Biografia de Pompeyo,Politico y General Romano

Biografia de Pompeyo- Politico y General Romano

POMPEYO (106-48 a. de J. C.): En la crisis constitucional romana del siglo I, si Mario representa el triunfo de los ideales radicales de la democracia y Sila la reacción oligárquica, Pompeyo encarna la instauración de un poder personal basado en la aquiescencia de las instituciones tradicionales.

La política pompeyana choca con la persona y el credo de Cayo Julio César, preconizador de la solución monárquico helenística y debelador implacable de los antiguos poderes.

De esta pugna surge poderosa la llama violenta de la guerra civil, en cuyo transcurso se agota la vida de Pompeyo. No obstante, parte de su sistema constitucional — el Principado — sobrevivirá a su persona y a la de su rival y será recogida por Octavio Augusto, quien la llevará a término en forma bastante más profunda y, sobre todo, más ágil y duradera.

biografia de Pompeyo.

Cneo Pompeyo o Pompeyo Magno, también conocido como Pompeyo el Grande ​ ​ fue un político y general romano. Provenía de una rica familia itálica de provincias, y alcanzó por sí mismo el rango de la nobleza romana a través de su exitoso liderazgo en diversas campañas

Ya desde su juventud se hizo notar por sus relevantes condiciones militares. A los 17 años (había nacido el 30 de septiembre de 106, y tenía, por lo tanto, la misma edad que Cicerón), abrazó junto con su padre, llamado también Cneo Pompeyo, la causa de Sula contra los miembros del partido mariano.

La muerte de su progenitor y el triunfo momentáneo de Cinna lo retuvieron en la oscuridad.

Pero cuando regresó Sila (83), Pompeyo manifestó de nuevo su actividad apoyándolo con tres legiones, levantadas en el Piceno.

En este año recibió el título de imperator por un gran triunfo obtenido sobre los marianos y sus asociados. Prosiguió sus éxitos aniquilando a los adversarios de Sila en Sicilia y África.

Al regresar de estas campañas (81), mereció los honores del triunfo y, al mismo tiempo, el título de «Magno» que le confirió su general.Sila, además, le concedió la mano de su hijastra, con lo que el porvenir político de Pompeyo pareció asegurado.

Muerto Sila en 78, Pompeyo quedó como la única figura destacada de Roma.

Pero la oligarquía senatorial temía aquella fría y ambiciosa persona, a la que reprochaba sus veleidades democratizantes.

No obstante, la reacción popular que siguió a la muerte del dictador, obligó al Senado a recurrir por dos veces a Pompeyo: la primera para contener la insurrección del cónsul Emilio Lépido (77), y la segunda, para aniquilar al ejército que Sertorio, partidario de Cinna, había logrado constituir en España.

En esta ocasión obtuvo el proconsulado a pesar de no haber ejercido antes ninguna magistratura; sin embargo, el Senado vulneró la normalidad constitucional porque así lo exigían las circunstancias.

Pompeyo combatió en España del 76 al 71, y logró poner fin a la guerra de Sertorio y de su lugarteniente Perpenna.

Al regresar a Italia con sus legiones, se le presentó la ocasión de aniquilar a los restos del ejército de los esclavos, los cuales, con su jefe Espartaco, acababan de ser derrotados en la Apulia por Craso. Aquella victoria sirvióle para jactarse de haber sofocado la sublevación social y valióle nuevo crédito entre los romanos.

Utilizó su fama y sus legiones para requerir el consulado — otra ilegalidad —, el cual le fue otorgado, junto con Craso, para el año 70.

Su gestión consular tuvo verdadera importancia, pues derogó la constitución de Sila, restauró el tribunado y la censura y repartió el poder judicial entre los senadores y los equites.

Los équites ('caballeros')​ formaban una clase social de la Antigua Roma, conocidos allí como Ordo equester ('clase ecuestre').

Indudablemente, Pompeyo buscaba los votos del partido democrático para sus futuros proyectos.

Por aquel entonces Roma tenía planteados dos graves problemas militares: el de los piratas del Mediterráneo y el de la nueva guerra de Mitrídates de Ponto.

En 67 los demócratas, entre ellos César, apoyaron la ley Gabinia que daba a Pompeyo un poder militar jamás visto a fin de acabar con los piratas.

El éxito no se hizo esperar; en tres meses destruyó los nidos de los bandidos del mar.

Al año siguiente, por la ley Manilia, se extendían sus poderes al Oriente. En el transcurso de cinco años, del 66 al 62, Pompeyo venció a Mitrídates, anexionó al imperio romano la provincia de Siria y el reino de Judea, fundó colonias, restableció el orden, reorganizó la administración y fomentó el bienestar público.

En realidad, Pompeyo creó el Asia romana. Era entonces el princeps, el primer ciudadano de Roma, revestido de grandes poderes militares. ¿Qué sucedería al regresar a Italia? Contra toda presunción, Pompeyo licenció a sus legiones y se mantuvo en un terreno de estricta corrección constitucional (61).

Es posible que careciera del atrevimiento para dar un golpe de estado o que quisiera respetar las instituciones republicanas para que éstas le otorgaran la autoridad suprema.

En todo caso, el Senado se negó a ratificar sus demandas: reconocimiento de sus actos en Asia y reparto de tierras entre sus veteranos.

Esta negativa le echó en brazos de César y Craso, con los cuales concertó el primer triunvirato (60). Al propio tiempo, se casó con Julia, hija del que había de ser su afortunado rival.

El primer triunvirato iba dirigido contra la aristocracia senatorial. César lo demostró en su consulado del año 59. Acabada su magistratura, pasó a las Galias, lo que aprovechó Pompeyo para reanudar su labor de aproximación al Senado, en lo que le auxilió Cicerón.

Pero la aristocracia senatorial continuó negándose a aceptar la solución del Principado propuesta por Pompeyo, como demostró rechazando dos leyes que beneficiaban a éste en 57 y 56.

Entonces Pompeyo renovó sus lazos con César (entrevista de Luca, 56). En virtud de este acuerdo fue elevado por segunda vez al consulado en 55, junto con Craso.

A la expiración de su mandato se le nombró procónsul de España. Pero bajo especiosos pretextos continuó residiendo en Roma.

Intendente supremo de la annona, ejerciendo el imperio proconsular y libre de la presencia de César y Craso, Pompeyo pudo considerarse señor de los destinos de la política romana, tanto más cuanto él Senado se dio cuenta, por fin, de que sus intereses le aconsejaban apoyar la persona de Pompeyo frente a la de César.

A ello contribuyó la actitud del general, quien durante los años 4 y 53 dejó que la anarquía se adueñara de Roma.

Finalmente, en 52 el Senado, por un senadocon-sulto último, le encargó de restablecer el orden público y le confirió poderes excepcionales: el de cónsul único con derecho a elegir su colega.

Pompevo aprovechó el momento para imponer una autoridad de hierro en Roma y las provincias, y también para tomar ventajas militares sobre César, ya que su proconsulado en Hispania fue prorrogado por cinco años.

Pero el antagonismo entre los dos rivales, fomentado después de las muertes de Julia (54) y Craso (53), estalló muy pronto en forma de guerra civil. César franqueó el Rubicón (49).

Pompeyo, vacilante, abandonó Italia y se preparó para defender su política con el apoyo de las provincias.

Pero fue vencido por César en Farsalia (junio del 48). Cuando desembarcó en Pelúsium para buscar un refugio en Egipto, Pompeyo fue asesinado por uno de sus centuriones, el 28 de septiembre del 48.

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