Exposición Universal de Paris:Objetivos e Inauguración Torre Eiffel
Exposición Universal de París 1889
Inauguración de la Torre de Eiffel
Las exposiciones industriales: la esperanza de una nueva era. El auge adquirido por el industrialismo produjo en las naciones europeas un sentimiento de orgullo y satisfacción por el progreso alcanzado.
Se realizaron entonces múltiples exposiciones con el fin de mostrar al mundo el nivel técnico e industrial logrado.
En 1851, Gran Bretaña mandó construir, a instancias del príncipe Alberto, el Palacio de Cristal, en el que se realizó la primera de estas exposiciones.
En 1862 se efectuó la segunda, también en Londres.
En 1867, París organizó su primera exposición a la que asistieron no sólo los más importantes científicos y representantes de la industria, sino también las más destacadas personalidades políticas del momento.
En años subsiguientes se efectuaron nuevas muestras en Holanda, España, Estados Unidos, Australia y nuevamente en Francia.
En todas ellas, los protagonistas fueron las maquínaselos descubrimientos científicos, los nuevos productos industriales.
De esta manera, el mundo parecía afrontar con un optimismo creciente los conflictos internacionales que, día a día, eran más profundos.
Así, se festejaba sel comienzo de una nueva era cuyo progreso y desarrollo se creía no tendría límites y cuyos alcances posibilitarían el mejoramiento del nivel de vida medio.
CONCEPTO DE EXPOSICIÓN:
Una exposición es una exhibición de artículos y productos elaborados por la ciencia, la técnica, la industria o el arte.
Las exposiciones que se celebran en las principales ciudades del mundo occidental son, en cierto sentido, la forma moderna de las ferias que reunían a los mercaderes y artesanos de la antigüedad.
Las ferias de la antigüedad, y las que todavía se realizan en diversas regiones del mundo moderno, tienden a intercambiar productos mediante el trueque o la compraventa; las exposiciones, por el contrario, combinan el despliegue de mercaderías con toda clase de diversiones y números artísticos, sin esforzarse por vender mercancías.
Sus organizadores saben que la publicidad y la propaganda son recursos de gran eficacia, consideran que una exposición es un poderoso medio de publicidad e invierten cuantiosas sumas en erigir grandiosos edificios en recintos de vasta extensión, especialmente adaptados para ello.
Después de clausurada la exposición se procede a la demolición de todos los edificios que no sean de carácter permanente.
Producto típico de la Revolución Industrial, la exposición moderna surgió de la necesidad de buscar nuevos mercados y desarrollar el comercio internacional.
Disminuida la eficacia de las ferias locales y regionales, que durante siglos habían alimentado el progreso económico de Europa, surgió a mediados del siglo pasado la idea de mostrar al mundo entero los productos de la industria que se abría camino con pujanza.
A Inglaterra correspondió el privilegio de inaugurar, en 1851, la Exhibición del Palacio de Cristal, precursora de las innumerables exposiciones realizadas con posterioridad.
El príncipe Alberto, consorte de la reina Victoria, impulsó la idea, a pesar de la oposición del Parlamento, y la exposición obtuvo un éxito extraordinario.
El Palacio de Cristal, que dio su nombre a la exposición, era una gigantesca construcción de vidrio y acero, semejante a un monstruoso invernáculo; subsistió hasta 1936, año en que fue destruido por un voraz incendio.
La exhibición londinense dio notable impulso a la industria británica y fue imitada de inmediato en Nueva York, pero la tentativa fracasó.
Mayor fortuna tuvieron años después las ciudades de Filadelfia (1876) y Chicago (1893), cuyas exposiciones presentaron ante los ojos asombrados del mundo los prodigios del teléfono, el gramófono, el automóvil y la telegrafía inalámbrica, cimentando el progreso científico e industrial de los Estados Unidos.
Londres y París, han sido las ciudades en las que se ha celebrado mayor número de exposiciones.
La primera exposición universal en París se efectuó en 1855, a la que siguieron cuatro más en el siglo XIX, siendo la famosa torre Eiffel la atracción más notable de la de 1889.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX cobró importancia las exposiciones universales, organizadas por el Estado y en donde se podían presentar todo tipo de productos tecnológicos, sobre todo al importante auge que habían tomado nuevos materiales como el acero.
En estas ferias se comprobó que la muestra de productos aumentaba la venta de éstos, por lo que se fueron organizando exposiciones de mercancías con el único fin de promocionarlas y hacer publicidad.
La Exposición Universal de París, a pesar de ser la mejor organizada de todas las celebradas hasta ese momento y de haber contado con casi 21.000 expositores, fue un fracaso económico.
En 1889 se organizó en París una cuarta exposición universal, para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa, que reunió a unos 62.000 expositores y más de 32 millones de visitantes.
La Torre Eiffel, el símbolo del moderno París, se construyó para la ocasión.
La “Señora de Paris”, como suele llamarse en Francia a la esbelta torre del ingeniero Eiffel, se inauguró en el año 1889 con motivo de la exposición universal de París, por lo que actualmente ya es una señora bastante mayor.
La primera proposición concreta de levantar una “torre de mil pies” (304,80 m) la hizo en 1833 el inglés Trevithick.
Pero este proyecto no se llevó a cabo, como tampoco se llevó a buen término el de construir una torre de mil pies con motivo de la exposición universal de Filadelfia en el año 1874.
En 1884 se elaboró en el despacho del ingeniero Eiffel el primer anteproyecto para una torre metálica de 300 m de altura.
Había toda una serie de diversos proyectos.
La población se entusiasmó, por ejemplo, con la idea de una “torre solar” de 300 m de altura, con un foco en la cima, que convertiría la noche parisina en claro día y uno de los detalles curiosos, es que en una de las plantas de la torre se pensaba instalar un hospital para curas de alta montaña.
Otro proyecto fue el de una torre en forma de fuente que sería útil en tiempos de sequía.
Pero el Ministerio de Comercio, de cuya competencia era la exposición, prefirió el plan de Eiffel.
Se decidió levantar la torre sobre una superficie de 125 m de lado. Se estudiaron 107 posibles lugares de emplazamiento.
La Comisión para la Exposición Universal de 1889 deseaba Construir la torre en forma de un puente sobre el Sena.
Pero este proyecto se vio fallido a causa de las malas condiciones del suelo movedizo existente junto al río.
Finalmente la decisión recayó sobre el Campo de Marte, donde de todas formas se había decidido situar la exposición.
No fue casualidad que el encargo de construir la torre recayese en el ingeniero y constructor Alexandre Gustave Eiffel (imagen), de 54 años.
Ya mucho antes de la construcción de “su” torre estaba considerado como el más famoso especialista del mundo en construcciones metálicas, se le consideraba como “ingeniero del Universo” y se hizo célebre como fundador de la aerodinámica.
De la empresa de Eiffel habían surgido docenas de grandes estructuras metálicas en todo el mundo.
De entre algunas de estas obras de Eiffel se encuentran el puente de Luis I en Oporto, sobre el río Duero.
El acueducto de Garabit con un arco de 122 m.
Se deben también a su genio, una iglesia y una sinagoga y cuarenta y dos puentes y se le denominaba “el hombre de los puentes”.
Sin embargo, posteriormente sólo se conoció a Eiffel como creador de la torre que lleva su nombre.
“Esta torre aun será mi muerte —decía suspirando—.
Como si yo no hubiese hecho nada más en mi vida.”
Alexandre Gustave Eiffel nació en Dijon en 1832. Sus biógrafos franceses descubrieron que descendía de un alemán llamado Hans Heinrich Bónickhausen, quien en la época de Luis XIV abandonó su población natal de Marmagen en el Eiffel y emigró a Francia.
Este emigrante, en recuerdo de su patria renana, amplió su nombre a “Eiffel-Bónickhausen”.
La familia mantuvo el nombre compuesto hasta 1880. Alexandre Gustave Eiffel eliminó el nombre original, llamándose simplemente “Eiffel”.
DESCRIPCIÓN DE LA EXPOSICIÓN UNIVERSAL DE 1889 EN PARIS
El 16 de mayo de 1889 el presidente de Francia, Sadi Carnot, inauguró la Exposición Universal, realizada con motivo del centenario de la Revolución Francesa.
Su paso por la avenida de los Campos Elíseos y por el puente de lena para entrar en el Campo de Marte, fue saludado con verdaderas aclamaciones del público.
Bajo la cúpula del Palacio de la Exposición, formaban guardia quince soldados indígenas enviados por el Servicio Colonial.
La crónica de esta jornada cuenta que «los soldados daban vuelta los ojos sorprendidos ante el espectáculo: se veían annamitas de piel amarillenta y arrugada como la de las mujeres viejas; sakalaves negros como el betún, de enormes mandíbulas; spahis -tropas coloniales- senegaleses, tan negros como los anteriores, pero con un tipo físico menos brutal; cipayos hindúes de piel lustrosa como el bronce, y otros hombres de razas difíciles de reconocer.
Ellos representan los países administrados por Francia más allá de los mares.
»Muchos arreglos exóticos completaban la fisonomía internacional de la magna fiesta.
En las profundidades de la sala se veían persas de bonetes puntiagudos, árabes con tarbouchs; había cabezas extrañas, negras con turbantes multicolores, amarillas con tocados que sólo se ven en los relatos de viajeros, y hasta un indio, un "indio" auténtico, coronado de altas plumas parecidas a las que usan los caciques.»
Los discursos del presidente del Consejo y del presidente de la República fueron interrumpidos por ovaciones. Cuando Carnot descendió del estrado donde había declarado inaugurada la exposición, fue saludado por un delegado de los obreros de la Torre Eiffel, M. Dupuis, caballero de la Legión de Honor.
El discurso del delegado enfatizó los logros de la industria francesa, capaz de superar cualquier obstáculo para la gloria del país, y destacó que la notable celebración demostraba en qué medida el gobierno republicano se ocupaba de los intereses de los trabajadores.
Francia será siempre la cuna de la civilización y del progreso -afirmó Dupuis en ese momento.
Esa noche una bella fiesta veneciana tuvo lugar en el Sena. Una flotilla de embarcaciones particulares, muy empavesadas, circulaba por el río, mientras se escuchaba música de las bandas militares.
En cuanto a la exposición, los aspectos exóticos estaban cuidadosamente presentados: había bazares argelinos y tunecinos, teatro annamita y conciertos norafricanos.
El público se interesaba preferentemente en el encanto de los pueblos y las culturas lejanas. (Tomado del libro París de 1800 a 1900, de Charles Simond, París, Plon, 1901, tomo III)
Historia del Hombre Pájaro en París
Enlace Externo:• Es la torre Eiffel solo una obra de ingeniería