Historia de la Comunicacion Escrita y los Primeros Libros Impresos

Descripción Histórica de la Evolución de la Comunicación Escrita

Hasta el fin de la Edad Media, los libros se fabricaban uno a uno, ya que eran copiados a mano.

Se trataba de un proceso lento y costoso, que no podía satisfacer la creciente demanda de textos.

La solución al problema técnico de obtener varios ejemplares iguales en menor cantidad de tiempo fue concebida hacia 1450 por el alemán Johannes Gutenberg y consistía en la utilización de tipos móviles de metal (uno para cada letra, signo de puntuación o espacio entre letras o entre palabras).

Biografia de Gutenberg: Impresión de la Biblia Caracteres Moviles – BIOGRAFÍAS e HISTORIA UNIVERSAL,ARGENTINA y de la CIENCIA

La utilización de tipos móviles permitía componer una página completa (conocida como "forma de composición") que se entintaba y servía para imprimir todas las hojas de papel que fueran necesarias.

Con la invención de la imprenta, el número de libros publicados aumentó espectacularmente de algunos miles de ejemplares durante la Edad Media a 20 millones entre los años 1450 y 1500.

Los impresores del Renacimiento ocupaban un lugar central en la vida cultural de la época.

Eran humanistas a la vez que hombres de negocios y tenían a su cargo todas las etapas del proceso de edición de los libros.

Humanistas de la Edad Media Primeros Humanistas Italianos – BIOGRAFÍAS e HISTORIA UNIVERSAL,ARGENTINA y de la CIENCIA

La época de la información comenzó con los libros impresos, que transformaron la conciencia humana.

Las obras de la minoría académica fueron accesibles para la mayoría; se abrieron redes de comunicación que habían sido inimaginables.

Sin embargo, esta revolución no ocurrió de la noche a la mañana.

En el siglo XV, cuando aparecieron los primeros libros impresos en Europa, las ediciones constaban, a lo sumo, de 200 ejemplares.

Los libros eran tesoros, de acuerdo con la tradición medieval.

Las obras manuscritas de  los monjes, espléndidamente encuadernadas e ilustradas,  se cambiaban por viñedos, 35 rebaños y otras mercancías valiosas.

Con la imprenta, las  copias de una obra podían SU comprarse con dinero, pero §§ seguían siendo posesiones de prestigio.

En 1522, cuando Martín Lutero publicó su popular Nuevo Testamento en alemán, la primera edición fue de 3,000 ejemplares.

Cada libro costaba medio gulden, aproximadamente una semana de sueldo de un buen artesano.

Europa no inventó la imprenta. En el Lejano Oriente, los textos impresos se conocían desde el siglo VIII ; los hacían en un bloque de madera, del mismo modo en que se hacían las tallas.

En 1409, se publicó en Corea un libro impreso con tipos móviles.

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Imprenta del siglo XVI.
En el fondo de la imagen (1) se observan tres tipógrafos componiendo las páginas con tipos de metal. Cada clase de tipo está alojado en una casilla o celda de una bandeja.

Cada tipógrafo tiene su bandeja dispuesta sobre un atril. Una vez que la página está armada, se coloca sobre el mármol de la prensa y se entinta (2). La hoja de papel se sujeta sobre el tímpano de la prensa (3), que se pliega sobre la página armada. Con una palanca (4) se hace bajar la prensa para que los tipos de metal impriman el papel.

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►Biblia "escrita" con Tipos

En Occidente, la llegada de los libros impresos fue a mediados del decenio de los cincuenta, con la Biblia publicada en Maguncia, la ciudad alemana.

Esta obra, de 42 líneas por página, fue impresa por Juan Gutenberg, y su diseño correspondió con el de los manuscritos de la época.

Las letras eran del estilo gótico que usaban los escribanos y fueron impresas con un tipo movible de metal.

Gutenberg designó su invento como "escritura artificial"; su Biblia fue un logro asombroso: 2 pesados volúmenes que sumaban 1,282 páginas; cada página constaba de 2,620 caracteres.

Se cree que, en total, se emplearon aproximadamente unos 3 millones de caracteres.

Las implicaciones de la "escritura artificial" fueron inmensas. Mientras que se requerían muchos meses para elaborar una sola copia manuscrita de la Biblia, ahora podían hacerse en multitud.

Gutenberg, al igual que el resto de los primeros impresores, guardaba su arte en secreto y, deliberadamente, produjo una edición limitada para no saturar el mercado.

El tiraje fue de unas 200 copias, de las cuales sobreviven cerca de 38.

Gutenberg Inventa la Imprenta de Caracteres Móviles

Algunas de las Biblias de Gutenberg fueron impresas en vitela, fino pergamino de ternera que usaban los escribanos para sus manuscritos.

Pero como era costoso, se pasó a imprimir en papel, que ofrecía una mejor texturada para los tipos entintados.

La industria del papel adquirió una importancia semejante a la de las imprentas.

El papel se fabricaba a partir de hilachas de lino, que se hervían y trituraban hasta formar una pulpa cremosa, la cual se aplanaba para secarla.

Al aumentar la demanda, se instalaron molinos de agua para impulsar enormes martillos de aplanado.

►Tecnica:Tinta de Negro de Humo

El taller del impresor requería el esfuerzo conjunto de varios artesanos especializados.

En la fragua, el fundidor de tipos vaciaba el metal fundido en moldes diminutos, para que se enfriara y endureciera hasta formar un bloque oblongo; en uno de los extremos, en relieve, quedaba la letra.

Luego de limarlos, se clasificaban los tipos, que montaba el artesano llamado compositor.

Con el manuscrito a la vista, el compositor revisaba las palabras; elegía las letras que necesitaba y las colocaba en una larga gaveta llamada componedor. Se hacía una prueba de impresión y se leía el texto línea a línea, en busca de errores.

Cada línea era colocada en un marco del tamaño de la página, llamado caja.

Una vez terminada la caja, era enviada a quienes accionaban la imprenta.

Los impresores usaban tinta hecha de negro de humo o polvo de carbón, mezclado con aceite de linaza: la esparcían sobre los tipos.

Se humedecía el papel para lograr una buena impresión.

La imprenta funcionaba con el principio del tornillo, o tórculo, y se operaba manualmente.

Un corrector revisaba las primeras pruebas, y una vez impresas las páginas, eran enviadas directamente al vendedor de libros, que se encargaba de encuadernarlas.

Este complejo proceso, iniciado en Alemania, se difundió rápidamente a otros lugares.

Hacia 1500 ya se habían fundado imprentas en 250 ciudades europeas, que satisfacían la creciente necesidad de libros.

La demanda principal recaía en los textos religiosos, ya fueran de una página con la imagen de un santo y un texto mínimo, o Biblias enteras.

Los seguidores de Lutero en Alemania inventaron la propaganda masiva.

Algunas de las Biblias de Gutenberg fueron impresas en vitela, fino pergamino de ternera que usaban los escribanos para sus manuscritos

De las prensas salieron sermones, tratados teológicos, calumnias e incluso tiras cómicas, apoyadas por ilustraciones de tallas de madera que representaban al Papa, en Roma, como un demonio o un monstruo.

"El pueblo —declaró Lutero— recuerda más fácilmente la Historia Sagrada con retratos e imágenes, que con palabras y doctrinas."

Su producción literaria fue prodigiosa.

Se cree que durante los primeros 10 años de lucha, Lutero escribió cerca de una cuarta parte de todas las obras, a la sazón publicadas en Alemania.

Además de la profusión de textos religiosos, la nueva industria producía clásicos del latín, textos legales y libros escolares.

El público consumidor de libros consistía principalmente en profesionales, como médicos, abogados y maestros de escuela; los autores clásicos eran muy populares porque todas las clases educadas leían el latín.

Un impresor veneciano, llamado Aldo Manucio, se dio a conocer merced a sus ediciones de bolsillo, de textos de gramática y clásicos griegos y latinos.

Esto ayudó a difundir un nuevo respeto hacia el conocimiento clásico.

Además de la estilizada letra gótica, fueron comunes los caracteres romanos, más simples y fáciles de leer.

La época de la información comenzó con los libros impresos, que transformaron la conciencia humana.

Gradualmente, se ampliaron los temas tratados en los libros. Aparecieron textos acerca de etiqueta, manuales de higiene y dietas, guías de viaje y narraciones de grandes viajes de descubrimientos.

También eran populares los relatos de amor y caballerescos.

La imprenta llegó rápidamente a la península ibérica; en 1473 se instaló la primera en Valencia, capital de Aragón, a la cual siguieron Sevilla, Burgos, Barcelona y otras.

La primera imprenta inglesa fue de William Caxton; en 1476, la inauguró en Westminster: entre las primeras impresiones destacan los Cuentos de Canterury de Chaucer.

No obstante, los pensadores de la época se mostraron recelosos al imprimir sus obras.

Por ejemplo, un astrónomo polaco, Copérnico, formuló en 1530 la teoría moderna del sistema solar: concluyó que la Tierra giraba alrededor del Sol.

Pero sus hallazgos entraron en conflicto con las enseñanzas de la Iglesia; para el cristianismo, la Tierra era el centro del universo.

Copérnico publicó su gran obra Acerca de las revoluciones de los cuerpos celestes en 1543, año en que murió; y se cuenta que recibió el primer ejemplar en su lecho de muerte.

La imprenta no fue la única industria nueva en esta era de cambios.

Hubo otra que surgió de la ya bien establecida tradición manufacturera de Alemania, y se basó en los prósperos talleres metalúrgicos.

Uno de los principales centros de actividad fue Nuremberg, importante eje del comercio europeo, abastecido con oro y plata de las minas de Sajonia.

Florecieron más de 140 oficios distintos.

También se desarrolló la relojería.

El primer reloj de bolsillo que se conoce lo fabricó Peter Henlein, en Nuremberg, hacia 1504.

Estos  inventos mecánicos cambiaron el ritmo de la vida diaria.

El tiempo de la Iglesia,  que el tañer de las campanas solía marcar, fue reemplazado por el tiempo secular y el incesante tic tac de multitud de relojes.

La nueva educación, según Rabelais

Biografía Rabelais Francois y Obra Literaria Escritor Francés – BIOGRAFÍAS e HISTORIA UNIVERSAL,ARGENTINA y de la CIENCIA

"Ahora han sido restablecidas todas las disciplinas y se han instaurado las lenguas: la griega, sin la cual es vergüenza que una persona se califique de sabio, la hebrea, la caldea, la latina.

Y se usan elegantes y correctas muestras del arte de imprimir inventado en mi época por inspiración divina como, por contraste, lo ha sido la artillería por sugestión diabólica.

Todo el mundo está lleno de gente sabia, de preceptores muy doctos, de bibliotecas amplísimas, y, por lo que sé, no hubo en tiempos de Platón, ni de Cicerón, ni de Papiniano, tantas facilidades para el estudio como las que vemos en la actualidad. [...]

Hasta las mujeres y las niñas han aspirado a ese ensalzamiento y a ese maná celestial de la buena cultura [...].

Por lo cual, hijo mío, te exhorto a que emplees tu juventud en sacar buen provecho de los estudios y de tus virtudes [...]. Entiendo y quiero que aprendas las lenguas a la perfección.

En primer lugar, la griega, como quiere Quintiliano; en segundo lugar, la latina; y luego, la hebraica, por las santas escrituras; y la caldea y la arábiga de manera semejante; y que te formes tu estilo, en lo que se refiere a la lengua griega, a imitación de Platón; en cuanto a la latina, a imitación de Cicerón. Que no haya historia que no tengas presente en la memoria, para lo cual te servirá de ayuda la cosmografía de aquellos que han escrito sobre ella.

De las artes liberales, geometría, aritmética y música, ya te hice tomar algún gusto cuando eras aún pequeño, cuando tenías cinco o seis años, prosigue pues con el resto, y de astronomía has de llegar a conocer todos los cánones.

Deja de lado la astrología adivina y el arte de Lulio como abusos y vanidades.

Del derecho civil, quiero que sepas de memoria los bellos textos, y que los cotejes con la filosofía.

Respecto de los hechos de la naturaleza, quiero que te dediques a ellos cuidadosamente: que no haya mar, ni río, ni fuente cuyos peces no conozcas; has de conocer también todos los pájaros del aire, todos los árboles, arbustos y frutos de los bosques, todas las hierbas de la tierra, todos los metales escondidos en el vientre de los abismos, las piedras preciosas de todo el Oriente y de los países del Sur, para que nada te sea desconocido.

Luego, revisa cuidadosamente los libros de los médicos griegos, árabes y latinos, sin despreciar a los talmudistas y los cabalistas; y, por medio de perfectas anatomías, adquiere un cabal conocimiento de ese otro mundo que es el hombre.

Y, durante algunas horas del día, empieza a frecuentar las santas escrituras. Primero, en griego, el Nuevo Testamento y las Epístolas de los apóstoles; y luego, en hebreo, el Antiguo Testamento. [...]"

RABELAIS. Pantagruel, capítulo VIH.

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