La Sociedad Japonesa: Vida, Costumbres y Tradiciones
La Sociedad Japonesa Costumbres de Vida y Tradiciones - Religión
Con 130.000.000 de habitantes, Japón es un país superpoblado. Tokio, sobre todo, y los demás centros industriales, tienen que hacer frente a problemas prácticamente insolubles. Japón es, también, un país de tradiciones seculares, que todavía se manifiestan en la forma de vestir y en la vida familiar, pero los japoneses acogen gustosos lo que llega del extranjero. Pese a la acusada modernización de la industria, en numerosos lugares subsisten sistemas artesanos.
El factor decisivo de los notables cambios sociales y culturales de Japón fue la Segunda Guerra Mundial: la derrota sufrida por el país fue más allá del ámbito estrictamente militar. Durante el primer período de la posguerra, la ocupación estadounidense dirigida por el general McArthur aprovechó la coyuntura para incorporar ciertos artículos liberales a la Constitución japonesa. Después de quince años de férrea dictadura militar, Japón se vio frente a una súbita liberación.
La autoridad paterna quedó abolida para los hijos mayores de edad, y la herencia pasó a ser compartida por todos los descendientes por igual. En compensación, los padres quedaban exentos de tener que responder por los actos de los miembros de la familia.
Si bien las tradiciones patriarcales siguieron pesando en los medios rurales, la joven generación dio por tierra con los viejos principios en las ciudades. Ante el escándalo de los mayores, los jóvenes de ambos sexos del Japón moderno eligen a sus futuros cónyuges y a sus amistades. Cuando se casan, comunican la decisión que han tomado a sus familiares, pero no les piden consentimiento alguno.
Los matrimonios jóvenes muestran una clara preferencia por la formación de un hogar propio, y abandonan así la casa paterna. Estos jóvenes, a su vez, se escandalizan al observar ciertos hábitos paternos, sobre todo el mantenimiento de concubinas.
Como consecuencia de todo esto, el tan debatido conflicto entre generaciones parece ser más profundo en el Japón que en ningún otro país. Un padre típico, por ejemplo, conserva cierta religiosidad. Tanto en el trabajo como en las horas de ocio, respeta y valora la jerarquía; cultiva las tradiciones y vota a los liberales, budistas o independientes, esperando tan sólo un gobierno que mantenga el orden establecido. Su hijo, en cambio, es posible que descuide las creencias y que repudie cualquier tipo de subordinación. Sus intereses son distintos; vota a las izquierdas, o incluso se niega a participar en el proceso electoral, apoyando movimientos de oposición radical al régimen.
Concepciones de vida tan diferentes impiden todo tipo de diálogo; el alejamiento entre generaciones es completo. Los casos mencionados son extremos, pues, en general, padres e hijos asumen posiciones intermedias.
El número de japoneses asciende a 130.000.000, es decir, un promedio de 259 por kilómetro cuadrado, pero como gran parte del país es inhabitable a causa del relieve, la concentración de la población constituye uno de los graves problemas nacionales.
Esta concentración alcanza su punto máximo en Tokio, la capital, que, junto con sus arrabales, cuenta con 10.500.000 habitantes. Es la ciudad más poblada del mundo. En las horas punta, Tokio es un verdadero hormiguero de peatones y vehículos. En estas horas, los ferrocarriles llevan con frecuencia un número de viajeros tres veces mayor que el máximo autorizado.
En algunas estaciones hay empleados que se encargan exclusivamente de empujar a los viajeros al interior de los vagones que ya están hasta los topes. Sin embargo, la población de Tokio, como también la de otras ciudades, no deja de ir en aumento.
El gran incremento demográfico y el crecimiento de gigantescas ciudades, con rascacielos y autopistas, no constituyen las únicas características de la moderna sociedad japonesa.
Es sorprendente ver hasta qué punto han sobrevivido costumbres y tradiciones seculares. La mayoría de jóvenes, el día de su boda, y en otras muchas circunstancias, todavía llevan el quimono, traje nacional. El quimono fue considerado traje nacional durante el período de 1200 a 1600, la Edad Media japonesa. El dibujo de la tela difiere según las estaciones: en pleno verano se elegirá un tejido adornado con rosas, y con crisantemos al acercarse el invierno.
A pesar de que la moda occidental ha logrado introducirse en Japón, el quimono sigue siendo, incluso para los hombres, el vestido casero por excelencia.
Todavía subsisten muchas tradiciones familiares, especialmente el mantenimiento de extensos grupos familiares que, con mucha frecuencia, comprenden tres generaciones, y que son responsables del bienestar de todos sus miembros.
En la familia se conserva una jerarquía muy estricta. Cuando una joven se casa, lleva un alto tocado llamado bunkin takashimade, es decir, «obediencia al esposo». Cuando éste regresa de su trabajo, su mujer acude a recibirle y lo saluda con una ceremoniosa reverencia.
El té se prepara según un ritual que se remonta a la época en que las mujeres deseaban introducir un poco de refinamiento y cortesía en la violenta sociedad feudal.
Otra de las características del japonés es su agudo sentido de la limpieza. En la vida social del japonés casi es tan importante bañarse como comer o beber. Esto se debe, sin duda, a las prescripciones purificatorias de la religión sintoísta. En el campo aún se utilizan grandes bañeras en las que se baña a la vez toda la familia.
Tras la ocupación norteamericana, después de la segunda guerra mundial, el norteamericano ha influido profundamente en ciertos medios. Los cabarets, los shows, las estrellas de aires hollywoodenses, las orquestas de jazz y los drugstores constituyen las manifestaciones más evidentes de este ambiente.
Los japoneses son unos porfiados trabajadores. A esto se debe que después de su derrota en la segunda guerra mundial, hayan logrado restaurar con tanta rapidez su equipo económico, que, actualmente, puede ser considerado uno de los más poderosos del mundo.
Sin embargo, en muchos lugares ha conseguido mantenerse la industria domiciliaria. Los procedimientos de los artesanos se remontan a varios siglos atrás. Su rendimiento es mediocre, pero el japonés es poco exigente. El arroz y el pescado, que se encuentran en abundancia, constituyen sus alimentos básicos. Los granos de soja, ricos en albúmina, figuran, con frecuencia, en sus comidas.
La Religión:
En Japón existen dos grandes religiones: el budismo y el sintoísmo. Este último fue religión de Estado hasta después de la segunda guerra mundial. El budismo fue importado de China y en seguida se dividió en varias sectas. Una de ellas es el budismo zen, que carece de doctrina y predica la meditación. Sintoísmo y budismo disponen de numerosos templos y santuarios dispersos por todo Japón, pero el centro religioso por excelencia es Kioto.
En la vida de los japoneses la religión ha representado siempre un importante papel. Las tradiciones religiosas han dejado profundas huellas en la vida pública: casi en todas partes aparecen elementos religiosos. Además, el japonés es muy tolerante. No tiene el menor inconveniente en observar las prescripciones de varias religiones. Éste es el caso, especialmente, de dos de las más importantes religiones locales: el sin-toísmo y el budismo, que muchos japoneses practican sucesivamente, según las circunstancias. Es cosa corriente casarse según el ritual sintoísta y hacerse enterrar por monjes budistas.
En la celebración de las bodas hay que observar un complicado ritual: beber, especialmente, nueve tragos de alcohol de arroz. La novia lleva un peinado alto y viste un quimono multicolor. En cambio, el novio, por lo general, va vestido a la europea: chaqué y pantalón de corte.
Pero muchas solemnidades se celebran según los ritos del budismo. La fiesta popular japonesa más importante celebra la llegada de la mitad del verano: todos se dirigen a su pueblo natal para tomar parte en festividades de carácter simbólico. Se organizan desfiles con estandartes, antorchas y faroles, con objeto de escoltar a los espíritus de los difuntos hasta la casa en la que antaño vivieron y para conducirlos de nuevo, al finalizar las fiestas conmemorativas, a su lugar de descanso. Los ecónomos de la mayoría de templos budistas obtienen la mayor parte de sus ingresos durante esta festividad y todas las que se relacionan con el culto de los muertos.
Jardín de Ryoanji
LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL CONSUMIDOR JAPONÉS
El Japón es un país con profundas raíces en la cultura de la China. El budismo fue un vehículo en el proceso de transmisión cultural, de la misma manera que lo fue el cristianismo en la transmisión de muchos aspectos de la cultura europea a los países de América latina. La incorporación de diferentes elementos de la China se extendió desde lo político hasta lo tecnológico, pasando por distintas expresiones culturales tales como la pintura, poesía e incluso costumbres que aún hoy se encuentran arraigadas en el pueblo japonés.
Hacia mediados del siglo XVI Japón tomó contacto directo con Occidente por primera vez. Posteriormente, diferentes acontecimientos contribuyeron a que en el llamado Período de Tokugawa (1603-1867) el país se aislara del resto del mundo y se prohibiera, bajo pena de muerte, todo contacto con el extranjero, excepto con comerciantes holandeses y chinos que fueron autorizados a operar en una limitada zona de Nagasaki, al sudeste del archipiélago.
Este período de aislamiento contribuyó a la asimilación de las distintas corrientes culturales que hasta ese momento habían confluido al país consolidándose las bases de una cultura nacional con identidad propia. Hacia fines de la época de Tokugawa, ante la presión de los Estados Unidos y de las potencias europeas, Japón se vio obligado a abrir nuevamente sus fronteras al mundo.
Con el comienzo de la época de Meiji (1868-1912) se inicia un período de rápido aprendizaje, hito que se suele identificar como el comienzo de la occidentalización del Japón, proceso para el cual se tomaron como principales modelos a Gran Bretaña y a Alemania. Diferentes costumbres fueron llevadas desde Europa, tales como el uso de vestimenta occidental, la introducción de nuevas comidas y bebidas, etc., las cuales se fueron difundiendo especialmente entre los miembros de la corte y de la alta sociedad.
Desde esa época, a la par del acelerado proceso de industrialización, se suceden guerras con China (1894-1895), con Rusia (1904-1905), y luego nuevamente con China (1937), acompañado de un proceso de militarización que culminó con la participación del país en la Segunda Guerra Mundial. Luego de la derrota y la rendición incondicional del Japón en dicho conflicto bélico, se inicia una nueva etapa para el país.
A partir de entonces se comienza a recibir una fuerte influencia de los Estados Unidos, cuyas fuerzas militares ocuparon el país durante casi 7 años, hasta abril de 1952. La occidentalización de posguerra fue principalmente la incorporación de elementos culturales y científicos de los Estados Unidos.
Este fenómeno puede ser apreciado en innumerables facetas de la vida cotidiana, aunque es menester señalar que los aspectos occidentales se combinan con los tradicionales en formas muy interesantes, tal como se verá en los siguientes ejemplos.
La vestimenta:
La población en general ha adoptado como regla las prendas occidentales y como excepción las vestimentas tradicionales. Estas últimas suelen ser utilizadas por ejemplo por los novios y algunas invitadas en los casamientos, o por jóvenes en las ceremonias de graduación o en las fiestas en las que se festeja la mayoría de edad a los 20 años. Los grandes almacenes y las tiendas especializadas en la venta de ropa destinan cada vez menos espacio para la comercialización de vestimentas tradicionales, limitándose a las prendas de alta calidad, que sólo suelen ser utilizadas en ocasiones especiales. Un kimono completo puede costar más de 5.000 dólares.
La alimentación:
La dieta alimenticia del pueblo también se encuentra experimentando cambios importantes. Los platos básicos continúan siendo el arroz, el pescado y los vegetales, pero paulatinamente se han ¡do incorporando otros alimentos propios de Occidente, los cuales han sido adecuados al paladar japonés. El desayuno tradicional en Japón generalmente incluye pescado, sopa y arroz, pero en los últimos tiempos se tiende a suplir estos platos por café, pan, leche, yogur, huevos y jugos de fruta, siendo más notorio estos cambios en las generaciones jóvenes.
La vivienda:
Las casas generalmente son de madera, de uno o dos pisos, aunque en las últimas décadas se han difundido los edificios de hormigón. Estos últimos están diseñados al estilo occidental pero mantienen muchas características de las casas tradicionales. Por ejemplo, en la entrada de los departamentos hay un pequeño espacio de aproximadamente 1 m², en desnivel con respecto al resto de la vivienda, que se utiliza para dejar el calzado, ya que en el interior se acostumbra caminar descalzo o con unas pantuflas de uso interno.
A pesar de que los pisos de los departamentos son de cemento, sin mosaicos, cubiertos de madera o alfombrados, normalmente tienen una o varias habitaciones a la usanza tradicional, con pisos de estera de paja o tatami.
Es interesante el caso de los accesorios sanitarios. Tradicionalmente los retretes o inodoros utilizados en Japón son instalados al ras del suelo, conocidos en algunos países como inodoros "a la turca". Se estima que el 70% de los baños japoneses tienen aún esta característica. Sin embargo, en los últimos años se ha extendido el uso de sanitarios occidentales de "asiento", principalmente en las grandes ciudades, estimándose que tres de cada cuatro nuevos baños que se instalan actualmente responden a este último estilo.
En la década del '60 nacieron en Japón muchas revistas de historietas. La más popular fue Tetsuwan Atomu creada por el artista Tezuka Osamu, que luego fuera llevada a la televisión. Conquistó rápidamente al público infantil, no sólo local, sino de todo el mundo.
El mobiliario:
Los muebles para las viviendas están cambiando radicalmente, con lo cual también se modifican aspectos importantes de las costumbres. Los japoneses normalmente duermen extendiendo colchones en los pisos de tatami y a los fines de aprovechar más eficientemente el espacio durante el día se los guarda en grandes placares. Sin embargo, entre las generaciones jóvenes se está notando cierta predilección por el uso de camas.
Algo similar ocurre con otros muebles de uso diario, que en general tienden a adoptar características occidentales. Las mesas tradicionalas son bajas, ya que normalmente se come sentado en unos almohadones extendidos en el suelo, pero en los últimos tiempos se está extendiendo rápidamente el uso de mesas y sillas occidentales. Este nuevo estilo de amoblamiento se ha adoptado a los requerimientos del consumidor japonés. Las camas en general son más anqostas, las mesas más difundidas son para pocas personas (dos, cuatro o seis), los sillones son más pequeños, las patas de los inuebles son más cortas, etc.
El idioma:
A la par del proceso de occidentalización, se observa un cambio en el lenguaje, con la incorporación de gran cantidad de términos procedentes de idiomas extranjeros, principalmente del inglés. Estás expresiones extranjeras ajaponesadas son usadas no sólo en la conversación diaria sino también en situaciones formales, tales como en los discursos oficiales, en los textos escolares e inclusive en los documentos públicos. Se han popularizado también las marcas de productos con nombres de origen extranjero.
Fuente: JAPÓN, ¿Por que es como es? Juan Borga-Emilio Sawada - GF García Ferré - Anexo Revista Muy Interesante