El Aislacionismo de EE.UU con las Presidencias de Harding y Coolidge
El Aislacionismo de EE.UU Post Guerra Mundial
Presidencias de Harding y Coolidge
El AISLACIONISMO fue una política que implicaba una participación mínima en los asuntos internacionales, en particular en alianzas militares.
Fue la que aplicaron los EE.UU. hasta principios del siglo XX, como reflejo en parte de la hostilidad de las comunidades alemana e irlandesa del Medio Oeste contra la Gran Bretaña, su Imperio y sus aliados.
El aislacionismo impidió a los EE.UU. ingresar en la sociedad de naciones y aseguró la victoria electoral del Presidente Harding (1865-1923) en las elecciones de 1920.
A lo largo de los decenios de 1920 y 1930 los sentimientos aislacionistas siguieron siendo muy fuertes y llevaron a una serie de Leyes de Neutralidad promulgadas entre 1935 y 1939 por las cuales se prohibió hacer préstamos y enviar armas o municiones a beligerantes en una guerra civil o internacional.
Pero desde 1945 los EE.UU. se han visto obligados a adoptar el papel dirigente en el Occidente, aunque los republicanos conservadores siguieron practicando una forma de aislacionismo a principios del decenio de 1960, al propugnar la retirada a una «fortaleza América» muy defendida y sin obligaciones en el exterior, junto con la retirada de las Naciones Unidas.
Aislacionismo, antigua política exterior de Estados Unidos que evitaba las alianzas con otras naciones para preservar su libertad de acción en los asuntos internacionales. Nunca se aplicó en el terreno económico o cultural porque el aislacionismo estaba pensado ante todo para mantener la joven nación lejos de los conflictos nacionalistas y dinásticos de las potencias europeas.
La Primera Guerra Mundial sacudió los supuestos liberales y racionales de fines del siglo XIX y principios del XX de la sociedad europea. La increíble destrucción y muerte de casi diez millones de personas socavaron la idea misma de progreso. Las nuevas técnicas de propaganda habían manipulado a pueblos enteros para que se involucraran en una matanza sin sentido y por último, la Primera Guerra Mundial señaló el fin de la hegemonia europea sobre los asuntos mundiales.
En 1917, la Revolución Rusa sentó los fundamentos para la creación de un nuevo poder soviético y, además, Estados Unidos ingresó en la hierra.
No obstante, el fin de la era europea no fue del todo evidente, porque lo eclipsaron dos acontecimientos: el aislacionismo estadounidense y el retiro de los soviets de los asuntos internacionales, mientras alimentaban el desarrollo de su propio sistema socialista.
Pese a que estos acontecimientos fueron sólo temporales, crearon un vacío político en Europa que muy pronto sería ocupado por el renacimiento del poder alemán.
ANTECEDENTES DE LA ÉPOCA:
La Gran Guerra había tenido resultados mucho más importantes que las cláusulas del Tratado de Versalles, muy pronto incumplidas, mal aplicadas, y origen de futuros conflictos. Mientras Europa estaba devastada y arruinada, e Inglaterra, aunque al margen de la invasión, había tenido que recoger de todas partes los capitales que constituían su poder, para financiar su esfuerzo de guerra, los Estados Unidos salían del conflicto con ligeras pérdidas (125.000 muertos) y un poder colosal.
De deudores, habían pasado a ser acreedores de Europa, por miles de millones de dólares. Este era, en fin, uno de los hechos más importantes, con la Revolución rusa, de la que nadie podía imaginar que saliese una URSS tan fuerte, veinte años después.
La deuda contraída por Europa con los Estados Unidos ascendía a unos 7 mil millones de dólares, a los que se sumarían, algo más tarde, 3 mil millones más para la reconstrucción del viejo continente.
El presidente estadounidense Thomas Woodrow Wilson emprendió la mejora de la vida política, económica y social de su país a comienzos del siglo XX. Tuvo una ambiciosa visión para el cargo presidencial y buscó mejorar casi todos los aspectos de la vida nacional desde la presidencia. Durante sus dos mandatos (1913-1921), Wilson llevó a cabo significativas reformas sobre los aranceles aduaneros, los trusts, las relaciones laborales, la agricultura y la banca.
Los Estados Unidos se encontraban, al fin, con un aparato de producción considerablemente desarrollado.
Ciertamente, Wilson había sufrido grandes decepciones con motivo de la Conferencia de la Paz, no sólo por parte de los europeos, como Clémenceau y Lloyd George, sino también a causa de la vieja tradición aislacionista que animaba al partido republicano y a una fuerte minoría del demócrata.
Los Catorce Puntos, el idealismo de Wilson, los grandes principios de la S. de N. habían suscitado una dura oposición.
Adherirse a la S. de N. era meterse en el engranaje de los conflictos que desgarraban a los incorregibles europeos. «Nosotros no podemos retroceder» —había dicho Wilson—.
El Senado, todopoderoso en materia de política exterior, no lo entendía así, y en la discrepancia estaba apoyado por la respetada opinión del viejo Teodoro Roosevelt y por los multimillonarios Mellon y Frick, que pagaron gigantescas campañas contra la S. de N., «esa cosa nefasta, con la aureola de un nombre edificante».
Las minorías alemanas, italianas, irlandesas, que, por razones diferentes, consideraban injustos los tratados, eran también hostiles.
Para colmo de desgracias, Wilson sufrió un ataque de hemiplejía en septiembre de 1919, de modo que el dirigente de la oposición senatorial, Cabo-Lodge, resultó vencedor, y la firma del tratado de paz fue rechazada por 55 votos.
Como puede verse los norteamericanos, de acuerdo con esta política, deseaban tener el menor compromiso posible con Europa y con los inmigrantes.
Entre 1920 y 1924, la inmigración disminuyó notoriamente.
El nacionalismo, alimentado por el conflicto, continuó terminado éste, y potenciado por la Revolución Rusa, se dirigió contra los políticos reformistas y los dirigentes y militantes sindicales. Estos últimos estaban, en su mayoría, integrados por inmigrantes que no eran considerados auténticos norteamericano.
Una breve crisis (1918-1920), acompañada de numerosas huelgas, aumentó miedos y rencores.
Profesores universitarios y realizadores cine matográficos fueron objeto de todo tipo de agre siones y denuncias.
Muchos inmigrantes fueron deportados. La comunidad negra fue hostigada El Ku Klux Klan (organización secreta racicista terrorista) no sólo actuó en el sur de los Estado Unidos (donde había sido creada a la finalización de la Guerra de Secesión), sino en el oeste, y ne víctimas fueron, además de personas de raza n gra, miembros de la comunidad judía y católica.
PRESIDENCIA DE HARDING:
Vencido por la enfermedad, Wilson llegó hasta las elecciones de 1920. Los demócratas eligieron como candidato al gobernador de Ohio, James Cox, y, como vicepresidente, al joven Franklin Delano Roosevelt, pariente de Teodoro, y que se había distinguido como Secretario de Estado adjunto a la marina, en el gobierno Wilson.
Pero fue elegido el candidato de los republicanos, W. G. Harding, senador de Ohio y periodista, con una mayoría de 7 millones de votos. América había manifestado su deseo de volver al orden antiguo: distancias respecto a Europa, liberalismo, «laissez-faire», iniciativa privada, etc. Wilson murió, cuatro años después, sin resignarse nunca al fracaso de sus esperanzas.
Harding era muy distinto del austero moralista y profesor a quien sucedía: hombre de buena presencia, «bon vivant», aficionado al golf, al alcohol, a los cigarros y al poker. En plena prohibición, se veían grandes vasos de whisky en la mesa presidencial, cuando jugaba al poker con sus viejos amigos de Ohio. Estaba rodeado de unas gentes bastante mal educadas, que ponían los pies sobre las mesas, y algunos de cuyos elementos se dejaban corromper y traficaban con su influencia.
La era de Harding empezó mal: la crisis financiera y económica y el paro (el ejército ya no compraba, y Europa disminuía sus importaciones) duraron hasta 1922. La campaña «anti-roja» y anti-sindical paralizaba el movimiento obrero.
CASO DE SACCO Y VANZETTI
Los salarios, insuficientes, limitaban el consumo. Dos italianos de ideas anarquistas, Nicolás. Sacco y Bartolomé Vanzetti fueron acusados de robo y asesinato de un cajero de Massachussetts. No había pruebas válidas, pero su fama de anarquistas bastaba.
Ellos afirmaron siempre su inocencia, y el asunto Sacco-Vanzetti apasionó e indignó al mundo entero, desde 1921, fecha del primer proceso, hasta 1927, en que los dos hombres acabaron en la silla eléctrica, lo que desencadenó vivas manifestaciones en todas partes. Había llegado la hora del racismo y de la xenofobia: en 1921, la inmigración fue súbitamente reducida, a causa del paro. Desde entonces, sólo se admitía el 3 % de inmigrantes de cada nación, en función del número de compatriotas instalados ya en el país.
Dicho de otro modo, aquellas cuotas favorecían a las naciones cuya emigración había sido numerosa y antigua (anglosajones, escandinavos, alemanes), en perjuicio de los pueblos del Mediterráneo y de la Europa Oriental, la «segunda ola», más reciente. Por último, no se admitían más que 100.000 inmigrantes al año, sometidos a severas formalidades en Long Island. En 1923, se produjeron grandes escándalos a consecuencia de unas investigaciones acerca de los que rodeaban a Harding, y hubo hasta suicidios.
El presidente especulaba en la Bolsa. Partió para un viaje, salpicado por aquellos turbios asuntos de «barriles», y murió, repentinamente, de un ataque. El vicepresidente Coolidge le sucedió y permaneció en el cargo hasta 1928.
CALVIN COOLIDGE Y LA PROSPERIDAD
Calvin Coolidge nació en Plymouth (Vermont) el 4 de julio de 1872. Se licenció en filosofía y letras por el Amherst College en 1895, y posteriormente estudió derecho. Fue presidente de Estados Unidos (1923-1929). Falleció en 1933.
Coolidge era muy diferente de Harding: puritano de Nueva Inglaterra, de una moralidad perfecta, tenía el aspecto de un clérigo. Hablaba poco, y sus principios eran sencillos: «Menos gobierno en los negocios, y más negocios en el gobierno».
Coolidge se mostró tajante con respecto al pago de las deudas contraídas por los aliados con Estados Unidos durante la I Guerra Mundial, aunque adoptó una actitud más flexible a la hora de establecer el calendario de los plazos de las devoluciones. Durante su mandato, se moderó la política intervencionista en Latinoamérica mantenida por los anteriores presidentes.
Disminuyó los gastos federales, suprimió todo lo que quedaba de los controles del Estado y ayudó a las nuevas industrias.
Modesto, iba regularmente a la iglesia, convencido de que las riquezas recompensaban el trabajo y la virtud. Enriquecerse no podía desagradar a Dios.
En las elecciones de 1924, venció fácilmente al candidato demócrata Davis, y su victoria reforzó sus principios: un gobierno que gastase poco y que dejase en libertad el mecanismo de la economía.
Las dificultades de la postguerra iban desapareciendo, y el presidente pudo decir que el país se hallaba en «un estado de alegría, pocas veces visto en la historia de la humanidad».
Empezaba la edad de oro de los negocios, que recordaba los últimos decenios del siglo pasado, pero los héroes del día no eran sólo los «reyes», los magnates de las grandes empresas, sino los pequeños comerciantes emprendedores, «ejecutivos», es decir, los cuadros dirigentes de las sociedades parecían, todos ellos, llamados a un porvenir dichoso.
Las masas mismas, por el sistema de acciones, de distribución de beneficios y por las excepcionales facilidades de crédito que les permitían comprar cosas, automóviles, radios y neveras, parecían ver aumentar su nivel de vida, de un modo regular.
En una optimista atmósfera de «colaboración de clases», los patronos favorecían los sindicatos de empresa, que renunciaban a la huelga a cambio de acuerdos «libremente negociados», nunca desventajosos, por otra parte, para los capitalistas.
La concentración de capitales aumentó notablemente, a pesar de las leyes «anti-trusts». Doscientas sociedades gigantes detentaban el 50 % de la riqueza industrial (el petróleo, el acero, las industrias químicas, el cobre y el aluminio, el tabaco, los transportes, etc.).
El automóvil alcanzó un éxito espectacular: de 1919 a 1929, el número de coches pasaba de 7 a 23 millones. Los salarios altos eran efectivos en un cierto número de ramas industriales.
Pero en el cuadro también había sombras: con el desarrollo de nuevas fuentes de energía (electricidad, petróleo, nafta), la demanda de carbón descendía, y los países, como Francia y Bélgica, que habían vuelto a poner en funcionamiento sus minas, inundadas por los alemanes, habían cesado en sus importaciones masivas.
Los distritos mineros sufrían paro y miseria, y las huelgas se multiplicaban, pero no detenían la baja de los salarios. El poderoso sindicato de John L. Lewis perdía cada vez más afiliados.
Los granjeros seguían también excluidos de la prosperidad: producían demasiado y los precios de sus artículos descendían.
Durante la guerra, habían comprado muchas máquinas, y se habían endeudado, creyendo que sus ventas iban a mantenerse. Por el contrario, los precios de los productos industriales habían aumentado.
Los granjeros mantuvieron el Farm Bloc (bloqueo agrícola) en el Congreso, cuyos representantes prepararon una ley que preveía la compra por el gobierno de los excedentes. Almacenados en los silos, los cereales se venderían al extranjero, según las necesidades, pero Coolidge puso el voto presidencial a la ley, lo que aumentó notablemente el descontento en el Oeste.
Fuente Consultada:
HISTORAMA La Gran Aventura del Hombre Tomo XII El Aislacionismo Americano Edit. CODEX
Enlace Externo:• Definición de Aislacionismo