Invencion del Radar en la Segunda Guerra Mundial Batalla de Inglaterra

Invención del Radar en la 2° Guerra Mundial

Los británicos ganaron la carrera tecnológica del radar durante la Segunda Guerra Mundial y ello fue un factor decisivo para la victoria en las batallas de Inglaterra y del Atlántico.

Al iniciar los primeros ataques sobre Gran Bretaña, a comienzos de agosto, los alemanes disponían de unos 2.500 bombarderos y cazas los británicos contaban con 1.200 cazas para detenerlos. 

El plan alemán consistía en inutilizar los cazas de la Real Fuerza Aérea (RAF) eliminando el combustible y la munición (llamados pertrechos) que necesitaban.

Sin la amenaza de los cazas, los bombar­deros alemanes podrían volar libremente por el cielo británico.

Los ataques alemanes se concentraban en barcos, puertos, bases aéreas y fábricas de aviones.

Primeros radares del guerra

Como los cazas alemanes sólo podían proteger a los bombarderos en una zona muy limitada de Gran Bretaña, el plan alemán contaba con que los bombarderos volaran sobre el territorio sin ser detectados.

Llega El Radar

Los británicos, sin embargo, habían desarrollado antes de la guerra una nueva tecnología: el radar.

Con el radar (combinado con la intercepción de los códigos alemanes) eran capaces de detectar los aviones enemigos mucho antes de que estuvieran en cielos británicos e interceptarlos con la aviación de combate.

Incapaces de tomar por sorpresa a los británicos, los alemanes sufrieron grandes pérdidas.

Los británicos destruyeron ocho aviones alemanes por cada avión británico perdido.

Ambos bandos perdieron casi la cuarta parte de sus pilotos experimentados.

El Reino Unido, Alemania y los Estados Unidos estaban investigando antes de la guerra sobre la posibilidad de detectar objetos distantes mediante ondas de radio.

Básicamente, se trataba de producir una rápida descarga de ondas de radio, mediante un transmisor, que se irradiarían desde una antena.

Los objetos sólidos reflejarían estas ondas y la fuente emisora recogería el eco producido.

Conocido el tiempo transcurrido entre la emisión y la recepción, se podía calcular la distancia al objeto.

Los estudios de Heinrich Herz en los últimos años del siglo XIX habían demostrado que los objetos sólidos reflejaban las ondas de radio y los ingenieros alemanes comenzaron a estudiar la posibilidad de utilizar tal propiedad para detectar barcos en el mar.

En 1934, los científicos alemanes habían diseñado un equipo que era capaz de detectar un barco desde una docena de kilómetros e, incluso, un avión.

Sin embargo, la marina no se mostró demasiado interesada, aunque, eventualmente, instalaría radio telémetros en sus grandes unidades de superficie.

La Luftwaffe, en cambio, sí demostró su interés y logró el desarrollo de dos equipos muy eficaces, el Freya y el Würzburg.

En 1939, los sistemas británico y alemán eran los más avanzados.

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Biografia de Hertz Heinrich Resumen de sus Experimentos Cientificos

La idea en sí misma no era nueva. Hacia 1880, Heinrich Hertz había descubierto que las ondas de radio se podían lanzar contra los objetos y que al rebotar determinaban su posición.

En 1904, un ingeniero alemán había patentado un aparato rudimentario de navegación basado en este principio.

En los años treinta, con el desarrollo de los bombarderos de largo alcance, equipados para transportar grandes cargas, los científicos estadounidenses, europeos y japoneses empezaron a buscar medios prácticos de uso del radar para detectar barcos y aviones.

El radar permitió a los combatientes localizar los blancos a pesar de la oscuridad o la niebla.

No obstante, el desarrollo de la habilidad técnica se tomó su tiempo. En 1940, la serie de antenas británicas contribuyó a evitar un desastre durante la batalla de Inglaterra.

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El radar Freya, basado en tierra, tenía un alcance de casi 100 Km., mientras que el Würzburg, que lo complementaba, alcanzaba los 32 Km., detectando aviones en vuelo rápido.

Se instalaron a bordo de las grandes unidades de superficie radio telémetros, que resultaron muy precisos en los primeros años de guerra, para mejorar el control del fuego de los grandes calibres, pero que fueron superados con la entrada en servicio de los radares aliados más avanzados.

Los alemanes, conscientes de los avances británicos, enviaron en 1939 —antes de la guerra— al dirigible Graf Zeppelín, provisto de sensores bajo la barquilla, para detectar las emisiones de radar del futuro enemigo, a lo largo de la costa del canal de la Mancha.

Por defectos técnicos, este no las captó, lo que llevó a los alemanes a confiarse sobre su superioridad.

Robert Watson-Watt realizó las primeras demostraciones del radar británico en 1935.

En septiembre de ese año ya había equipos con un alcance de 80 km, lo que convenció al subcomité de defensa aérea de la conveniencia de instalar una red de estaciones costeras.

Su establecimiento comenzó en 1938, formando una red que se denominó Chain Home.

Se habían instalado veinte estaciones originalmente, que pronto fueron seguidas de casi otras tantas.

Ese mismo año comenzaron las pruebas de un nuevo sistema de radar diseñado para detectar embarcaciones en alta mar y, al año siguiente, se realizaron demostraciones para detectar aviones en vuelo.

También se comenzaron a probar estaciones móviles, denominadas CHL (Chaín Hume Low), para detectar aviones que volasen a baja altura.

Se desarrolló también un sistema de identificación amigo-enemigo (IFF, según sus siglas en inglés, Identifícation Friend orFoe), que permitía determinar si los aviones o navíos que aparecían en el radar eran propios o enemigos.

El sistema, denominado Descubrimiento de Detección por Radio (RDF), terminaría llamándose radar (Radio Detecting and Ranging, de donde deriva el acrónimo radar).

El radar proporcionaba datos sobre cuatro aspectos relativos a un objetivo.

En primer lugar, la distancia al objetivo, en función del tiempo transcurrido desde la emisión hasta la recepción.

En segundo lugar la posición, utilizando un dispositivo denominado goniómetro.

La forma y comportamiento visual de la señal daba idea de la cantidad de interferencia que producía, lo que era un signo de la potencia del objetivo.

Finalmente, mediante conexiones con diferentes antenas se podían obtener datos sobre la altura (el problema más difícil de resolver).

Toda esta información dependía de que los operarios fuesen competentes para trabajar en los equipos con fluidez y rapidez.

El problema de determinar la altura continuaría a lo largo de la guerra, así que los pilotos experimentados, una vez que recibían la información de tierra, tendían a incrementar los datos en varios miles de metros, provocando numerosos conflictos.

El radar además de desempeñar una función vital en la batalla de Inglaterra, demostró su extraordinaria utilidad en la batalla del Atlántico, especialmente tras la introducción del magnetrón, un sistema de válvula transmisora que redujo la longitud de onda de la emisión de 100 cm. a 10 cm. (decimétrico).

El nuevo radar, de mayor definición y precisión, podía detectar incluso el periscopio de un submarino desde varios kilómetros. [J.V]

HISTORIA DE LA INVENCIÓN DEL RADAR

EL RADAR Y EL RADIOTELESCOPIO

Cuando Guillermo Marconi logró transmitir a distancia las primeras señales de radio, la humanidad comprendió que poseía un nuevo poder.

Pero, ¡cuánto camino se ha recorrido desde entonces hasta hoy! Ahora, las señales de radio se pueden recibir desde astronaves tan distantes de la Tierra como Venus o Marte.

Para escuchar las débilísimas señales que provienen de fuentes tan lejanas, han sido construidas antenas parabólicas gigantescas que, como si fueran colosales orejas, pueden orientarse hacia el punto del espacio en que se halla la astronave.

Esos radiorreceptores son tan potentes y sensibles, que perciben las descargas eléctricas de los temporales que se producen en la atmósfera de Júpiter, a 600 millones de kilómetros de la Tierra.

Con estos gigantescos aparatos, llamados radiotelescopios, se ha descubierto la presencia de nebulosas extragalácticas a distancias inalcanzables mediante los más poderosos telescopios ópticos.

Los estudios hechos con estos instrumentos han permitido duplicar casi instantáneamente el diámetro del universo explorado por el hombre.

Los enormes radiotelescopios que investigan el espacio son los hermanos mayores de los radares, dispositivos que emiten radio-ondas hacia una dirección determinada y sienten si son reflejadas por un obstáculo hallado en su camino.

Con el radar es posible, también, medir la distancia de los objetos tocados por el haz de radio-ondas y, si están en movimiento, establecer su dirección y su velocidad.

Por eso, los buques lo emplean para asegurarse de que la ruta se halla libre, cuando la niebla obstaculiza la visibilidad, y para tener a la vista los obstáculos fijos o móviles.

Con el radar, los aviones pueden ver delante aunque sea de noche o en medio de nubes, y hasta pueden individualizar las nubes que encierran torbellinos violentos o están cargadas de granizo y que son particularmente peligrosas para atravesar.


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