Fobias y Manias:Concepto y Nombres de las Fobias Mas Comunes
CONCEPTO Y NOMBRES DE LAS FOBIAS MAS COMUNES
Que es una fobia?: temor o miedo irracional compulsivo a una situación u cosa en particular. Definición: Temor irracional desproporcionado y persistente, que se manifiesta como respuesta a la exposición de ciertos objetos o situaciones. Lo que suele dar lugar a comportamientos de evitación.
Por más que a más de uno le resulten curiosas o sorprendentes, las fobias no son un trastorno extraño.
De hecho, son muy comunes.
Los expertos calculan que las fobias en su conjunto tienen una incidencia en el 5% de la población mundial.
• FOBIA ESPECÍFICA:
Temor irracional ante la presencia de cualquier objeto o situación: animales, como por ejemplo: las cucarachas, ratas, arañas, víboras, perros, gatos, caballos o parte de ellos, (pelos, plumas etc.), sustancias u objetos (sangre, líquidos sexuales) o situaciones como las tormentas, inundaciones etc., las cuáles provocan fuerte temor al exponerse a ellas y que el paciente trata de evitar a toda costa.
• FOBIA SOCIAL (TAS):
Temor a ser evaluado o escrutinizado ante un grupo de gente. Dificultad en hablar en público, dar charlas, discursos o exámenes, comer en público, relacionarse con personas desconocidas.
• PÁNICO:
Crisis espontánea de temor con descompostura que se semeja a un ataque cardíaco. Los síntomas más comunes del ataque son:
Taquicardia, opresión en el pecho, temblor, mareos, sudoración, sensación de desmayo, náuseas, trastornos intestinales, temor a enloquecer o perder el control.
• TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA (TAG):
Es un tipo de preocupación constante y excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos y situaciones.
Produce inquietud, fatiga, falta de concentración, etc. El paciente imagina situaciones horribles mientras un familiar se retrasa o no contesta el teléfono.
• TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO (TOC):
La presencia de ideas, impulsos e imágenes persistentes que el individuo considera intrusas y que provocan una ansiedad o malestar significativo.
Y que, para evitarlas, realiza rituales o conductas compulsivas.
Las conductas son: lavadoras, ordenadoras, controladoras, etc.
Algunos psiquiatras creen que las fobias nacen como defensa contra la angustia.
La angustia, en vez de subsistir como algo indeterminado, se centra en un objeto concreto y, por este camino, se extingue.
Por lo general, la persona que los padece está consciente de lo ilógico de sus temores, pero no es capaz de controlarlos.
Hay varias falacias importantes relacionadas con las fobias que debieran enmendarse.
Lo primero que hay que asimilar es que existen personas, sanas en todos los demás aspectos, que padecen fobias.
En segundo lugar, las fobias no son un indicio de un trastorno mental de carácter grave, pero sí un signo de un conflicto de carácter neurótico.
En tercer lugar, las fobias no son causa de serios terrores ni de la muerte. Y, finalmente, la mejor forma de resolver las fobias consiste en no obligar a la gente a soportarlas.
El mejor tratamiento consiste en la desensibilización frente a la situación fóbica.
Por fortuna, últimamente se han producido grandes avances en lo tocante a tratamiento de los pacientes fóbicos.
Los doctores británicos desensibilizan a sus pacientes de sus temores anormales mediante inyección de un anestésico a base de barbitúricos, consistiendo su método en provocar deliberadamente la angustia haciendo que el paciente se imagine en la situación causa de sus miedos.
Mientras va elaborándose la angustia, el paciente recibe una inyección intravenosa del agente anestésico cuya finalidad es cortar el nexo entre el estímulo y la respuesta y conseguir que el paciente aprenda a asociar las situaciones temidas con distensión y calma.
En el Hillside Medical Center —el Hospital Judío de Long Island, N. Y.— se está realizando una labor muy amplia con los pacientes aquejados de fobias.
La Dra. Charlotte Zitrin, directora del programa del hospital, califica el tratamiento de «desensibilización a través de la imaginación».
Según dice, enseñar a un paciente a no sentir un miedo ilógico a los perros presupone este tipo de proceso.
«Si el paciente tiene miedo a los perros, le decimos: "Imagínese quise encuentra al otro lado de la calle y que a media manzana de distancia hay un perrito muy simpático, sujeto con una correa."
Gradualmente vamos acercando el perro al paciente y dejamos que le olfatee los pies.
Después lo convertimos en un perro más grande.
Más tarde ya no está sujeto con una correa.
Más adelante instruimos al paciente para que salga a ver a un amigo propietario de un perro que vaya a una tienda de cachorrillos y los examine. Esto produce un gran efecto.»
Hay muchas clínicas del país que tratan de curar a los pacientes aquejados de fobias apartándolos radicalmente de los métodos tradicionales de tratamiento.
El Dr. Manuel D. Zane, del White Plains Hospital, N.Y., defiende, por ejemplo, que en los casos de fobia lo importante no es la causa.
«No trate de evitar la reacción de miedo, porque ésta sobrevendrá», dice a sus pacientes. «Trate de hacer frente al temor cuando aparezca. Lo más importante es aprender a no tener pánico del pánico.»
Esta terapia de la conducta es la que aplica también una organización nacional de «pacientes nerviosos y ex enfermos mentales» llamada Recovery, Inc., que tiene su sede en Chicago y que abunda en lemas del tipo siguiente:
«La situación es angustiosa, pero no entraña peligro», «No cojáis el rábano por las hojas, la vida no es una fiesta, pero tampoco una calamidad» y «No existen límites para la tolerancia del dolor.»
Otro psiquiatra llega al extremo de tratar a los pacientes que temen la contaminación haciendo que huelan y toquen muestras de su propia orina, y otro terapeuta más, el Dr. Herbert Fensterheim, ha ideado una «máquina de distensión» que coadyuva en el tratamiento de los enfermos con trastornos fóbicos que acuden al hospital clínico de Nueva York.
La terapia de la conducta no ataca las causas de la fobia a partir de las raíces.
De hecho, descarta la razón que se encuentra en la base, por considerarla fuera de lugar, y lo único que le interesa es eliminar o modificar el miedo.
En cualquier caso, ha demostrado ser un procedimiento más barato, más expedito y mucho más eficaz en la curación de las fobias que el psicoanálisis de tipo convencional.
No hay más que preguntar a los conductistas que curaron a un hombre del miedo que tenía a su propia caligrafía, a otro que padecía ciento veintiuna de las ciento veintidós fobias inventariadas en el Long Island Jewish Hospital (la única que no padecía era el miedo al rapto), a una mujer que se duchaba cada media hora por temor al olor corporal, o al hombre a quien asustaban tanto los ataques al corazón que era frecuente que saliese corriendo de su casa en dirección a la del médico, para llegar a cuyo consultorio debía subir jadeando tres tramos de escaleras.
De cualquier modo, pese a que hayamos aprendido a tratar con éxito las fobias, todavía no hay nadie que haya descubierto qué es una fobia o qué es exactamente lo que la provoca.
Posiblemente encierren incluso un cierto valor de supervivencia las fobias y paranoias actuales.
BUSCA TU PROPIA FOBIA:
Probablemente usted también tiene su fobia. De acuerdo con las estimaciones oficiales, hoy en día las hay por miüares: fobias específicas como la aversión a los hombres y mujeres desnudos, a la gente-fea, a la gente guapa, a los cabellos largos, a los cabellos cortos, a las buenas acciones, a las malas acciones y a la vida más allá de la muerte.
Las aversiones de menor cuantía se escalonan desde la que uno siente por sí mismo (monofobia) hasta la que uno siente por los demás (antrofobia) y, según los psiquiatras, están ya etiquetados científicamente más de setecientos de estos sospechosos terrores, pese a que no se ha hecho más que empezar a contarlos.
Tenemos abundancia de vestiófobos hoy en día, es decir, de gente que aborrece los vestidos, e incluso contamos con un pequeño resto de antinudistas, dominados por el miedo a la desnudez.
Entre las fobias de tipo sexual u obsesiones de carácter emocional tenemos la ginefobia o aversión a la mujer, con su compañera la androfobia o aversión al hombre, como también la pornofobia o aversión a las prostitutas y la gamofobia o aversión al matrimonio.
Todo el mundo padece también una forma u otra de igofobia o de aversión a los animales, que se escalona desde el miedo a los perros al miedo a los gatos y ratones.
Pero existen igualmente los botanófobos, a quienes disgustan las plantas, e incluso los antófobos, a quienes disgustan únicamente las flores.
La acrofobia o aversión a las alturas ocupa también lugar preferente en la lista, al igual que la claustrofobia o aversión a los lugares cerrados y angostos.
El temor al trueno tiene cuatro nombres: astrafobia, ktraunofobia, ceraunofobia y tonitrofobia.
El número de nombres que adopta el justificadísimo miedo a las explosiones repentinas y desastrosas corre casi parejo en nuestros días con el número de nombres que se dan al miedo a estar solo: autofobia, eremofobia y monofobia.
Podría pensarse que La Bomba, que ha puesto actualmente a un mismo nivel el subconsciente colectivo, es la responsable de la fobia de las explosiones.
Existe también una fobia específica dentro de ella llamada nudeomitifobia.
De las setecientas extrañas fobias últimamente catalogadas, los miedos que tienen relación con la Bomba constituyen sin duda alguna un gran porcentaje.
Hay una fobia, la mechanofobia o aversión a las computadoras que computan y a las máquinas que maquinan (léase políticos) y otra que es la nictofobia o aversión a la amenazante oscuridad y existe igualmente la antigua y simple tanatofobia, o miedo a la muerte o al día del Juicio Final.
Tal vez la Bomba explique también temores como la optofobia o sea, el miedo a abrir los ojos.
Pero, ¿cómo se puede generalizar al tratar de miedos cuando los hay tan específicos rondándonos como la arachibutirofobia o temor a que se nos quede pegada en el velo del paladar la manteca de cacahuetes? .
En la actualidad hay como mínimo catorce millones de norteamericanos adultos que padecen temores irrazonables de uno u otro tipo, según dice el Dr. Leslie Solyom, profesor ayudante de psiquiatría de la Universidad McGill, de Montreal. «Las fobias son algo que puede sobrevenir a cualquiera», observa, «y no todas las víctimas de fobias son seres tímidos, retraídos e introvertidos».
La mayoría de estas fobias derivan de una experiencia desagradable que data de la infancia, reactivada a menudo por algo «no relacionado con la fobia en sí, como podría ser un matrimonio equivocado o un trabajo aburrido».
El Dr. Solyom ha tratado casos realmente peliagudos, entre ellos el de un taxista que tuvo que cambiar de oficio porque teníamiedo a las luces rojas, un ama de casa que no podía ir a la iglesia porque temía ponerse a gritar obscenidades en pleno culto religioso y un agente de seguros que dejó la profesión porque sentía el temor de contaminarse con los gérmenes, no tocaba apenas nada y se lavaba las manos treinta y dos veces al día.
Algunos psiquiatras creen que las fobias nacen como defensa contra la angustia.
La angustia, en vez de subsistir como algo indeterminado, se centra en un objeto concreto y, por este camino, se extingue.
Por lo general, la persona que los padece está consciente de lo ilógico de sus temores, pero no es capaz de controlarlos.
Hay varias falacias importantes relacionadas con las fobias que debieran enmendarse.
Lo primero que hay que asimilar es que existen personas, sanas en todos los demás aspectos, que padecen fobias.
En segundo lugar, las fobias no son un indicio de un trastorno mental de carácter grave, pero sí un signo de un conflicto de carácter neurótico.
En tercer lugar, las fobias no son causa de serios terrores ni de la muerte. Y, finalmente, la mejor forma de resolver las fobias consiste en no obligar a la gente a soportarlas.
El mejor tratamiento consiste en la desensibilización frente a la situación fóbica.
Por fortuna, últimamente se han producido grandes avances en lo tocante a tratamiento de los pacientes fóbicos.
Los doctores británicos desensibilizan a sus pacientes de sus temores anormales mediante inyección de un anestésico a base de barbitúricos, consistiendo su método en provocar deliberadamente la angustia haciendo que el paciente se imagine en la situación causa de sus miedos.
Mientras va elaborándose la angustia, el paciente recibe una inyección intravenosa del agente anestésico cuya finalidad es cortar el nexo entre el estímulo y la respuesta y conseguir que el paciente aprenda a asociar las situaciones temidas con distensión y calma.
En el Hillside Medical Center —el Hospital Judío de Long Is-land, N. Y.— se está realizando una labor muy amplia con los pacientes aquejados de fobias.
La Dra. Charlotte Zitrin, directora del programa del hospital, califica el tratamiento de «desensibilización a través de la imaginación».
Según dice, enseñar a un paciente a no sentir un miedo ilógico a los perros presupone este tipo de proceso.
«Si el paciente tiene miedo a los perros, le decimos: "Imagínese que se encuentra al otro lado de la calle y que a media manzana de distancia hay un perrito muy simpático, sujeto con una correa."
Gradualmente vamos acercando el perro al paciente y dejamos que le olfatee los pies.
Después lo convertimos en un perro más grande. Más tarde ya no está sujeto con una correa.
Más adelante instruimos al paciente para que salga a ver a un amigo propietario de un perro o que vaya a una tienda de cachorrillos y los examine. Esto produce un gran efecto.»
Hay muchas clínicas del país que tratan de curar a los pacientes aquejados de fobias apartándolos radicalmente de los métodos tradicionales de tratamiento.
El Dr. Manuel D. Zane, del White Plains Hospital, N.Y., defiende, por ejemplo, que en los casos de fobia lo importante no es la causa.
«No trate de evitar la reacción de miedo, porque ésta sobrevendrá», dice a sus pacientes. «Trate de hacer frente al temor cuando aparezca. Lo más importante es aprender a no tener pánico del pánico.»
Esta terapia de la conducta es la que aplica también una organización nacional de «pacientes nerviosos y ex enfermos mentales» llamada Recovery, Inc., que tiene su sede en Chicago y que abunda en lemas del tipo siguiente: «La situación es angustiosa, pero no entraña peligro», «No cojáis el rábano por las hojas, la vida no es una fiesta, pero tampoco una calamidad» y «No existen límites para la tolerancia del dolor.»
Otro psiquiatra llega al extremo de tratar a los pacientes que temen la contaminación haciendo que huelan y toquen muestras de su propia orina, y otro terapeuta más, el Dr. Herbert Fensterheim, ha ideado una «máquina de distensión» que coadyuva en el tratamiento de los enfermos con trastornos fóticos que acuden al hospital clínico de Nueva York.
La terapia de la conducta no ataca las causas de la fobia a partir de las raíces.
De hecho, descarta la razón que se encuentra en la base, por considerarla fuera de lugar, y lo único que le interesa es eliminar o modificar el miedo.
En cualquier caso, ha demostrado ser un procedimiento más barato, más expedito y mucho más eficaz en la curación de las fobias que el psicoanálisis de tipo convencional.
No hay más que preguntar a los conductistas que curaron a un hombre del miedo que tenía a su propia caligrafía, a otro que padecía ciento veintiuna de las ciento veintidós fobias inventariadas en el Long Island Jewish Hospital (la única que no padecía era el miedo al rapto), a una mujer que se duchaba cada media hora por temor al olor corporal, o al hombre a quien asustaban tanto los ataques al corazón que era frecuente que saliese corriendo de su casa en dirección a la del médico, para llegar a cuyo consultorio debía subir jadeando tres tramos de escaleras.
De cualquier modo, pese a que hayamos aprendido a tratar con éxito las fobias, todavía no hay nadie que haya descubierto qué es una fobia o qué es exactamente lo que la provoca.
Posiblemente encierren incluso un cierto valor de supervivencia las fobias y paranoias actuales.
Sea lo que fuere, se puede caer fácilmente en la ergofobia o aversión al trabajo de querer conocer todas las fobias que actualmente circulan.
Los únicos fóbicos que no han hecho acto de presencia son los políticos que sufren de verbofobia, aversión a la palabra, aun cuando muchos de ellos padezcan sofofobia o miedo a aprender, especialmente de los pasados errores.
En resumen, la única conclusión que podemos sacar es que lo mejor que en la actualidad le puede ocurrir a uno es no padecer de iatrofobia o sea de aversión a los médicos, para poder curarse cuando uno cultive la fobia por él preferida... por supuesto, siempre que el psiquiatra de la vecindad no caiga víctima de la fobia al paciente fóbico.
O bien podría ser aconsejable que todos contrajésemos la fobofobia o la pantofobia, abreviaturas ambas del miedo al miedo.
LISTA DE ALGUNAS FOBIAS COMUNES
Acarofobia: Miedo o temor irracional a las picaduras o a los insectos.
Acrofobia Miedo o temor irracional al vértigo que produce la altura.
Aerofobia:Miedo o temor irracional a viajar en aviones.
Agorafobia: Miedo o temor a las multitudes o sitios abiertos.
Agrafobia: Miedo a ser abusado sexualmente.
Algofobia, agliofobia: Miedo a sufrir dolores.
Apifobia: Miedo irracional a las abejas o avispas
Aracnofobia: Miedo persistente a las arañas.
Astrafobia: Miedo a las tormentas electricas con rayos y relampágos.
Atazagorafobia: Miedo de no ser tenido en cuenta y ser olvidado.
Bacilofobia: Miedo incontrololable a las enfermedades de los microbios.
Batraciofobia: Miedo irracional incontrolablre a los animales anfibios o reptiles.
Belonefobia: Miedo u Horror a las agujas y alfileres.
Brontofobia: Miedo a los truenos, rayos y tormentas.
Carcinofobia: Miedo u Horror al sufrir de cáncer.
Cinofobia: Miedo a los perros o la rabia que pueda transmitir
Claustrofobia: Miedo a los lugares cerrados, como ascensores, sótanos.
Cleptofobia: Miedo irracional a ser robado.
Coitofobia: Miedo irracional al acto sexual.
Crometofobia: Miedo a tocar o contacto con dinero dinero.
Demofobia: Miedo a las multitudes o aglomeraciones de gente.
Electrofobia: Miedo a la energa electrica o electrocución.
Eleuterofobia: Miedo a la libertad.
Entomofobia: Miedo a los insectos.
Eritrofobia: Miedo enfermizo a ruborizarse o ponerse colorado.
Escopofobia: Miedo a ser visto o ser mirado fijamente.
Escotofobia: Miedo a la oscuridad.
Escriptofobia: Miedo de escribir en público.
Fagofobia: Miedo a tragar cosas o comer rarezas.
Farmacofobia: Miedo a las drogas o psicofarmacos.
Fonofobia: Miedo al ruido, voces o vos de uno mismo.
Gerascofobia: Miedo a envejecer
Ginefobia: Miedo al sexo femenino.
Hapofobia: Miedo a tocar a alguien.
Hematofobia (Hemofobia): Miedo a la sangre.
Hidrofobia: Miedo al agua, a ahogarse, a nadar.
Hidrofobia: Miedo al agua.
Hipegiafobia : Miedo tener que asumir responsabilidad.
Iofobia: Miedo a las sustancias venenosas o ser envenenado.
Insectofobia: Miedo a los insectos.
Kakorrafiafobia: Miedo a la frustración.
Lalofobia: Miedo a hablar en público.
Maieusiofobia: Miedo a embarazarse.
Mastigofobia: Miedo a ser castigado
Microfobia: Miedo a pequeños organismos vivos.
Musofobia (muridofobia): Miedo a los ratones.
Misofobia: Miedo a la suciedad o a la contaminación.
Necrofobia: Miedo a la muerte, a los cadáveres , cosas muertas.
Neofobia: Miedo a las cosas nuevas, a nuevas experiencias.
Nictofobia: Miedo a la noche.
Obesofofia: Miedo o temor a engordar
Parasitofobia: Miedo a los parásitos.
Patofobia: Temor o miedo a sufrir enfermedades.
Parturifobia: Miedo al parto.
Pedofobia: Miedo a los niños.
Peniafobia: Temor a la pobreza.
Pediculofobia: Miedo a los piojos.
Pirofobia: Miedo al fuego.
Satanofobia: Miedo al Diablo o a Satán
Tapefobia (Tafefobia:): Miedo a ser enterrado vivo.
Talasofobia: Miedo a la inmensidad del mar.
Tanatofobia: Miedo a morir
Tomofobia: Miedo a las cirugía.
Tredecafobia: Miedo al número 13, a la mala suerte.
Tremofobia: Miedo a los temblores, sismos, terremotos.
Tripanofobia : Miedo a las inyecciones
Triquinofobia: Miedo a la comida posiblemente envenenada
Vicafobia: Miedo a las brujas.
Virginitifobia: Miedo a la violación.
Xerofobia: Miedo a los desiertos o lugares áridos y secos.
Zelofobia: Miedo a los celos (a padecerlo o ser victimas)
Zoofobia: Miedo a todos los animales
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Enlace Externo:• Psicología, Universidad Católica de Pereira (Colombia)