Francia:Del Imperio a la Tercera Republica Resumen
Francia:Del Imperio a la Tercera Republica Resumen
En Europa occidental, las revoluciones de 1848 dieron vida a las monarquías constitucionales con sufragio censatario. Pero Francia fue la excepción, ya que en 1851, Napoleón III (sobrino del héroe revolucionario) lleva a cabo un golpe de Estado que finalizó en el derribe de la Segunda República.
Pese a ello, un año después proclamó las bases de un nuevo régimen político: el imperio, a través de la convocatoria a un plebiscito.
Este régimen político republicano se organizó con un poder ejecutivo encabezado por un príncipe-presidente y una Asamblea Nacional que desempeñaba funciones constituyentes y legislativas.
El anterior gobierno, es decir la Segunda República no había asegurado un profundo desarrollo económico y obtenido un orden social y político, por lo que esta convocatoria a elecciones recibe el apoyo social de importantes sectores de la alta burguesía que deseaban lograr esto.
Sin embargo, contaron también con el apoyo de importantes sectores campesinos, que temían para aquel entonces que los grandes cambios pudieran poner en riesgo sus pequeñas propiedades.
El partido legitimista monárquico, que representaba a los sectores católicos y conservadores; y la aristocracia terrateniente fueron quienes lo apoyaron en el plano político.
Las medidas políticas y económicas notoriamente autoritarias fueron las llevadas a cabo por el gobierno de Napoleón III, en el período de 1852 y 1858.
Esto se manifestaba normalmente a partir de las denuncias de fraude y corrupción vivenciadas.
Tal es así, que la administración del Estado dependía fuertemente del gobierno central, aunque cabe aclarar que no fue suprimido el parlamento.
Y en cuanto a las libertades públicas, ya sea la oposición, los periódicos, las asociaciones profesionales, se podría decir que fueron firmemente limitadas.
No obstante, Napoleón III debió realizar importantes modificaciones políticas y sociales, porque comenzó a recibir fuertes presiones sociales y políticas provenientes de la pequeña burguesía y del movimiento obrero.
Así y de acorde a la tendencia general de Europa, el gobierno fortalece al parlamentarismo a través de la introducción de reformas de corte liberal.
Para evitar el fraude, se estableció un mayor control de la oposición en los mecanismos electorales, y además en este contexto se reconoció la libertad de prensa y de reunión.
Lo que aumentaba era el descontento de los diferentes sectores sociales, a pesar de las reformas liberales.
Ya que no se sintieron conformes con los cambios los obreros y la pequeña burguesía.
Además, hubo quienes en la primera etapa del imperio habían dado su apoyo y ahora consideraban a las reformas liberales llevadas a cabo como una traición a sus principios; ellos fueron los monárquicos y católicos.
Tal es así, que las garantías sociales de los primeros años del gobierno, ya no eran las mismas, cuestión que afirmaban los campesinos.
El debilitamiento definitivo del imperio de Napoleón III se llevó a cabo con un levantamiento popular en 1871, tras la derrota francesa en la guerra contra Prusia, más precisamente en la batalla de Sedán.
El resultado de ello fue la Comuna de París, es decir el nuevo gobierno instaurado a tal efecto, y el emperador francés tomado prisionero.
El Desastre de Sedán:
El 27 de octubre el Ejército alemán ocupó la plaza de Metz haciendo prisioneros a 173.000 hombres y capturando una enorme cantidad de material bélico.
Los alemanes concentraron el grueso de su ejército alrededor de París, que hubo de rendirse después de sufrir un terrible sitio con toda clase de privaciones (28 de enero de 1871).
Francia tuvo que someterse a las condiciones de paz dictadas por Bismarck, cediendo la Alsacia-Lorena y comprometiéndose a pagar como indemnización de guerra la fabulosa cantidad de cinco mil millones de francos.
En garantía del pago debían ser ocupadas por las tropas alemanas algunas regiones francesas.
El propio Bismarck reconoció la dureza del tratado firmado en Versalles, al exclamar: «Dentro de cincuenta años esto dará ocasión a otra guerra con Francia» (febrero-mayo de 1871).
La Comuna de París según la ilustración de una publicación española.
La imagen presenta de manera elocuente el carácter violento que tuvo el movimiento.
También muestra el papel importante que tuvieron las mujeres en la insurrección. Una de esas mujeres, Louise Michel —miembro de la Comuna y de la AIT— dejó su testimonio desde la prisión de Satory, tras la derrota de la revolución: “Los días pasaron. La Comuna había muerto hacía tiempo. (.)Es imposible imaginar nada más horrible que las noches de Satory.
Bajo la lluvia intensa aparecían de tanto en tanto, a la luz de una linterna que se elevaba, los cuerpos acostados en el barro.
Se oía el ruidito seco de los fusiles, se veían los fogonazos y las balas se desgranaban en el montón, mataban al azar.
Otras veces se llamaba por nombres, algunos hombres se levantaban, llevando sobre la espalda la pala y la pica para cavar sus propias fosas.
El cortejo fúnebre pasaba, se oían las detonaciones, se había terminado por esa noche.”
La insurrección de la Comuna de París
En marzo de 1871, la población obrera de la ciudad protagoniza una acción revolucionaria conocido como la Comuna de París.
Hecho que se desata tras la conclusión de la guerra entre Francia y Prusia, dos meses antes.
Puntualmente fue el vacío de poder que dejo esta derrota francesa, lo que aprovechan las organizaciones obreras y los sectores de la pequeña burguesía, para tomar el control de la capital en base a las armas.
Las ideas socialistas y democráticas sirvieron como inspiración para la aplicación de este programa revolucionario.
Por ejemplo: la elección de un gobierno a través del sufragio universal, el derecho de los electores a remover inmediatamente de su cargo a cualquier funcionario del gobierno comunitario, el sueldo de un funcionario que sea equivalente al de un obrero, separación de la Iglesia y el Estado.
Además se nacionalizó los bienes eclesiásticos, se suprimió el ejército permanente y la formación de una milicia popular, fijación de precios máximos para los alimentos, y la creación de cooperativas de trabajo.
Los comuneros fueron derrotados, tras dos meses de gobierno consecuencia del acoso padecido por dificultades financieras y por el cerco que estableció sobre París las tropas del jefe de la República Francesa, Adolphe Thiers. Reprimiendo estas de manera violenta a quienes se resistieran.
al es así que se arrestaron a 25.000 personas en la llamada semana “sangrienta”, aunque muchas de ellas fueron deportadas a las cárceles de las colonias francesas y otras murieron fusiladas. "Ahora el socialismo se ha acabado por mucho tiempo”, afirmó Thiers luego de su triunfo.
Thiers Jefe de la República Francesa
La rebelión de los obreros parisinos se convirtió en un símbolo para el movimiento obrero europeo, aunque estos fracasaron al quedar aislados del resto del país.
Así las bases de la sociedad capitalista parecían cambiarse por primera vez impulsados por un movimiento revolucionario socialista.
Se abre un período posteriormente a la Comuna de París que lleva a la consolidación definitiva de la Tercera República liberal de Francia.
En ella se sancionaron diversas leyes que fortalecieron el sistema, mediante la representación de la alta y mediana burguesía.
Finalmente, el régimen parlamentario de Francia queda asegurado en 1875, tras la promulgación de una nueva Constitución y el sufragio universal.
• Ampliación del tema:
LA TERCERA REPÚBLICA FRANCESA. El desastre de Sedán y la caída de Napoleón coincidieron aproximadamente con la derrota y la revolución. Los socialistas y anarquistas de la Primera Internacional proclamaron La Commune en 1871.
El populacho, instigado por agitadores revolucionarios internacionales, constituyó un Gobierno independiente y cometió todo género de desmanes (incendios de edificios públicos, saqueos, asesinatos, etcétera), hasta que el legítimo Gobierno de Versalles- pudo reprimir la rebelión.
Thiers, nombrado presidente de la República, se dedicó con incansable tenacidad a la reconstrucción del país; en primer lugar atendió al pago de la indemnización de guerra, por medio de dos empréstitos suscritos en pocas horas, consiguiendo de este modo que las tropas alemanas evacuaran el suelo francés en 1873.
Organizó el Ejército a base del sistema de servicio obligatorio y consiguió de la Asamblea los créditos necesarios para convertirlo en el más potente de Europa. Una sola idea anidaba en el corazón de los franceses: recuperar Alsacia y Lorena.
Si bien al principio se produjo una explicable reacción monárquica y conservadora, las elecciones de 1884 dieron el triunfo a los republicanos de carácter demócrata y liberal.
A partir de 1879 se inició una política marcadamente anticlerical. Por consejo del papa León XIII, los católicos acataron el régimen republicano, y aunque hubo roces y escándalos como el del Canal de Panamá y el asunto Dreyfus, la República se consolidó y Francia prosperó.
La condena de este oficial judío acusado de espionaje motivó el célebre Yo acuso, de Zola, la revisión del proceso y su final proclamación de inocencia, que fueron aprovechados por los extremistas para atacar al Ejército francés y desprestigiar a los conservadores.
Y con él termina el siglo, pues, propiamente, el caso Dreyfus tuvo su mayor virulencia en 1901.