Filosofia del Idealismo de KARL MARX

KARL MARX - FILÓSOFO ALEMÁN - IDEALISMO

EL MATERIALISMO POSTERIOR A HEGEL KARL MARX:  

Trabajo y Realidad:

Rememorando su pasado, Friedrich Engels, el amigo más cercano de Marx, coautor y benefactor en las necesidades económicas, recuerda el gran entusiasmo de Marx, de él mismo y de muchos de sus coetáneos a principios de los años cuarenta ante los escritos de Feuerbach: “De repente nos hicimos feuerbachianos”.

“Ser sensible, es decir, ser realmente, es ser objeto de lo sensible ser objeto sensible, o sea, tener objetos sensibles fuera de uno”: en esta compleja frase, el joven “hegeliano de izquierdas” Marx, al igual que Feuerbach en su dialéctica del yo y el tú, quieren abolir tanto la simple oposición de sujeto y objeto, tal como había sido entendida por el “realismo” epistemológico de la antigua filosofía, como el postulado especulatívo de la identidad del sujeto y del objeto en el idealismo alemán con su predominio de lo filosófico-intelectual.

La actitud materialista por la que Marx es conocido ha sido caracterizada de modo algo equívoco en la tesis frecuentemente presentada de modo aislado: “El ser determine la conciencia”.

Según esta sentencia, podría parecer que la conciencia, como una especie de epifenómeno del ser, estuviera contrapuesta al ser dado.

Sin embargo, Marx ve la realidad en su concepción epistemológica del materialismo, en conexión con Hegel, no como un inventario de objetos dados, sino como una estructura de procesos, en los que el ser humano y el mundo de la vida se condicionan inseparablemente, como un producto de la praxis, o sea, como algo creado.

“La grandeza de la Fenomenología hegeliana y sus resultados finales (dialéctica como principio moviente y creador) radies en que Hegel concibe la autocreación de los seres humanos como un proceso, como enajenación y como superación de esta enajenación; en que Hegel capta la esencia del ‘trabajo’ y que concibe los hombres objetivados, verdaderos, ya que son hombres reales, como el resultado de su propio trabajo.”

Hegel estaba interesado, según Marx, sobre todo en los procesos de la conciencia, no en el trabajo como “actividad, praxis, sensible y humane”.

Pero se debe comenzar por éste, por las condiciones fácticas de trabajo, por las condiciones de producción.

De ahí que la filosofía hegeliana deba ser, con palabras de Feuerbach, “invertida”, ya que comienza al revés, por el espíritu, y sólo a partir de éste deriva la realidad.

Marx concibe el pensamiento, entre otras cosas también la actividad de los filósofos como trabajo intelectual, “trabajo con la cabeza”, que engendra productos al igual que el “trabajo manual” (sea el de seres humanos prehistóricos que cazaban, cultivaban la tierra y producían herramientas, o el moderno trabajo industrial), y que, al igual que el manual, está sometido a las formas en las que el trabajo está en cada caso organizado socialmente.

Según Marx, el realismo epistemológico para el que la realidad independiente es más o menos reflejada de modo “realista” en la percepción y en el pensamiento no alcanza a comprender correctamente la esencia del trabajo.

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El realismo contrapone de modo abstracto el pensamiento y la realidad existente en sí.

Esta abstracción es sintomática de una "alienación” no sólo del pensamiento, sino del pensador mismo, respecto de un estado no alienado en el que el trabajo de la cabeza y el trabajo manual no están separados.

La posición de Kant tampoco es aceptada por Marx, aunque en ésta queda claro que la realidad siempre es algo creado.

Las formas de nuestro conocer y la unidad de conocimiento y objeto se basan, según esta posición, en un “sujeto” trascendental’ que también posibilite la unidad de nuestro yo.

Para Marx, en cambio, la realidad surge y consiste en la confrontación “social” entre apropiación de la naturaleza y trabajo, y el lugar del yo trascendental es ocupado en cierta manera por un sujeto social.

Materialismo histórico: Marx, al igual que Feuerbach, ve en la religión un fundamento o un resultado de la autoalienación de los seres humanos, que no encuentran su verdadero ser si proyectan las posibilidades y las determinaciones esenciales de su propio género a Dios.

Marx escribe en esta línea: “La religión es el lamento de la criatura oprimida, el ánimo de un mundo descorazonado, es el espíritu de situaciones carentes de espíritu. Es el ‘opio’ del pueblo”.

Esto no debe ser entendido de modo trivial: la religión —lo mismo que los sistemas filosóficos, que Marx enjuicia de modo igualmente drástico— no es la huida o a ceguera ante situaciones de sufrimiento “carentes de corazón y de espíritu”, sino, en cierto modo, su expresión necesaria que es producida como tal inconscientemente.

Forman parte de la “superestructura” de una “base material” que consiste en las condiciones y en las fuerzas de producción.

Las primeras son sobre todo las condiciones básicas de propiedad, de las que se sigue la organización y la división del trabajo social.

Se pueden observar en sus transformaciones a lo largo de la historia, como en el paso paulatino, a través de varios estadios intermedios, del orden feudal de la Edad Media, en el que la posesión de tierras y de siervos era decisiva, al capitalismo moderno, que está íntimamente ligado a la posesión de medios de producción (p. ej., fábricas) y a la posesión y venta de la propia fuerza de trabajo.

Las “condiciones” de producción (en su cara más bien “objetiva”) se contraponen a las “fuerzas” de producción (en su cara subjetiva), es decir, el potencial de fuerza de trabajo, de técnicas, innovaciones y capacidad humana de inventiva.

Pero, “en un determinado estadio de su desarollo, las fuerzas materiales de producción de la sociedad caen en una contradicción con las condiciones de producción existentes, en el interior de las cuales se hablan movido hasta entonces.

De formas de desarrollo de las fuerzas de producción, estas condiciones pasan a ser ataduras de las mismas. Se inicia entonces la época de las revoluciones sociales”.

En estas revoluciones se dirimen las luchas de clases, ya que a las contradicciones de los modos de producción les corresponden contradicciones del orden político de clases de una sociedad.

Las transformaciones revolucionarias también se pueden anunciar y desplegar, p. ej.. en teorías políticas, económicas y filosóficas, es decir, en la superestructura de las contradicciones de base.

Éstas son las consideraciones centrales de Marx sobre el “materialismo histórico”, que como teoría histórica y social muestra de qué modo entiende aquél el materialismo, a diferencia del materialismo sustancial de la Ilustración: como descripción de la realidad como un proceso.

Los “movimientos” dialécticos, es decir, el surgimiento y la desaparición de contradicciones y antagonismos son muy importantes para la observación, del proceso así entendido.

En esta línea, Marx retoma aspectos decisivos de Hegel.

Pero concibe la dialéctica como método posible y adecuado de la presentación reconstructiva y científica de la historia.

Marx evita con precaución filosófica la comprensión de esta historia como la ley de la esencia y del movimiento de la realidad, ya que esto le llevaría a supuestos metafísicos o, mejor dicho, metahistóricos, que construyen la historia como proceso necesario, del mismo modo que había hecho Hegel, criticado constantemente por Marx.

Engels y más tarde Lenin fueron los primeros en formular regularidades dialécticas, según las cuales, en su opinión, la historia y los procesos materiales transcurren realmente (las leyes del paso de la cantidad a la calidad, de la compenetración mutua de los contrarios y de la negación de la negación).

Su sistema se desenvuelve en tres partes principales: la Lógica, la Filosofía de la Naturaleza y la Filosofía del espíritu.

Exaltando, por otra parte, al Estado por encima de los individuos, contribuyó también a dar vida a los sistemas totalitaristas contemporáneos.

Marx basó sus doctrinas en la afirmación de que la materia es la única realidad existente.

Pero se refería a una materia viva, dinámica, capaz de originar ,el proceso evolutivo de la sociedad.

Aceptó la filosofía de Hegel, aunque señalando la materia como sujeto de la evolución, en lugar de la idea hegeliana, que propone el espíritu.

En su obra El Capital, emprendió una crítica del régimen capitalista y preconizó como remedio la lucha de clases, lo que dio origen al movimiento revolucionario conocido con el nombre de «marxismo», del que se derivaron el «socialismo» y el «comunismo».

Ideología “Los filósofos han ‘interpretado’ de modo diferente el mundo, ahora se trata de ‘cambiarlo’.” 

Esta famosa frase es la última de las once breves anotaciones en las que Marx opina sobre Feuerbach y que en la actualidad son conocidas como las “tesis de Feuerbach”.

Si la filosofía forma parte de la “superestructura”, como se ha afirmado en el párrafo anterior, y sólo refleja la “base” involuntariamente, no alcanza la realidad y no puede modificar nada.

La convicción falsa de que las teorías y la transformación de las conciencias provocadas por ellas pueden producir un movimiento histórico es denominada por Marx y Engels “ideología” (tal como escriben en 1845-1846 en su libro por aquel entonces inédito La ideología alemana).

El uso del término no se corresponde del todo con el uso actual; pero al igual que en éste se cuentan como ideología también los contenidos, expresados en la convicción arriba mencionada:

“La ideología es un proceso que es consumado con conciencia por el llamado pensador. pero con una conciencia falsa.

Las verdaderas fuerzas impulsoras que lo mueven son desconocidas para él, en caso contrario no sería un proceso ideológico” (Engels).

Feuerbach, según Marx, quiso transformar la “conciencia errónea” de la religión en la verdadera autoconciencia del ser humano, y en esta medida las intenciones de ambos coinciden.

Para Marx, la “reforma de la conciencia consiste ‘sólo’ en que se debe dejar que el mundo descubre su conciencia, que se le despierte de su sueño sobre si mismo, que se le ‘explique’ la propia acción”; se trata de una “reforma de la conciencia no mediante dogmas, sino mediante el análisis de la conciencia mítica, que no tiene claridad sobre sí misma.”

Para Marx, el mismo Feuerbach llevó a cabo este análisis todavía ideológicamente, al quedarse en el ámbito de la razón, del recto uso del entendimiento.

Marx quiere atribuir los contenidos de las ideologías a condiciones históricas antagónicas, a oposiciones de clase.

Fuente Consultada: Historia de la Filosofía -Desde la antigüedad hasta nuestro días -


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