Maravillosos Palacios de Europa: Caracteristicas e Historia

Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia

1-Palacio de Versalles - Francia -
2-Palacio Schónbrunn en Viena
3-Palacio Real en Madrid- España
4-Palacio de Windsor en Londres
5-Palacio Rusoen Moscú: Kremlin

Introducción: La construcción de casas, de edificios, ha sido una de las más bellas e importantes conquistas del hombre.

Impulsado a ella por la necesidad imperiosa de un techo, de un abrigo, pronto el hombre fue mucho más allá de lo que esta necesidad significaba; y creó maravillas de grandiosidad y de belleza al levantar castillos, fortalezas, templos, mausoleos, palacios…

En el Egipto de los Faraones, por ejemplo, la vivienda del hombre no tenía apenas importancia: el mausoleo, residencia de los muertos, la poesía inmensa; de aquí la obra colosal de las Pirámides.

En la Grecia clásica las casas eran insignificantes y los templos colosales.

En la Edad Media el valor de los castillos residió más en lo que tenían de defensa que en cuanto se refería a su misión de morada.

Los palacios de los reyes participan, en su mayoría, del carácter de todas esas edificaciones.

Casi todos fueron, en su origen, castillos fortificados. Muchos encierran un panteón.

Y, en la intención con que fueron creados, no estaba del todo fuera de lugar la idea del templo. «El palacio real — dice Georges Gillement — tiene algo de divinización de su posesor.»

Los grandes imperios de tiempos pasados nos legaron el recuerdo o las ruinas de palacios magníficos.

De épocas modernas subsisten todavía bellísimos palacios cuyos regios moradores hace tiempo desaparecieron.

Veamos sólo algunos de ellos.

La Gloria de Versalles:

Luis XIII fue el primer soberano que compró en Versalles algunos terrenos. Otros se los regalaron.

El lugar le pareció excelente para un pabellón de caza.

Con este objeto levantó el primer palacio, que hoy queda todavía englobado en el gran edificio, formando el pequeño patio conocido con el nombre de cour de marhre.

En cuanto al verdadero creador de Versalles, Luis XIV, se prendó de este palacio desde muy joven.

Ya a partir de 1663 — el Rey Sol cuenta veinticinco años — lo elige para sus fiestas, animadas por mascaradas y ballets.

Versalles, Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia
Versalles : Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia

En opinión de Pierre de Nolhac, las fiestas de 1668 dieron al rey la idea de engrander Versalles, transformándolo en residencia habitual de la corte.

Los arquitectos Le Vau y Dorbay inician la construcción, que sólo debía llevar a término — genialmente — Mansard.

El primero comienza por añadir dos alas al palacio de Luis XIII, si bien dejando en el centro el

antiguo patio. Se acondicionan suntuosas estancias para la reina y para el rey.

Se construyen la primera capilla, las escalinatas de la reina y de los embajadores.

Para decorar el palacio nuevo se llama a artistas extranjeros, se derrochan sumas fabulosas.

Ello levanta la protesta de Colbert, ministro de Hacienda.

«Vuestra Majestad — dice a su señor en una interesantísima carta — regresa ahora de Versalles. Y

o le suplico me permita decirle, con este motivo, que… esta casa sirve más para el placer y deporte de Su Majestad que para su gloria.

Vuestra Majestad debe reflexionar que con el tiempo, a perpetuidad, se verá en las cuentas de los tesoreros reales que, mientras se gastaban estas sumas en Versalles, Vuestra Majestad tenía descuidadas las obras del Louvre, el más soberbio palacio que existe en el mundo, y el más digno de Vuestra Majestad.»

En 1678, Mansard reunió los antiguos pabellones dispersos. Las alas añadidas por Le Vau fueron prolongadas hacia el jardín; en la terraza que entre ellas quedaba, construyó Mansard una crujía, que es actualmente la famosa gran Galería de los Espejos.

Oro, bronce, mármol, piedra, perpetuaron en Versalles la grandeza del nieto de San Luis. Apolos y Alejandros repitieron el perfil de Luis XIV.

Y en 1690 el milagro se ha realizado; después de más de veinte años de trabajos y con un coste superior a sesenta millones — suma fabulosa en aquella época — la obra está terminada.

La masa y las proporciones colosales del edificio son impresionantes.

Sobre la inmensa plaza de Armas, a la que desembocan las tres magníficas avenidas de París, de Saint-Cloud y de Sceaux, se abre una verja que precede a un vastísimo patio que las construcciones del castillo estrechan en su parte occidental, hasta formar un segundo patio cuadrado — el Patio de Mármol — precedente a la fachada del cuerpo principal del palacio.

Este cuerpo de edificio representa, aproximadamente, el emplazamiento del primitivo castillo de Luis XIII, un poco estrecho en relación a las dos alas, desmesuradamente largas, que lo continúan a derecha e izquierda.

En esa parte central es donde se ha guardado, por entero, el recuerdo de Luis XIV.

Apenas se ha subido la gran escalinata de mármol, se encuentran, sucesivamente, los salones de la Paz, de Diana, de Apolo, de la Guerra, del CEU de Boeuf. Más allá la cámara de Luis XIV, en la que se conserva el lecho del Rey Sol, solemne como un trono.

Los deliciosos peíiís appartements ocupan las dos alas que encuadran el Patio de Mármol; las coquetonas, encantadoras salas que María Antonieta habitaba casi constantemente, y a las que no volvió desde aquel terrible 5 de octubre del año 1789, en que el populacho invadió el palacio y ella hubo de refugiarse en las estancias del rey.

interiores del palacio de Versalles
Interiores del Palacio

En la parte baja de ese mismo lado están los departamentos llamados del Delfín, que hoy, en el actual Museo, encierran las obras de arte más valiosas.

A la derecha del patio de Mármol se encuentran las preciosas estancias que ocupaba Luis XV.

Tal es el castillo, propiamente dicho.

De él parten todavía dos alas, de 120 metros cada una, que constituyen la parte principal del actual Museo de «todas las glorias de Francia».

El ala izquierda contiene los cuadros que representan los principales acontecimientos militares; en la derecha se agrupan las obras de pintura y escultura relativas a la historia de Francia.

A esta ala se une la capilla, comenzada por Mansard y terminada por Gabriel; y en su extremo norte se halla la gran sala de espectáculos.

La extensa fachada, los armoniosos pabellones, miran a los jardines más bellos de Europa. Los trazó el arquitecto Le Nótre, bajo la inmediata supervisión de Luix XIV.

Frente a la fachada de Poniente se extiende un inmenso estanque, denominado el «parterre de agua».

Bosquecillos mitológicos, templos del amor, prodigiosas fuentes de formas arquitecturales, pueblan de delicia los frescos jardines.

Imposible hablar de Versalles sin recordar, siquiera sea a la ligera, las bellezas del Grana Trianon, creado por el propio Mansard como palacio de reposo de los reyes después de las cacerías, y el Petit Trianon, obra y delicia de María Antonieta, que quiso vivir en él una vida de augusta pastorcita de Watteau.

Allí, en cada uno de sus rincones revive el recuerdo «de una soberana inconsciente, pero encantadora y desdichada, que allí intentó olvidar las tristezas de su vida y la violencia de la Historia, recuerdo que armoniza con la belleza del paisaje y la magia del arte».

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Schónbrunn en Viena

«En el límite de la ciudad de Viena, casi dentro de Viena misma, Schónbrunn, antigua residencia de verano de los Emperadores de Austria, es un vasto castillo, de estilo mitad francés, mitad italiano.

Tras su fachada amarillenta con ventanas verdes, rematada por un tejado que el tiempo ha colorado de un suave color castaño, encierra salones espaciosos, cómodos, decorados al gusto barroco, caro a María Teresa, quizá en exceso recargado, pero también dotado de cierta gracia familiar.

Sobrio, desnudo, todo él galerías, mármoles, espejos, plafones de majestad, Versalles es una morada gigante cuya grandeza abruma.

Ornado de amables estufas de faenza, de muebles rococó, de sillones feotes pero cómodos, de retratos de familia, de buenas tapicerías, el Versalles austríaco, menos perfecto, más ingenuo, está más a la medida de los hombres.

Puede residir en él un rey, pero lo mismo convendría a un gran burgués…»

He aquí una impresión certera de Schónbrunn.

Parece que el origen de su nombre es una «bella fuente», o Sahoene Brunnen, que había de antiguo en el lugar y que hoy ocupa uno de los principales puntos del jardín.

En cuanto al origen del edificio, fue como el de casi todas las residencias regias: un castillo de caza de un soberano aficionado al arte venatorio.

 Schónbrunn : Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia
Schónbrunn : Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia

El edificio actual lo mandó edificar en 1774 la emperatriz María Teresa de Austria, y, a partir de esa época, sirvió a la Corte de residencia de verano.

Aun cuando haya cierta jactancia en llamarle el «Versalles de Austria», no deja de ser un espléndido edificio: el palacio principal tiene 156 metros de frente, sin contar los edificios accesorios que se extienden muchísimo más; en el interior son verdaderamente notables la capilla, el gran salón, la cámara con las pinturas de Hamilton y el gran salón de ceremonias.

Al sur del castillo se abre al público un parque al estilo del xvín francés, y en torno al palacio hay otros jardines reservados y un invernadero.

Ante la fachada principal un espléndido parterre se orna con treinta y dos estatuas de mármol, y una fuente con un magnífico grupo de Neptuno.

Un jardín botánico y un jardín zoológico, unas ruinas romanas, un obelisco, completan las bellezas de Schónbrunn. En lo alto de la colina que termina el parterre hay un edificio con pórtico de columnas, denominado «la Glorieta».

Como todas las residencias regias, Schónbrunn ha sido testigo de diversos acontecimientos históricos.

En 1801, el archiduque Carlos estableció en el castillo su cuartel general para resistir al francés Moureau; en 1802 lo habitó María Carolina de Nápoles; en 1805 y en 1809 se instaló en él, como en todos los de Europa, Napoleón.

Los tratados de Presburg (diciembre de 1805) y de Viena (octubre de 1809) fueron firmados allí.

Pero el más melancólico de los recuerdos que encierra el recinto de Schónbrunn es el de haber sido amplia y dorada jaula del «Aguilucho», del que nació rey de Roma y debió ser Napoleón II.

Interiores del Palacio Schónbrunn
Interiores del Palacio Schónbrunn

Joven e inteligente, fue siempre un desterrado en el espléndido palacio; sufrió de la tragedia paterna y del desvío materno, y allí murió de consunción.

La inscripción latina de su tumba basta para rehacer su breve biografía.

Dice así: «A la memoria eterna de José-Carlos-Francisco, duque de Reichstadt, hijo de Napoleón, Emperador de los Franceses, y de María Luisa, archiduquesa de Austria, nacido en París el día 20 de marzo de 1811.

Saludado en la cuna con el nombre de rey de Roma; dotado, en la flor de su edad, de todas las cualidades espirituales, de alta estatura, bello rostro y gracia singular de palabra; notable por sus trabajos y aptitudes militares; atacado por la tisis, la más triste de las muertes lo arrebató, en el palacio imperial de Schónbrunn, cerca de Viena, el 22 de julio de 1832.»

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El Palacio Real de Madrid

Como en Francia, en España son varios los palacios y residencias regias que evocan, desde un pasado remoto, o todavía desde el cercano ayer, las glorias de la monarquía.

Algunos de ellos son, incluso, recuerdo de pasadas civilizaciones; así, el Alcázar de Sevilla o la Alhambra de Granada, palacios que fueron de los reyes moros.

Gala y recreo de Austrias y Borbones serán, ya mucho más cerca de nosotros, los Reales Sitios de La Granja, el Pardo, la Casa de Campo y ese pequeño Versalles que quiso ser el delicioso Aranjuez.

Mas en la imposibilidad de recorrerlos todos, fijemos sólo nuestra atención en el Palacio Real de Madrid.

PALACIO REAL DE MADRID: Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia
PALACIO REAL DE MADRID: Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia

Como tantos otros, tuvo su origen en una remota fortaleza: el Magerif, castillo de los moros; el Alcázar o «castillo famoso» de la época musulmana.

Este edificio desapareció en el andaí del tiempo, pero se levantó nueva fábrica regia, y el lugar era ya en tiempo de la reina Isabel I un palacio a la usanza medieval: palacio por dentro y fortaleza por fuera, dominando el valle del Manzanares.

Carlos I fue el primer reformador del Alcázar.

Comenzó por ordenar fuera derruida la vieja parroquia de San Miguel, que cerraba el paso a la salida del palacio, y se procedió, al estilo flamenco, a la construcción de torreones, así como de patios columnados.

La Capilla fue restaurada, y los escudos imperiales que el César mandó colocar en la vetusta construcción comenzaron a darle prestancia.

Felipe II continuó las obras iniciadas por su padre. Se adquirieron los terrenos colindantes, se hicieron caballerizas y jardines. Mas un incendio colosal lo destruyó todo en 1734, ya instaurados los Borbones en España.

Felipe V inició en 1738 la construcción del nuevo Palacio Real.

Carlos III le dio, hasta verlo terminado, un impulso vertiginoso.

Es así, éste de la Plaza de Oriente, de Madrid, el palacio de los Borbones, que sólo recibieron del pasado, en lo que al palacio en sí se refiere, el mandato del sitio, cara a la estepa y al valle del Manzanares, con Madrid a la espalda y a su derecha el paisaje nevado de la sierra del Guadarrama.

La estructura general definitiva del Palacio presenta una planta en forma de U, cuyos brazos se abren sobre la llamada Plaza de la Armería, separada de la calle por un cuerpo alargado, con accesos a ella, y del Campo del Moro por otro cuerpo, en cuya parte central se abre una arquería que permite, dado el gran desnivel, una bellísima vista del valle del Manzanares y de la Casa de Campo.

Interiores del Palacio Real de Madrid
Interiores del Palacio Real de Madrid

A cada lado de esta arquería se hallan la Armería, que da nombre a la Plaza, y el Real Archivo. Tiene el Palacio cuatro fachadas, considerándose principales las que miran a la actual Plaza de Oriente y la de la Plaza de la Armería, cuyas puertas dan paso a la gran escalinata que conduce al Salón del Trono.

Los más grandes artistas contribuyeron, en las diversas épocas, a la decoración y ornato del Palacio.

En tiempos de Carlos III se emplearon pintores de tanta fama y valor artístico como Conrado Giacquinto, Mengs y el veneciano Giambattista Tiépolo.

Después de estos pintores tomaron parte en la decoración Francisco Bayeu, Maella, González Velázquez y el gran valenciano Vicente López.

En tiempos de los primeros Borbones, el Real Palacio era un verdadero museo en el que se reunían piezas de primerísimo orden, pero loscuadros más valiosos fueron enviados al Museo del Prado.

Quedó allí, sin embargo, gran número de importantes cuadros, como el retrato en tabla de Felipe el Bueno de Borgoña, tablillas de un retablo que fue ordenado hacer para Isabel la Católica (obra de Juan de Flandes y Maestre Michel) y cuadros de Rubens, Velázquez, Wat-teau, Mengs, Tiépolo, Vicente López y — en tiempos más recientes — Winterhalter, Casado del Alisal y Palmaroli.

Los kilómetros de tapicería acumulados por los reyes de España convierten al Real Palacio en uno de los depósitos más ricos de todo el mundo, sino el primero. La riquísima colección abarca más de dos mil piezas.

En rápida visita a las principales partes del Real Alcázar hallamos el Patio Central, que es un cuadro de enormes proporciones, dando acceso, a través de un pórtico, a la escalera principal, de anchísima caja, coronada por una bóveda en cuya parte central está la gran pintura de Giac-quinto, alegoría del triunfo de la religión y de la Iglesia católica, a la que ofrece la monarquía española sus triunfos.

A tono con esta magnificencia está el Salón de Embajadores, el más amplio de todo el Palacio, que ocupa el centro de la fachada principal, a la que se abren cinco balcones.

Cubre la longitud de esta vasta sala una decoración pictórica de Tiépolo que representa a la monarquía española. La decoración de la cornisa, obra del mismo pintor, representa las provincias españolas.

Mesas riquísimas de mármol, espejos y bustos completan la riqueza de uno de los salones más bellos de Europa.

En el Salón de las Columnas la bóveda es de Corrado Giacquinto.
Entre los salones más bellos debemos incluir el exótico «de China», el paramento de cuyas paredes es enteramente de porcelana de brillantes colores.

Pieza fundamental de: Real Palacio es la Capilla, que se halla en la fachada Norte, con acceso desde la galería de las habitaciones reales.

Caprichosa en su planta — ya que consta de varias elipses —, la avaloran cuarenta y seis columnas monolíticas de mármol negro de las canteras de Manaría, en Vizcaya.

Sobre el crucero hay una media rrranja que da luz pormedio de cuatro claraboyas, que en su interior tienen esculturas de Roberto Michel. La decoración al fresco que representa la gloria de la Trinidad es obra del fecundo Giacquinto.

Las pechinas están decoradas también por el italiano, y representan a San Isidoro, San Hermenegildo, San Isidro y Santa María de la Cabeza.

Gran número de otras pinturas, entre las que destaca un Jesucristo muerto, con el Padre Eterno, completa la riquísima decoración.

El Archivo Musical y el Relicario de esta Capilla son también de un inapreciable valor.

Cuatro importantes dependencias completaban la riqueza del Alcázar madrileño: las Caballerizas reales, la Armería, la Biblioteca y el Archivo.

Las Caballerizas ya no existen y el terreno que ocuparon está hoy transformado en jardines.

La Armería da nombre a la gran Plaza de Armas que hay frente a la fachada Sur.

En ella se guardan piezas de un valor histórico y monumental incalculable, no ya sólo por ser obras de los mejores armeros de España y Europa, sino por su vinculación a los grandes reyes que hicieron uso de ellas.

Allí están los arneses y armaduras de Carlos I (entre ellas la de Mühlberg, pintada por Tiziano), los arneses de Felipe II y numerosos trofeos de las guerras ganadas por España.

La Biblioteca es también una de las más ricas del mundo. Los fondos iniciales fueron formados por el propio Felipe V con elementos anteriores, y de ellos se desglosó muy pronto lo que los reyes enviaron para servir de base a la futura Biblioteca Nacional.

Donativos regios — españoles y extranjeros — y de los principales autores, editores y encuadernadores la han enriquecido. Nutriéndose de las ediciones de los impresores reales de casi toda Europa, y especialmente de España, la Biblioteca ha llegado a la cifra de 100.000 volúmenes.

Los manuscritos de esta Biblioteca figuran entre los más importantes del mundo civilizado, ya que allí está, por ejemplo, parte de la Historia de las Cosas de la Nueva España, enviada a Felipe II por fray Bernardino de Sahagún, la más completa colección de gramáticas y vocabularios indígenas del Imperio español, reunida por orden de Carlos I.

Crónicas antiguas, correspondencias como la del conde de Gondomar o el cardenal Granvela integran los tesoros inapreciables de esta gran Biblioteca, ricamente completada en el aspecto documental por el Archivo situado en el citado pabellón de la Plaza de Armas.

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El Castillo-Palacio de Windsor

Este viejísimo castillo, o, mejor, conjunto de edificios dentro de un recinto amurallado, fue ya real sitio desde los tiempos más remotos, cuando Harold II (1022-1066) quiso proteger aquel promontorio sobre el Támesis con unas torres de madera.

Guillermo el Conquistador las levantó de piedra, prendado del bello emplazamiento, no tanto por el maravilloso panorama que desde él se divisa, cuanto por la floresta en que Guillermo y sus normandos saciarían su pasión por la caza.

En ésta le seguirían durante nueve siglos casi todos los reyes de Inglaterra.

Por más de setecientos años, Windsor-Castle ha sido residencia veraniega de los soberanos ingleses.

Palacio de WindsorMaravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia
WINDSOR: Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia

A 36 kilómetros al oeste de Londres, forma el castillo un conjunto de edificios a unos tres kilómetros al nordeste de la ciudad que le da nombre, Windsor (o Wyndeshour, o Wyndsore, o Windlesore), que significa «ribera tortuosa».

El recinto del castillo se divide en tres partes principales: el Middle Ward (Barrio Central), que es donde se levanta el famoso Keep o Torre Redonda; el Lower Ward (Barrio Bajo), al oeste, con la capilla de San Jorge y el Memorial Alberto, las casas de las órdenes militares, claustros, etc.; y el Middle Waid (Barrio Alto), al este, donde se hallan los departamentos regios.

Todo en estos lugares rezuma historia.

Los reyes normandos celebraron en el castillo de Windsor sus asambleas; más tarde, en el siglo XIII, Enrique III hizo levantar la Torre Redonda, construyéndose también una larga cintura de murallas coronadas pd pequeñas torres y una capilla con bellos claustros, que todavía existe.

Levantó también este rey otra capilla dedicada a Eduardo el Confesor, el rey santo; gracioso edificio, hoy denominado capilla del Memorial Alberto por ser panteón del príncipe consorte de la reina Victoria.

Antes, en 1501-1503, Enrique VII reconstruyó su parte superior con intención de que fuese panteón para él y su descendencia.

Inacabada todavía, Enrique VIII, el rey Barba Azul, la cedió al cardenal Wolsey, quien hizo levantar allí un magnífico mausoleo de mármol y bronce, que la república de Cromwell destrozó.

En la Torre Redonda tuvieron su sede los caballeros de la Orden de la Jarretera, y, según Froissart, en ella se reunía el rey Arturo con sus caballeros en torno a la Tabla Redonda.

Es la capilla de San Jorge una de las más preciadas joyas de Windsor.

Delicado poema en piedra, se la ha llamado «Walhalla de la Casa Real inglesa».

Levantada en honor del santo caballero, patrón de la Orden de la Jarretera, es bellísimo ejemplo del gótico decadente en Inglaterra y rivaliza con la abadía de Westminster en cuanto mausoleo regio.

Sobre el coro de la capilla penden las insignias de todos los caballeros de la Jarretera, sus banderas, sus espadas y sus yelmos.

De la parte del castillo conocida como Upper Ward (o Barrio Alto), en sus orígenes mandada edificar por Enrique II y, en gran parte, por Eduardo III, apenas si restan los cimientos y algunos sótanos.

Carlos II completó el llamado Edificio de la Estrella, que debe este nombre a la estrella de la Orden de la Jarretera que preside su fachada Norte.

Es el edificio-palacio propiamente dicho, con el Salón del Trono, el Hall de San Jorge, las Cámaras de Audiencia y «Presencia», el gran Salón de Recepciones, adornado con tapices de los Gobelinos, y la Sala de Guardias, donde se custodian numerosas armaduras de relevante mérito, algunas de gran valor histórico.

Interiores del Palacio- Castillo de Windsor
Interiores del Palacio- Castillo de Windsor

Todas las estancias citadas contienen espléndidas pinturas y objetos de arte, siendo las más notables la sala de Rubens, o despacho del rey, y la sala de Van Dyck.

La biblioteca regia, que figura entre las estancias particulares de los soberanos, contiene una extensa colección de pinturas de los maestros italianos, entre ellos Rafael y Miguel Ángel, así como tres volúmenes de dibujos de Leonardo da Vinci.

Hay también una estupenda serie de ochenta y siete retratos de los principales personajes de la corte de Enrique VIII ejecutados por el pincel del gran Holbein.

Mas con ser tan espléndidos los muros y cuanto ellos encierran, no lo son tanto, acaso, como los parques que rodean el recinto del castillo.

Al sur de éste se encuentra el Pequeño Parque, con los jardines reales y el regio mausoleo de la reina Victoria y del príncipe Alberto, su consorte.

Algo más lejos, siempre hacia el sur, encontramos el Gran Parque, con sus majestuosas avenidas y sus árboles milenarios, entre los cuales el visitante actual cree hallarse todavía, comopor arte de encantamiento, en el antiguo Windsor.

He aquí el «roble de Herne», donde es fama que todavía habita el fantasma de Herne el Cazador, que se ahorcó de una de sus ramas, desesperado por haber caído en desgracia de la reina Isabel (así, al menos, lo cuenta William Shakespeare en sus Alegres comadles de Windsor).

He aquí la «encina del Conquistador», que se dice plantada por el mismísimo Guillermo el Normando.

Su tronco tiene ocho metros de circunferencia; su edad son no menos de diez siglos.

El lago artificial, llamado Lago Virginia, el cual por su gran extensión es el mayor de Inglaterra.

Este es, a grandes rasgos, el castillo de Windsor, del que Samuel Pepys dijo que era el «castillo más romántico del mundo».

Y tal es el aura de gloria que sobre la nación y la monarquía inglesas proyecta este nombre de Windsor, que los reyes de Inglaterra lo adoptaron para su dinastía.

Por expreso deseo de Jorge V (allí enterrado en 193S; Jorge VI lo fue en 1952), la Casa Real inglesa lleva el nombre de Casa de Windsor.

El Kremlin, en Moscú

La ciudad de Moscú, como Roma, se levanta sobre siete colinas, y en la más elevada de todas surge la imponente mole del Kremlin, el capitolio del antiguo Imperio moscovita, rodeado por una muralla de extraña arquitectura, guarnecida de torres más extrañas todavía.

Gran parte del recinto, de contorno semicircular, está bañado por el Moscova.

Su planta es trapezoidal. Contiene tres grandes alcázares imperiales, tres grandes basílicas y sinnúmero de otros palacios, templos, torres y pabellones, además del arsenal.

Antiguamente estuvo rodeado de anchos y profundos fosos, que más tarde fueron llenados y convertidos en magníficos jardines. Cuatro puertas dan entrada al Kremlin; se llaman Voskressenkoi, Spaskoi o del Salvador, Trois&oi y Borovitcskoi.

KREMLIN: Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia
KREMLIN: Maravillosos Palacios de Europa Caracteristicas e Historia

El más antiguo de los tres palacios fue construido per el arquitecto Aleviso en tiempos de Iván III (siglo xv).

Pertenece a un orden de arquitectura tan caprichoso, que no hay manera de clasificarlo. Se compone de pisos superpuestos que van disminuyendo hasta rematar en una terraza.

A un lado del palacio se eleva una torre coronada por doce cúpulas doradas. Al otro lado se alza otra torre, con una sola cúpula. Una inmensa escalera da la vuelta al edificio.

Unido a este palacio, y construido por el mismo arquitecto, se halla el Palacio Anguloso (Granovitaia palata), de aspecto severo y monumental, a pesar de ser un modelo de extravagancia.

Consiste en un vasto salón abovedado, de poca elevación, sostenido en su centro por un pilar. En este salón recibían los zares a los dignatarios, después de su coronación en la catedral.

Un tercer palacio, el Imperial, más moderno, oculta a estos dos edificios. Sus dimensiones son inmensas y el interior es de una abigarrada suntuosidad.

Además de éstos, hay otros muchos palacios.

El mayor de ellos es el de las Armaduras o del Tesoro (Vronjeinaia palata), profusamente decorado con columnas, estatuas y bajos relieves.

Otros son el de Recreo, cuya arquitectura es imitación del estilo gótico; el del Senado, el del Patriarca…

Frente al palacio del Senado se levanta el Arsenal, para el cual el zar Fedor I Ivanovich ordenó al genovés Pablo Eossi fundir el famoso rey de los cañones, de 39.800 kilogramos de peso.

De las basílicas, la más antigua es la de la Asunción. Su estilo es una mezcla de bizantino y tártaro, y está coronada por una elevadísima cúpula dorada, rodeada de cuatro más pequeñas.

En este templo se coronaron los zares. La famosa Virgen de Vladimiro, pintada, según la tradición, por San Lucas Evangelista, se guarda en esta basílica.

Interiores del Palacio Kremlin en Rusia
Interiores del Palacio Kremlin en Rusia

Inmediata y parecida a la de la Asunción se halla la catedral de San Miguel Arcángel. Catalina II la mejoró notablemente en 1772.

La catedral de la Asunción es una joya arquitectónica. Ocupa el lugar más elevado del Kremlin, y en su construcción se emplearon los materiales más preciosos. El pavimento es de ágata, traída de Grecia.

Como todas las catedrales rusas, tiene los lienzos de pared recubiertos de pinturas al fresco.

Curiosas son también las campanas del Kremlin. La torre de Iván Veliki es un campanario único en el mundo. Tiene 81 metros de altura, diez de los cuales corresponden a la cúpula, dorada a fuego según unos, y que otros dicen cubierta de ducados de oro.

Se supone construida bajo el reinado de Boris Godunov. Son famosas las treinta y tres campanas de esta torre; una de ellas la mandó fundir la emperatriz Ana Ivanovna y pesaba 200.000 kilogramos, por lo que fue imposible izarla.

Quedó en el suelo durante un siglo, e iba hundiéndose por su enorme peso, hasta que el ingeniero francés Montferrand consiguió sacarla y colocarla sobre un pedestal.

Imposible sería, en breve espacio, reseñar los avatares históricos por que han pasado los palacios del Kremlin.

Baste decir, a modo de colofón — que también pudiera ser «moraleja» en torno a los destinos de las glorias humanas —, que desde 1918 el Kremlin se ha convertido en residencia de las oficinas centrales del Gobierno soviético.

Algunas de las iglesias comprendidas en el recinto han sido destinadas a museos; el convento Zudov (de los Milagros), que en los siglos XVI y XVII fue uno de los centros de la vida espiritual rusa, sirve de Jardín de Infancia; el palacio de las Armaduras es Museo Central de Artes Decorativas; en el Gran Palacio tienen efecto las reuniones del Comité ejecutivo central de la U.R.S.S. y de la Internacional comunista; el palacio del Senado es la sede del Gobierno de los Soviets desde 1918; allí celebra sus reuniones el Sovnar-kov de la U.R.S.S., y allí vivió Lenin hasta su muerte, ocurrida en 1924.

Fuente Consultada: Enciclopedia Cultural UNIVERSITAS Tomo 17 Capítulo: Geografía Tema: Palacios de Europa

Enlace Externo: 6 Bellos Palacios de Europa


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