Biografia de Dario I Rey de los Persas El Grande
BIOGRAFÍA DEL REY PERSA DARÍO I EL GRANDE - SU GOBIERNO
La leyenda histórica ha elevado a Darío a la cúspide de la dinastía de los Aqueménidas, los monarcas que desde Ciro hasta Darío III rigieron los destinos del formidable imperio persa.
Herodoto, que en sus narraciones históricas lo dexscribió como gobernante excepcional y administrador sin par del imperio persa.
Luego en pos de esta descripción de aquel famoso historiador griego, todos los autores han escrito elogios en honor de Darío, en cuya persona se ha visto, tal otro Augusto, el organizador definitivo del imperio de los Aqueménidas y el creador de la paz persa en el Próximo Oriente.
Sólo después de las modernas interpretaciones históricas se ha logrado profundizar algo en la leyenda de Darío, y conocer mejor su obra y los verdaderos rasgos de su personalidad extraordinaria.
En el año 500 a.C, las ciudades griegas de Asia Menor se rebelaron contra el imperio persa. El emperador envió un numeroso ejército contra Atenas, que había apoyado la rebelión. Sin embargo, sus tropas fueron derrotadas en una de las batallas más famosas de la historia.
El emperador persa Darío el Grande fue el perdedor de la célebre batalla de Maratón. Su derrota frente a Atenas llegó al final de un largo reinado de progreso y prosperidad.
Proclamado emperador en el año 521 a.C, Darío había fortalecido las fronteras del imperio de Ciro el Grande y había hecho construir una suntuosa capital llamada Persépolis para reinar sobre sus dominios, que se extendían desde el Mediterráneo a la india, y desde el mar Caspio hasta el océano índico. Sólo los griegos, animados por Atenas, se atrevían a desafiar su vasto poder.
La llanura de Maratón: Darío sometió primero a los griegos rebeldes de Asia Menor. En 490 a.C. envió , su flota a Atenas para castigar a sus ] habitantes y conquistar toda Grecia. Sus naves, capitaneadas por su yerno Mardonio, fueron avistadas desde la costa, y los capitanes atenienses salieron a la llanura de Maratón a combatir.
Derrotaron al ejército de Darío, y Filípides, un joven soldado corrió más de cuarenta kilómetros para dar la noticia del triunfo en Atenas. Allí murió luego de dar la feliz noticia.
BIOGRAFIA DE DARIO EL GRANDE
Darío I el Grande (c. 558-486 a.C.), rey de Persia (c. 521-486 a.C.), miembro de la familia real persa de los Aqueménidas.
Uno de los monarcas más poderosos de la antigüedad, el gobernante de la dinastía persa aqueménida (522-486 a. C.), se destacó como un administrador, guerrero y por las grandes campañas de éxito contra los griegos.
En el 522 a.C., a la muerte del rey Cambises II, hijo de Ciro II, su hermano Bardiya usurpó el trono.
Según las inscripciones grabadas en piedra por el monarca de Behistún, obtuvo el apoyo de los nobles persas para eliminar a Bardiya alegando que había sido asesinado y Gaumata, un mago, que se hizo pasar por él asumió el poder después de derrotar a la usurpación intentada por la casta sacerdotal (521 a.C) y ahogó todos los focos de insurgencia.
Trabajó para restablecer el orden en el imperio, llevó a cabo una reforma administrativa y la implementación de una economía monetaria que alentó el comercio, y la vez la unidad de las provincias, reestructuró el Imperio, dividiéndola en veinte satrapias (Territorio gobernado por un sátrapa) , o unidades administrativas y jurídicas con el autogobierno, para facilitar la administración.
Construyó caminos que unió su ciudad con todas las satrapías (la "autopista" entre Sardis y Susa, tiene 2.500 km).
También se creó un sistema postal eficiente. Dió un impulso nuevo a la religión persa, basada en la doctrina de Zaratustra (o Zoroastro a los griegos), pero respeto y protección de los cultos locales.
El imperio se destacó por sus maravillosas obras artísiticas.
Comenzó, también, la construcción de los palacios de Susa y Persépolis. Continuó con sus planes de hegemonía universal de Ciro, conquistó Egipto (518 a. C.), la región del Indo (513 a. C.), en Tracia y Macedonia (512 a. C.), pero fracasó en su intento de someter a los griegos porque estos no rechazaron los intereses persas de su política expansionista, dando inicio a las Guerras Médicas.
Según el historiador griego Herodoto, en la primera guerra médica (499 aC), Atenas apoyó la revuelta de las colonias jónicas de Anatolia, entonces bajo el dominio persa y en represalia, el rey persa envió una expedición contra los atenienses al mando del general Mardonio (492 aC).
Al llegar al siglo V a.C., en el mundo antiguo sobresalían el inmenso imperio persa, gobernado por Darío, y las repúblicas griegas, independientes entre sí, que prosperaban materialmente y habían alcanzado un notable desarrollo cultural. Entre ambos se encontraban las colonias griegas emplazadas en el Asia Menor que se empeñaban en conservar su tradición helena, aunque sometidas a la dominación persa que las ahogaba en sus posibilidades de desarrollo y les impedía el normal abastecimiento de trigo desde el mar Negro.
Sin éxito en una segunda expedición en virtud de Datis, también fracasó. Por último, los atenienses bajo el mando de Milcíades, derrotó a los persas en la famosa batalla de Maratón.
Poco después el rey viajó a Egipto para sofocar una revuelta y murió en el 488 a.C. en la batalla de Maratón donde los griegos aseguraron sus territorios.
Su Legado:
Política: La idea de un imperio universal, objetivo recreado por muchos pueblos en el curso de la historia de la humanidad.
Economía: Generalización del uso de la moneda en las transacciones comerciales.
Vida Intelectual: La idea de la lucha entre le bien y el mal y la libertad de la elección del hombre para elegir entre ambos.
Ética: Tolerancia con los pueblos vencidos.
SOBRE LA LEYENDA DE SU REINADO:
Tras la misteriosa muerte de Cambises, a su regreso de Egipto (552 a. de j. C), Persia conoció un período de disturbios.
El hermano de Cambises, Bardis, desapareció también en circunstancias extrañas; entonces se desencadenó una crisis, a la vez social y religiosa, en donde un sacerdote llamado Gaumata, haciéndose pasar por el difunto Bardis, se adueñó del poder, pero pronto fue descubierto.
Luego de este suceso, según Herodoto, la elección del próximo rey se lo confiaron al azar.
DARÍO DESIGNADO POR UN RELINCHO: Decidieron que se reunirían al amanecer, y que aquél cuyo caballo relinchara primero sería el nuevo rey. El caballo de Darío, hijo del gobernador de Persia, fue el que antes lo hizo, e, inmediatamente, sus compañeros se arrodillaron y lo reconocieron como su señor legítimo.
Un trueno retumbó entonces en el cielo, que, sin embargo, estaba sereno, y esto acabó de confirmar a Darío en su reciente poder. Según algunos rumores, él había ayudado un poco al azar en esta difícil elección.
Durante la noche, su caballerizo había paseado el caballo por los lugares en que debía ser designado el nuevo rey. Al día siguiente, el caballo reconoció el sitio por donde había paseado tanto, y relinchó de placer. Tales leyendas muestran la importancia que este pueblo, llegado de las estepas, como los escitas y los cimerios, concedía al caballo.
Darío dio muestras, inmediatamente, de su genio militar, utilizando su caballería y atacando con rapidez a sus adversarios, antes de que tuvieran tiempo de ponerse de acuerdo.
Envió tropas a Babilonia y a Persia, aplastando antes a los medos. Armenia y Partia fueron ocupadas de nuevo, e hicieron falta catorce meses para pacificar Mesopotamia, donde, en Babilonia, tras un largo asedio, fueron empalados tres mil hombres. Las campaña:, se sucedieron hasta el año 518 a. de J. C. en Asiria, Asia Menor y las costas del mai Caspio.
El rey se aseguró así la fidelidad de los grandes, al concederles altos cargos y privilegios transmisibles por herencia. Una nueva nobleza dominó, a partir de entonces, el Imperio. Darío extendió este Imperio por Europa, ocupando Tracia y las islas del mar Egeo, y por Asia, en la que realizó conquistas que lo llevaron, a través del Afganistán, hasta el Indo.
Creó la más formidable agrupación de pueblos que se hubiera realizado hasta en ronces: abarcaba desde la India a Egipto y a Europa, y entre sus reinos vasallos se contaban Fenicia y la isla de Chipre.
EL REY DE REYES
Darío no fue sólo un notable conquistador, sino también un gran organizador y un administrador de primer orden. Había comprendido que un Imperio tan vasto, y que comprendía pueblos tan diversos como el suyo, no era viable si no estaba apoyado y sostenido por una administración jerarquizada, centralizada y todopoderosa.
La autoridad de aquél que se hacía llamar Rey de Reyes, y que los griegos denominaban basileus, el rey, pues, lo consideraban la encarnación misma de la monarquía, estaba fundada sobre el principio del absolutismo, al cual opusieron los griegos el ideal democrático.
En las inscripciones oficiales, siempre se encontraba evocada la designación del rey por la divinidad: Gran dios es Ahura-Mazda, que ha creado el cielo allá arriba, que ha creado la felicidad para el hombre, que ha hecho rey a Darío, que ha otorgado al rey Darío este reino, grande, rico en caballos, rico en hombres.
El rey tenía derecho de vida y muerte sobre sus subditos. No era un dios, como el faraón, sino un monarca de derecho divino. Protegido por un séquito, un ceremonial y un protocolo rigurosos, sólo hacía raras apariciones ante las masas prosternadas.
Sin embargo, su despotismo tenía una base moral, la de la religión mazdiana, que estudiaremos más adelante: estaba encargados de la aplicación de la justicia, de la verdad, del bien; como en otros indoeuropeos, los hititas, encontramos entre los persas la idea de la responsabilidad real.
Una inscripción de Darío dice: He amado la justicia y he odiado mentira. Ha sido mi voluntad que ninguna injusticia juera hecha a la viuda y al huérfano; he castigado al mentiroso. Pero al que trabajaba, yo lo he recompensado.
La tumba del Rey Ciro, en Pasargada, guarda los restos del jundador de la dinastía aqueménida
Darío no fue solamente un gran constructor; supo también organizar sus territorios. A fin de permitir a los inspectores de las satrapías, "ojos y oídos del rey", galopar como el relámpago, de un extremo al otro lado del Imperio, fueron construidas magníficas carreteras. Estas eran recorridas, igualmente, por tiros pesadamente cargados, como el representado en el bajorrelieve superior .
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Si Ciro creó el imperio persa, Darío estableció el dominio de la nobleza persa en el imperio. Este es el rasgo más destacado de su política. No se trató de algo fácil, sino que para lograr su empeño Darío tuvo que reprimir las sublevaciones que estallaron en sus vastos dominios.
Sólo permanecieron fieles Siria, Anatolia y Egipto, aunque sus respectivos sátrapas o gobernadores sólo esperaban el triunfo de los sublevados para adherirse a su causa. En Babilonia usurpó la corona un tal Aracha, que adoptó el nombre de Nabucadrezar III.
Fue fácilmente derrotado (519). Mucho más dura fué la lucha para sujetar el alzamiento de Fraortes, en Media, del segundo seudo-Bardija en Persia, y de otros varios caudillos en Hircania, Margiana y Aracosia. Esta vez se trataba de una verdadera sublevación de los arios contra la nobleza persa.
Dominada la insurrección (517) y castigados los sátrapas de Lidia y Egipto (515) por su tibieza, Darío procedió a la unificación del imperio, transformándolo de simple aglomerado de estados vasallos en cuerpo centralizado de veinte satrapías sujetas a un tributo fijo e inalterable.
En este aspecto, el rey persa recogió los precedentes de la administración del imperio neo-babilónico, que a su vez los había adoptado de Asiria. Por lo tanto, Darío no innova, sino que se limita a recoger los frutos de una evolución secular. Las únicas diferencias esenciales estriban en la magnitud de las satrapías y en el papel preponderante concedido a Ta nobleza persa en el gobierno, la administración y el ejército del imperio.
Como conquistador, Darío formó un imperio tan vasto que, con las solas excepciones de Grecia e Italia, le obedecían todos los pueblos del mundo entonces conocido.
Hacia 518 su ejército conquistó la cuenca del Indo, cuyos soberanos prestaron vasallaje a Persia, obligándose al pago de un fuerte tributo anual. Luego, sus principales esfuerzos tuvieron por escenario los países de Occidente. Cártago, la poderosa ciudad comercial del lejano Mediterráneo, reconoció la supremacía persa.
En 515 cayó Samos en poder de Darío, con lo que se hundió el último reducto de la helenidad en la costa de Asia Menor. Libre de todo obstáculo, el rey persa emprendió en 514 su famosa campaña contra el país de los escitas, en la Rusia meridional; atravesó el Bósforo y cruzó el Danubio.
Pero la expedición estuvo a punto de terminar en una catástrofe.
La sublevación de la Jonia en 488 dio lugar a las guerras pérsicas (médicas), que se inician en 492 bajo la égida de Darío.
Pero hemos de tener presente que para el soberano de Susa sólo se trataba de una de tantas algaradas de frontera, y no, como hoy lo consideramos nosotros, de una lucha decisiva entre el espíritu y la cultura de Occidente y Oriente.
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PARA SABER MAS....
LOS FAMOSOS reyes persas Ciro el Grande, Darío I y Jerjes gobernaron durante el imperio aqueménida (549 a.C.-331 a.C.).
Aunque casi todo lo que sabemos de este período se lo debemos a los griegos, sus peores enemigos, éstos nunca negaron la importancia que los persas daban a la verdad y la justicia.
CIRO EL GRANDE
Ciro el Grande, que gobernó del 549 al 529 a.C., fundó el imperio aqueménida. Fue un gran jefe militar y de él se decía que era sabio y tolerante. Supo ganarse la lealtad de sus subditos no persas, presentándose más como liberador que como conquistador y respetando las religiones de los habitantes de los territorios que anexionaba.
Ciro permitió que los judíos volvieran de su exilio en Babilonia y reconstruyeran el templo de Jerusalén.
DARÍO I
Darío I (que gobernó del 521 al 486 a.C.) no era descendiente directo de Ciro, sino hijo del sátrapa (gobernador) del territorio parto. Darío mejoró las comunicaciones y promovió la construcción de un primitivo canal de Suez, que debía unir el río Nilo con el Mar Rojo. Organizó un eficiente sistema de correos y acuñó una serie de monedas.
Continuó con la tradición aqueménida de respetar a los pueblos conquistados, siempre que éstos aceptaran las leyes y pagaran los impuestos, porque prefería gobernar de forma próspera y pacífica y no como un tirano.
JERJES
El hijo de Darío, Jerjes, gobernó del 486 al 465 a.C. No fue tan buen gobernante como su padre y mostraba una profunda desconfianza hacia las ideas extranjeras, y en especial hacia las griegas.
El mandato de los aqueménidas sólo dio resultado mientras los gobernantes unieron la fuerza a la indulgencia. De lo contrario, las provincias se rebelaban y los gobernadores pretendían convertirse en reyes por derecho propio. Tras la muerte de Jerjes empezó la decadencia del imperio.