Biografia de Calderon de la Barca Dramaturgo Español Obra Literaria

Biografía de Calderon de la Barca y Su Obra Literaria

Pedro Calderón de la Barca fue el dramaturgo más importante del período barroco, y muerto Lope de Vega, ocupó su lugar en la preferencia y admiración del público.

Su Vida. Nació en Madrid (1600), y cuando niño, fue enviado a estudiar al Colegio Imperial de los jesuítas de esa ciudad. Fue un alumno precoz, que a los trece años escribió una comedia, hoy perdida.

Ingresó más tarde en la Universidad de Alcalá (1614), donde sólo permaneció un año, pues su padre, casado en segundas nupcias, falleció, y el joven y sus dos hermanos se vieron envueltos en un pleito por cuestiones de herencia con su madrastra.

Calderon de la Barca Dramaturgo Español
Calderon de la Barca Dramaturgo Español
DRAMATURGO: quien escribe obras de teatro

Se matriculó en la Universidad de Salamanca (1615) donde estudió cánones y se graduó de bachiller (1620). Por esa época —tenía apenas unos veinte años—, se dio a conocer en algunos certámenes poéticos y se dedicó a escribir para el teatro. Sus primeras obras fueron estrenadas en el Real Palacio.

Estaba entonces al servicio del condestable de Castilla y fue acusado junto con sus hermanos de haber intervenido en la muerte de un criado de este noble.

Para salir de este aprieto, tuvo que pagar una compensación de 300 ducados. Pasó luego a Italia y Flandes (1623), según se dice como soldado, y regresó al poco tiempo a España (1625). Aquí comienza el período más fecundo de su vida artística.

Viose luego envuelto en un nuevo pleito, por haber violado junto con alguaciles y vecinos del lugar, la clausura de un convento de las trinitarias, mientras perseguían al hijo de un cómico que había herido a su hermano (1629).

En los años siguientes, se dedicó con ahínco a la creación dramática y se convirtió en una figura de gran fama. Su momento más brillante lo tuvo cuando se inauguró el palacio del Buen Retiro (1635), en que se representó una obra mitológica suya, con gran alarde escénico.

calderon de la barca

El rey lo honró con el hábito de Santiago (1637). Como miembro de esa orden religiosa y militar, intervino en las guerras contra el estado de Cataluña (1640-42), que se había levantado con Portugal en contra de la corona española. Enfermo, solicitó su retiro de las filas (1642) y obtuvo una pensión de 30 ducados.

Como por entonces el teatro de la corte y los teatros públicos estaban clausurados, entró al servicio del duque de Alba. En ese tiempo, perdió a sus dos hermanos y tuvo un hijo natural, cuya madre murió (1648).

Se reanudaron luego las representaciones dramáticas, y Calderón se consagró a escribir por encargo oficial autos sacramentales para las fiestas de Corpus Christi de Madrid y municipios cercanos (1648). Introdujo varias innovaciones en la técnica de estas obras, como la ampliación del texto y duración de la pieza, el aumento del aparato escenográfico y una mayor participación musical.

Ordenóse después de sacerdote (1651), y desde entonces parece haber llevado una existencia apacible durante treinta años, consagrado a la religión y el teatro.

Se había comprometido, como religioso, a no componer obras para el público, sino solamente autos sacramentales y comedias para el palacio real.

Fue designado capellán de Reyes Nuevo (1653) y después capellán de honor de Su Majestad (1663). Regresó así a la corte, hasta fallecer, anciano ya, en plena actividad literaria (1681).

El teatro de Calderón. Calderón, a pedido del duque Veragua, le escribió una lista de sus obras: 111 comedias y 70 autos, sin contar obras menores (loas, entremeses, jácaras, etc.). La investigación crítica ha probado después que Calderón mismo olvidó de citar algunas obras. Hoy se sostiene que las comedias fueron 120 y los autos 80.

Las obras del teatro calderoniano han sido clasificadas de varias maneras por los críticos.

En general, pueden distinguirse dos grupos:

1) realistas (El alcalde de Zalamea; El médico de su honra; El mayor monstruo los celos), en su mayor parte de capa y espada o relacionadas con la vida real, y escritas hasta ios cuarenta años de edad aproximadamente; 2) simbólicas, de contenido filosófico (La vida es sueño), religioso (El mágico prodigioso), teológico (El gran teatro del mundo) o mitológico (El divino Orfeo).

En esta última categoría se incluyen los autos sacramentales.
Se ha dicho de él que fue "nuestro máximo poeta dé los cielos y de la tierra" (Menéndez y Pelayo).

Los autos sacramentales. Calderón ha sido el maestro indis-cutido del auto sacramental en España y en Europa. La crítica universal lo ha aceptado en tal mérito.

Los autos sacramentales eran representaciones escénicas en un solo acto, de contenido religioso y alegórico, particularmente referidos a la Eucaristía y cuyo centro era la redención del hombre por Jesucristo.

Estaban destinados a ser puestos en escena el día de Corpus Christi. "Son los únicos dramas verdaderamente simbólicos de la literatura universal", escribió Ludwig Pfandl. Según este hispanista, constituían "un espectáculo de incomparable y envidiable grandeza", expresión de los sentimientos artísticos y religiosos de una nación noble y profunda.

Estas representaciones solían efectuarse al aire libre, a mediodía, con carros por escenarios, gran despliegue de escenografía y movimientos, y se efectuaban en presencia del rey, séquito, cortesanos y público en general.

Muchos autores habían escrito antes autos, pero Calderón elevó esta especie dramática a una excelencia artística y belleza no conocidas. Logró con esto Calderón una extraordinaria popularidad. Aun cuando el sentido era teológico, la preparación religiosa del pueblo permitía interpretarlos y sentirlos (Hurtado y Palencia).

Aparecían en ellos como personajes Jesucristo, el Amor, el Hombre, la Fe, la Gracia, la Esperanza, el Demonio y otras figuras alegóricas, a veces actuando combinadas con personajes de la vida real.

A pesar de esta extraña combinación, que podría parecer irrazonable para el espectador, Calderón logró imponerse por su estudiada técnica teatral, su delicado sentimiento religioso y el tono poético.

Se intercalaban en los autos himnos religiosos y eclesiásticos, citas y paráfrasis bíblicas y aun poesías populares compatibles con la dignidad de la función.

La obra maestra de este tipo es El gran teatro del mundo. Características del teatro calderoniano. Varios atributos caracterizan al teatro de Calderón, que la crítica ha distinguido a través de los años: el dominio de la trama, la profundidad del contenido argumental, la elevación del estilo y del lenguaje, la magnificencia de la versificación, y la pompa escenográfica.

Las obras de Calderón son movidas, la combinación de personajes y peripecias muy hábil y los desenlaces naturales. Esto fue fruto de una técnica muy madurada, donde cada pormenor era atendido y planeado: "todo está trabajado con la habilidad más perfecta".

En cuanto a los contenidos, nadie en el teatro de España los ha desarrollado más profundos: la predestinación y el libre albedrío, el pacto del hombre con el demonio, el destino humano, la lucha del bien y del mal, etc.

Se lo ha comparado a Shakespeare por el conocimiento del corazón humano (Mme. de Stael) y a Goethe por el tema de Fausto. Menéndez y Pelayo lo ha colocado en un puesto cercano a Dante por sus alegorías cristianas, y en el tercer lugar de la dramaturgia mundial, después de Sófocles y de Shakespeare, por la grandeza y lo admirable de sus asuntos.

El estilo calderoniano ha sido objeto de especial admiración. Es siempre un estilo de tono elevado, retórico y literario, que a veces llega a la exageración, pero que cuando se desprende de esas desviaciones, logra excelencias jamás alcanzadas por ningún otro autor dramático en lengua española.

Este tono grandilocuente, a menudo declamatorio, no deja lugar o ahoga la expresión de los sentimientos delicados y de los matices del espíritu, y por esto mismo, los personajes parecen siempre estar representando papeles, en forma convencional y teatral, sin relación efectiva con la vida y la psicología.

Aun cuando desarrolle Calderón temas pasionales (amor, honor, venganza, celos), siempre se declama la pasión y no logra producir en el espectador o lector emoción ni pasión, sino sólo admiración por su tremendo arte.

Es cierto que su verso es a veces culterano o conceptista, al gesto de la época, y que hay abuso del dominio idiomático que le quita por momentos gracia y naturalidad, pero esto no es lo común. Por esta razón algunos lo han calificado de corruptor del teatro o de amanerado.

La pompa de la escena fue en este dramaturgo una preocupación constante. Los cuadros y paisajes que ofrece son grandiosos y muy estudiados, y el uso de los recursos escenográficos y tramoyas, muy abundantes.

Calderón introdujo además definitivamente la música en el teatro.
Al lado de estos caracteres fundamentales, se le han señalado algunas inverosimilitudes y repeticiones en los recursos, como puertas falsas, escondidos, cuchilladas, tapadas, etc. (R. Ragucci), y especialmente, la falta de verdaderos caracteres humanos, de tipos psicológicos bien analizados, dotados de una auténtica humanidad.

Otros críticos no han visto con buenos ojos el carácter tan abiertamente católico de su creación, su acentrado concepto del honor llevado hasta las últimas consecuencias, como el matar por sospechas de infidelidad, o el vengarse por celos, etc. (Gerald Brenan).

Menéndez y Pelayo ha dicho abiertamente que "fue por lo general el más católico de todos los dramáticos del mundo".

"La vida es sueño", el drama del libre albedrío. Es "la obra
de mayor importancia ideológica y universal de nuestro teatro", según Ángel Valbuena Prat.

Basilio, rey de Polonia, a poco de nacer su hijo Segismundo consulta a los oráculos, los cuales le pronostican que el heredero será un monarca despótico y humillará a su padre. Para impedir que estos augurios se cumplan, el rey encierra a Segismundo en una torre aislada, sin trato con los hombres, excepto con su ayo Clotaldo, que lo educa.

Para probar si los hados son ciertos, cuando Segismundo es mayor de edad, el rey lo hace narcotizar y llevar al palacio. Allí despierta Segismundo, y al verse en condición de principe, piensa que todo lo pasado ha sido un sueño, y da rienda entonces a sus instintos, arroja por capricho a un criado por la ventana, intenta atrepellar a la gentil Rosaura e insulta a su padre. Convencido Basilio de la veracidad del osáculo, lo devuelve narcotizado a la torre.

Al despertar, Segismundo cree que su permanencia en el palacio ha sido un sueño, y comprende la maldad de sus actos. Mientras tanto, enterado el pueblo de la existencia del heredero legitimo y de que Basilio piensa entregar la corona al extranjero Astolfo, principe de Moscovia, se subleva y liberta a Segismundo. Pero el principe ha cambiado, se postra ante su padre, premia a su ayo Clotaldo y desposa a Rosaura con su prometido Astolfo.

Crítica. Este drama, clasificado dentro del grupo de las comedias simbólicas, es una obra cumbre del repertorio mundial.

Desarrolla el problema filosófico y teológico de la predestinación y el libre albedrío. ¿Nace el hombre predestinado y no dependen de su voluntad los actos, o por el contrario, nace libre y todos sus actos son fruto de una libre decisión? Si viene al mundo con un destino prefijado, no es responsable de sus actos malos ni meritorio por sus actos buenos; en cambio, si nace libre y sin destino establecido por un poder superior, será responsable de todos sus actos, vicios y virtudes, y se hará acreedor al premio o al castigo.

Calderón, como buen católico, se inclina por el libre albedrío y lo muestra así. En Segismundo, destinado según los astros a humillar a su padre, no se cumple el sino; libremente, después de creer que ha soñado, se revela caritativo y piadoso.

El hado siniestro no era cierto. Segismundo puede ser considerado como "símbolo de la humanidad entera" (Hurtado y Palencia).

Al lado de esta idea central, campean otras secundarias, como la vanidad de la gloria humana. No hay escepticismo, sino al contrario optimismo en la obra, pues el hombre resulta portador de la libertad y artífice de su propia grandeza.

El desarrollo del drama es un poco rápido, y la mutación del carácter de Segismundo, de bárbaro a plácido, es un poco fugaz, sin transiciones. Pero no debe olvidarse que la duración de la pieza dramática es de tiempo limitado y no admite desarrollos largos.

Por otra parte, no es una comedia de carácter, que se interesa por la evolución psicológica de un espíritu, sino una obra filosófica, que se preocupa por una tesis.

No debe confundirse esta comedia filosófica con un auto del mismo título, escrito también por Calderón.

Las comedias realistas: el honor. En las comedias realistas, de capa y espada, los personajes actúan en general y resuelven sus conflictos según el principio español del honor.

El concepto europeo del honor, como código de vida, llegó a formas extremas en España, y en el teatro, en Calderón. Se ha dicho que en la España clásica, más que de las acciones propias de cada hombre, el honor dependía de la opinión que el público tenía de ellos. Esto sería la diferencia entre el honor español y el de otras naciones (Gerald Brenan).

El deshonor consistía no tanto en cometer una injuria, cuanto en recibirla, y mucho más, en aceptarla. La prueba del honor de un caballero estaba en la rapidez con que arriesgaba su vida en defensa de su buen nombre, y de allí que el duelo fuera tan común.

En el orden amatorio, la manifestación eran los celos, y una sutil sensibilidad para sospechar de la mujer. En una sociedad como la española de esa época, el amor ocupaba un lugar primordial, y estaba sometido a un aparato de convencionalismos que frecuentemente entraba en conflicto con el amor mismo.

Calderón trabajó mucho sobre estas ideas, mostrando al marido infundadamente celoso que fuerza a su mujer a suicidarse (El médico de su honra) o al marido que asesina a su esposa y a su antiguo novio por miedo a que ella lo engañe porque él debe ir a la guerra (A secreto agravio, secreta venganza), o al hombre que mata a su esposa que ha obtenido para él la clemencia de su opresor, sospechando injustamente que no lo ha hecho con buenas artes (El mayor monstruo los celos).

"El alcalde de Zalamea", el drama del honor campesino. Esta pieza es la mejor de las de tema no religioso, y para algunos críticos, la mejor de todo el teatro calderoniano.

Al llegar a Zalamea una compañía de soldados, Pedro Crespo, labriego del lugar, aloja en su casa al capitán don Alvaro. Éste se enamora de Isabel, hija de Crespo, la rapta, la veja y la abandona en un bosque.

Agraviado el hogar humilde, el hermano de Isabel hiere al capitán, y don Pedro suplica al infamador que repare su daño casándose con la joven El capitán se niega y don Pedro, elegido alcalde de Zalamea, lo manda prender y lo procesa.

El general Lope de Figueroa reclama la libertad del preso, pero el alcalde se lo niega. Pasa entonces por el lugar, camino de Portugal, el rey Felipe II, quien enterado del suceso, pide que se le entregue al prisionero para castigarlo. Don Pedro le presenta entonces el cadáver del capitán, a quien ha mandado ajusticiar por su delito. El rey aprueba al fin este acto y nombra a don Pedro alcalde a perpetuidad.


Crítica. La obra es un drama trágico. Su tema ya había sido tratado antes en el teatro por Lope de Vega, pero la perfección del de Calderón, la ha eclipsado.

Desarrolla fundamentalmente el tema del honor, tan apreciado por Calderón, y conforma a la tradición española:

Al Rey la hacienda y la vida se ha de dar; pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios.
Las zarzuelas. Calderón compuso también zarzuelas, y está considerado como el introductor en España de este género, en que se combina la representación con la música.

Se las denominó con ese nombre porque las primeras se representaron en un sitio cercano al Prado, llamado la Zarzuela. De ellas dice el propio Calderón:

No es comedía, sino sólo una fábula pequeña, en que, a imitación de Italia, se canta y se representa.

Fuente Consultada:Literatura Española, Hispanoamericana y Argentina de Carlos Alberto Loprete Editorial Plus Ultra

OBRAS Y EDICIONES: La vida es lueño. Edición, estudio y notas de Antonio J. Pólito. Buenos Aires, Plus Ultra, 1969. El alcalde de Zalamea. Edición, estudio y notas de Everett W. Hesse. Buenos Aires, Plus Ultra, 1968. Casa con dos puertas mala es de guardar. El mágico prodigioso. Buenos Aires-México, Espasa-Calpe Argentina, I942. La devoción de la cruz;. El gran teatro del mundo. Bueno» Aires-México, Espasa-Calpe Argentina, 1943.

LECTURAS COMPLEMENTARIAS Y ESTUDIOS: Marcelino Menéndez y Pelayo. Calderón y su teatro, Bs.;ÍAs., Emecé, 1943. Everett W. Hesse. Calderón de la Barca. Nueva York, Twayne Publishers, 1967.


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