Revolucion en Libia Gadafi El poder nacional de informar mal Tension

Revolución en Libia Gadafi

Tensión en Libia: Como la historia lo viene escribiendo, las agencias de inteligencia británica y estadounidenses han pasado años queriendo dinamitar el régimen Libio. Hasta llegaron a realizar planes para asesinar al coronel Muamar Gadafi presidente de este país. Una de las causas era Revolucion en Libia Gadafi El poder nacional de informar mal Tensionque les irritaba el panislamismo y el prosovietismo de este líder Líbano y decano de los estadistas africanos y árabes.

Incluso la administración del presidente  Ronald Reagan de los EE. UU lo acusó de dar cobijo a terroristas internacionales, de financiar sus atentados y de  sustentar campamentos de grupos revolucionarios de todo el mundo.

Sabiendo que organizaciones como el IRA, la ETA, Los Panteras Negras de Estados Unidos o Los separatistas musulmanes filipinos han recibido la asistencia del Gobierno Libio. Todos estos hechos hicieron que Reagan mandase bombardear Trípoli capital de Libia.

Este bombardeo dejo muchas víctimas inocentes entre ellas civiles y la muerte de la hija adoptiva del coronel Gadafi, Hanna. Siendo este hecho justificado por los EE.UU por una supuesta implicación del Gobierno Líbano en un atentado en Berlín tras la muerte de varios norteamericanos. Atentado que nunca llego a demostrarse.

Tal es así que el conflicto renació nuevamente, teniendo tensiones decrecientes, modificando por una parte Gadafi sus actividades exteriores, siendo esta vez más discretas y a su vez remodelo sutilmente sus ofensas antioccidentales. Por todo lo que realizo sus anécdotas se propagaron pero a su vez no se olvidaron con el paso del tiempo.

Ciertamente EE.UU se había colocado «muy cerca» de una guerra con Libia pero sinceramente no era otra cosa que la «guardia de mentiras» hechas para justificar la tensión con el régimen de Trípoli.

Gadafi murió el 20 de octubre de 2011, luego de que un grupo de revolucionarios iniciara 9 meses antes una serie de acciones bélicas contra el régimen del dictador.

Una Decisión Dramática del Ataque Estadiunidense
Seis días antes, el Presidente de los Estados Unidos había tomado esa dramática decisión que él mismo definió como: "Hacer lo que hay que hacer". Reagan llamó a sus consejeros militares y les ordenó disponer y planificar tácticamente una acción bélica de castigo contra la Libia de Khadaffi, responsable de una creciente ola de asesinatos, masacres de inocentes y actos de terrorismo, de los cuales Khadaffi hacía alardes.

- ¡Estados Unidos no hará nada! - había asegurado Muammar Khadaffi dos días antes, a un periodista italiano, en una conferencia de prensa ofrecida en su bunker en Trípoli, echado hacia atrás con su característica actitud de elegante desdén.

Khadaffi contaba con muchos años de experiencia para sentirse tan seguro. Para él, era suficiente dar una velada orden, hacer un simple comentario de enojo respecto de algún adversario, y de inmediato sus agentes entraban en acción: los asesinatos no reconocían fronteras y las víctimas caían en Inglaterra, Alemania, Italia, Francia, Austria, los países escandinavos...

Los gobernantes europeos, aterrados por la posibilidad de un recrudecimiento del terrorismo dentro de sus fronteras, se mostraban
más retóricos que prácticos en tomar medidas concretas, y cuando algún terrorista era capturado, se le procesaba lentamente, con guantes de seda, para finalizar con condenas desmesuradamente leves, que en algunos casos llegaron a provocar amargas protestas de las víctimas sobrevivientes (a menudo mutiladas e inválidas) o los familiares de los muertos. Un par de terroristas, asesinos de seis personas inocentes, fue condenado a siete años de prisión, en primera instancia, y la pena les fue por último reducida a tres.

Por otra parte, los servicios de inteligencia de todo occidente sabían con precisión que Khadaffi había financiado, amparado y equipado a un altísimo número de terroristas palestinos en sus bases de Trípoli y Bengazi, donde éstos tenían sus refugios, además de todo el apoyo logístico que necesitaban, incluyendo documentos falsos.
Desde ese punto de vista, Khadaffi estaba en lo cierto.

Cuando los representantes norteamericanos solicitaron a los gobiernos europeos autorización para que sus aviones cruzasen por su espacio aéreo, a 9.000 metros de altura, todos se negaron: Francia, Italia, Alemania y España. ¡No querían echarse encima más problemas con Khadaffi!

Para el presidente Reagan, la responsabilidad era absoluta. Estados Unidos estaba siendo derrotado en todos los frentes durante ya muchos años, y a ojos del mundo se estaba transformando en lo que un periodista chileno llamó "un grandote bobalicón, débil y algo taradito pues parece estar volviéndose masoquista". ¿Quién quiere ponerse del lado de esa clase de amigos?

Había que actuar, aunque los izquierdistas europeos hicieran mofa de Reagan y su "diplomacia a lo Rambo". Pero había dos condiciones que debían cumplirse rígidamente: disminuir al máximo el riesgo para los aviadores norteamericanos, y evitar en todo lo posible alcanzar a civiles libios en la acción.

A juicio de los asesores tácticos, para cumplir esas instrucciones era necesario que el ataque fuese sorpresivo, nocturno y con aviones piloteados a bajísima altura.' Además, obligaba a limitar los blancos de las bombas a unos pocos objetivos alejados de los barrios residenciales. Eso exigiría que los blancos pudiesen apreciarse muy definidos ante las pantallas de radar y las miras infrarrojas de los aparatos de bombardeo, mientras cada manzana de edificios pasa ante la vista del oficial artillero a una velocidad de un tercio de segundo.

Los aviones A-6 con base en los portaaviones en el Mediterráneo (el "América" y el "Coral Sea"), tenían perfecta capacidad para actuar en tales condiciones, pero no eran suficientes en número para bombardear simultáneamente cinco objetivos muy distantes entre sí.

La Guerra de las Malvinas Dia del Veterano y Caidos 2 de Abril de 1982Habría, pues, que recurrir a los aún más eficientes aparatos F-lll, con bases en el Reino Unido. Sin embargo, para poder utilizarlos en esta acción necesitaban contar con la aprobación del gobierno británico presidido por Margaret Thatcher.

La Primer Ministro, antes de dar su autorización, pidió conocer los objetivos que iban a ser atacados, salvaguardando el hecho de que la acción resultase claramente defensiva; es decir, que los blancos de las bombas fuesen centros desde donde se seguía realizando la campaña de terrorismo mundial. Esta precaución de la señora Thatcher se relacionaba con el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas, que establece que sólo se aceptan acciones militares defensivas, quedando en la ilegalidad las acciones de tipo "castigo" o "réplica".

Finalmente, se llegó a acuerdo en fijar tres objetivos en la capital, Trípoli: La fortaleza de Aziziya, donde se encontraba el palacio-bunker de Khadaffi y su cuartel general; las instalaciones portuarias de Sidi-Bilial, donde se encontraban las bases de entrenamiento de los hombres-rana terroristas palestinos así como sus más importantes depósitos de armas y municiones, y la base aérea militar donde se encontraba la flota de grandes transportes soviéticos 11-76, utilizados

para el traslado de las pandillas délos terroristas de Khadaffi. Esos serían los únicos objetivos que atacarían los F-lll de las bases norteamericanas en el Reino Unido.

Los objetivos del puerto de Bengazi fueron el aeropuerto militar donde tenían su base los más poderosos aviones interceptores libios (los modernísimos MIG-23 soviéticos), y las instalaciones fortificadas del puerto, dotadas de innumerables lanzacohetes antiaéreos también de fabricación soviética.

Otros blancos, que habrían producido un efecto aniquilador sobre el poderío político, militar, de espionaje y las bases terroristas, fueron desechados con el único objeto de no arriesgar la vida de civiles. De hecho, se sabía perfectamente la ubicación del edificio de Abu Nidal y sus secuaces, el grupo de asesinos responsables de las masacres de inocentes en los aeropuertos internacionales de Roma y de Viena en la navidad pasada, así como el cuartel general del Servicio de Espionaje de Libia.

Ambos edificios podían haber sido virtualmente hechos polvo, pero sin duda ello habría costado dar muerte a muchos cientos de habitantes civiles de aquellos conjuntos habitacionales.

Incluso en los extremos oriental y occidental de la ciudad de Trípoli, los americanos habían detectado con perfecta precisión los emplazamientos de las grandes baterías antiaéreas, capaces de formar una mortífera cortina de proyectiles y cohetes contra los F-lll, que, sin duda, iría a costar la pérdida de varios de los aviones que participasen en el raid. Sin embargo, tampoco resolvieron atacar esos emplazamientos para ahorrar vidas de civiles, ya que Khadaffi tenía sus emplazamientos de guerra completamente dentro de las zonas más pobres y densamente pobladas de Trípoli.

Así, pues, al darse la orden de acción, tanto el Presidente Ronald Reagan como los propios pilotos de los aviones sabían que la misión significaría la pérdida de numerosos aparatos y, muy probablemente, la muerte de sus tripulaciones.

Solamente podían contar con lo sorpresivo del ataque y las altas calificaciones militares de sus hombres para ahorrar vidas.

Los pilotos de los F-lll deberían entrar en acción tras el esfuerzo de volar más de cinco mil doscientos kilómetros (6 horas) en las duras condiciones de combate que normalmente no duran más de dos horas en total. En cuatro oportunidades deberían cumplir la peligrosa operación de recargar en vuelo sus depósitos de combustible. Y, después de la misión de ataque, deberían recorrer la misma distancia de regreso a sus bases, siempre volando sobre el mar pues les habían vedado el paso sobre el continente Europeo.

En un tiempo record de 5 días, la operación fue decidida hasta en sus menores detalles, sin que se filtrase ni un rumor. Para el gobierno de Cárter, había tomado cuatro veces más tiempo planificar la desastrosa intentona de rescatar a los rehenes de la embajada de los Estados Unidos en Irán, que costó la pérdida de dos helicópteros y sus tripulaciones.


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