El Acrópolis de Atenas: Ubicación, Monumentos y Función Social en Grecia
El Acrópolis de Atenas: Ubicación -Monumentos y Función Social
EL ACRÓPOLIS DE ATENAS
Dominando Atenas, la Acrópolis o «ciudad alta», evolucionó al mismo tiempo que la historia de la ciudad.
En el período arcaico era la sede del poder y el lugar de residencia de los reyes y los tíranos. Varios templos, que serían destruidos por los persas a principios del s. v, se levantaron entonces en su interior.
A raíz de la mencionada destrucción, la vida política pasaría a desarrollarse en el agora, mientras que la Acrópolis se convertía en un centro exclusivamente religioso.
Protegida en lo sucesivo por altas murallas, fue embellecida constantemente durante 50 años.
En julio se desarrollaban en su recinto las panateneas, fiestas de Atenea, diosa protectora de la ciudad.
Después de los concursos gimnásticos, los sacerdotes y representantes de la ciudad se dirigían procesionalmente a la estatua de la diosa.
Las fiestas terminaban con sacrificios masivos, distribuyéndose la carne de los animales sacrificados por toda la ciudad.
Acrópolis: Meseta rocosa de 300 m de longitud y 150 de anchura, domina desde aproximadamente unos 80 m. la llanura ática. Se trata de un lugar de fácil defensa y, ya en el 1400 a. C., fue fortificado por los reyes micénicos
La prosperidad económica y la democracia están en el origen del florecimiento de Atenas en el s.V.
El estratega Pericles contribuye, con sus reformas, a hacer de ella un modelo de ciudad organizada por sus propios ciudadanos.
Al mismo tiempo, se entrega al desarrollo de la prosperidad de la sociedad civil y de su poderío imperial (la dota de una excepcional flota).
• ►Pericles: la Edad de Oro:
Según parece, algunas de las reformas y la política de grandes construcciones de Pericles, así como su afán colonizador, tuvieron como objetivo luchar contra el pauperismo.
Pero no por ello dejó de contribuir a elevar el prestigio intelectual y artístico de Atenas, que se convirtió, en su época, en «la escuela de Grecia».
En efecto, diseñó por sí mismo los planos del Partenón, pidiéndole a Fidias que supervisase la edificación de todos los monumentos de la Acrópolis, junto a los mejores arquitectos y escultores.
Animó el teatro, que pasó a ser gratuito, y favoreció el desarrollo de la filosofía y de la historia.
Pero democracia y esplendor tienen también sus reversos: Atenas financió en gran parte sus gastos sociales, sus grandes trabajos y sus expediciones, con los tributos detraídos a las ciudades súbditas o aliadas, así como con la malversación del tesoro de la Liga de Délos.
70.000 metecos y 200.000 esclavos sometidos a una ruda explotación permanecían privados de derechos políticos.
Y finalmente, según Tucídides, la época se caracterizó más por el gobierno de uno solo que por el gobierno del pueblo.
• ►La Acrópolis:
Si Atenas fue, en la época clásica, una ciudad extraordinariamente animada, se debe sobre todo a la vitalidad y al dinamismo creador de sus habitantes.
La Acrópolis dejó de ser una fortaleza, pero conservó la condición de centro religioso de la ciudad.
Los edificios de su interior son cada vez más espléndidos, pero menos frecuentados que antaño.
El culto a la ciudad misma reemplaza por todas partes al culto a los dioses.
Basta con contemplar el friso jónico de las panateneas, en el frontón del Partenon, donde se muestra exultante el orgullo del pueblo ateniense mucho más que su devoción.
La construcción del Partenón, dedicado a Atenea, duró 9 años, del 447 al 438 a. C.
Transformado en depósito de pólvora por los turcos, explotó en 1687.
Temístocles hizo construir al norte y al oeste una muralla de 4 m de espesor y 5 de altura, coronada por un parapeto de 2,80 m.
Estatua de Atenea Promachos, de 10 m de altura.
Su lanza y el brillante penacho de su casco servía de punto de referencia a los marinos.
Algunas jóvenes tejían en su interior el peplo, vestidura sagrada ofrecida cada año a Atenea en el último día de las panateneas
El Edificio "central de los Propileos, construido por Mnesicles entre el 437 y el 432
La construcción del Partenón. dedicado a Atenea, duró 9 años, del 447 al 438 a. C. Transformado en depósito de pólvora por los turcos, explotó en 1687.
Temístocles hizo construir al norte y al oeste una muralla de 4 m de espesor y 5 de altura, coronada por un parapeto de 2,80 m.
Estatua de Atenea Promachos, de 10 m de altura. Su lanza y el brillante penacho de su casco servía de punto de referencia a los marino.
Algunas jóvenes tejían en su interior el peplo, vestidura sagrada ofrecida cada año a Atenea en el último día de las panateneas
El Edificio "central de los Propileos, construido por Mnesicles entre el 437 y el 432.
LAS OBRAS Y MONUMENTOS:
El incendio provocado por los persas en el -480 ha destrozado la Aerópolis arcaica, sus templos y sus estatuas.
Pericles impulsa entonces la obra de construcción, la tarea de erigir en honor de Atenea un conjunto de monumentos dignos de su nuevo poderío.
Bajo la dirección del escultor Fidias, los trabajos prosiguen durante veinte años.
Sobre 3 ha de la llanura sagrada se concentra todo el lujo, todo el esplendor de la ciudad de Atenas.
La procesión ha bordeado la base del baluarte, en donde a fin del siglo -V se levantará el templo de Atenea Nike (victoriosa).
La multitud franquea el umbral del santuario por un vestíbulo monumental, los propileos, y desemboca en la llanura.
A la izquierda de la Vía sacra se levanta imponente la efigie de Atenea Promacos (que combate en primera fila), de ocho metros de altura, obra de Fidias.
Con su brillante casco, apoyada sobre su lanza, la diosa descansa en actitud vigilante.
Un poco más lejos está el lugar digno de veneración, porque según la leyenda allí, Atenea y Poseidón se habían disputado la posesión del Ática.
Se ve el manantial que el dios había hecho surgir por un golpe de su tridente, y también el brote del primer olivo, plantado, dicen, por la diosa, que había obtenido la victoria, y la antigua estatua de Atenea, tallada en un trozo de madera de olivo, que recibirá el "Peplos".
Para conservar estas reliquias, la ciudad ha edificado en el último cuarto del siglo -V un templo de plano complicado y estilo jónico: el Erecteión.
Los fieles ahora rodean al altar donde los sacrificadores inmolan centenares de ovejas y terneros.
Delante de ellos se levanta orgulloso en la Acrópolis el gran templo que en el siglo -IV se llamará el Partenón.
PARA SABER MAS...
Pericles, general y señor con poderes dictatoriales sobre Atenas, desde 461 a. de J.C. hizo construir sobre la ciudadela de la Acrópolis las edificaciones de la época clásica de Grecia, cuyos imponentes restos aún podemos admirar hoy día.
En 448 a. de J.C. se fundó una comisión constructora de la que formaban parte arquitectos, escultores —entre ellos Fidias— y pintores.
El tesoro federal de los estados helénicos se abrió también —contra la resistencia inicial de los aliados de Atenas—para la financiación del proyecto, que en total debió costar unos 1700 millones de pesetas.
En primer lugar se construyó el Partenón, templo principal de Atenas.
Ictinios proyectó los planos, Calicrates dirigió la construcción, la decoración plástica surgió en el taller de Fidias según bocetos del maestro.
Sobre un gran basamento rectangular, cuya superficie en el borde superior medía 70X30 metros, se levantaban 46 estatuas de estilo dórico de más de 10 m de alto.
Los frisos labrados y esculturas, en los frontales, figuraban entre las más grandes obras arquitectónicas del mundo.
Remataba la obra un techo de madera artesonado y policromado sobre las paredes pintadas de rojo oscuro de la sala interior.
En el centro del templo se encontraba la estatua de la diosa Atenea Pártenos esculpida por el propio Fidias, de 13 m de altura, en oro y marfil.
Las planchas de oro de 7,5mm. de espesor que cubrían la gran estatua podían separarse del gran núcleo para comprobaciones ulteriores de la exactitud de su peso, lo que efectivamente se realizó en el año 433 a. de J.C., cuando Fidias fue acusado de haberse apropiado indebidamente de parte del oro destinado a la estatua.
En el siglo V se convirtió el Partenón en iglesia cristiana. Los turcos en 1456 hicieron de ella una mezquita, colocando a su lado un esbelto minarete.
Cuando fueron sitiados por los venecianos al mando del conde Kónigsmarck, llevaron a la mezquita del Partenón sus reservas de pólvora y a todas las personas importantes, esperando que los sitiadores no se atrevieran a atacar el templo.
Pero sí lo hicieron.
"Un teniente luneburgués enojado llegó a lanzar bombas sobre el templo", reza una antigua crónica.
La explosión de la pólvora lo destruyó en su mayor parte. Cuantos trabajos de restauración se llevaron a cabo posteriormente (los más importantes fueron obra de Leo von Klenze en el año 1834 por orden de Luis I de Baviera) poco pudieron contrarrestar las destrucciones del año 1687.
LA POLÍTICA DE PERICLES:
Si la Acrópolis se convertía en centro de las más altas realizaciones del ingenio humano, en el asentamiento de los templos más bellos, más ricos y más armoniosos, la democracia hallaría su símbolo y el imperio su corazón.
Con este fin Pericles elaboró, de acuerdo con sus arquitectos, un plan arquitectónico y urbanístico gigantesco.
Proyectaba la reconstrucción del gran templo de Atenea, la remodelación a mayor escala del acceso a la Acrópolis (los Propileos) y un audaz y nuevo auditorio musical (el Odeón), además de una serie de construcciones menores pero todas importantes.
El dinero necesario para tan ambiciosa empresa (que era mucho, como es de suponer) se sacaría de las contribuciones de guerra que los aliados proporcionaban a cambio de estar protegidos de los persas por los atenienes.
El gasto sería grande, pero daría trabajo a todos los ciudadanos atenienses, miles de los cuales se emplearían en el colosal programa.
En resumidas cuentas, la marina mantendría el imperio, el cual iba a suministrar el dinero para los templos; y ese dinero permitiría una política de pleno empleo para los trabajadores atenienses, lo que a su vez contribuiría a la prosperidad general.
El único defecto del plan era que obligaba a los aliados a trabajar para la gloria e intereses de Atenas.
Y sobre este punto se encendió una áspera controversia en la Asamblea, pues a muchos de sus componentes les parecía inmoral y ultrajante para los aliados "que sus aportaciones, sacadas a la fuerza a causa de la guerra contra Persia, sean utilizadas por los atenienses para adornar y revestir su ciudad.
Aunque los templos proyectados no costaban mil talentos, suma enorme que equivaldría, aproximadamente, a treinta mil kilos de oro, se trataba de la empresa arquitectónica más grande jamás realizada en Grecia.
Para llevarla a cabo era necesaria la colaboración de grandes y especializados artistas, que Pericles encontró en Fidias, Ictinos, Calícrates y Mnesicles.
El primero era hijo de un pintor, iniciado por el padre en el trabajo del pincel, pero que el hijo pronto cambió por el cincel y con el que se ganó una fama que no tuvo igual hasta los tiempos de Miguel Ángel.
Era un perfeccionista que veía las cosas a lo grande, sin olvidar, sin embargo, la armonía.
Sus obras tenían una característica e incomparable apariencia de serenidad que reflejaba muy bien el carácter de quien se las encargó (parece ser, en efecto, que únicamente perdía la calma cuando alguien hacía alusión a su cabeza en forma de pera, tormento estético de este hombre tan equilibrado).
Pericles confió a Fidias la supervisión de los trabajos y la coordinación de cada uno de los programas, encargándole además la realización personal de gran parte de las esculturas.
Ictinos y Calícrates eran dos honestos y expertos profesionales, cuyo mayor y quizás único desacierto fue trabajar junto al gran Fidias, pues de no haber sido oscurecidos por la arrolladura y peligrosa vecindad de ese genio sus nombres se recordarían hoy como dos de los más grandes arquitectos de la historia.
De todos modos constituyeron con Fidias un equipo artístico que trabajó con la mayor armonía.
A ellos se les confió la reconstrucción del gran templo de Atenea: el Partenón "Hecatonpedon", o sea de cien pies de longitud, incendiado por los persas.
A Mnesicles le correspondió la otra gran obra de la Acrópolis: los Propileos.
En cuanto a los problemas técnicos diremos que sólo para el Partenón fue necesario desplazar veintidós mil toneladas de mármol, entre ellos algunos bloques de enormes dimensiones, desde las canteras de origen hasta la Acrópolis, atravesando para ello toda la llanura y la ciudad y ascendiendo luego por la escarpada pendiente de la roca.
El Partenón, templo dórico (es decir, construido según las rígidas líneas de ese estilo o, para ser más exactos, "del orden arquitectónico" que lleva este nombre), con columnas a cada lado que encierran un gran espacio rectangular dividido en dos parte.
Representaba la culminación absoluta de la arquitectura griega y al mismo tiempo una revolución de los cánones de la misma, pues presentaba una fachada con ocho columnas en lugar de las seis de rigor; en compensación, estas columnas eran más esbeltas y estaban más próximas entre sí dé lo que era habitual.
Las dimensiones resultaban imponentes, pero no excesivas, y sobre todo se había procurado crear y mantener la armonía y una perfección estética y formal, que a veces se consiguió gracias a verdaderos virtuosismos técnicos, como la curvatura de todas las superficies horizontales y la de todos los elementos de la construcción.
Sus creadores sabían muy bien que, a causa de la conformación del ojo humano, una linea horizontal o vertical muy larga, aunque sea perfectamente recta parece un poco curva a los ojos del observador, por lo que curvaron, en forma opuesta e idéntica a la curva producida por la desviación de la perspectiva, el basamento, los arquitrabes y las líneas de los aleros, en resumidas cuentas, todos los elementos de la construcción, como hemos dicho, para eliminar "el defecto".
Era cuestión de centímetros, a veces de milímetros, pero siempre esencial.
Fuente Consultada:
Cuadernillo N°4 de Maravillas del Mundo Edit. Salvat Nota de Flavio Conti