Historia de la Alhambra de Granada: Ubicacion y Caracteristicas
Historia de la Alhambra en Granada
Ubicación y Características
Alhambra: La ciudad real roja de España
Esta es sin lugar a dudas una de las ciudades en las que el visitante afortunado tiene la posibilidad de respirar realeza en cada rincón, ya que uno de los atractivos más importantes de Alhambra es el exuberante complejo de Palacios y fortalezas que allí se emplaza, y que en otra época fue el lugar de residencia del monarca y de la corte del Reino nazarí de Granada.
En una pequeña recorrida por la ciudad nos topamos con las imponentes construcciones como la fortaleza de Alcazaba, los Palacios nazaríes de Mexuar, de los Leones, el de Carlos V, la villa de Generalife con sus imponentes jardines, como así también el Convento de San Francisco y la Torre de los Siete Suelos.
Declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, la ciudad real de Alhambra, ubicada en Granada, tomó su nombre del término árabe que significa roja, devenido también del concepto “fortaleza roja”, ya que precisamente su principal característica reside en el color rojizo de las torres y muros que se hallan alrededor de la colina de La Sabica.
Lo cierto es que este imponente complejo palaciego fue construido en principio con meros propósitos militares, por lo que en sus inicios contaba sólo con una alcazaba (fortín), un alcázar (palacio) y una pequeña medina (ciudad).
Por otra parte, según los datos históricos no existe referencia alguna de la Alhambra como residencia de reyes hasta el siglo XIII, siendo que la fortificación ha sido documentada desde el siglo IX.
De acuerdo a los expertos, existen posibilidades de que fueran los monarcas Ziries los que se encargaron de la construcción de la Alhambra, aproximadamente a finales de 1238.
Luego, fue Muhammed Al-Ahmar, fundador de la dinastía, quien inició la restauración del antiguo fortín, pero la muerte implacable no le permitió terminar con su trabajo, que fue continuado por su hijo Muhammed II, y posteriormente lo hicieron sus sucesores.
Según los documentos históricos, el complejo hoy denominado Casa Real Vieja data del siglo XIV y fue la obra de dos importantes reyes, Yusuf I y Muhammed V.
Fueron los ideólogos de los principales atractivos que posee el lugar, como es el caso de la Puerta de la Justicia, el Cuarto de Comares, los Baños, el embellecimiento de los palacios con la llamada Sala de Leones, algunas torres y otros cuartos y fortificaciones.
Con el paso de los años, precisamente en 1492 cuando los Reyes Católicos conquistaron Granada, la Alhambra se transformó en una corte cristiana, por lo que se incorporó al complejo una serie de construcciones nuevas, entre las que se incluyeron una iglesia, un monasterio franciscano y distintas edificaciones destinadas a albergar a ciudadanos destacados y prominentes.
Luego, bajo las órdenes del Emperador Carlos V, quien durante varios meses residió en Granada, se inicio la construcción de un nuevo Palacio que llevó su nombre.
Al mismo tiempo decidió llevar a cabo algunas modificaciones estructurales y decorativas dentro de los edificios ya existentes en el lugar.
Por supuesto que la actitud del Emperador causó inmediatamente controversias, e incluso muchos lo acusaron de faltarle el respecto a la historia con sus caprichos de poder, aunque según aseguran algunos historiadores aquella polémica tendía meros argumentos políticos.
Los reyes que sucedieron al Emperador Carlos V se mostraron más discretos con los cambios que fueron incorporando al complejo, aunque por supuesto se jactaron de dejar su marca en el lugar para siempre.
Lamentablemente, la Alhambra terminó cayendo en el olvido, y durante un período extendido entre los siglos XVIII y XIX el lugar se convirtió en asilo de gentes de mal vivir, lo que hizo que los majestuosos salones se transformaran en bares y establos que daban asilo a los malhechores y prostitutas.
Por otra parte, durante el periodo que las tropas de Napoleón Bonaparte ocuparon Granada, entre 1808 y 1812, el ejército se adueñó del complejo, convirtiendo los solemnes palacios en simples y sucios cuarteles militares.
Y fue precisamente en aquel momento en que Alhambra sufrió la pérdida de alguna de sus bellas estructuras, ya que durante la retirada de la tropa napoleónica fueron minadas las torres, lo que produjo su destrucción parcial, y en el caso de la Torre de Siete Suelos y la Torre de Agua, la ruina casi total.
A pesar de la riqueza del complejo tanto en lo que se refiere a su historia como así también a su arquitectura, lo cierto es que el abandono de la Alhambra continuó hasta el año 1870, cuando finalmente se decidió que fuera declarada monumento nacional, gracias a los constantes reclamos públicos de artistas y turistas de todo el mundo.
Hoy, las estructuras edilicias de la Alhambra se muestran imponentes cuando el sol las acaricia tiñendo cada espacio de ese rojo profundo que fue la causa de su nombre, y gracias a los intensos trabajos de restauración que duraron más de un siglo, la belleza y magnificencia de la Alhambra han vuelto a brillar, generando la admiración de quienes tienen la fortuna de disfrutar de un paisaje en el que se conjuga la creación humana y la divina.
La genialidad de la Alhambra y del arte moro es particularmente evidente cuando se la compara con el inconcluso palacio de Carlos V, el santo emperador romano y rey de España.
Comenzado en 1526, el palacio fue construido en el interior de la Alhambra, de la que hubo que derribar una parte para dejarle espacio. Con su patio circular rodeado de sólidas columnas de mármol, el palacio renacentista de Carlos V parece simple, macizo y solemne comparado con el fantástico mundo de filigranas de la Alhambra.
El «Suspiro del Moro»
Durante los siglos que siguieron a la reconquista cristiana de Granada, la Alhambra sufrió no sólo incendios y terremotos, sino un abandono general; se convirtió también en refugio de criminales y de familias necesitadas.
Durante el siglo XIX, el palacio fue visitado por escritores y artistas de inclinaciones románticas, tales como Washington Irving, Richard Ford. George Borrow. Gustave Doré y David Roberts.
Irving tuvo la fortuna de poder vivir en una de las cámaras del palacio durante tres meses en 1829.
Tres años más tarde el escritor americano publicó su famosa obra Cuentos de la Alhambra que entretejía hechos históricos y leyendas, evocando un mundo de misterio y magia oriental.
Entre el murmullo de las fuentes, la presencia de los revé; moros aún merodea por los patios y salones tan maravillosamente ornados.
Según la tradición, tras entregar las llaves de la Alhambra a los cristianas en 1492, Boabcil y sus subditos dejaron Granaba para siempre.
A cierta distancia de la ciudad, Boabdil quiso observar el palacio por última vez. Embargado por la emoción, contempló los familiares muros; su madre, Aixa, se volvió a él. diciendo:
«Llora como mujer lo que no has sabido defender como hombre.»
Ese lugar se conoce aún como el Suspiro del Moro.
El Patio de los Leones es el más famoso de la Alhambra, y debe su nombre a los doce leones de alabastro que sustentan la fuente central. Construido bajo Mubammad V, este patio, con su arcada sustentada por 124 esbeltas columnas, estaba reservado al uso de la familia real. Washington Irving quedó cautivado por su belleza «.con los rayos del sol iluminando sus columnatas y centelleando en sus fuentes... Sólo se necesita un leve esfuerzo de imaginación para representarse a alguna pensativa belleza del harén, rondando por estos retirados aposentos de lujo oriental».
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