Historia de Mexico:Resumen De Su Independencia y Antecedentes
Historia de México:
Resumen De Su Independencia-Antecedentes y Desarrollo
A la historia de México la podemos dividir en dos partes: la primera corresponde al período que precedió a la llegada de los españoles; es decir, la historia de los toltecas, de los mayas y de los aztecas y la segunda se entiende desde la conquista española hasta nuestros días, que es la que explicaremos con mas detalles en esta página.
México fue conquistado por Hernán Cortés en menos de dos años.
La capital del imperio de los aztecas cayó en manos de los españoles en 1521.
Al año siguiente, el emperador Carlos V, rey de España, nombró a Cortés gobernador, capitán general y justicia mayor de todo el territorio recientemente conquistado, que tomó el nombre de Nueva España.
Apenas finalizada la conquista, Cortés fue autorizado a conceder a sus camaradas en la empresa la propiedad de vastas tierras, y "encomiendas", es decir, el derecho de tener indígenas a su servicio.
Los "encomenderos", o sea los colonizadores españoles así favorecidos, debían convertir, educar y proteger a los indígenas a cambio de su trabajo o tributo.
En 1542 se dictaron las "Leyes Nuevas", prohibiéndose los repartimientos de indios y los malos tratos.
A partir de 1595 la corona autorizó, por el sistema de "asientos", la introducción de esclavos negros, en mayar cantidad que hasta entonces.
Hacia 1570 se habían fundado en México 35 pueblos españoles.
Había unos 30.000 colonos de raza blanca, 25.000 negros y mulatos y tres millones y medio de nativos, de los cuales unos 800.000 estaban sujetos a tributo.
HISTORIA DESDE LA CONQUISTA DE ESPAÑOLA:
Después que los españoles, bajo el mando de Hernán Cortés, se hubieron hecho dueños del imperio azteca, México se convirtió en el centro de un vasto imperio colonial al que pertenecían igualmente Venezuela y la actual América central.
Este imperio colonial se llamó Nueva España.
La dominación española en México duró exactamente tres siglos, desde la conquista de Cortés (1521) hasta la proclamación de la independencia (1821).
Luego del gobierno de Cortés, al año siguiente el gobierno fue confiado a un tribunal de 5 miembros llamado "Real Audiencia".
La primera Real Audiencia presidida por Nuño de Guzmán, despojó de sus patrimonios a muchos compañeros del conquistador.
En 1530 fue nombrada una nueva Audiencia, presidida por el obispo Ramírez del Fuenleal.
Éste actuó con general beneplácito y permaneció en el poder hasta 1535 en que el gobierno de México fue encargado a un virrey.
El primero fue don Antonio de Mendoza, que permaneció en el cargo durante 15 años, poniendo de relieve su discreción y prudencia.
Antonio de Mendoza es digno de figurar, junto con Cortés, como fundador de Nueva España.
Desde 1535 hasta la proclamación de la independencia, México tuvo 63 virreyes, de los cuales Juan O'Donojú fue el último: con él llegó a su fin la dominación española.
Los colonizadores no sólo inculcaron en Nueva España la religión católica, la lengua castellana, las leyes y su propio estilo de vida europeo; también introdujeron nuevos productos, como el trigo y el ganado equino, nuevas técnicas e industrias.
El comercio, sujeto al monopolio español, traficaba con la metrópoli por el puerto de Veracruz.
Los indios, que vivían en la mayor miseria, carecían de recursos, lo que no era el caso de los criollos.
Muchos de éstos eran ricos y gozaban de una sólida instrucción. Ésta es la razón por la que la lucha por la independencia mexicana fue, en gran parte, obra suya.
Órdenes religiosas procedentes de España continuaron en el Nuevo Mundo su labor misionera y cultural; se importaron e imprimieron muchos libros; la enseñanza se llevó a cabo bajo la vigilancia de la Inquisición, instalada en la capital en 1571.
En 1535 se estableció en México la primera imprenta americana. El primer libro impreso se llamaba "La escala espiritual para llegar al Cielo"; y a partir de 1537 empezaron a publicarse trabajos en lengua azteca.
Fray Juan de Zumárraga promovió la fundación del colegio de Tlaxcoco (1529).
A su tiempo los jesuítas fundaron más de 30 colegios secundarios, entre los cuales fueron famosos el de Santa Cruz, de Tlatelcoco, y el de San Juan Evangelista, de Puebla.
Por Real Cédula de 1551 se fundó la Universidad de México, inaugurada dos años después, donde se enseñó teología, artes, leyes, retórica, gramática y lenguas indígenas.
Notable desarrollo alcanzaron en Nueva España las bellas artes, de las cuales es un ejemplo la catedral de México, que constituye el más alto exponente del barroco americano.
También fueron cultivadas las letras, destacándose entre otros el famoso dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón y la poetisa sor Juana Inés de la Cruz.
En 1722, a iniciativa del obispo Urzúa, del Yucatán, apareció "La Gaceta de México y Noticias de Nueva España", ilustre antecedente del periodismo mexicano.
El protomedicato, las escuelas y academias de artes y ciencias diversas desarrollaron otros aspectos de la cultura, que alcanzó alto grado de esplendor en el siglo XVIII.
Fueron los criollos quienes, en el siglo XVIII, entraron en contacto con las ideas que se habían desplegado como velas en Europa, y quienes se vieron enfrentados a los resultados de las revoluciones americana y francesa.
Sería erróneo, sin embargo, pensar que los indios no tuvieron parte alguna en esta lucha por la libertad.
El impulso salió incluso de una revuelta india que estalló en 1810, en un momento en que la madre patria española vivía bajo el yugo de la dinastía Bonaparte.
Los jefes de la revuelta de los indios eran dos curas: Hidalgo y Morelos.
Aunque ambos perdieron la vida, aquello fue algo que produjo resultados tangibles.
No solamente la lucha por la independencia fue llevada a buen fin, sino que los indios tomaron parte activa en ella.
En el período napoleónico, cuando España fue invadida por los franceses, sus posesiones se negaron a obedecer al nuevo rey José Bonaparte, hermano de Napoleón. También en México se produjeron desórdenes.
El 15 de septiembre de 1810, Miguel Hidalgo, párroco de Dolores, reunió a sus indígenas y al grito de "¡Muera el mal gobierno!" dio comienzo a la revolución ("Grito de Dolores'').
Bien pronto se halló a la cabeza de 80 mil indígenas, a los cuales prometió restituir sus derechos; y abolió la esclavitud. Pero la revuelta fue finalmente sofocada y 10 meses después Miguel Hidalgo fue fusilado.
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La revolución iniciada por Miguel Hidalgo, fue continuada por otro sacerdote, José María Morelos, quien después de tomar a Acapulco reunió el Congreso de Chilpancingo, que declaró la independencia de México el 6 de noviembre de 1813.
Pero fue vencido en Valladolid por Iturbide, y fusilado en San Cristóbal Ecatépec el 22 de diciembre de 1815.
La revolución prosiguió encabezada por otros jefes, entre los cuales se destacó, en el sur, Vicente Guerrero.
Para pacificarlo, el virrey envió a Agustín de Iturbide. Pero éste propuso y acordó con los insurgentes el "Plan de Iguala", por el cual se disponía implantar una monarquía independiente constitucional (1821).
Admitida esta determinación por el último virrey, quedó reconocida la independencia. El 27 de septiembre de 1821, las fuerzas revolucionarias ocuparon la capital.
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Ciertas tribus como la de los yaquis, originarios de la región del golfo de California, llegaron incluso a representar un gran papel en esa lucha. Ésta, emprendida en la época napoleónica, iba a durar varios años. Las últimas tropas españolas no abandonaron el país hasta 1825.
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LAS REFORMA BORBÓNICAS:
Españoles, Criollos , Indios y Negros
Después de las reformas borbónicas del rey Carlos III de España (1759-1788), déspota ilustrado, las Indias Occidentales tienen, a finales del siglo XVIII, el aspecto de un imperio próspero.
No ha habido otras mejor administradas que ellas, gracias a la introducción de novedosos sistemas administrativos que mejoraba los controles, disminuía la corrupción y agilizaba la burocracia.
Además, la renovación de la extracción de plata en México, el desarrollo de las plantaciones trabajadas por esclavos en las costas, una intensa ganadería en las llanuras del interior («gauchos» de la Pampa, «llaneros» del Orinoco), los cultivos y la recolección forestal (mate, quina, maderas preciosas) mantienen un activo comercio exterior.
Tan favorable incremento monopolio comercial y marítimo en provecho de la metrópoli, la acción de Carlos III contribuye a un renacimiento de intercambios entre España y sus colonias.
Sin embargo, esta tendencia no sobrevivirá a la desaparición del rey reformador, y, después de 1790, el contrabando extranjero, inglés en primer lugar y norteamericano, ocupan un lugar preponderante en el comercio marítimo de las Indias.
Los criollos, que eran los hijos de españoles nacidos en tierra americana apenas representaban más que un 20% de la población total, estimada, hacia 1800, entre 15 y 16 millones (cerca de un 50% de aborígenes, 800.000 esclavos negros y una importante fracción mestiza) constituían el elemento socialmente dominante.
Eran grandes terratenientes, con instrucción académica, que contaban con importantes partidas de esclavos, y se destacaban en los negocios.
Esta clase social no soportaban verse excluídos de una parte del poder político y eliminados de la administración por 300.000 españoles de la metrópoli, funcionarios, soldados, miembros del clero regular o secular.
Conscientes de su poderío económico, orgullosos de ser americanos, están fascinados por el ejemplo con la independencia de las trece colonias inglesas del Norteamérica a partir de 1776.
Nutridos de la lectura de Montesquieu , de Rousseau, de los enciclopedistas franceses, del abate Reynal, los criollos radicales se afilian a las Logias Masónicas; que venían trabajando secretamente en busca de la enmancipación de las colonias españolas en América.
Así como los criollos gozaban de derechos políticos "recortados" frente a los peninsulares o españoles, los indígeneas y campesinos mas pobres muchas veces no podían obtener su parcela de tierra para el cultivo de subsistencia, porque los criollos eran dueños de grandes extensiones de tierras que imponían sus leyes y restringían el acceso a los campesinos mas pobres o a las comunidades de aborígenes.
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México era la frontera española con los Estados Unidos y el Caribe, una región poblada y rica. La plata mexicana representaba el 67% de la producida en toda América.
España obtenía de México los dos tercios de las rentas del imperio. Todo esto lo convertía en un punto estratégico para el poder español.
La propiedad agraria se concentraba exclusivamente en manos de criollos poderosos; esto dejaba sin posesiones a los campesinos y las comunidades indígenas que dependían de conseguir trabajo en las haciendas. Entre 1720 y 1810 se produjeron varias crisis en el campo.
El maíz, principal alimento de la población, escaseó por las sequías.
El precio del maíz subió a 56 reales la bolsa, mientras el salario diario era de 2 reales. El hambre, la miseria y las enfermedades abatieron a la población campesina.
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También los criollos como grandes terratenientes que se dedicaban a la cría de ganado o a la agricultura, tanbién poseían grandes silos para almacenar los granos y especular con el precio, para ofertarlos en los mejores momentos y que los favorecía económicamente, en cambio, los mas humildes (la gran mayoría de la población) se veían obligados vender sus cosechas en cualquier momento por que sus necesidades no podían esperar.
A partir de mediados del siglo XVIII se produjo en México un importante aumento demográfico. A principios del siglo XIX, la población se duplicó.
Ese crecimiento generó una mayor demanda de cereales, por lo que las haciendas comenzaron a aumentar su producción agrícola, desplazando cada vez más a los productores indígenas de sus tierras.
Los indios estaban sometidos al pago de tributos especiales, y los negros, a la esclavitud.
Al mismo tiempo, por encima de todos los grupos sociales se hallaba la propia Corona española.
La población de México estaba dividida en dos sectores bien polarizados: los que tenían todo (españoles y criollos), y los que no tenían nada.
En consecuencia, los problemas políticos de la independencia estuvieron atravesados por reivindicaciones de tipo social mucho más amplias.
DEL IMPERIO A LA REPÚBLICA
Un movimiento revolucionario del 18 de mayo de 1822 obligó al Congreso a proclamar emperador a Iturbide, con el nombre de Agustín I.
El general Antonio López de Santa Anna se sublevó en Veracruz contra Iturbide, quien debió abdicar y fue desterrado. No obstante, Iturbide volvió al país, motivo por el cual se lo fusiló en 1824.
Aquel mismo año se reunió un congreso constituyente y el 4 de octubre de 1824 sancionó una constitución federal de tipo norteamericano. El primer presidente de los Estados Unidos Mexicanos fue Guadalupe Victoria, a quien le sucedió Vicente Guerrero, que terminó trágicamente su mandato.
Desde entonces hubo ásperas luchas interiores entre los federalistas liberales y los centralistas conservadores, en las cuales descuella el general López de Santa Anna, de relevante acción pública durante varias décadas de la política mexicana.
En ese período se produjo la guerra de Texas. Los plantadores texanos se habían negado a obedecer una ley (1835) que concedía la libertad a los negros.
En 1836 declararon su independencia y en 1845 pidieron la anexión de su territorio a los Estados Unidos.
De este hecho derivó una guerra entre México y los Estados Unidos (13 de mayo de 1846), que finalizó con el tratado de Guadalupe Hidalgo (2 de febrero de 1848), por el cual México debió ceder a los Estados Unidos Texas, Nuevo México, Arizona y Alta California (o sea 1.338.000 kilómetros cuadrados de territorio).
Otros 116.000 kilómetros cuadrados de tierras mexicanas (territorio de la Mesilla) fueron cedidos a los Estados Unidos por 10 millones de dólares. Los límites que se trazaron entonces son los que aún hoy separan a ambos Estados.
En 1855 el coronel Villarreal se sublevó contra la dictadura de Santa Anna y proclamó el Plan de Ayutla, movimiento liberal que culminó con las reformas propugnadas por Miguel Lerdo y Benito Juárez, con la abolición de los privilegios eclesiásticos y militares y con la constitución de 1857.
Ante la reacción conservadora del presidente Comonfort, Benito Juárez emprendió una nueva guerra, al término de la cual venció al frente de los liberales en Galpulalpan y entró en la capital el 11 de enero de 1861, iniciando un plan de reformas.
La independencia no trajo consigo la paz y, principalmente durante la primera mitad del siglo XIX, México se convirtió en un foco de revoluciones.
Entre 1821 y 1857 se registraron 250 guerras civiles y golpes de Estado. También después hubo muchos otros.
Hay muchas razones que pueden explicar este estado de cosas.
En primer lugar, México no presentaba ni presenta todavía una unidad lingüística; aproximadamente diez por ciento de la población habla aún una lengua diferente del español.
Esto no ayuda en nada a la eclosión de un sentimiento nacional.
El medio natural es también una traba para este sentimiento nacional. Altas cordilleras dividen a México en varias regiones, que en el siglo XIX estaban difícilmente en contacto.
Por otra parte, vastas extensiones del sur del país están cubiertas de selvas vírgenes que constituyen una traba a las comunicaciones normales.
La división reina igualmente entre los individuos: blancos, mestizos e indios pensaron siempre en sus propios intereses antes que en los de toda la comunidad, lo cual se veía agravado durante el siglo pasado por el bajo nivel de cultura de la población. Añadamos a esto que los varios millares de letrados estaban divididos en dos campos.
Los conservadores ofrecieron su apoyo y fueron ayudados por las autoridades religiosas.
Estaban en favor de una Administración fuertemente centralizada.
Los liberales, por el contrario, a menudo muy anticlericales, se inclinaban por una organización federal.
Ambos grupos buscaban el apoyo del pueblo.
No debe sorprendernos, pues, que México haya parecido presa fácil a las potencias extranjeras.
Y México se vio obligado a ceder a Estados Unidos, hacia la mitad del siglo pasado, un territorio de una superficie de 1.650.000 kilómetros cuadrados.
Poco después, Benito Juárez, candidato del grupo liberal, llegó a la presidencia de la República. Juárez era de origen indio.
La política del presidente Juárez contrarió en sus intereses a algunos Estados europeos, provocando la intervención de éstos y especialmente de Francia, cuyas fuerzas invadieron y dominaron el país.
Francia, cuyos destinos regía Napoleón III, creyó llegado el momento de derribar el régimen de Juárez y reemplazarlo por un imperio situado bajo la tutela francesa.
Un ejército expedicionario francés, en cuyas filas militaban voluntarios belgas, se apoderó, el 5 de junio de 1863, de la ciudad de México, capital del país.
Ofrecieron la corona a Maximiliano de Austria, quien, con el consentimiento de Francia, fue proclamado emperador de México; algunos conservadores locales le prestaron su apoyo
El 7 de junio de 1863 las tropas francesas ocuparon la capital. Con su apoyo, una junta de monarquistas restableció el imperio y ofreció la corona a Maximiliano de Habsburgo, archiduque de Austria, quien la asumió el 12 de junio de 1864.
Juárez, que se había retirado a las montañas, emprendió entonces una guerra de guerrillas y además contaba con la ayuda de Estados Unidos, donde, entretanto, en 1865, había terminado la Guerra de Secesión.
En cuanto Napoleón III retiró sus tropas de México, los republicanos, encabezados por Benito Juárez, capturaron al emperador Maximiliano en Querétaro, donde lo fusilaron el 19 de junio de 1867.
A la muerte de Benito Juárez (1872) asumió el gobierno Sebastián Lerdo, derrocado en 1876 por un movimiento que sostenía el plan de Tuxtepec.
Lo encabezaba el general Porfirio Díaz, bajo cuya dictadura estuvo México desde entonces, durante 34 años.
En esta época experimentó México amplio desarrollo económico.
Benito Juarez: Cuando Juárez, forzado por los acontecimientos, decidió no redimir la deuda exterior de México, Inglaterra, Francia y España quisieron forzarla a ello por las armas. Cuando, al año siguiente, Juárez propuso amortizar la deuda mediante pagos anuales, ingleses y españoles renunciaron a su proyecto.
En 1872, Porfirio Díaz se hizo cargo de las riendas del Gobierno desde 1876 hasta 1911. Las enérgicas medidas que tomó le permitieron elevar el nivel de vida del país.
En 1910, sin embargo, estalló una nueva revolución instigada principalmente por la gente del campo, que se sentía oprimida y explotada por los grandes terratenientes.
Díaz se vio obligado a huir.
México pasó entonces por un período de confusión, pues quienes tomaron en sus manos las riendas del poder se vieron incapaces de gobernar el país de una manera eficiente.
Por otra parte, la influencia de Estados Unidos en México fue en aumento, especialmente después que empezó la explotación del petróleo.
Durante la primera guerra mundial Estados Unidos llegó incluso a intervenir militarmente en México. Bien es verdad que el pueblo, pobre y hambriento, amenazaba la tranquilidad interior.
La Constitución de Querétaro, promulgada en 1917, intentó instaurar reformas radicales, y el Estado confiscó los bienes de la Iglesia, suprimió las concesiones extranjeras y concedió la autonomía a algunas comunidades indias.
No llegaron a aplicarse todas las disposiciones de esta Constitución, aunque esto no impidió que en México soplaran fuertes vientos anticlericales después de la primera guerra mundial.
México no puso fin definitivamente a las persecuciones religiosas ni se aprestó a construirse un porvenir mejor hasta el comienzo de la segunda guerra mundial.
En 1910 estalló una nueva revolución popular guiada por Francisco I. Madero. Se proponía restaurar el sufragio popular y una justa distribución de las tierras, y contaba con el apoyo de dos ardientes revolucionarios, casi legendarios: Pancho Villa y Emiliano Zapata.
El triunfo revolucionario dio el gobierno a Madero (1911); pero el general Victoriano Huerta lo depuso a principios de 1913. Poco después, Venustiano Carranza emprendió nuevamente la revolución liberal y agraria, con el apoyo de Pancho Villa y Emiliano Zapata; movimiento que culminó con la sanción de la avanzada Constitución de Querétaro, el 5 de febrero de 1917, base que fue de una profunda reforma social y económica.
Para Ampliar Ver: Revolución Mexicana
Ver: Emiliano Zapata
AMPLIACIÓN DEL TEMA: EN BUSCA DE LA INDEPENDENCIA
Los primeros movimientos a favor de la independencia, liderados por los grupos criollos, desataron la lucha de los campesinos y mestizos pobres.
Así, los criollos perdieron el control y la independencia se transformó en una revolución social, es decir, un movimiento violento de indígenas y campesinos enfrentados con criollos y españoles poderosos, en busca de un cambie radical en la sociedad.
En septiembre de 1810, el cura del pueblo de Dolores, Miguel Hidalgo y Castillo convocó a los indios y mestizos de su parroquia a combatir por la independencia y la igualdad en el llamado Grito de Dolores que se extendió a otras ciudades.
El movimiento buscaba la abolición del tributo indígena y la esclavitud, y la devolución de las tierras a las comunidades indígenas.
Después de duros enfrentamientos con los criollos y los españoles, Hidalgo fue hecho prisionero y ejecutado.
Su recuerdo quedó asociado a la independencia y a la lucha de los campesinos e indígenas.
LOS SUCESOS REVOLUCIONARIOS:
Estamos en 1810, en el momento de la gran llamarada secesionista que sacude el continente sudamericano.
Paralelamente, en el viejo mundo, producto de las guerras de España contra Inglaterra, la Corona española presionó a la colonia con un aumento de la proporción de la riqueza mexicana que se destinaba a España aumentando los impuestos, disposición que fue rechazada por todos los sectores sociales de la época.
Se produce entonces un acontecimiento extraordinario: las masas indias se ponen en movimiento.
Una desesperada oposición a la rápida expansión de los grandes dominios en detrimento de las tierras colectivas de los pueblos, es su motivo más profundo.
La primera sublevación se produce en la provincia de Guanajuato, al norte.
Está dirigida por el criollo Miguel Hidalgo y Costilla, un sacerdote que exigió una serie de medidas que incluían la supresión de los tributos indígenas, la distribución de tierras para los campesinos (que implicaba quitársela a sus nuevos dueños), y la libertad de los esclavos.
Así, pudo reunir entre sus seguidores a indios, mestizos y mulatos. Sin embargo, no pudo atraer muchos criollos.
Condenado por la Iglesia, propietaria de tierras, y abandonado por los criollos propietarios, Hidalgo fue derrotado y ejecutado en mayo de 1811.
Derrotado, Hidalgo es hecho prisionero el 17 de enero, y fusilado en el siguiente mes de julio.
Tres meses después, en octubre de 1811, se produce una nueva sublevación, esta vez en el sur, donde la población india es más densa, bajo la dirección de un cura mestizo, llamado Morelos.
Morelo tenía un discurso más religioso y moderado. Apoyaba el pago del diezmo a la Iglesia y el respeto a la propiedad.
Además, decía que la revolución la hacía "por la religión y la patria", bajo la figura de la Virgen de Guadalupe.
Los insurrectos dominan el país durante dos años, y, en abril de 1813, se apoderan del puerto de Acapulco, en el Pacífico.
En septiembre de 1813, Morelos convoca una Junta en Chilpancingo.
Se proclama la independencia, se forma un gobierno insurrecto y se redactan las bases de un programa: abolición de la esclavitud, reforma fiscal, igualdad ante la ley.
Morelo tras obtener algunas victorias militares, convocó a un Congreso, que en 1813 proclamó la independencia de México.
Sin embargo, bajo el impulso de Iturbide, oficial mexicano de origen vasco, se organiza el ejército leal.
En el otoño de 1814, Iturbide recibe un refuerzo de 8.000 hombres de España.
Mal equipadas, las milicias campesinas de Morelos son vencidas.
El propio Morelos es hecho prisionero, y fusilado el 22 de diciembre de 1815. No obstante, algunos de sus partidarios continuaron peleando en las montañas.
En la frontera meridional de Nueva España, la Capitanía General de Guatemala había entrado en efervescencia, a partir de 1812. Todo vuelve al orden en 1814, con la noticia de restauración de Fernando VII en España.
Después de algunos años en 1820, la situación cambia cuando en la misma España los liberales tomaron el poder.
Los liberales españoles anunciaron medidas similares a las propuestas por el cura Morelos en tierra mexicana y se declararon dispuestos a buscar un arreglo con las revoluciones hispanoamericanas.
Ese acuerdo consistiría en otorgar el poder local a los revolucionarios a cambio de que estos reconocieran la soberanía española en América.
Esa situación incidió para que los sectores más influyentes de México intentaran nuevas estrategias.
El bloque conservador, integrado por los estratos más poderosos de españoles, criollos y de la iglesia, apoyó a Agustín Iturbide, un oficial criollo de las tropas reales que había combatido contra Morelos, y decidieron realizar un acuerdo con los revolucionarios al mando de Vicente Guerrero.
Los conservadores creían que de esta manera se ponían a salvo de las medidas propiciadas por los liberales que tenían el poder en España.
En tanto, los revolucionarios mexicanos pensaron que podrían salir de su aislamiento y acceder al poder.
De este modo, el 24 de febrero de 1821 se acordó el Plan de Iguala, llamado también trigarante porque se proponía garantizar: la independencia, la igualdad entre españoles y criollos y la unidad en la fe católica.
Desde el punto de vista ideológico, los países del continente repartirán sus tendencias políticas entre dos opciones: la conservadora y la liberal.
La primera, formada por propietarios de latifundios, miembros de la alta jerarquía eclesiástica y militar y la burguesía tradicional, defenderá el principio de la autoridad y el orden, las libertades controladas y el sufragio censitario.
Los partidos liberales, por su parte, integran a profesionales, intelectuales, comerciantes, pequeños hacendados y funcionarios; son partidarios de las libertades individuales, el sufragio universal, la democracia y el estado laico.
En este último punto estriban los antagonismos más exacerbados de todo el período, hasta el punto de que los intereses entre conservadores y eclesiásticos llegan a identificarse plenamente.
Otro nombre de este acuerdo es el de Plan de las Tres Garantías, programa político propuesto por el general Agustín de Iturbide proclamando la independencia de México.
Iturbide, que, de oficial realista a las órdenes de los virreyes acababa de convertirse en dirigente de los mexicanos descontentos con el régimen liberal español que había obligado a Fernando VII a acatar la Constitución de 1812, al ser nombrado comandante general, se reunió con Vicente Guerrero, jefe de los guerrilleros del Sur, en la población de Iguala, para concertar el ecuerdo.
Proclamaba tres principios básicos:
1) La independencia de México, que sería gobernado por un príncipe español designado por Fernando VII;
2) El mantenimiento de la religión católica como la única del país y
3) La igualdad de derechos entre todos los habitantes de México (criollos y peninsulares).
Entre 1833 y 1855 México atravesó una de las etapas más convulsivas de su historia contemporánea.
Insurrecciones, cuartelazos y gobiernos se sucedieron y protagonizaron una de las más importantes crisis que vivió la república tras su independencia.
El país se hallaba dividido entre conservadores y liberales, al tiempo que una débil situación económica, causada por el descenso de la producción agraria y minera, el hundimiento del comercio exterior e interior y la acentuada disminución de la clase media, favorecieron las revueltas sociales.
El descontento general llegó a un punto tal que, en menos de un año en el gobierno, Iturbide abandonó su sueño imperial en 1823 y abdicó el trono en favor de un ascendente y aún desconocido militar: el general Antonio López de Santa Ana.
Pero el autoritarismo de este general, que había derrocado a Agustín de Iturbide , impulsó el malestar de los liberales hasta que aquél fue expulsado del país en 1855.
(En 1853 Santa Ana asumió formalmente la dictadura con el título de Alteza Serenísima, reservándose el derecho de nombrar sucesor. )
En cuanto a las relaciones externas, la guerra de Texas (1835-1836) no sólo privó a México de una buena parte de su territorio nacional, ratificado en el tratado de Guadalupe-Hidalgo (1848), sino que fomentó el sentimiento de frustración entre la población.
La política seguida por Santa Anna durante su último mandato (1853-1855) colmó la paciencia de los liberales, quienes, alegando los ataques que sufrían las libertades civiles y políticas, acabaron con su presidencia personalista.
Derrotado Santa Ana por el general Ignacio Comonfort en 1855, el gobierno de México cayó muy pronto en manos del grupo conservador, al que los liberales se opusieron con toda firmeza, acaudillados por el célebre Benito Juárez; la Guerra de los Tres Años (1858-1861) terminó con el triunfo rotundo de Juárez, quien ejercía el poder como presidente de la Corte Suprema.
La entrada triunfal de Juárez en México, el 11 de enero de 1861, no aseguró, sin embargo, la tranquilidad.
Juárez suspendió el pago de la deuda extranjera con Francia, Inglaterra y España, lo cual determinó que las citadas potencias enviaran fuerzas militares a México; España e Inglaterra aceptaron las explicaciones de Juárez, pero no así Francia, a la que convenía fortalecerse en América confiando en el éxito que tendría su eventual alianza con los confederados de Estados Unidos, para asegurarse prioridades comerciales.
Luis Napoleón jugó hábilmente sus cartas diplomáticas, y logró que una comisión de notables propiciara la coronación en México de Maximiliano de Habsburgo, hermano del emperador de Austria, para lo que Francia prestaría el apoyo militar necesario.
Las tropas francesas invadieron México, y Benito Juárez debió trasladar la capital a El Paso, desde donde continuó las operaciones.
Maximiliano llegó a México en 1864, y pese a sus buenas intenciones no supo formar un gobierno propio y fuerte, pues se atuvo exclusivamente a Napoleón, el cual, presionado por Estados Unidos y con graves problemas en Europa, le retiró su ayuda militar y financiera.
El imperio fue destruído por Juárez en Querétaro, el 15 de mayo de 1867.
Así la experiencia imperial de Maximiliano tuvo fin con su fusilamiento y el de sus principales generales, Juárez restableció la capital en México, desde donde prosiguió su gobierno de tendencia liberal y popular, propiciando las reformas constitucionales necesarias para llevar adelante sus planes.
En 1871 fue elegido presidente por tercera vez, pero falleció al año siguiente.
Precisamente en estas elecciones de 1871, se opuso a Juárez unos de los más importantes generales de su grupo, Porfirio Díaz; el triunfo de aquél, su muerte y las circunstancias que se sucedieron engendraron una nueva guerra civil, terminada con la batalla de Tecoac, en el año 1876.
Ver: Revolución Mexicana
PÉRDIDA DE TEXAS:
Los colonos norteamericanos que se habían instalado en Texas con el auspicio del gobierno mexicano se resistieron a aceptar la política de los conservadores.
En 1836 el gobierno envió tropas militares al mando de Santa Ana, que logró vencerlas en la batalla de El Álamo. Sin embargo, los norteamericanos se reorganizaron, vencieron a Santa Ana y declararon la independencia de Texas.
No obstante, el gobierno conservador mexicano no reconocería la independencia de Texas, a pesar de que un sector minoritario del mismo gobierno consideraba que era conveniente establecer en Texas un Estado independiente que fuera protegido por Inglaterra y de ese modo pudiera contener el avance expansivo de los Estados Unidos.
Finalmente, la confrontación entre mexicanos y norteamericanos con la intervención del gobierno de los Estados Unidos se desarrolló entre 1845 y 1848, con la activa participación del general Santa Ana, convocado esta vez por los liberales que se encontraban en el gobierno. Los mexicanos perdieron la guerra y debieron entregar a los Estados Unidos los territorios de Texas, Nuevo México y California, lo que significaba más de la mitad de su territorio.
CONSECUENCIAS DE LA LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA:
La minería resultó afectada por la lucha al ser abandonadas, inundadas y destruidas muchas minas, y sus trabajadores y especialistas dispersados. Los capitales se ahuyentaron y el atraso técnico que se produjo, en comparación con otros países, resultó altamente perjudicial.
El centro y sur del país, en donde la agricultura encontraba sus mejores campos, sufrieron con los movimientos de población, más los cultivos desarrollados en gran escala que las pequeñas siembras dedicadas a la producción de granos indispensables para el sustento popular.
El comercio mexicano resultó lesionado. México cesó de exportar sus productos a las Antillas y su puesto fue ocupado por los norteamericanos. En el país se sustituyó el ingreso de mercaderías a través de España por el comercio yanqui, que empezó a hacer suyos, junto con Gran Bretaña, los mercados hispanoamericanos.
En 1815 llegó el último galeón de Filipinas a Acapulco. La guerra de Independencia puso fin al cambio de plata mexicana por sedas, porcelanas, bronces y especias de Asia, y principalmente a la prosecución de relaciones políticas y culturales con los países asiáticos. El comercio interior se paralizó un tanto con la guerra, pero después se recobró, de acuerdo con las nuevas posibilidades.
La riqueza pública sufrió una merma de más de la mitad; así, los ingresos de la República fueron menores de diez millones de pesos, lo que provocó un estado deficitario que día a día se agravó, por lo que el estado tuvo que recurrir a préstamos forzosos impuestos a nacionales, extranjeros y al clero, así como a empréstitos exteriores. El capital español se fugó hacia los bancos europeos, pero algunos criollos aumentaron su fortuna con el comercio y la actividad industrial.
La guerra de Independencia provocó el aumento de la movilidad social. Un sentimiento vivo de justicia social, que cristalizó en la mente de notables patriotas, comenzando con Hidalgo y Morelos, se mantuvo firme y luchó con brío en contra de viejas ideas e instituciones para lograr transformar al país, esgrimiendo como armas principales la mejor distribución de la tierra y profundas reformas educativas.
Al quedar abolida la esclavitud, los negros esclavos adquirieron mejores posibilidades de vida. Las .clases bajas, si bien no resolvieron del todo sus problemas al malograrse algunos de los principios revolucionarios sí modificaron su situación. Al indígena se le comenzaron a aplicar las ideas individualistas del liberalismo a través de nuevas normas legales.
Las masas populares que militaron en las filas de la insurgencia se sin tieron un tanto defraudadas con los principios fundamentales del régimen político-social instaurado por el grupo criollo, principalmente a partir del plan de Iguala, mediante el cual las clases dirigentes, de clara formación europea, conservaron la hegemonía; y la idea de una mejor repartición de la riqueza, de un cambio de estructura, que a tantos había impulsado a sumarse al movimiento insurgente, quedó así latente entre los grupos más desheredados.
Fuente: HISTORIA UNIVERSAL Tomo 16 Editorial SALVAT El Impacto de la Revolución Francesa
RESUMEN ETAPAS DE LA INDEPENDENCIA DE MEXICO
■ El siglo XIX Independencia:
La independencia fue concretada en 1822, dio lugar a tres décadas de guerras civiles y gobiernos frágiles. La desorganización de la nación posibilitó que gran parte del territorio mexicano pasase a manos norteamericanas.
Formación del Estado: Los liberales dirigidos por Benito Juárez, impulsaron a mediados del siglo un proyecto de modernización y de construcción estatal.
La Constitución de 1857: Fue una constitución de tono liberal, lo cual se manifiesta en el acento que puso en las libertades públicas y de los individuos así como en su empeño por terminar con los restos de la organización colonial que aún subsistía en México. La Iglesia y los conservadores se opusieron a este proyecto y su resultado fue una nueva guerra de 10 años que postergó la organización del Estado.
■ La república organizada
La cohesión territorial y la organización del país fue dirigida finalmente por Porfirio Díaz (1876-1911) quien llevó a México al progreso económico y al orden pero estableciendo un régimen dictatorial que excluyó a las mayorías renegando así de los objetivos expresados por la Constitución de 1857.
■ Revolución mexicana
La Revolución Mexicana, que arrasó México entre 1910 y 1917, se dirigió contra la dictadura de Porfirio Díaz y movilizó amplios sectores del pueblo mexicano en demanda de participación política y reclamos económicos, especialmente en las zonas rurales.
"Tierra y libertad" fue la consigna más conocida de este movimiento. Uno de sus resultados fue la Constitución de 1917 que introdujo la cuestión social, la reforma agraria y un mayor protagonismo del Estado.
■ México moderno
En las décadas del veinte y del treinta se reconstruyó el Estado, surgiendo el Estado de la Revolución Mexicana que buscó representar las aspiraciones de las mayorías.
Esta obra culminó con el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-1940), quien llevó adelante una política nacionalista, profundizó la reforma agraria, amplió los beneficios sociales, y organizó el PRI, Partido Revolucionario Institucional, el partido al que se Integraron los sectores que apoyaban la Revolución y que hasta hoy gobierna en México.
En la actualidad, México es una de las más ricas naciones de latinoamérica pero el ritmo de crecimiento ha disminuido mientras sus problemas sociales van en aumento. Aparecen también signos de descontento político.
La dirigencia política busca nuevos impulsos para el desarrollo a través de la integración con los Estados Unidos y el Canadá que se ha concretado con el NAFTA (sigla en inglés del Tratado de Libre Comercio).
Se espera así un aumento de las inversiones norteamericanas que den lugar a la creación de puestos de trabajo, así como facilitar la venta de productos mexicanos en América del Norte.
■ La Nación Mexicana y el pasado indígena
México fue sede de algunas de las más altas culturas indígenas precolombinas. La reivindicación de ese pasado constituye hoy un elemento principal en la cultura de ese país. Esta reivindicación es tanto más importante si se tiene en cuenta que la mayoría de los mexicanos actuales descienden de poblaciones autóctonas de América.
• PARA SABER MAS...
Sobre la Guerra Por Texas: Luego del acuerdo con el gobierno mexicano las colonias angloamericanas se multiplicaron, y quince años más tarde la población de Texas, otrora harto escasa, se había incrementado con más de 20.000 colonos, que vivían organizados conforme a cánones para ellos tradicionales, pero violando las leyes mexicanas de colonización, que prohibían a los colonos establecerse en la costa y en la frontera, les exigían que fuesen católicos y que se sujetaran a las leyes mexicanas; exigencias que hasta 1830 no fueron urgidas por el gobierno.
Dicho gobierno mexicano, que había eximido a los colonos de todo impuesto aduanero por siete años, estableció en 1831 dos o tres aduanas para cobrarlos y algunos fortines militares.
Esto y la prohibición de ulterior inmigración estadounidense a Texas irritó a los colonos, que instigados por Austin Moses (quien había hecho el acuerdo) se sublevaron.
La reposición de aduanas y fuertes, y, sobre todo, la implantación del sistema centralista en vez del federal en toda la república, en 1835, decidieron a los colonos a hacerse independientes.
Y capitaneados por el general Sam Houston se enfrentaron durante un año a las tropas regulares de México; en 1836, Santa Anna se puso a la cabeza del ejército mexicano e invadió Texas para poner fin a la sedición. El 2 de marzo, los texanos declararon la independencia del país, y Houston se aprestó a dar la batalla decisiva.
Para ello necesitaba tiempo, y encomendó al coronel William Barret Travis que detuviera en todo lo posible a las fuerzas de Santa Anna.
Travis se atrincheró en una antigua misión conocida por El Álamo, dispuesto a retardar las operaciones de Santa Anna; allí se le reunió el célebre explorador David Crocket, con trece de sus compañeros de Tennessee.
El total de la guarnición de El Álamo era de 188 hombres, para enfrentar a los 2.400 de Santa Anna.
La defensa excedió toda previsión, ya que los texanos, sin excepción, resolvieron pelear hasta morir.
Santa Anna copó, por cierto, la misión; pero la resistencia le representó la pérdida de setenta hombres, además de trescientos gravemente heridos.
El sacrificio de El Álamo dio a Houston el tiempo que necesitaba, y así pudo batir totalmente a Santa Anna en la batalla de San Jacinto (hoy Houston), el 21 de abril de 1836.
Esta victoria permitió el establecimiento de la República de Texas, cuya breve vida de nueve años se desarrolló en la incertidumbre, por falta de posibilidades financieras y por la continua amenaza de México, que no cejaba en su afán de reconquista; a ello se sumaba, además, el incesante peligro representado por los indios.
De ahí que los dirigentes texanos, todos oriundos de hogares estadounidenses, acordaran finalmente acceder a requerimientos cada vez más intensos, y Texas acabara po: ser anexada a Estados Unidos, como 289 Estado de la Unión, el 29 de diciembre de 1845.
Con ello, naturalmente, se precipitó la guerra entre México y Estados Unidos.
Fuentes Consultadas:
Historia Universal ESPASA Siglo XXI Independencia de México
SOCIEDADES 8° Año Vicens Vives de M. González y M. Massone
Sociedad, Espacio y Cultura Kapelusz EGB 3° Ciclo Prislei-Tobio-Geli
La Aventura del Hombre en la Historia Tomo II Editorial ATENEO
Trabajo de Colaboración Alumnos de 4° Año Normal - Escuela J.M.Estrada N°1017
Enlace Externo:• 10 mitos de la historia de México