La Educación en la Reforma de Lutero,Teoría Educativa de Melanchton
La Educación en la Reforma de Lutero
Teoría Educativa de Melanchton
La Reforma fue en su origen un movimiento anticlerical, una protesta contra el poder espiritual y económico de la jerarquía eclesiástica, más bien que un movimiento antidoctrinal. Todo este proceso se preparó lentamente. El paso decisivo le dio Lutero en Alemania en 1517, le siguió Zwinglio en Zurich, y le dio forma definitiva Calvino en 1536, en Basilea.
En 1600 la lucha ya está definida y la cristiandad queda dividida. La paz de Westfalia en 1648, establece en Europa los fronteras religiosas en forma parecida a las que tienen hoy. Los resultados de la Reforma sobreviven en el carácter de determinados pueblos. Frente a esta transformación era preciso fijar claramente los principios del catolicismo y estrechar los cuadros de una Iglesia restablecida en su espíritu y en la difusión de sus preceptos.
Ver: Biografía de Lutero
El contenido de la formación en la reforma y en la restauración católica
El protestantismo y el catolicismo del siglo XVI tuvieron importantes puntos de contacto con el humanismo. El protestantismo, lo mismo que el humanismo, eran adversos a la Edad Media y a la escolástica, pero ambos querían relacionarse con la antigüedad. Éste con la clásica, aquél con la que consideraba antigüedad cristiana.
Ambos acentuaban un interés por el individuo, en oposición a la escuela tradicional, que miraba principalmente a las jerarquías sociales. Con este espíritu, los numerosos educadores neo-protestantes realizaron la fusión entre los ideales humanistas y cristianos.
El movimiento lo encabezó Melanchton, que señala la finalidad de la educación en esta fórmula refirmada por Conmenio en el siglo XVIII: la educación es preparación para la Eternidad, por medio de una erudición basada en el conocimiento de las cosas y en la capacidad de expresión.
A su vez, el catolicismo vio en los estudios humanistas la prosecución del trabajo formativo medieval, ampliado en su extensión y refinado en su forma, por eso procuró fundirlo en moldes católicos adaptados a la enseñanza. Se volvió a conceder valor a la autoridad de los antiguos. Santo Tomás fue la autoridad indiscutida en materia dogmática, Aristóteles en filosofía, Cicerón en temas de estilo y composición.
Tampoco fue menospreciada la erudición antigua, porque ella daba motivo para volver a las Escrituras, los Santos Padres y la Historia eclesiástica. Finalmente, el aprendizaje de las lenguas antiguas, regulado y limitado, se ofrecía como el mejor medio de disciplina y de organización de la educación.
Dejando aparte estas consideraciones, tanto católicos como protestantes guardaron sus reservas respecto de los autores de la antigüedad. Veían en estos escritores una fuente de la transmisión del pensar y del sentir pagano, pero recordaban las manifestaciones de los Santos Padres que no condenaron la literatura grecorromana. San Ignacio, el fundador de los jesuítas, permitía el estudio de los clásicos, pero expurgados.
La opinión general consideraba que las obras maestras de la antigüedad eran indispensables para la formación de la inteligencia y del lenguaje, y que la doctrina cristiana poseía fuerza suficiente para neutralizar las ideas paganas que contenían.
La educación entre los protestantes Martin Lutero (1483-1546)
La Reforma empezó en 1517, cuando Martín Lutero, la víspera del día de Todos los Santos, colgó en la puerta de la iglesia del pueblo de Wüttemberg, en Alemania, unas protestas contra las indulgencias.
Lutero había nacido el mismo año que Rabelais (1483) ; era hijo de un leñador. Aprendió latín y, luego, dominado por una honda crisis emocional, entró en un monasterio agustino. Fue predicador de excepcional energía y, sin ser humanista, poseía suficientes conocimientos, especialmente en teología. Le fue confiada la dirección del monasterio y también trabajos importantes en la universidad local.
Después de agrias discusiones sobre las indulgencias, se convirtió en enemigo de la Iglesia y redobló su propaganda antirromana y nacional. La debilidad del poder público alemán facilitó el progreso de la rebelión.
Mientras Lutero polemizaba contra la organización jerárquica de la Iglesia de Roma, proponía una nueva iglesia. Buscó entonces el apoyo de los príncipes, a quienes ofreció la concesión de la hegemonía religiosa en sus Estados, como depositarios terrenales de la autoridad divina. Así nacieron las iglesias territoriales.
Todas las iniciativas religiosas, políticas, sociales, lo mismo que las pedagógicas, partieron de estos señores. Como el Estado era para Lutero una mezcla de poder político y religioso, consideró la instrucción primaria y religiosa del pueblo como algo esencial al Estado y exigió que los príncipes la impusieran obligatoriamente a sus subditos.
Lutero intervino decididamente en favor de la escuela popular, que había sufrido un profundo trastorno con la extinción de las escuelas sostenidas por la Iglesia.
En numerosas cartas a distintas autoridades, estableció sus directivas pedagógicas.
La primera es la Carta a los señores alemanes (1520), en la que censura acremente la educación antigua y pide la reforma de los estudios.
En otra, Instrucciones a los inspectores (1538), señala las grandes líneas de su sistema educativo, que carece de originalidad, y pide con energía al poder público que se encargue solícitamente de la educación.
Recomienda educar a la juventud para lograr la felicidad del pueblo. Finalmente, en el Llamamiento a los consejeros de todas las ciudades de Alemania (1524) exhorta a los consejeros de las ciudades alemanas a fundar escuelas para ponerse al nivel de los pueblos vecinos. Quejábase del descuido de la literatura nacional y señalaba a los consejeros las ventajas de la escuela.
En resumen, sin haber modificado casi nada el plan de estudios renacentista, Lutero abogó por la cultura religiosa, subordinó la educación al imperio absoluto del Estado, y otorgó preeminencia al aprendizaje de la lengua vulgar frente al latín.
En este sentido, Lutero fue el padre de la lengua alemana, la última en constituirse en Europa y, con su traducción de la Biblia y con el Catecismo, ofreció a sus conciudadanos el primer elemento indispensable para una sólida educación popular. Es el fundador de la escuela publica, o sea, de la escuela sostenida por el Estado.
Respecto de la teoría educativa, consideraremos varios aspectos de la doctrina luterana. En primre lugar, y contra lo que se dice, el pensamiento de Lutero no salió del marco teológico medieval. Se opuso con energía a las inspiraciones más típicas del Renacimiento, pero contribuyó indirectamente a estimular el espíritu laico y racionalista propio de los tiempos modernos, posiciones que Lutero odiaba tanto como las doctrinas católicas tradicionales.
Definió al hombre como un ser que después del pecado original había perdido toda capacidad para obrar el bien, carente de libre arbitrio (lo que repugnaba al humanismo) y si hacía algo bueno era sólo pasivamente (arbitrio servil) por una gracia que Dios le daba gratuitamente y sin eficaz cooperación por parte del creyente.
Calvino, reformador francés, extremó esta posición: unos están predestinados a la salvación, otros a la condenación eterna; son inútiles las buenas obras. Por otro lado, predicó la creencia de que el hombre puede comunicarse directamente con Dios, negando toda tradición eclesiástica y proclamando la más absoluta libertad interior, fundada en la interpretación personal de las Sagradas Escrituras.
FELIPE MELANCHTON (1497-1560)
No había todavía muerto Lutero (1546) cuando se comenzó la organización de las escuelas medias, fundadas por los príncipes o señores locales. La iniciativa partió de Felipe Melanchton, el Maestro de Alemania.
Consejero y auxiliar de Lutero, menos violento que su maestro, sintióse exasperado cuando se dio cuenta de que Lutero y algunas de las nuevas universidades condenaban los escritos de Erasmo. Procuró conciliar entonces el humanismo con la nueva doctrina protestante. Centro de su actividad fue la Universidad de Wittemberg, "La Meca del protestantismo", como se la ha llamado. Allí trabajó los últimos 42 años de sa vida en la organización de los estudios.
Para Melanchton, la verdadera cultura descansa en el conocimiento de las lenguas latina, griega, hebrea y alemana; la gramática latina es lo más importante. En su plan no deja ningún lugar para las matemáticas y la historia. En filosofía propone un retorno a Aristóteles. Estimula también el estudio de la música y el canto.
El plan de Melanchton se irradió sobre las otras universidades alemanas, y las letras antiguas adquirieron prestigio en los colegios dirigidos por Trotzendorf y por Juan Sturm.
Lutero y Melanchton, dice Hubert, contribuyeron poderosamente a extender por toda Alemania el gusto por la instrucción y dieron un nuevo impulso a los estudios superiores. No puede decirse, sin embargo, como se ha pretendido, que ellos instauraron el sentido de la libertad intelectual y favorecieron el desarrollo del espíritu crítico.
Lutero está muy lejos de ser plenamente favorable al humanismo literario. Asimismo permanece fiel a la dialéctica escolástica y afirma que todas las ciencias y todos los elementos de la cultura deben estar subordinados a la preocupación por la salvación.
Fuente Consultada:
Historia de la Educación – Juan Carlos Zuretti – Editorial Itinerarium – Colección Escuela –
Enciclopedia Electrónica ENCARTA – Microsoft
Enciclopedia del Estudiante Tomo 19-Historia de la Filosofía – Editorial Santillana
Wikipedia –