Biografia de Francisco Moreno Perito en el Sur Argentino Patagonia

Biografía de Francisco Moreno
Perito en el Sur Argentino - La Patagonia

El territorio argentino es el séptimo más extenso entre todos los países del mundo.

Con casi 3 millones de kilómetros cuadrados, Argentina es unas 6 veces más grande que España y 65 veces mayor que Suiza.

Pero durante muchos años, a partir de la Declaración de la Independencia en 1816, buena parte del país fue térra incognita6 territorio desconocido que aparecía en los mapas como un espacio en blanco.

Francisco Moreno nació en Buenos Aires en 1852 en una familia de dinero. Desde chico se sintió atraído por plantas y animales.

A los 12, formó con sus hermanos una exhibición de piedras y plantas raras a la que denominaron, un poco exageradamente, "museo de historia natural".

Cuando cumplió los 21 hizo su primer viaje a la Patagonia.

Recogió rocas, restos de animales, antiguos cráneos humanos y descubrió una nueva pasión: la historia de los pueblos aborígenes, habitantes del país desde hacía miles de años. Francisco Moreno quedó enamorado para siempre del paisaje del sur argentino.

Hasta su muerte en 1919, exploró e hizo aparecer en los mapas buena parte de la Patagonia. Por su conocimiento de la zona, el Gobierno Nacional lo nombró perito (experto) en límites geográficos y lo premió con una gran extensión de tierras patagónicas.

Moreno vendió la mayor parte para crear comedores escolares destinados, sobre todo, a los chicos aborígenes.

El resto lo donó al Estado para crear el primer Parque Nacional, ahora llamado Nahuel Huapi.

Francisco Moreno
Científico Naturalista
1852 - 1919

Francisco P. Moreno es más conocido como Perito Moreno, científico naturalista argentino, explorador de la Patagonia. Nació el 31 de mayo de 1852 en la ciudad de Buenos Aires.

CONOCIDO COMO "EL HÉROE NACIONAL" Y RECORDADO COMO EL PERITO MORENO

Su padre había permanecido exiliado en Uruguay durante el régimen del político y militar argentino Juan Manuel Rosas, en tanto que su madre era hija de uno de los oficiales británicos que habían participado en la invasión inglesa de 1807 y que, tras haber sido hecho prisionero, fijó su residencia en el país sudamericano.

Francisco había perdido a su madre a temprana edad por el cólera y, con sus hermanos, alternaban estudios con excursiones por las barrancas del río, buscando huesos prehistóricos con los que montarían un incipiente museo en el mirador de la casa paterna.

En 1866 instaló con sus hermanos el primer “museo” en el mirador de su casa donde exhibía restos hallados en excursiones con su padre.

En 1871 recogió fósiles en la laguna de Vitel.

En 1872 fundó, en colaboración con un grupo de ingenieros, la Sociedad Científica Argentina.

En 1872-73 exploró el territorio de Río Negro y, en 1875 llegó al lago Nahuel Huapi, que recorrió para luego pasar a Santa Cruz y alcanzar el lago que bautizó con el nombre de Argentino.

El 22 de enero de 1876 con 23 años de edad se convierte en el primer hombre blanco que llega al lago Nahuel Huapi desde el océano Atlántico, donde implanta la bandera argentina.

El 20 de octubre de 1876 , se embarca en la goleta Santa Cruz rumbo a las tierras australes, y luego de un viaje nada fácil, la nave fondea en la desembocadura del río Chubut.

Allí, Moreno recorre la colonia galesa obteniendo gran cantidad de fósiles marinos.

Tres meses más tarde, la nave zarpa nuevamente, llegando a la boca de río Santa Cruz el 21 de diciembre. El propósito de esta empresa, es remontar el río y recorrerlo en toda su extensión.

En el mes de febrero de 1877 , también, descubre y bautiza el lago San Martín y días más tarde avista el lago Viedma y el cerro Chaltén, al que identifica como un inmenso volcán y bautiza con el nombre de Fitz Roy.

Moreno dispone el regreso descendiendo por el río Santa Cruz; en mayo retorna a la capital federal exultante por los éxitos obtenidos y por el gran cúmulo de información recopilada.

Una vez arribado, dona sus colecciones para fundar el Museo Antropológico y Arqueológico de la provincia de Buenos Aires.

Entre 1882 y 1884, realiza viajes a Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan en busca de elementos que pertenezcan a civilizaciones anteriores a la conquista española y de yacimientos fósiles.

Para esta fecha, el Museo provincial ya no podía albergar tamaña colección, por lo que surge la idea de reemplazarlo por un edificio más acorde con la calidad del material estudiado.

Nace así, el Museo de La Plata.

Entre 1892 y 1897 comienza a intervenir en cuestiones limítrofes con Chile y, ante el recrudecimiento de la cuestión acepta el cargo de Perito Argentino en la negociación y convence a sus pares chilenos que la mejor solución era la diplomática.

El 20 de noviembre de 1902, se firma el laudo arbitral, en virtud del cual Argentina rescata cuarenta y dos mil kilómetros cuadrados de tierras que el perito chileno atribuía a Chile.

Nuevamente el Dr. Moreno había prestado sus servicios y su inquebrantable patriotismo en bien de su país.

Como pago por su labor como perito en cuestiones limítrofes, recibe como compensación del Congreso de la Nación, veinticinco leguas fiscales de tierra.

El 6 de noviembre de 1903, dona “tres leguas cuadradas en la región situada en el límite de los territorios de Neuquén y Río Negro, en el extremo Oeste del Fjord principal del lago Nahuel Huapi, con el fin de que sea conservado como parque natural”.

Falleció el 22 de noviembre de 1919. Sus restos fueron trasladados en 1944 a la isla Centinela, en lago Nahuel Huapí.

EL ESPÍRITU DE UN JOVEN LLAMADO FRANCISCO P. MORENO:

Así lo describe RAÚL A. ENTRAIGAS, (Río Negro) En Historia Argentina Contemporánea, 1862 -1930. Vol. IV: Historia de las provincias y sus pueblos; segunda sección. Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1967).

En abril de 1873 llegaba un joven de 21 años lleno de inquietudes, llamado Francisco P. Moreno, a Carmen de Patagones.

Recorrió el valle del río Negro, y con sesenta cráneos y más de mil flechas regresó a la capital.

Al año siguiente, en el bergantín Rosales, emprende un nuevo viaje a la Patagonia con el capitán Martín Guerrico y el doctor Berg.

En esta excursión, malograda en parte por la revolución de septiembre de 1874, visitó dos veces el río Negro.

Pero sus grandes excursiones fueron las de 1875-76. Fue por tierra. Partió el 25 de septiembre de 1875.

El 17 de octubre llegaba nuevamente al Carmen en el río Negro.

Ahí pasa más de un mes ocupado en reconocimientos e investigaciones.

El 27 de noviembre salía, por la ribera sur del río de los Sauces.

Iba en la expedición con la que el mayor Miguel Linares emprendía una batida contra los indios que habían llevado un malón a Romero Grande. Eran más de cien los expedicionarios.

Moreno iba tranquilo, porque Linares era sobrino del temible Sayhueque.

El 6 de diciembre estaba en Primera Angostura, y el 15 en Chichínales.

Ahí se separa de los guerreros aborígenes y sigue con su gente hacia Neuquén.

En la confluencia debe hacer sus primeras armas como tropero, al tener que cruzar el río a caballo, a la manera indígena. Y sigue hacia las cordilleras.

Uno de los parajes que más lo sorprendieron fue el Chocó-Geyú. Llega al Collon-Curá, anuncia su presencia a Sayhueque y le comunica su deseo de ir a saludarlo.

Así llega a los toldos de Caleufú, capital del Señor de las Manzanas.

Los caciques que obedecían a Sayhueque celebran un parlamento y deciden que el huirica no debe seguir a Chile como era su intención.

Pero, con la ayuda de Quinchahuala, consiguió permiso para llegar al Nahuel Huapi.

En sus riberas, en la hermosa rinconada de Tequel Malal, tenía sus reales el gran cacique Inacayal. Moreno cruzó el río Traful y llego al magnífico lago el 22 de enero de 1876.

Y se hubiera quedado en el lago, pero el exequátur del Señor de las Manzanas era perentorio; tuvo que regresar a Caleufú.

Se dio cuenta que ahí reinaba un ambiente hostil para el cristiano. Supo que en un malón llevado contra el Azul habían muerto al mayor Jurado (Turao, decían los indios) y a Calderón, el mayoral de la mensajería de Bahía Blanca. Había que advertir a Patagones.

Apenas pudo, pues, emprendió el regreso por el valle del Limay.

En Chichínales le dieron 25 caballos más, gracias a los cuales pudo llegar sano y salvo a Carmen de Patagones.

Al día siguiente, ya estaba de nuevo sobre el arzón de su caballo, rumbo a Bahía Blanca, a donde llegó en sólo dos días.

Y prosiguió... Iba en busca del telégrafo para anunciar al gobierno la invasión inminente... Llega a Tandil. Prosigue.

Las Flores. Toma el tren ahí y consigue llegar a Buenos Aires en tiempo récord. Anuncia la invasión.

No le creen.

Dicen que "son cosas de muchacho asustado". Pero tres .días después "se produjo el terrible malón que costó cientos de vidas y centenares de miles de ganado".. ."

CRÓNICA DE LA ÉPOCA:

Francisco P. Moreno, quien el año pasado fundó, en colaboración con un grupo de ingenieros, la Sociedad Científica Argentina, ha partido en un viaje de exploración e investigación a la Patagonia.

Según sus propias declaraciones, lo mueve el interés de investigar la formación geológica del continente, su flora, su fauna y su historia natural.

En abril, ya en Carmen de Patagones, ha encontrado sesenta cráneos, mil flechas o puntas de lanza y grandes cantidades de sílices tallados.

Su padre asegura que a su regreso le tiene preparado un edificio de 200 metros cuadrados para el archivo de sus colecciones.

Fascinado por las muestras recibidas, ha decidido centrar su actividad investigadora en la exploración de la región patagónica.

El joven investigador y científico nació el 31 de mayo de 1852 en la ciudad de Buenos Aires.

Su padre estuvo exiliado en Uruguay durante el régimen de Juan Manuel Rosas, y su madre es hija de uno de los oficiales británicos que participó en la invasión de 1807.

En 1867, Germán Burmeister, director del Museo Público, visitó la colección privada de Moreno, y para sorpresa del joven científico le pidió prestado un ejemplar de "Panochtus" para exhibirlo.

A fines de enero de 1871, Buenos Aires sufrió la epidemia de fiebre amarilla y una de sus víctimas fue doña Juana Thwaites, madre del naturalista. La familia decidió refugiarse en la estancia Vitel, cerca de la laguna de Chascomús.

Se nos informa que el joven hombre de ciencia encontró allí, entre otros fósiles, un caparazón de gliptodonte, un verdadero tesoro paleontológico.

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