Conquistas de Italia por los Romanos:Dominacion Romana a Pueblos Vecinos

Conquistas de Italia por los Romanos: Dominación de los Pueblos Vecinos

roma antigua

Conquistas de Italia por los Romanos: Dominación de los Pueblos Vecinos

 CONQUISTA DE LA ITALIA MERIDIONAL (342-216).

  1.    El Samnium. Terminada su organización, Roma dueña del Lacio, emprende el camino de las conquistas, comenzando por los pueblos del mediodía da Italia.

A lo largo de la costa del mar Tirreno, se extendía al E. del Lacio y separada de este por el río Liris, la región fertilísima y de clima apacible, llamada Campania, cuya ciudad principal en aquel tiempo era Capua, cerca del Vulturno.

Al N. de este país, y al E. también del Lacio, se encontraba otra región atravesada por la cordillera de los Apeninos, de suelo accidentado y montañoso, llamada el Samnium, en la que se comprendían diferentes pueblos, siendo los principales los Vestinos, Marrucinos, Pelignos y los Samnitas.

La naturaleza del país, áspero y quebrado, había desarrollado en los habitantes un valor a toda prueba, pasando por los mas belicosos de Italia.

Pero aquellos pueblos unidos por la naturaleza y por el carácter, vivían entre si con cierta independencia, faltándoles por consiguiente la unidad tan necesaria en un estado fuerte y poderoso.

Conquistas de Italia por los Romanos:Dominacion Romana a Pueblos Vecinos

La proximidad del Lacio y el Samnium había determinado frecuentes relaciones entre ambos pueblos, que desde muy antiguo venían siendo aliados: y por otra parte los samnitas habían extendido su influencia, y a veces su dominación por la Campania.

  1. Guerras con los samnitas: sus causas. Roma y el Samnium eran los dos pueblos mas importantes de Italia central.

El espíritu de dominación de la primera, y el carácter libre é independiente de los samnitas, hacían imposible entre citas la armonía y sincera amistad, y fue la causa de aquellas guerras tan encarnizadas que duraron más de 40 años, y que debían terminar con la sumisión de uno de los dos pueblos.

En las guerras de los samnitas se ventila la dominación de Italia. Roma por su situación en el centro de la península, con una fuerte constitución social, y un ejército aguerrido; y sobre todo por su carácter eminentemente conquistador, aspira a ser la única dueña desde los Alpes a Sicilia; pero en medio de la división de los pueblos italianos, encuentra en su camino los fieros montañeses del Samnium que intentan oponerse a sus designios, naciendo de aquí la guerra de una manera necesaria.

 En esta situación de los dos pueblos, un motivo cualquiera había de bastar para dar comienzo a la lucha. Este motivo no tardó en presentarse.

La ciudad de Capua, sitiada por los samnitas, pide socorro a Roma, que el senado le niega alegando la antigua alianza entre los dos pueblos; pero estos escrúpulos desaparecen, cediendo los de Capua su ciudad y su territorio a los romanos; pues de esta manera el senado defendiendo a Capua defendía una propiedad romana.

Así comenzó Roma la guerra del Samnium atropellando con pretextos especiosos la santidad de los tratados.

  1. Comienzo de la guerra. Rebelión y sumisión de los latinos. La guerra tuvo principio en la Campania, derrotando el cónsul Valerio Corvo a los samnitas en el monte Guaro cerca de Capua: sin embargo Roma hizo la paz abandonando aquel país a los samnitas, para atender a la sumisión de los latinos.

Después de someter algunas legiones sublevadas en Capua, y de conceder a los plebeyos la dictadura, la pretura y la censura, únicos cargos hasta ahora vinculados en los patricios; todos los pueblos latinos mal avenidos con el yugo romano, se sublevaron en demanda de su antigua independencia, ó de la participación en el senado y demás dignidades de Roma, puesto que como aliados contribuían a las conquistas tomando parte en los ejércitos.

Tres años duró esta guerra, combatiendo con igual valor romanos y latinos. Entonces se dio el ejemplo de condenar a muerte el cónsul Manlio Torcuato a su propio hijo, por haber vencido contra sus órdenes a un enemigo y en la batalla de Veseris, junto al Vesuvio, el otro cónsul Decio Mus, viendo a sus tropas retroceder, con la fórmula sagrada se mezcla en lo mas rudo del combate, perdiendo la vida para la salvación de Roma, que alcanzó completa victoria.

Sin embargo, esta guerra debilitó tanto a los romanos, que el Senado tuvo que satisfacer casi todas las exigencias de los vencidos, concediendo el derecho de ciudad a los pueblos que habían permanecido fieles pero con el fin de evitar una nueva sublevación de los latinos, arrasó las ciudades rebeldes, trasladó a Roma sus habitantes y estableció gran número de colonias, asegurando de esta manera su dominación en todo el territorio del Lacio.

4.Continuación. de las guerras samnitas. Las Horcas Caudinas. La guerra entre Roma y el Samnium no podía terminar, sino con la sumisión de uno de los dos pueblos.

Si Roma se apartó de esta guerra durante la lucha con los latinos, en la  que le habían ayudado los mismos samnitas, concluida ésta, renacieron los mutuos recelos, preparándose unos y otros para las nuevas campañas, que comprendían eran inevitables.

Abiertas las hostilidades, el cónsul Publilio Filon, prorrogado en el mando con el titulo de Procónsul, se apoderé de Palepolis, donde después se fundó Nápoles.

En esta guerra Fabio Rulanio general de la caballería, a las órdenes del dictador Papirio Cursor, fue condenado a muerte por haber empeñado una batalla y haber vencido a las samnitas, contra la orden del Dictador, debiendo su salvación a los ruegos y súplicas del pueblo.

Sin embargo, los samnitas alcanzaron diferentes victorias sobre los romanos.

El primero de los generales samnitas, Poncio Herennio, atrajo al enemigo a un lugar estrecho cerca de Caudium, donde con poco esfuerzo pudo destruirlo; contentándose, no obstante, con obligar al cónsul Postumio a firmar la paz, quedándose, el general samnita con 600 rehenes, y haciendo pasar el ejército y los generales romanos bajo un yugo (Horcas caudinas) en señal de sumisión.

Para alejar de si la vergüenza de semejante humillación, el senado romano apeló a su habitual mala fe, pretextando que los cónsules habían hecho la paz sin su consentimiento; y debiendo por esta causa ser ellos solos responsables, atados de pies y manos fueron enviados al general samnita. Poncio Herennio, sin embargo, indignado de la falsía romana, no los quiso recibir, respondiendo al senado que, si no quería aceptar el tratado de paz, debían colocarse las legiones en el mismo desfiladero, donde él pudo exterminarlas y las perdonó.

El senado desoyó esas reclamaciones, y hubo que apelar de nuevo a las armas.

Para lavar la mancha de las breas Caudinas, Boma levanté un poderoso ejército, nombrando para dirigirlo a los dos hombres mas distinguidos en la guerra, Papirio Cursor y Publio Filon; que poco después derrotaron a los samnitas y les tomaron a Lucena cerca del Vesubio, haciéndoles pasar por el yugo, incluso el general P. Herennio.

  1. Ultimas guerras con los samnitas. Los triunfos de Roma sobre los samnitas y la mala fe del se nado reanimaron los odios de varios pueblos de Italia, que hicieron ahora causa como con los samnitas, levantándose contra la tiranía romana los Etruscos, los Galos, los Umbrios, Hérnicos, Equos, los Volscos y los Salentinos, comprometiéndose todos a vencer ó morir por su independencia. Las fuerzas de tantos pueblos bien dirigidas hubieran podido destruir a Roma; pero combatiendo separadas, sin orden ni concierto, fueron derrotadas por las romanas, que aunque menos numerosas, eran mas aguerridas y disciplinadas.

Fabio Ruliano venció y exterminó a los etruscos y a los umbrios junto al Tíber en el lago Vadimon y Decio Mus con fuerzas menores derrotó a los aliados en Sentinum.

Igual suerte tuvieron los samnitas, vencidos también en Aquilonia primero, y en la Campania después, quedando aniquilada esta nación, y llevado a Roma como trofeo de la victoria de los Fabios, al anciano Herennio.

Los samnitas tuvieron que someterse, y Curio Dentato les impuso un tratado de paz tan tiránico y despótico, que en poco tiempo el Samnium se vio casi despoblado, en poder de las colonias establecidas en todo aquel país por los romanos.

  1. Consecuencias de las guerras con los samnitas. Las guerras con los samnitas fueron tan largas y costosas, como de provechosos resultados para Roma, tanto en el exterior como en el interior.

En primer lugar se hizo la potencia dominante en Italia. En los  años que llevaba de existencia Roma no había conseguido extender su poder mas allá del Lacio; y aun dentro de estos límites su autoridad era tan escasa, que los pueblos sometidos aprovechan todas las ocasiones para rebelarse.

Al terminar las guerras samnitas Roma, había aumentado su dominación con la Campania, el Samnium, la Sabinia, la Umbria, el Piceno, la Etruria, y el país de los Galos Senones y Bayos.

De manera que le pertenecía toda Italia central, desde el mar Tirreno al Adriático, y desde el valle del Po hasta las colonias griegas del Mediodía de la península. Tales son los resultados materiales para Roma de las guerras samnitas.

Y no fueron menos importantes los resultados de esas guerras en la vida interior de Roma; pues en este tiempo se consolidó el orden y armonía entre patricios y plebeyos; se afirmó la disciplina y el prestigio del ejército, y adquirió el pueblo romano la conciencia de su valer y la fe en su destino.

  1. Juicio sobre las guerras samnitas. Tanto por su duración, como por sus resultados, las guerras samnitas constituyen el hecho mas importante de la historia de Roma en los cinco primeros siglos de su existencia durante esas guerras puede observarse el carácter de la política romana, y los medios de que se valió la gran ciudad para llegar a dominar el mundo.

Estas guerras fueron injustas en su origen, puesto que comienzan violando especiosamente los romanos la alianza que tenían con los samnitas :encierran una de las mayores iniquidades de la historia de Roma, por la mala fe del senado anulando y mistificando el tratado de las Horcas Caudinas son crueles por el exterminio de los enemigos, y por haber quitado la vida a Poncio Herennio que había perdonado las legiones, y aun después de engañado por los romanos, no había molestado en lo mas mínimo a los 600 rehenes que tenía en su poder; y concluyeron por otra injusticia privando de su libertad é independencia a los samnitas y otros pueblos.

Tal es la política de Roma en las guerras samnitas: la mala fe y el engaño, revestidos con apariencia de  justicia, son las armas principales con que venció a los rudos montañeses del Samnium, y de que se ha de servir en sus ulteriores conquistas.

Pero al mismo tiempo Roma cuenta con poderosos auxiliares que le dan siempre la victoria sobre sus enemigos: la fuerte unidad de su constitución, la constancia inalterable del senado en sus propósitos, y el valor y disciplina de sus ejércitos.

  1. Guerras con Pirro. Después de las guerras con los samnitas, los dominios de Roma se extendían por el Sur hasta la Magna Grecia, ó sea hasta los países meridionales ocupados por gran número de colonias griegas, entre las cuales alcanzó mayor preponderancia política en este tiempo la ciudad de Tarento,  situada en el fondo del golfo de su nombre, en el mar Jónico.

Los tarentinos, que habían favorecido secretamente a los samnitas, y habían insultado a los embajadores de Roma que fueron a pedirles satisfacción, temiendo perder su independencia, llamaron en su auxilio a Pirro, rey de Epiro, que poco antes se había distinguido conquistando Macedonia, perdiéndola después.

Pirro pasó a Italia al frente de un ejército aguerrido; disciplinó é infundió valor y energía a los tarentinos, y venció al cónsul Servio junto a Heráclea, merced al terror que sus elefantes introdujeron en el ejército romano; pero perdiendo el rey de Epiro la mayor parte de sus tropas.

El valor desplegado por los romanos en la batalla de Heráclea entusiasmó de tal manera a Pirro, que mandó a Roma a su secretario, el sabio y prudente Cineas, a pedir la paz al senado, llevando ricos presentes para las mujeres de los principales personajes romanos.

El senado, sin embargo, rechazó todas sus proposiciones, diciéndole por única contestación, que cuando Pirro saliese de Italia, podría tratar de la paz. Cineas manifestó a Pirro, que Roma le había parecido un templo, el senado una asamblea de reyes, y el pueblo romano la hidra de Lerna, cuyas cabezas renacerían a medida que se cortasen.

En estas circunstancias Pirro se propone llevar la guerra a las mismas puertas de Roma: pero el ejército romano al mando del incorruptible Cayo Fabricio, le salió al encuentro cerca de Asculum, y aunque la batalla no fue decisiva, perdió tanta gente el rey de Epiro, que abandonó la Italia, pasando en busca de nuevas aventuras a Sicilia.

  1. Fin de las guerras con Pirro. Sumisión de Italia Meridional. Pirro pasó a Sicilia, llamado por el tirano de Siracusa, Agatocles, contra los cartagineses y los mamertinos; y rechazados éstos, al cabo de dos años volvió a Italia, llamado nuevamente por los tarentinos, que se veían acosados por los romanos.

Estos mandaron contra él un ejército a las órdenes del cónsul Lucio Dentato, y saliéndole al encuentro en Benevento, fue completamente derrotado el rey de Epiro, que perdió en la batalla la mayor porte de sus tropas, y tuvo que volverse a Grecia con solos 8.000 hombres.

Dos años después, perdió la vida Pirro en medio de un motín en Argos.

Durante la ausencia de Pirro en Sicilia, los romanos se habían apoderado de los pueblos de Italia Meridional, que habían hecho causa común con los tarentinos, cayendo en su poder Lucania, Apulia, Brutium y el país de los Salentinos, donde se asentaba Tarento; esta ciudad, guarnicionada por las tropas da Pirro, después de su muerte en Argos, cayó también en poder de los romanos.

De esta manera la República romana extendía su poder desde el Rubicon y el Auser hasta el estrecho de Mesina, teniendo abierto el campo para sus conquistas futuras, por el N. en la Galia Cisalpina que ocupaba el valle del Po, y por el Sur en la isla de Sicilia, cuya mayor parte se hallaba en poder de los cartagineses.

  1. Causas del engrandecimiento de Roma. Organización militar. En las guerras con los Samnitas y en la conquista de la Italia meridional, se comienza a entrever el carácter y el destino de Roma; conquistar para dominar. Tu regere imperio populos, romane, memento.

Roma en aquel tiempo contaba ya con todos los elementos necesarios para vencer, y con todos los medios para conservar sus conquistas.

Estos elementos y estos medios eran la organización de su ejército, su sistema de colonización, y la política hábil y perseverante del senado.

Las legiones romanas se distinguían ante todo por su valor y patriotismo; y por esta razón se componían de los ciudadanos, pero no entraban a formarlas, los esclavos, ni los libertos, ni los indigentes.

En las guerras ordinarias tomaban parte en el ejército todos los ciudadanos de 16  a 46 años; pero en los grandes conflictos de Roma, se verificaban levas en masa, debiendo empuñar las armas todos los que estaban en disposición de usarlas.

El mando supremo del ejército pertenecía al cónsul; las legiones compuestas de 4.000 hombres estaban dirigidas por los tribunos militares, y éstos nombraban los centuriones en cargados de las centurias, ó cuerpos de 100 hombres.

El valor y la energía de las tropas se mantenía en tiempo de paz con paseos militares, ocupándose en correr y saltar, en manejar toda clase de armas, obligándoles a llevar en estos ejercicios un peso de sesenta libras.

Pero lo que mas distingue a los ejércitos romanos es la severidad de la disciplina. La igualdad de los ciudadanos desaparecía desde el momento en que se tomaban las armas: la sumisión a las órdenes superiores era absoluta: el soldado carecía de voluntad propia; y las penas mas crueles se imponían por las mas ligeras faltas de disciplina.

Por otra parte, compuestos los ejércitos de hombres libres y propietarios, todos estaban identificados con el Estado; defendiendo la República, se defendían a sí mismos y a sus propios intereses, haciéndose imposibles por esta causa la deserción y la traición.

El ciudadano romano constituía el Estado tomando parte en los comicios, y lo defendía como soldado en las legiones; de aquí se originó aquel patriotismo tan admirable, causa fundamental de las victorias romanas.

  1. Colonias Romanas. La admirable organización de los ejércitos romanos, fue la causa principal de las constantes victorias de la República; pero Roma, nacida para vencer y dominar, necesitaba medio fáciles y seguros de mantener en la obediencia lo países conquistados. Esta fue La misión de las colonias

Las colonias romanas como las griegas y fenicias representan fielmente el espíritu de la metrópoli.

Como las fenicias eran elementos de comercio, y las griegas focos de civilización, las romanas aparecer con un carácter militar, y una organización apropiada para mantener la dominación de Roma en los países conquistados.

Las colonias eran la exacta representación de Roma. Los dunviros ejercen las funciones de los cónsules, el colegio de los decuriones era el senado, y los conciábulos los comicios.

Participando de las leyes, religión, usos y costumbres de la metrópoli, introdujeron estos elementos de civilización en los pueblos conquistados, contribuyendo eficazmente a la fusión de vencedores y vencidos.

Últimamente, dando ocupación  y riquezas por medio de las colonias a la población inquieta y miserable, Roma se libró por algún tiempo de tumultos y revoluciones.

  1. Política del senado romano. Pero sobre los cónsules y los ejércitos, y sobre las colonias, estaba el Senado, que era el alma y la vida de Roma, su gran elemento de unidad.

Roma se distingue entre todos los pueblos por la fe y la constancia con que persigue una misma idea en el trascurso de toda su historia; esa fe y esa constancia constituyen la unidad inquebrantable de su política, que es la base de su grandeza.

Otros pueblos han verificado más rápidas conquistas, pero en ninguno esas conquistas han sido tan duraderas.

Después de un periodo de actividad, todos los pueblos se cansan y desfallecen; sólo Roma no flaquea jamás, y es que el carácter de Roma se refleja en todos sus individuos, y sé trasmite como un depósito sagrado de unas a otras generaciones y es que la conservación de ese carácter no está allí encomendada al interés ó a la actividad individual, de suyo mudable y transitoria, sino a una clase y a una corporación permanente, de índole aristocrática, y por tanto de larga duración.

Esta corporación es el senado, genuina representación del carácter y de las aspiraciones de Roma, que tiene en sus manos por muchos siglos los destinos de la gran ciudad, y que prosigue su camino con una constancia que admira, y una firmeza inquebrantable, sin dudas, ni vacilaciones, sin detenerse, ni precipitarse, venciendo todos los obstáculos, y reputando buenos todos los medios que conducen al cumplimiento de su fin.

Asamblea de reyes, como todas egoísta, ambiciosa y calculadora, que para conseguir su objeto, lo mismo aprovecha la virtud  y la justicia, que el crimen y la iniquidad.

Tal es el senado y tal la política romana por él perfectamente representada.

RESUMEN DE LA TEMA VI.

  1. Al. E. del Lacio se extendían las partes fértiles de la Campania, y al N. de ésta, y limitando tanbien por O. con el Lacio, se encontraba el país montañoso ocupado por los samnitas y otros pueblos, reputados como los más belicosos de Italia, pero que vivían con cierta independencia, sin formar un Estado fuerte y poderoso.
  2. La proximidad en que vivían, y el diferente carácter de los romanos y los samnitas, fueron la causa principal de las guerras entre estos pueblos, en las que se ventilaba la dominación de Italia: el motivo que las hizo estallar fue el socorro prestado por los romanos a la ciudad de Capua, sitiada por los samnitas.
  3. Al principio de la guerra los romanos vencen a los samnitas en el monte Gauro. Sublevados los pueblos del Lacio, son vencidos por los romanos, sacrificando para ello su vida el cónsul Decio Mus.
  4. Reanudadas las hostilidades, el general samnita Poncio Herennio venció a los romanos en Caudium, haciéndoles pasar por las Horcas Caudinas: el senado no quiso reconocer el tratado que se hizo con esto motivo, entregando al cónsul Postumio a los samnitas. Los romanos vencieron después a sus enemigos, y les tomaron a Luceria.
  5. Diferentes pueblos de Italia hicieron causa común con los samnitas, poro fueron sucesivamente derrotados por los romanos en el lago Vadimon, en Sentinum, en Aquilonia y en Campania; viéndose los Samnitas en la necesidad de someterse a Roma, que les trató despóticamente, mandando quitar la vida a Poncio Herennio.

6 .A consecuencia de las guerras con los samnitas, Roma llegó a ser la potencia dominante en Italia; consolidó el orden y la armonía entre patricios y plebeyos, afirmó la disciplina del ejército, y adquirió la conciencia de su valer.

  1. Estas guerras injustas en su origen, pusieron de  relieve la mala fe y la crueldad de la política romana: pero Roma cuenta siempre para vencer con la unidad de su constitución, la constancia del senado y el valor y disciplina del ejército.
  2. La ciudad de Tarento, amenazada por los romanos, pidió auxilio a Pirro, rey de Epiro; éste pasó a Italia y venció a los romanos su Heráclea, pero éstos rechazaron la paz con que les brindaba el vencedor, y derrotaron en Asculurm al rey  de Epiro, que abandonó Italia, pasando a Sicilia.
  3. Rechazados en Sicilia los cartagineses y los mamertinos, que combatían contra Agatocles, tirano de Siracusa, Pirro volvió a Italia y fue completamente derrotado por los romanos en Benevento, teniendo que volverse a Grecia. Durante la ausencia de Pirro en Sicilia, los romanos extendieron su dominación hasta el estrecho de Mesina.
  4. El engrandecimiento de Roma fue debido a la organización de su sistema de colonización y a la política del senado. Las legiones romanas se distinguían por el valor y el patriotismo, y principalmente por la disciplina.
  5. Las colonias romanas tienen un carácter militar, a propósito para mantener en la obediencia a los  pueblos conquistados, a los cuales comunicaron todos los elementos de la civilización de Roma, contribuyendo de esta manera a la fusión  de vencedores y vencidos.
  6. Roma se distingue por la fe y la constancia con que persigue una misma idea durante toda su historia, y esta unidad de idea y de arden se debe al senado, que tiene en sus manos por muchos siglos los destinos del pueblo romano, y que sin escrúpulos aprovecha todos los medios para conquistar y dominar a todas las naciones.

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