La Psicologia, Es Una Ciencia?:Distintas Visiones de Psicologos

La Psicología como Ciencia Sigmund Freud

Ciencia del alma, de la vida psíquica o de la conducta, la psicología se ha encontrado desde sus inicios en la encrucijada entre dos ámbitos divergentes de conocimiento: la filosofía y la ciencia.

Se trata de una bifurcación no resuelta hoy en día.

La psicología, según Ebbinghaus, «posee un largo pasado, pero una historia muy corta».

Efectivamente, como ciencia experimental comenzó su andadura en torno a 1879, con la creación del primer laboratorio psicológico fundado por Wilhelm Wundt (1832-1920).

Este momento señala la independización de la psicología de otras ciencias a las que estaba íntimamente ligada: metafísica, filosofía, fisiología, etc.

Antes de Wundt, esta disciplina era concebida como una «ciencia del alma», entidad a la que se asociaban la conciencia y la facultad exclusiva del hombre: la razón, el entendimiento.

Wilhelm Wundt Su investigaciones resultaron decisivas para la consolidación de la psicología como ciencia independiente.

Platón llevó a cabo un estudio del alma (psiché), a la que dividió en tres partes (racional, irascible y apetitiva) relacionadas con tres clases sociales de su República ideal: filósofos-gobernantes, soldados y clase productora o trabajadora.

Para el filósofo griego el alma era separable del cuerpo e inmortal, cosa que Aristóteles negó rotundamente.

Para éste, el alma no constituye algo distinto a la operatividad y funcionalidad de un cuerpo y, por lo tanto, no podría pervivir separadamente.

Como escribe el estagirita, «Si el ojo fuera un animal, la vista seria su alma».

Ahora bien, tanto Platón como Aristóteles asociaron la conciencia y sus procesos a la parte o función del alma vinculada a la racionalidad, por lo que sus investigaciones incluyeron también un exhaustivo estudio acerca de la cuestión del conocimiento, su origen y adquisición, problemas que fueron ampliamente debatidos durante la Edad Media y el Renacimiento, y que cobraron un nuevo y original impulso en el siglo XVII, con la obra de René Descartes.

Para el fundador de la filosofía racionalista la conciencia es una entidad absolutamente heterogénea e irreducible a la pura materialidad (extensión) del cuerpo, que se rige por leyes mecánicas.

Además, se halla provista de ciertos contenidos (ideas innatas) a los que se accede intuitivamente y que aportan ideas claras y distintas a partir de las cuales, deductivamente, es posible fundamentar el edificio de todo conocimiento que sea cierto e indudable y, por lo tanto, verdadero.

El innatismo racionalista fue negado por los filósofos empiristas (Locke, Berkeley y Hume), que concebían la conciencia como una «tabla rasa», desprovista de cualquier tipo de contenido que no fuera adquirido a través de la experiencia empírica.

Es esta última el origen y el límite del conocimiento, límite que también se aplica al conocimiento de la conciencia como entidad, la cual queda despojada de toda substancialidad; reduciéndose a un mero «haz de representaciones» (impresiones e ideas).

No hay un «yo» substrato de los contenidos y acciones de la conciencia más allá o más acá del «aparecerse» de las representaciones mismas (percepciones).

Los filósofos empiristas pusieron los cimientos de una psicología asociacionista.

Para David Hume, el más radical y consecuente con los presupuestos del empirismo, las ideas de nuestra mente se asocian según unos principios que rigen los pensamientos, estableciendo lazos entre ellos.

Nuestras ideas se encuentran conectadas naturalmente bajo tres leyes: la semejanza, la contigüidad y la relación causa-efecto.

También la imaginación asocia y combina ideas, pero en este caso es precisa la voluntad.

Las leyes de asociación serán ampliamente estudiadas en el siglo XX por la Gestalt, escuela psicológica que postula que las totalidades son anteriores a las partes que las componen, ya sea perceptualmente o conductualmente.

El asociacionismo como doctrina específica fue retomado por James Mill y J. St. Mill, que establecieron las bases de una psicología científica empírica Y experimental.

Para estos autores, los procesos psíquicos se suceden unos a otros siguiendo unas determinadas leyes de conexión y enlace, leyes que pueden ser tipificadas, cuantificadas y descritas.

La conciencia comienza a poder ser «medida» indirectamente.

Independientemente de la filosofía, otra de las disciplinas que ha contribuido enormemente al desarrollo de la psicología científica ha sido la fisiología, entendida como el estudio de las funciones orgánicas y físicas del cuerpo humano.

El físico y filósofo Theodor Fechner (1801-1887), partiendo del problema de la relación entre cuerpo y alma, fundó la psicofísica, disciplina mediante la cual se pretendía esclarecer la relación de dependencia funcional entre lo físico (estímulos sensoriales) y lo psíquico (res puesta sensorial a los estímulos).

Fechner, que trabajó teniendo presentes las investigaciones de Johanes Müller (1801-1858), elaboró la ley que lleva su nombre, cuyo objetivo era resolver el problema de la relación entre cuerpo y alma.

La ley de Fechner sostiene que «a intensidades de la sensación que aumentan en progresión aritmética, le corresponden intensidades del estímulo que aumentan en progresión geométrica».

Existe una relación entre el estimulo, su magnitud objetiva y la sensación objetiva, lo cual, indirectamente, supone la posibilidad de medir y cuantificar «lo psíquico».

No obstante, se suele considerar a Wilhelm Wundt el fundador de la psicología como ciencia autónoma y separada de la filosofía.

Influido por el empirismo inglés y la fisiología, el estructuralismo de Wundt se interesará fundamentalmente por el estudio de las asociaciones entre las sensaciones, las percepciones y las ideas (simples y complejas) que constituyen el contenido de nuestra conciencia.

La psicología ha de consistir, en palabras del autor en «el análisis de las composiciones y complejos, que debe resolverse en sus elementos constituyentes, el estudio de la manera en que esas composiciones se sintetizan a base de sus elementos, y la enunciación de los principios y las leyes de los procesos psíquicos».

No sólo la fisiología contribuyó al desarrollo de la psicología como; ciencia autónoma.

También la medicina, sobre todo la rama dedicada al estudio de las enfermedades mentales, hizo grandes aportaciones en este sentido.

De gran relevancia fueron los trabajos del médico austriaco).

Sigmund Freud (1856-1939), el cual, interesado por la neurología y por ciertos trastornos mentales como la histeria, elaboró su famosa teoría del psicoanálisis, que puede ser entendido como un método terapéutico para tratar las enfermedades mentales —a través de técnicas de asociación libre o de la interpretación de los sueños—, o bien como una teoría de la personalidad fundamentada en los conceptos clave de? inconsciente, yo, ello y súper-yo.

La psicologia como cienciaEl análisis de los nexos causales entre los acontecimientos psíquicos le llevó a concebir la enfermedad mental como un síntoma de una disfunción o represión inconsciente, capaz de influir no sólo en la vida psíquica de individuo, sino también en sus funciones fisiológicas a través de la somatización.

Ahora bien, la importancia de la teoría psicoanalítica consiste en haber introducido un nuevo elemento regulador de la vida psíquica.

Ya no es la racionalidad voluntaria de los hombres la responsable de sus actos y pensamientos.

Existe un territorio inalcanzable para la conciencia, el inconsciente, que, pese a su ocultamiento, dirige y controla nuestra vida, irrumpiendo en nuestra conciencia en forma de sueños, lapsus, actos fallidos y síntomas neuróticos.

Otra gran perspectiva de la psicología se abrió paso con los trabajos del estadounidense John B. Watson (1878-1958), para el cual el cometido de esta ciencia no se dirige ya al estudio del alma humana ni de la vida psíquica del hombre.

Antes bien, la psicología ha de ocuparse de las conductas o comportamientos (behavior, en ínglés) de los organismos (humanos y animales), motivo por el cual su doctrina adoptó el nombre de conductismo o behaviorismo.

Fundado en postulados positivistas, pragmatistas y funcionalistas, afirma que la conducta ha de explicarse, predecirse o controlarse sin referencia alguna a los conceptos de conciencia o mente, es decir, excluyendo de sus investigaciones la cognición o los procesos de pensamiento.

No obstante un nuevo enfoque, el neoconductismo, aunque aceptó sus presupuestos básicos incluyó sin embargo las cogniciones dentro del ámbito del comportamiento.

Pese a que estas dos corrientes acapararon las investigaciones psicológicas hasta la década de los sesenta, a partir de entonces el predominio del conductismo disminuyó debido a la aparición de un nuevo enfoque, el cognitivismo, más orientado hacia problemas de índole cognoscitiva, es decir, hacia cuestiones referidas a la adquisición, organización, almacenamiento y utilización del conocimiento.

Si en lo que respecta a las teorías psicológicas es posible hallar una pluralidad de puntos de vista, igualmente sucede en relación a sus disciplinas parciales.

Tradicionalmente, en función de su objeto y finalidad, la psicología se divide en las siguientes ramas: la psicología general intenta explicar el funcionamiento del hombre respecto a su mundo circundante.

La psicología diferencial o de la personalidad no se interesa, sin embargo, por lo que hay de común en el hombre, sino por las peculiaridades y diferencias observables entre las personas, así como por los principios que surgen tales diferencias.

Otra rama distinta es la psicología del desarrollo, que investiga las causas y leyes que determinan nuestro desenvolvimiento (infancia, adolescencia, madurez, etc.).

La psicología social analiza cómo influyen unas personas en los pensamientos, sentimientos y conductas de las otras, mientras que la psicología clínica se dedica a estudiar los trastornos y disfunciones psíquicas, tratando de describirlos, clasificarlos y, sobre todo, curarlos, lo cual implica establecer el marco de una normalidad que servirá de referencia a todo comportamiento.

Tarea nada fácil y no exenta, desde luego, de prejuicios de toda índole.

Fuente Consultada: Gran Enciclopedia Universal Espasa Calpe Tomo 32

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