La Piedra del Sol del Calendario Azteca,Sus Características
La Piedra del Sol del Calendario Azteca Características
Al contemplar en el modernísimo Museo de Antropología de la ciudad de México la Piedra del Sol, esta reliquia maravillosa, compendio de la astronomía indígena vinculada con temas premonitorios de la suerte corrida, luego, por los aztecas y los mayas, una especie de rara emoción embarga al observador.
Se trata de un enorme bloque basáltico completamente tallado, escultura sobre roca volcánica, color verdinegro, que pesa 24.000 kilogramos.
El disco, de tamaño descomunal, cuyo diámetro supera los tres metros y medio, estuvo "policromado con colores afines a su simbolismo".
En este gran monumento de piedra está tallado los conocimientos astronómicos de la civilización azteca.
Para tener idea de su magnitud, en 1964 se empleó casi un mes de tiempo para transportar este monolito hasta el Museo Nacional de Antropología.
Así lo aseguran los técnicos, basándose en restos de pintura, que se hallaron en los bordes de algunos relieves.
El antropólogo mexicano Carlos Navarrete hizo un detallado análisis sobre "la Piedra del Sol", publicado en 1968.
Señaló en él que todos los elementos que aparecen en el disco, giran en bandas alrededor del centro, donde se encuentra la cara del Sol, llamado Tonatiuh.
Este presenta la boca abierta y entresaca la lengua para irradiar su fuego, que es la luz.
A ambos lados de esa cara pueden verse unas extrañas deidades que aprisionan entre sus garras corazones humanos, ya que el dios solar es un águila que se alimenta con esa sangre.
La valiosísima escultura fue descubierta, en la Plaza Mayor de México, el 17 de diciembre de 1790.
Y, tras quedar depositada en la Catedral, fue trasladada en 1885 al Museo Nacional.
De allí, en 1964, pasó al Museo Antropológico, donde se encuentra actualmente.
Según los aztecas, nuestra era fue precedida por otras, imperfectas, que diversos cataclismos destruyeron.
Esas edades están representadas por cuatro soles complementarios:
el Sol Tigre (que devoró a los primeros pobladores, de talla gigantesca), el Sol del Aire (cuyos grandes huracanes barrieron los campos y destruyeron las cosechas), el Sol de la Lluvia de Fuego (de origen volcánico) y el Sol del Agua (tiempo en el cual, tras derrumbarse el cielo, sobrevinieron grandes inundaciones).
Después comenzó la época del quinto Sol, que es la del mundo en que vivimos.
Y este mundo se divide en años y esos años en dieciocho meses de veinte días que, sumados a otros cinco complementarios, hacen un total de 365.
Otras franjas, en jade y en turquesa, diferentes por su color verde al del basalto, completan el calendario.
Y todo simboliza un viaje que el rey de los astros efectúa a través del cielo donde, cada mañana, debe entablar un combate con la Luna y las estrellas para poder elevarse, como un águila, y dar luz y calor a la humanidad.
Los pueblos precolombinos de México determinaron la duración de año con tal grado de exactitud como pudo hacerlo el papa Gregorio XIII cuando muchos siglos después, reformó el calendario cristiano.
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1978: UN IMPORTANTE DESCUBRIMIENTO:
EL HALLAZGO DE UNA MISTERIOSA DIOSA AZTECA
Una mañana de febrero de 1978, varios obreros de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza hallábanse excavando en una esquina céntrica de la ciudad de México.
De pronto, uno de ellos sintió que su piqueta golpeaba contra algo duro. Siguió excavando, porque aquello era más grande de lo que suponía.
Poco a poco, y ahora ayudado por sus compañeros, descubrió, a dos metros de profundidad, la parte superior de una gran piedra circular tallada.
Lo que no imaginaba el obrero era que aquella mañana había descubierto la representación de una fascinante diosa de la mitología azteca.
Informado el Instituto Nacional de Antropología e Historia, concurrieron los arqueólogos y al contemplar la piedra circular descubierta comprendieron su extraordinaria importancia.
De inmediato se iniciaron los trabajos arqueológicos necesarios y a los pocos días, como un mensaje del pasado, emergió la figura de Coyolxauhqui.
Ahora bien, ¿Quién era Coyolxauhqui?
El hallazgo dio origen a controversias entre los entendidos.
La mayoría de los investigadores se inclinó por afirmar que se trataba de la diosa de la Luna, cuyo nombre quiere decir: la que se adorna la cara con cascabeles, porque dichos cascabeles aparecen en el rostro de la talla encontrada.
En la mitología azteca, Coyolxauhqui era la diosa lunar, hija de Coatlicue, divinidad de la Tierra y de la Muerte.
Los arqueólogos han destacado la belleza de la gran piedra descubierta.
Los artistas indígenas que la trabajaron destacaron en relieve los brazaletes, las serpientes de dos cabezas, las sandalias y los mascarones que porta la diosa.
Indudablemente, esta obra de arte azteca es un mudo mensaje del pasado que intriga al hombre de hoy, porque para nosotros esa piedra colosal que nos asombra revela el elevado sentido artístico de aquel mundo mágico que todavía debemos interpretar.
Fuente Consultada:
Dimension 2007 Edit. Kapelusz 7°Grado
Ciencia Joven Tomo V Diccionario Enciclopédico Edit. Cuántica
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