La Universidad en la Edad Media:Materias y Vida de Los Estudiantes
La Universidad en la Edad Media:Materias y Vida de Los Estudiantes
ENSEÑANZA EN LA UNIVERSIDAD MEDIEVAL
Los estudios iniciales del alumno de una universidad medieval se centraban en el curriculum de las artes liberales tradicionales.
El trivium consistía en gramática, retórica y lógica; el quadrivium abarcaba aritmética, geometría, astronomía y música.
Las clases eran impartidas en latín, que proveía un medio de comunicación común para los estudiantes, sin importar su país de origen.
Básicamente, la instrucción de la universidad medieval se realizaba mediante el método de la conferencia.
La palabra lectura se deriva del latín y significa “leer”.
Antes del desarrollo de la prensa, acontecido en el siglo XV, los libros eran caros, y pocos estudiantes podían pagarlos así que los maestros leían de un texto (como una colección de leyes, si la asignatura era derecho) y después añadían comentarios, que llegaron a conocerse como glosas.
No se aplicaban exámenes después de una serie de lecciones pero cuando un estudiante solicitaba un grado (las mujeres no asistían a las universidades en la Edad Media) un tribunal de maestros lo sometía a un examen oral comprensivo.
Estos exámenes se realizaban después de un periodo de estudio que podía alargarse de cuatro a seis años.
El primer grado que un estudiante podía obtener era un A. B., el artium baccalaureus o bachiller en letras; más tarde podía recibir un A. M., artium magister, maestro en artes.
Todos los grados eran técnicamente licencias para enseñar, aunque la mayoría de los estudiantes que las recibían no ejercían como maestros.
Tras completar el curriculum de artes liberales, un estudiante podía ir a estudiar derecho, medicina o teología que era la materia considerada más importante en el currículo medieval.
El estudio del derecho, la medicina o la teología era un largo proceso que podría prolongarse una década o más.
A un estudiante que aprobara sus exámenes finales orales se le daba el grado de doctor, lo cual le permitía impartir su materia oficialmente.
Muchos estudiantes que buscaban obtener grados avanzados primero recibían el grado de maestro y enseñaban asignaturas de las artes, mientras seguían aspirando a los grados avanzados.
Los estudiantes que recibían grados de una universidad medieval podían estudiar otras carreras —además de la enseñanza— más lucrativas.
Se consideraba que un grado en derecho era esencial para quienes desearan servir como consejeros de reyes y príncipes.
Las crecientes burocracias administrativas de los papas y reyes también demandaban una oferta de escribanos en posesión de una educación universitaria capaces de conservar los registros y redactar documentos oficiales.
LOS ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD MEDIEVAL
Los estudiantes de las universidades medievales provenían predominantemente de los niveles intermedios de la sociedad medieval, las familias de los pequeños caballeros, mercaderes y artesanos.
Todos eran hombres; muchos eran pobres, pero ambiciosos y con deseos de ascender socialmente.
Muchos estudiantes medievales comenzaban cuando tenían de catorce a dieciocho años, y recibían su licenciatura en letras en los primeros años de su segunda década de existencia.
El estudio de un doctorado en una de las escuelas especializadas en derecho, medicina o teología significaba, cuando menos, otros diez años.
No era extraño que los hombres obtuvieran su grado de doctor cuando tenían más de treinta y cinco años o, incluso, ya empezaban a rebasar los cuarenta años.
Existen similitudes obvias entre los estudiantes medievales ylos de esta época.
En ese entonces, como ahora, muchos de ellos tomaban sus estudios en serio y trabajaban duro.
En esa época, como en la actualidad, el alcohol, el sexo y las tentaciones para gastar dinero eran también comunes.
En las universidades medievales los manuales proporcionaban modelos de cartas que los estudiantes podían usar para solicitar dinero a sus padres, tutores o patrones.
El siguiente es un ejemplo tomado de Oxford:
De B. a su venerable maestro A., saludos. La presente es para informarle que estoy estudiando en Oxford con la mayor dedicación, pero las cuestiones monetarias se interponen con frecuencia en el camino de mi promoción, pues hoy hace dos meses que gasté lo último que me envió.
La ciudad es cara y tiene muchas exigencias; tengo que alquilar alojamiento, comprar artículos de primera necesidad y proveerme de otras cosas que ahora no puedo especificar.
Por lo que respetuosamente suplico a su paternidad que, mediante los impulsos de la divina piedad pueda asistirme, de manera que pueda completar lo que bien he comenzado.
La falta de inclinación al estudio no es precisamente un fenómeno moderno, como lo ilustra esta carta que un padre de esa época escribió a su hijo:
A su hijo G., que reside en Orléans, P. de Besançon manda saludos con celo paternal.
Está escrito:
“El haragán en su trabajo es hermano del derrochador: He descubierto recientemente que vives de manera disoluta y perezosa, con más tendencia a lo licencioso que a la moderación, al juego que al trabajo, y que prefieres rasguear la guitarra, mientras otros están en sus estudios; y sucede que has leído sólo un volumen de leyes, en tanto que tus compañeros más diligentes ya han leído varios.
Por tanto, he decidido exhortarte aquí para que te arrepientas absolutamente de tus modales disolutos y descuidados, para que ya no puedas ser llamado un despilfarrador, y que la vergüenza logre hacerte regresar a una buena reputación.
Como habrá terminado esta historia?
Las universidades medievales compartieron la atmósfera violenta de la época.
Los registros de las cortes de leyes revelan numerosos casos de disturbios en las universidades europeas.
Un profesor alemán finalmente fue despedido por apuñalar a uno de sus muchos colegas en las reuniones del cuerpo académico.
Un estudiante en Bolonia fue atacado en el salón de clases por otro estudiante, armado con una espada.
Los reglamentos de Oxford trataron de disminuir la y violencia, prohibiendo a los estudiantes portar armas en clase.
No eran raras las peleas entre las personas del pueblo y los miembros de la universidad, que subían de tono hasta convertirse en motines sangrientos
A pesar de la violencia, las universidades resultaron decisivas para la civilización medieval no sólo por el desarrollo del aprendizaje que, a fin de cuentas, es el primordial objetivo de una universidad, sino por proveer un mecanismo para la capacitación del personal que actuaba como administradores, abogados y médicos en una sociedad crecientemente especializada.
Las universidades medievales participaron en la atmósfera violenta de su tiempo.
Las disputas entre togados y población a menudo se tradujeron en conflictos sangrientos, en especial durante el periodo formativo de las universidades.
Este texto se ha tomado de una descripción anónima de un motín estudiantil que tuvo lugar en Oxford a finales del siglo XIII
• Motín Estudiantil en Oxford
[Los ciudadanos] capturaron y encarcelaron a todos los estudiantes que pudieron encontrar, invadieron sus habitaciones, causaron estragos en sus bienes y pisotearon sus libros.
Ante tal provocación, los oficiales disciplinarios de la universidad enviaron a sus asistentes a la ciudad para prohibir a los estudiantes que abandonaran sus posadas.
Pero todas las órdenes y exhortos fueron en vano.
Hacia las nueve de la mañana siguiente, bandas de universitarios desfilaban por las calles en formación militar.
Si los oficiales universitarios no pudieron refrenarlos, el alcalde fue igualmente incapaz de contener a sus ciudadanos.
La gran campana de San Martín sonó dando la voz de alarma; los cuernos de buey también se hacían oír en las calles; se enviaban mensajeros al interior para reclutar campesinos aliados.
Los académicos, estudiantes y maestros, que llegaban a tres mil en total, iniciaron su ataque simultáneamente en varios barrios.
Destruyeron depósitos de especias, cuchillería y otros.
Armados con arcos y flechas, espadas y escudos, hondas y piedras, cayeron sobre sus oponentes.
Mataron a tres e hirieron a cincuenta o más. Una de las bandas tomó posición en High Street, entre las iglesias de Santa María y Todos los Santos, y atacó la casa de un tal Edward Hales.
Este Hales era un antiguo enemigo de los académicos.
No había medias tintas con él.
Cogió su ballesta y, desde una cámara alta, envió una infalible flecha hacia un ojo del pugnaz rector.
La muerte de su valiente líder provocó el descorazonamiento de los académicos.
Entonces huyeron, perseguidos de cerca por los ciudadanos y la gente del campo.
Unos fueron abatidos en la calle; otros, que se habían refugiado en las iglesias, fueron sacados y conducidos sin piedad a prisión, azotados con látigos y picados con púas de hierro.
De inmediato, ambas partes presentaron ante el rey acusaciones de asesinato, violencia y robo.
Los ciudadanos reclamaban una indemnización de tres mil libras: Los comisionados para dirimir la cuestión, sin embargo, los condenaron a pagar doscientos marcos despidieron a los administradores y desterraron a doce de los más turbulentos ciudadanos de Oxford.
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