Intérpretes: Miguel Ángel Solá, Cecilia Narova, Mía Maestro, Sandra Ballesteros, Julio Bocca, Juan Luis Galiardo, Juan Carlos Copes
Guión: Carlos Saura
Música: Lalo Schifrin
Fotografía: Vittorio Storaro
Duración: 115 min.
5-EL HIJO DE LA NOVIA
Sinopsis: Rafael Belvedere es dueño de un restaurante y está agobiado por la rutina.
Está separado y no le dedica tiempo ni a su hija ni a su novia ni a su madre, que padece Mal de Alzheimer.
Pero la decisión de su padre de casarse por Iglesia con su madre, junto con la aparición de un amigo de la infancia, le hará replantearse su vida.
EL HIJO DE LA NOVIA
Dirección: Juan José Campanella.
Año: 2001.
Duración: 124 min.
Interpretación: Ricardo Darín (Rafael Balverde), Héctor Alterio (Nino Balverde), Norma Aleandro (Norma Balverde), Eduardo Blanco (Juan Carlos), Natalia Verbeke (Naty), Gimena Nóbile (Vicky), David Masajnik (Nacho), Claudia Fontán (Sandra), Atilio Pozzobón (Francesco), Salo Pasik (Daniel), Humberto Serrano (Padre Mario), Fabián Arenillas (Sciacalli).
Guión: Juan José Campanella y Fernando Castets.
Producción general: Adrián Suar.
Música: Ángel Illaramendi.
Fotografía: Daniel Shulman.
Montaje: Camilo Antolini.
Dirección artística: Mercedes Alfonsín.
Vestuario: Cecilia Monti.
Decorados: Pablo Racioppi.
6-EL SECRETO DE TUS OJOS
Benjamín Espósito acaba de jubilarse después de trabajar toda una vida como empleado en un Juzgado Penal.
Para ocupar su tiempo libre decide escribir una novela, basada en una historia real de la que ha sido testigo y protagonista.
La novela que escribe es, en apariencia, la historia de un asesinato ocurrido en Buenos Aires en 1974, y de la investigación para hallar al culpable.
Pero una vez abierta la puerta de ese pasado al propio Espósito se le volverá imposible cerrarla.
Primero, porque la turbulenta Argentina de entonces se cuela en la vida de los personajes, con su carga de violencia y de muerte.
Y, sobre todo porque aunque Espósito suponga que la historia que teje habla únicamente del pasado, su búsqueda ilumina de un modo descarnado su propia vida y su presente, y lo pone de frente con un dilema de amor que lo obsesiona desde hace demasiado tiempo.
Reconstruir el pasado lo conducirá a bucear en sus propios sentimientos, sus propias conductas y decisiones.
Y hallar la verdad terminará por convertirse no en un objetivo literario, sino en la llave que le permita abrir la puerta para vivir el resto de su vida.
EL SECRETO DE SUS OJOS
ACTORES: Guillermo Francella, Soledad Villamil, Ricardo Darín .
ACTORES SECUNDARIOS: Pablo Rago, José Luis Gioia, Francisco Javier Godino.
DIRECTOR: Juan José Campanella .
GUION: Eduardo Sacheri, Juan José Campanella .
MÚSICA: Federico Jusid.
PRODUCTOR: Juan José Campanella , Axel Kuschevatzky.
GENERO: Suspenso, Policial.
DURACION: 128 Minutos
HISTORIA DEL CINE:
Los hermanos Lumiere inventaron el cine en 1895. Pero lo que en principio fue una curiosidad, casi una diversión de feria, se transformó con el Siglo XX en uno de los mayores vehículos de difusión de ideas, sentimientos, emociones, pesadillas y testimonios; también de belleza.
Fue mudo hasta 1929, cuando se rodó El cantor de jazz. Pero en esa primera etapa Charles Spencer Chaplin (foto, con Jackie Coogan, en El pibe; la computación unió a Carlitos con a uno de sus sucesores, Woody Allen) le confirió adultez, y Serghei Eisenstein perfeccionó el montaje, es decir, un lenguaje* diferente de los existentes; de ellos aprendieron los grandes qué hoy nos conmueven y asombran.
Arte insustituible, el cine los compendia a todos, pintura, música, teatro, ballet, literatura.
Público y a la vez intimista, toda vez que sólo se lo disfruta -o se lo sufre- en una sala a oscuras, creó prototipos perdurables e instaló para siempre imágenes en la cultura colectiva.
"La Historia Oficial", ganadora del Oscar, veos a la actriz Norma Aleandro junto a Luis Puenzo director, en el momento cumbre
El cine, que se inició casi como una atracción de feria, como algo menor, fue con el correr del siglo ocupando un lugar entre las artes mayores.
A lo largo de su historia se fue poblando de grandes obras que lo convirtieron en la expresión cultural por excelencia del siglo XX.
Desde sus orígenes marcó hitos y abrió nuevos caminos, inventándose a si mismo y encontrando su propia narrativa y su propia identidad de relato gracias a grandes autores que realizaron grandes películas.
En el cine mudo, con David W. Griffith que inventó la gramática cinematográfica en clásicos como El nacimiento de una nación e Intolerancia. Con Luis Buñel y Dalí, que propusieron el cine como el vehículo ideal para el surrealismo en El perro andaluz y La edad de oro.
Con los expresionistas alemanes, que plasmaron hitos como Metrópolis de Fritz Lang o Nosferatu de Murnau. Con Abel Gance, que llevó el cine al terreno de la épica y el gran espectáculo con su colosal Napoleón.
En los años '30, en los albores del cine sonoro, Jean Renoir produce sus dos obras maestras La gran ilusión y Las reglas del juego.
Mientras en Estados Unidos, John Ford lleva el western a alturas inimaginables con La diligencia, y Howard Hawks crea el arquetipo del antihéroe contemporáneo en Scarface.
En 1941, El Ciudadano, una opera prima de un joven de 25 años llamado Orson Wells, se establece como la obra máxima del cine, con nuevos parámetros que destierran para siempre los límites de ambición, complejidad y hondura en el relato cinematográfico.
A lo largo de su historia, el cine atravesó grandes momentos de efervescencia creativa.
Uno de los más apasionantes fue a finales de los '50 y comienzos de los '60 cuando, en forma independiente, una nueva generación de cineastas comenzó a crear un nuevo cine en varios países europeos, en América Latina y en los Estados Unidos.
Replantearon el rol casi de arte menor del cine respecto al teatro y a la literatura y lo convirtieron en el arte mayor de nuestro siglo.
El cine nos ayudó a entendernos y a entender.
Dotó nuestro imaginario de héroes y arquetipos. Nos reveló la existencia de otras culturas, de otras formas de vivir. Las películas nos sirven de referencia, nos brindan códigos comunes.
Las imágenes del cine pueblan nuestra memoria como si formara parte de nuestra experiencia, confundiéndose con ella.
El siglo XXI comienza anunciando una gran revolución tecnológica en el cine. Habrá reformulaciones en el soporte y en los modos de exhibir.
Pero mucho más allá de su formato, las películas van a seguir cumpliendo con su misión de contarnos historias, nutrirnos de fantasías, sumergirnos en obsesiones, sentir como propias problemáticas que creíamos ajenas, vernos reflejados en los sueños de otros.
Mientras existen buenos films que nos provoquen reflexiones, nos ayuden a entendernos, o simplemente nos entretengan, el cine va a seguir formando parte de nuestras vidas.
Fuente: Marcelo Piñeyro dirigió Tango Feroz y Caballos Salvajes.
HISTORIA DE LOS PRIMEROS CINES EN ARGENTINA
Los primeros kinetoscopios funcionaron en el área céntrica de la ciudad de Bs.As., en locales sobre las calles Florida (el salón Florida o Novedades, donde estuvo el teatro Nacional y más tarde las confiterías El Águila, primero, y L'Aiglon, después), Suipacha y Paseo de Julio (luego, Leandro N. Alem). Pero el kinetoscopio no era el cine.
Durante muchos años se sostuvo que la primera función de cine propiamente dicho, El cinematógrafo Lumiére, había tenido lugar en el teatro Odeón de la calle Esmeralda, el 18 de julio de 1896, sólo seis meses después de su presentación en París, el 28 de diciembre de 1895.
Investigadores de la Cinemateca Argentina (Historia de los primeros años del cine en la Argentina, 1895-1910) establecieron recientemente que hubo cine -no de Lumiére sino de la competencia británica, la Escuela de Brighton- antes, aunque también en julio, el lunes 6, en un salón de Florida 344.
Aunque no se denominaba cinematógrafo sino vivomatógrafo, eran imágenes proyectadas sobre una tela y en movimiento, condiciones indispensables del cine.
Su responsable fue Enrique de Mayrena.
Los primeros tiempos del cine son testigos de funciones que alternaban el teatro con las proyecciones.
Pronto, los actos en vivo pasaron al segundo plano, desplazados por las vistas cinematográficas.
El primer sitio edificado para sala de cine, en 1900, fue el Cinematógrafo Nacional -más tarde Salón Nacional-, situado en Maipú 467, 471 y 479, entre Corrientes y Lavalle. Fue edificado por Gregorio Ortuño, comerciante de artículos fotográficos, y explotado por la sociedad de Puppo y Ángel Rodríguez Melgarejo.
La palabra biógrafo, con la sugerencia de vida en imágenes, ganó prestigio y se difundió pronto.
Según Julio Quesada, era una "sala modesta, con un galpón de paredes lisas, lavadas a cal".
El Nacional se mudó en 1906 a Corrientes 840-848 (al lado del actual cine Opera), donde luego estuvo el teatroPorteño y ahora la decaída Galería Porteño.
Esta fue la primera sala de cine con palcos laterales.
En 1900, funcionaba asimismo un cine, local sin palcos como el citado Nacional, en Rivadavia, entre Carlos Pellegrini (Artes, entonces) y Cerrito.
Según Julio Quesada, fue el segundo construido al efecto en Buenos Aires, cinco meses después del Nacional, y su responsable era un joven Villanueva, hijo de un socio de la firma, entonces extinguida, Villanueva, Leguineche y Cía.
El tercero abrió el 23 de octubre de 1900 en el salón Florida, ex Palacio Novedades. Según parece, exhibió vistas coloreadas.
Pronto se sumaron otros teatros y salones en el primer auge de las películas: el teatro Casino y el Pabellón Argentino.
El salón Florida estrenó los pocos minutos animados que registran la llegada a Buenos Aires, en octubre de 1900, del elegido presidente del Brasil, doctor Manuel Campos Salles.
También se pasaron películas al final del viejo siglo en un parque de entretenimientos de plaza Flores, en las terrazas del teatro Casino, en el Pabellón Argentino de la Exposición de París de 1889 reconstruido en Retiro y en el Prado Español de la Recoleta.
El público apreciaba películas cortas de cualquier origen, mayormente norteamericanas, aunque no faltaban las variedades locales con actualidades animadas en calles de Buenos Aires que tomaban Eugenio Py, para la casa Enrique Lepage y Cia. (Bolívar 375), el independiente Eugenio Cardini y hasta un camarógrafo que asistió a dos intervenciones quirúrgicas practicadas por el doctor Alejandro Posadas en el patio del Hospital de Clínicas para que hubiera mejor luz aunque no demasiada asepsia.
La salida nocturna del verano al aire libre, sentados a la mesa con refrescos y viendo películas, fue una costumbre porteña hasta bien entrada la década de 1910.
Algún lector puede aún recordar a sus abuelos hablar del cine-bar.
Este programa también podía hacerse en invierno, al lado de la mesa servida y bajo techo, por ejemplo en el café España, en la calle Artes (hoy Carlos Pellegrini), a partir de 1902.
Las primeras imágenes de la ciudad habían sido registradas por Federico Figner en su paso por Buenos Aires: la Avenida de Mayo y los bosques de Palermo.
En sus memorias, editadas en el Brasil, cuenta Figner que, muy prematuramente, en marzo o abril de 1896, el payaso Frank Brown había proyectado películas cinematográficas en su circo, emplazado en esa fecha en Rosario.
No hay otros testimonios, todavía.
Después de Figner, Eugenio Py, el empleado de la casa Lepage, caminó una cuadra con la cámara en la mano buscando un objeto que tuviera movimiento y que expresara a la Argentina: la marca registrada del cine y de la patria que lo producía.
Halló la Bandera Argentina, en el mástil de la Plaza de Mayo, y la registró en unos metros de celuloide.
Sólo queda la memoria de aquel acto, no el resultado.
• ►ALGO MAS...
Los argentinos iban al cine para aprender a ser argentinos.
El cine era el espacio de ilusión para la clase media.
En la oscuridad de la sala se auscultaban modales, conductas sociales, modos de vestir y peinarse; se autorizaban comportamientos familiares y se ensayaba la educación de los hijos.
En las películas, los modos de ser estaban codificados y se fijaban en la memoria del público, que descubría fórmulas del habla social y amaneramientos del gesto y la palabra y los repetía en la vida diaria.
Más allá de esa ilusión y de la fantasía, la suerte de haber contado con un cine extranjero subtitulado contribuyó a alfabetizar a los espectadores jóvenes y hasta dio agilidad a la lectura de los chicos, que competían consigo mismos para leer de un saque las dos líneas del diálogo.
No importaba la extracción social ni el origen patricio o inmigratorio.
En el cine se aprendía a ser y a tratar a los demás.
No tuvimos una política definida sobre la orientación de la pantalla, como en los países fascistas; sin embargo, las apetencias populares y el seguimiento de un género, de un actor o de un tema forzaron lo necesario a los productores.
El espectador llegó a creer que las películas se hacían pensando en él.
Tanta era la coincidencia.
En el interior del país, los públicos del inicio del sonoro soñaban con una mitología popular desplegada en una noche porteña de cabarets y peringundines, como en las películas.
Buenos Aires era la ilusión más apetecible, con sus rubias disputadas, los tangueros empedernidos y las flacas como espigas de armiño y lame. Aunque nada de eso fuera cierto, la llegada del viajero a la ciudad verdadera nunca desencantaba.
Las películas más amadas fueron las que edificaron la memoria de los argentinos. La que más lo logró fue Así es la vida (1939, de Francisco Mugica).
Empezaba en el patio, como si fuera el conventillo del saínete: allí convivían el porteño, el italiano y el gallego; el buen padre y el pariente tilingo y descocado; el apolítico y el soñador de utopías; se cumplía el mandato de la hija que quedaba para vestir santos, mientras las otras se casaban con un buen partido para seguir edificando la clase media.
La historia pasaba del patio al comedor y a la sala, avances que el saínete no se permitía.
La película se adelantaba sobre los géneros —del saínete a la comedia familiar burguesa— y los sentaba a todos, sin prejuicios, a la mesa familiar (esa mesa que había que achicar y agrandar), para contarnos lo suyo, que coincidía con lo nuestro (en la platea) y para volver consciente la necesaria memoria del universo propio que la película había construido durante una hora y media y que ya nos pertenecía.
A la mesa de Así es la vida se sentaban todos los argentinos.
Fuente Consultada:
El Diario Intimo de un País - 100 años de vida cotidiana - La Nación
Gente Testigo del del Siglo Los Personajes y hechos que hicieron historia Tomo 3 Luz, cámara,...acción
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Enlace Externo:• INCAA Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales