Biografía de José Martí,Poeta y Politico Cubano Resumen
Biografía de José Martí Poeta y Politico Cubano - Resumen
En 1895, un poeta de larga tradición anticolonialista escribe un manifiesto animando a los cubanos a liberar su isia del imperialismo español.
Sus palabras desencadenan un levantamiento generalizado contra las autoridades coloniales.
Durante tres años, los cubanos se enfrentan en una cruenta guerra a las tropas españolas.
Y en 1898, después de enfrentarse a Estados Unidos, España perderá su último bastión en el continente americano.
José Julián Martí (1853-1895), político y escritor cubano, máximo símbolo de las aspiraciones cubanas de independencia y destacado representante de la literatura hispanoamericana.
Fue también un gran orador, periodista y adalid de la emancipación de Cuba, nació en La Habana el 28 de enero de 1853; fueron sus padres: Mariano Martí Navarro, valenciano, que desempeñaba un cargo militar de inferior categoría y Leonor Pérez Cabrera, natural de la isla de Tenerife.
Sus padres no pudieron, por falta de recursos, proporcionarle estudios amplios, pero José Martí demostró desde sus primeros años una inteligencia poderosa y gran aplicación y aprovechamiento.
El inspirador de la independencia cubana, nacido en La Habana en 1853, sus proclamas le valieron una condena a seis años de presidio en 1870.
Indultado al año siguiente, fue deportado a España, donde aprovechó el destierro para iniciar estudios de Leyes en Madrid, que culminó en Zaragoza en 1874.
Vivió luego un tiempo en México, donde fue redactor de la Revista Universal. Se trasladó luego a Guatemala, donde enseñó literatura y filosofía en la universidad.
En 1878 regresó a La Habana y entró a trabajar en un despacho de abogados. Pero un año más tarde fue deportado de nuevo a España por una conspiración ¡ndependentista.
En enero de 1880 se trasladó a Nueva York para estar cerca de su patria.
Paradigma del sentimiento independentista cubano, confluyeron en José Julián Martí el activismo revolucionario de los sectores nacionalistas y una profunda inquietud creativa.
La síntesis de ambas actitudes proporcionaron a Cuba uno de los mayores exponentes de su historia política y de su literatura nacional, precursor de la independencia de su patria, por la que dio la vida, y brillante representante del modernismo literario latinoamericano.
BIOGRAFIA Y OBRA POLITICA
Gracias a los auxilios de un amigo poeta llamado Ramón María de Mendive suyo pudo matricularse y costearse los estudios en el Instituto.
Desde muy joven se manifestaron sus aficiones poéticas y al periodismo.
Mendive aparece en el camino de Martí providencialmente.
No intenta moldearlo, sino que le empuja y ayuda cuando niño y mientras se convierte en hombre.
Martí lo reconocerá después: «Si me siento con fuerzas para ser verdaderamente un hombre, a usted se lo debo, y de usted, y sólo de usted es cuanto de bueno y cariñoso tengo.»
Termina los estudios primarios y Mendive se ofrece para costearle los estudios secundarios.
Por esos mismos días las autoridades españolas exoneran de su empleo al padre.
En la familia nacen los conflictos.
El maestro Mendive aparece complicado en un suceso revolucionario y Martí escribe un poema que se publica bajo el título Patria Libre, en un periódico de La Habana, el 23 de enero de 1869.
El 4 de abril de 1870 es detenido y condenado a seis años de prisión. Tenía dieciséis años.
Liberado, viaja a España con la intención de hacer conocer al pueblo español la situación cubana.
Vivía en Madrid con el producto de unas lecciones particulares, hasta que llegó allí, en condiciones similares a las suyas pero con dinero, su amigo Valdez Domínguez.
Puede entregarse nuevamente a los estudios; escribe folletos y pronuncia discursos.
Al estallar en 1868 la insurrección iniciada en Yara se sintió atraído por la causa de la independencia.
En 1869, o sea, cuando sólo contaba diecisiete años de edad, una carta suya comprometedora, motivó su procesamiento y comparecencia ante un Consejo de Guerra, donde el fiscal solicitó la imposición de la pena de muerte, pero sólo se le impusieron seis años de prisión, siendo luego deportado a la isla de Pinos, y después a España.
Residió en Madrid, pasando graves apuros económicos, hasta que la protección de un nuevo deportado, amigo suyo, le permitió seguir estudios en la Universidad de Zaragoza, donde en junio de 1873 se graduó en Derecho y en septiembre siguiente lo hizo en Filosofía y Letras.
En 1871 había publicado en Madrid su célebre folleto El presidio político en Cuba, en el que hacía una verdadera profesión de fe en sus ideales de emancipación de Cuba.
Proclamada la República en España en 1873, escribió el folleto titulado La República española ante la revolución cubana, en el que pedía la independencia de su país, entregando el opúsculo al presidente del poder Ejecutivo don Estanislao Figueras.
Obsesionado cada vez más en sus convicciones, las defendió en fogosos discursos en la logia masónica «Armonía».
Propagó también sus ideales en los periódicos madrileños El Jurado y La Discusión y también en el Diario de Avisos de Zaragoza.
En 1874 pudo salir de España, pasando a México, donde residió hasta 1877.
Allí desarrolló gran actividad intelectual como periodista, orador, poeta, conferenciante y dramaturgo, colaborando en la Revista Universal y estrenando la obra Amor con amor se paga.
Pasó después a Guatemala, donde fue catedrático de Literatura en la Escuela Normal.
En este tiempo casó con Carmen Zayas Bazán, cubana como él, de cuyo matrimonio sólo nació un hijo.
Firmada la paz de Zanjón, volvió Martí a Cuba, pero en agosto de 1879, complicado en un movimiento separatista, fue deportado a la Península, de la que huyó a Francia, pasando a Nueva York a principios de 1880, y allí formó parte de la Junta Revolucionaria encargada de organizar la rebeldía cubana.
Su primer proyecto de desembarco en Cuba, el Plan de Fernandina, no pudo llevarse a cabo al ser descubierto por las autoridades coloniales (1894).
El segundo intento, en cambio, tuvo éxito: por el Manifiesto de Monte Christi (1895), Martí y su partido proclamaron la rebelión de los patriotas cubanos contra España; luego desembarcaron Martí y los principales líderes exiliados en la provincia cubana de Oriente; y, reconocido ya como jefe supremo de la Revolución cubana, lanzó la ofensiva hacia el Oeste, con intención de arrebatar al ejército español el control de toda la isla.
El capitán general español recién llegado, Martínez Campos, trató de negociar un acuerdo con los insurrectos para evitar que se reavivara la lucha que él mismo había zanjado en 1878; pero Martí se mantuvo inasequible a sus invitaciones, dispuesto a luchar por la completa independencia de Cuba, con el respaldo de una gran parte de la población de la isla, descontenta con la situación colonial, y, eventualmente, con la ayuda de Estados Unidos, que soportaban mal la presencia de colonias españolas a pocos metros de sus costas.
Fracasado el intento, se trasladó a Caracas, volviendo al poco tiempo a Nueva York, donde se estableció definitivamente.
Allí atendía a su subsistencia desempeñando distintos cometidos, pero siempre disponía de tiempo para atender a los ideales que constituían su obsesión.
Desempeñó en la capital norteamericana los consulados de la Argentina, Uruguay y Paraguay.
A poco de iniciarse en Baire el alzamiento de Cuba (febrero de 1895) marchó a la isla uniéndose con Máximo Gómez, y poco después, en la acción de Dos Ríos, librada en 19 de mayo del mismo año, murió José Martí en un encuentro con la columna mandada por el coronel español José Jiménez de Sandoval.
Martí ha pasado a ser el principal exponente de la literatura cubana como precursor del modernismo. Destacó por su estilo sencillo y fluido, y por sus imágenes personales e intensas. Entre sus obras se encuentran numerosos poemas, ensayos y la mencionada novela aparecida en 1885
Rubén Darío, que le conoció y trató personalmente, hizo de Martí una cálida y elocuente semblanza.
Cuba, con justificado orgullo, lo considera uno de sus más preclaros hijos.
Se dice que el hogar de Martí desaparece con la muerte del padre, en 1887.
Doña Leonor se va a vivir con las hijas casadas y es entonces cuando a Martí le acosa el deseo de que su madre vaya a vivir con él, a los Estados Unidos.
Por complacerlo, doña Leonor accede, viviendo un verano junto a él. Pero ella —según lo registra en sus cartas —no puede estar lejos de sus hijas y de sus nietos (ni seguramente, de Cuba).
Regresa.
Años después Martí aún intentará ver una vez más a su madre; pero no podrá lograrlo.
La obra literaria de José Martí, sus trabajos periodísticos (fundamentalmente su poesía), explican su trascendencia histórica.
Las Bases Constitucionales son una pieza que obra como síntesis de su filosofía humanista, y por ella misma concretamente explicativa, en este orden:
1) Culto de los cubanos a la dignidad del hombre; la ley primera de la república.
2) Organización de la república sobre la base de la patria una, cordial y sagaz; que desde sus trabajos de preparación, y en cada uno de ellos, vaya disponiéndose para salvarse de los peligros internos y externos que la amenacen, y sustituir el desorden económico en que agoniza un sistema de hacienda pública por otro que abra al país inmediatamente a la actividad diversa de sus habitantes.
3) Articulación de los derechos inherentes a la libertad humana. «La libertad es la religión definitiva.»
4) Distribución equitativa de los productos de la asociación. Los hombres que trabajan han de vivir con decoro y descanso de su labor.
5) Acomodación de los elementos peculiares de la patria al fin humano del bienestar en el decoro, por métodos que convengan a su estado y puedan funcionar sin choque.
6) Extinción del pasado nocivo, y disposición del presente para un porvenir, confuso al principio, y seguro luego, por la administración justiciera y total de la libertad culta y trabajadora.
7) Preparación del hombre para la vida, por medio de la educación.
En la escuela se ha de aprender él manejo de las fuerzas, indispensable en la lucha por la existencia. «Escuelas no debería decirse, sino talleres.»
8) Proscripción de la pena de muerte. A su entender, acaso sólo hay un delito que, por la extensión del mal, la justifique: el de deshonrar, o perturbar, las fuerzas útiles al rescate y purificación de un pueblo, porque es más bandolero quien roba honras que quien roba bolsas, y el más punible de los delitos es el que lastima o trata de oscurecer una fama o una pureza útil a la patria. ¡Llaman justicia a esa que mata! Justicia podría llamarse la que evita.
El miedo del peligro futuro no apartará jamás a los hombres de la tentación de ceder al apetito presente.
9) Supremacía de la justicia. Sólo se salva y perdura lo justo. Es inútil esquivar los deberes de la equidad.
10) Observancia del deber de gobernar conforme a la virtud, por medio de las leyes que el pueblo da hechas, sin tomar el mandatario público, para sí y los suyos, lo que la nación le entrega en custodia y depósito. Obediencia, es el gobierno.
11) Sumisión de los instrumentos de fuerza del Estado a la autoridad de sus órganos jurídicos y morales. Y aquello de: «Lo que en el militar es virtud, en el gobernante es defecto.»
12) Adopción de las medidas encaminadas a la solución de los conflictos políticos y sociales ya presentes. Aplazar no es resolver. Si existe un mal, con permitir que se acumule no se remedia. El crimen, el crimen de permitirlo, trae siempre sangre.
Fuente Consultada:
Historia Universal de la Civilización - Editorial Ramón Sopena Tomo II del Renacimiento a la Era Atómica
Protagonistas de la Historia - Editorial ESPASA - Entrada: José Martí
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