Los Descubrimientos Geograficos en la Edad Moderna y Sus Consecuencias
Descubrimientos Geograficos de la Edad Moderna y Sus Consecuencias
Los viajes españoles. — El espíritu aventurero de los españoles, mantenido durante el largo período de la Reconquista, encontró un campo propicio para manifestarse en las tierras descubiertas por Colón.
El anuncio de que el Almirante había llegado a las proximidades del Paraíso Terrenal y hallado perlas en las costas venezolanas alcanzadas en su tercer viaje, inició una serie de expediciones marítimas a las cuales se las designa con el nombre de viajes menores.
Son los efectuados, entre los años 1499 y 1502, por diversos marinos españoles que descubrieron o exploraron las costas continentales desde el Cabo de San Agustín, en el Brasil, hasta la punta Manzanilla, en Panamá.
Todos ellos se realizaron en perjuicio de los derechos concedidos al Almirante por las Capitulaciones de Santa Fe, cuyo estricto cumplimiento habría retardado por muchos años la obra exploradora de la Metrópoli.
Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa, compañeros de Colón durante el segundo viaje, visitaron en compañía de Américo Vespucio las costas sudamericanas, desde la Guayana Holandesa hasta el lago de Maracaibo.
Aquí avistaron una pequeña aldea lacustre que les evocó el recuerdo de Venecia. De aquí el nombre de Venezuela, es decir, Pequeña Venecia, aplicado a esta región (1499-1500).
Hacia la misma época (1499-1500), Alonso Niño y Cristóbal Guerra, recorrieron en una pequeña embarcación las costas venezolanas de Paria y Cumaná, y Vicente Yáñez Pinzón, capitán de una de las carabelas que participaron en el primer viaje de Colón, tocó en las costas del Brasil a la altura del cabo San Agustín, descubrió el río Amazonas, que llamó Santa María de la Mar Dulce por el enorme caudal de sus aguas, y alcanzó hasta las ya conocidas costas venezolanas.
El descubrimiento del Brasil, anterior a la llegada de los portugueses que después lo dominaron, atrajo nuevas expediciones hacia las costas orientales de la América del Sur. Diego de Lepe las recorrió desde el cabo San Agustín hasta el golfo de Paria (1500), Alonso Vélez de Mendoza llegó al mencionado cabo, sin otro resultado que ratificar los derechos de Castilla sobre estos territorios (1500) y finalmente, los Reyes Católicos concedieron a Pinzón la ocupación de las tierras comprendidas entre dicho cabo y el Río Amazonas).
Un escribano aventurero cierra el período de los viajes menores. Llamábase Rodrigo de Bastidas y se le debe el descubrimiento de la costa colombiana y panameña, desde Cartagena hasta Punta Manzanilla. Esta expedición, de la cual participaron Juan de la Cosa, antiguo compañero de Colón y de Ojeda, y Vasco Núñez de Balboa, futuro descubridor del Mar del Sur (Océano Pacífico), descubrió el golfo de Darién y traficó honestamente con los indios mediante el conocido procedimiento de ios rescates (1501 -1502).
La Junta de Burgos. — Los viajes menores provocaron otras expediciones, muchas de ellas de carácter clandestino, es decir, realizadas sin autorización real. Pero como las utilidades no siempre respondían a las esperanzas concebidas, unas y otras se suspendieron durante algún tiempo.
Preocupada España de que otras naciones rivalizaran con ella (Portugal había llegado a la India en 1498), optó por adoptar medidas tendientes a activar las empresas marítimas y convocó una junta de marinos que se reunió en la ciudad de Burgos en marzo de 1508 bajo la presidencia del Rey. Américo Vespucio, Juan de la Cosa, Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís fueron sus miembros.
La junta decidió la conveniencia de continuar las expediciones y la necesidad de dotarlas de pilptos expertos, a cuyo fin se crearía el cargo de piloto mayor. La designación recayó en Vespucio, a quien se le facultó para expedir certificados de competencia a los pilotos que ante él rindieran examen; impartirles la enseñanza necesaria, a costa de los mismos y confeccionar el padrón real, mapa en el cual se consignarían los resultados de los descubrimientos pasados y futuros, y cuyo uso sería obligatorio para todos los que pasasen a la América.
Se impuso también el uso obligatorio del cuadrante o astrolabio, so pena de multa y prohibición de ejercer el cargo (real cédula de agosto 6 de 1508).
Como consecuencia de la reunión, el Rey Fernando, que desempeñaba la regencia de Castilla por incapacidad de su hija doña Juana y la muerte de su yerno Felipe el Hermoso (1507), ordenó a Pinzón y a Solís la realización de un viaje para descubrir un canal que a través de las tierras americanas permitiera llegar a las islas de la Especería, pensamiento que años después llevaría a cabo Magallanes.
La expedición no alcanzó su propósito, pero exploró las costas del continente desde el Cabo Gracias a Dios en Nicaragua hasta el de San Roque en el Brasil (1508 -1509).
Descubrimientos realizados por los ingleses. — Realizado el descubrimiento de América, Inglaterra — que había rechazado las gestiones de Bartolomé Colón en favor de su hermano Cristóbal — fue la primera potencia europea que se manifestó dispuesta a imitar la política oceánica de Castilla y Portugal.
La guerra de las Dos Rosas, que ensangrentó el territorio por espacio de treinta años (1455-85), había terminado y Enrique VII, sin comprometer recursos de ninguna especie, aceptó las proposiciones de Juan Caboto, comerciante veneciano radicado en Brístol. Lo autorizó, pues, para emprender la ocupación de las tierras occidentales, en 1496.
La expedición, compuesta de una pequeña embarcación, partió al año siguiente (1497) bajo las órdenes de Juan Caboto. Lo acompañaba su hijo Sebastián, el futuro explorador del río Paraná y fundador del primer asiento levantado en tierras argentinas.
Los expedicionarios descubrieron la península del Labrador, la isla de Terranova, conocida por los normandos del siglo XI, buscaron inútilmente un paso para la China e iniciaron el reconocimiento del litoral atlántico de los Estados Unidos hasta la península de la Florida.
En agosto de 1497 regresaron a Inglaterra, donde el descubrimiento produjo un entusiasmo pasajero. Al año siguiente, Juan y Sebastián Caboto efectuaron un segundo viaje al mando de cinco o seis navios. De sus resultados no se tienen noticias concretas.
Se presume, sin embargo, que reconocieron la costa del Labrador y el golfo de San Lorenzo. Nuevas expediciones se realizaron en los años subsiguientes por otros viajeros. Pero su fracaso comercial las detuvo hasta muy avanzado el siglo XVI. Inglaterra quedó, pues, en retardo con relación a España.
Los portugueses en el Brasil. — La inauguración de la ruta africana a la India por la expedición de Vasco de Gama (1498), despertó el entusiasmo de sus connacionales. El rey don Manuel equipó una nueva expedición, con igual destino, y confió su mando a Pedro Álvarez Cabral.
Los expedicionarios salieron de Lisboa en marzo de 1500, mes y medio después del descubrimiento de la costa brasileña por Vicente Yáñez Pinzón.
Alejados del continente africano para evitar las calmas, las corrientes ecuatoriales arrastraron los navios hacia el occidente, hasta dar sobre una costa desconocida para los tripulantes. Cabral recaló a la altura del actual Puerto Seguro, al Sur del Cabo San Agustín, descubierto tres meses antes por Pinzón.
Creyó que la fierra visitada era una isla y la llamó Vera Cruz, denominación que más tarde fué sustituida por Santa Cruz y posteriormente por la de Brasil, a causa de la madera que abundaba en sus costas.
Despachó inmediatamente una nave a Portugal para comunicar al monarca el descubrimiento realizado y continuó la travesía a la India.
¿Fue casual o intencionado el arribo de navios portugueses a las costas sudamericanas? Tradicionalmente se admite lo primero; sin embargo, algunos autores presumen, con sólidos fundamentos, que la expedición de Cabral tenía instrucciones de aproximarse a las tierras occidentales, acaso con el propósito de establecer si había territorios al oriente de la línea convenida en el tratado de Tordesillas,en cuyo caso pertenecerían a la Corona portuguesa.
Lo cierto es que Don Manuel manifestó interés por el descubrimiento realizado, consideró indiscutibles sus derechos sobre ese territorio y comunicó a los Reyes Católicos la convicción de que él no formaba parte de las tierras descubiertas por los castellanos.
Los soberanos españoles combatieron esta afirmación y siempre consideraron superiores sus títulos de dominio sobre la costa oriental del continente.
Expediciones españolas y portuguesas se dirigieron entonces a esta parte de América, y como Castilla y Portugal se atribuían, la soberanía, hubo un doble movimiento de exploración y conquista que, con el andar del tiempo, dio lugar a la formación de dos centros rivales de colonización: uno , en el Brasil y otro en el Río de la Plata.
Entre las primeras expediciones portuguesas, podemos mencionar la despachada en mayo de 1501. De ella formaba parte Américo Vespucio quien relató este viaje en una de sus famosas cartas. En ella expresó la certeza de que estas tierras constituían un mundo nuevo, distinto del asiático. Divulgada esta afirmación, los países descubiertos por Colón fueron denominados América.
La expedición recorrió la costa brasileña y tocó sucesivamente en las bahías de Todos los Santos y de Río de Janeiro, se desvió luego hacia el S. E. y descubrió una isla que seguramente es la de Georgia. Algunos autores admiten un nuevo viaje, de Vespucio en 1503.
El movimiento explorador se detuvo por espacio de diez años, pero durante esta época se organizaron diversas expediciones particulares, todas ellas con fines comerciales. Allí abundaba, en efecto, el palo brasil, madera tintórea semejante al campeche y que por su color rojizo parecía una brasa.
Esta madera era muy estimada en Europa y dio su nombre al territorio. Sin embargo, la palabra Brasil denominaba también una isla imaginaria ubicada al Oeste de Irlanda en algunos mapas del siglo XIV.
En 1513 se reanudaron las exploraciones con la expedición de Cristóbal de Haro. Los historiadores portugueses le atribuyen el descubrimiento del Río de la Plata, tres años antes del viaje de Solís, a quien la historia considera su verdadero descubridor.
Expediciones portuguesas a la América del Norte. — Mientras las naves portuguesas visitaban las costas de la América del Sur, otros expedicionarios de la misma nacionalidad disputaban a los ingleses sus descubrimientos en la América del Norte. Gaspar de Corte Real realizó un viaje en el año 1500 y llegó a la isla de Terranova.
Al año siguiente emprendió otro, del cual no regresó ni se tienen noticias. Su hermano Miguel partió en 1502 con el propósito de encontrarlo, pero tampoco retornó. Dos carabelas despachadas por la Corona en 1503 con igual objeto no tuvieron el menor éxito.
Como homenaje a la memoria deambos navegantes, los mapas portugueses dieron en llamar Tierra de los Corte Real a la isla de Terranova, visitada anteriormente por los Caboto al servicio de Inglaterra.
Expediciones de los franceses. — Los franceses permanecieron extraños al movimiento marítimo iniciado en el siglo XV. Sus primeras expediciones datan, en efecto, del siglo XVI.
Entre los años 1503 y 1504, Binot Paulmier de Gonneville llegó a la costa brasileña a la altura de la actual ciudad de Bahía. Posteriormente, a partir de 1506, los pescadores franceses iniciaron viajes a las costas de Terranova, famosas por la abundancia de bacalao. Años después (1518) intentaron, sin éxito, la fundación de una colonia.
Como se ve, en el primer período de la expansión marítima europea, la contribución de Francia nada agregó a los esfuerzos de España, Inglaterra y Portugal.
CONSECUENCIAS DE LOS DESCUBRIMIENTOS
Conflicto con Portugal. Las bulas de Alejandro VI y el tratado de Tordesillas
1La primera consecuencia del descubrimiento de América fué de carácter internacional. En efecto, al regresar de su'primer viaje, Colón anunció a los Reyes Católicos que había llegado al Asia, aspiración acariciada por los portugueses desde muchos años atrás y que aun no habían alcanzado, pues sus descubrimientos se habían detenido en el Cabo de Buena Esperanza.
El descubrimiento realizado por Colón hería los intereses de Portugal, amparados por diversas bulas pontificias y aun por el tratado de Alcacovas suscripto por los propios Reyes Católicos .
Ante los preparativos de la Corona portuguesa, dispuesta a enviar una expedición a las tierras recientemente descubiertas, se iniciaron negociaciones diplomáticas y entretanto, el papa Alejandro VI, que era español de nacimiento, expidió sucesivamente cuatro bulas destinadas a consolidar los derechos castellanos sobre las tierras encontradas.
La primera de ellas lleva fecha 3 de mayo de 1493, pero se presume expedida en abril. Era de extraordinaria imprecisión y fué sustituida por la fechada al día siguiente, pero que en realidad debió expedirse en el mes de junio.
Las dos restantes son la ratificación de las anteriores o su complemento. De todas ellas, la más importante es la segunda, destinada a deslindar los dominios asiáticos de Castilla y Portugal.
Por este documento, que aparecía expedido motu proprio, no a instancia de los soberanos españoles, se concedía en donación a los Reyes de Castilla y de León "todas aquellas islas y tierras firmes encontradas y que, se encuentren, descubiertas y que se descubran hacia el Occidente y el Mediodía, imaginando y trazando una línea desde el polo ártico, esto es, el Septentrión hasta el polo antartico, esto es, el Mediodía, o sea las tierras firmes e islas encontradas y por encontrar que estén hacia la India, o hacia cualquier otra parte".
La línea imaginaria pasaba cien leguas al Oeste "de cualquiera de las islas que vulgarmente se llaman de los Azores y Cabo Verde". Aunque la bula no lo establecía expresamente, las tierras descubiertas al Oriente de la referida línea quedaban comprendidas en las donaciones hechas por los antecesores de Alejandro VI a la Corona de Portugal.
Don Juan II se consideró perjudicado en sus intereses y continuó las negociaciones iniciadas, que terminaron con el tratado de Tordesillas (7 de junio de 1494), confirmado más tarde (1506) por una bula de Julio II.
La línea divisoria convenida debía correr de polo a polo a 370 leguas de las islas del Cabo Verde; las tierras descubiertas o que se descubrieran hacia el Oeste pertenecían a la Corona de Castilla, las situadas al Oriente a Portugal.
La fórmula encontrada no solucionaba el conflicto y fué causa de un sinnúmero de dificultades cuando se quiso aplicarla tanto en América (Brasil) como en el Asia (Molucas).
En efecto, los negociadores se habían limitado a fijar un arco de meridiano occidental, prescindiendo de la redondez de la tierra y sin considerar que navegando en sentido opuesto los castellanos y portugueses forzosamente tendrían que encontrarse.
Habían omitido además dos detalles fundamentales: determinar desde cual de las islas que forman el archipiélago debían contarse las 370 leguas y establecer la naturaleza de éstas, pues la legua marina se diferencia de la terrestre y esta misma variaba dentro de cada país.
En estas condiciones, España y Portugal nunca lograron ponerse de acuerdo y tanto en Asia como en América fué necesario recurrir a soluciones transaccionales.
Consecuencias de carácter económico, político y científico.
Las consecuencias del descubrimiento de América no se sintieron de inmediato, porque las primeras expediciones no fueron fructíferas.
Pero la situación varió fundamentalmente en el siglo XVI,. cuando los españoles llegaron a las regiones ricas en metales preciosos y la conquista abarcó desde el Sur de los Estados Unidos a la Tierra del Fuego. Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda, se incorporaron también al movimiento descubridor e iniciaron la ocupación de nuevos territorios. Pudieron apreciarse entonces, en toda su amplitud, las consecuencias económicas, políticas y científicas de los descubrimientos.
En el orden económico podemos señalar la expansión del comercio, la desvalorización de los metales preciosos y el alza de los precios.
El tráfico comercial adquirió un mayor desarrollo y se desplazó del Mediterráneo al Atlántico. Los países de la Europa occidental se reservaron la exclusividad del comercio con sus respectivas colonias (monopolio) y la dominación de las rutas que conducían a ellas.
Antes del siglo XVII, los países que dominaban las costas de un mar pretendían la soberanía del mismo y se atribuían el derecho de excluir a los demás de su navegación. Imperaba la teoría del mar cerrado, que España, Portugal e Inglaterra defendieron celosamente, en oposición a la libertad de los mares, proclamada por Holanda y que luego prevaleció.
La abundancia de metales preciosos (oro y plata), provocó su desvalorización y produjo como consecuencia un aumento en el precio de las mercaderías: el oro y la plata valían menos y se necesitaba mayor cantidad para comprar los mismos productos.
Afortunadamente la mayor expansión del comercio y la formación de nuevos mercados europeos, limitó el alza de los precios. De otro modo la desvalorización de los metales preciosos hubiese sido aun más grande.
Se calcula, en efecto, que la cantidad de estos metales acumulada en Europa fué doce veces mayor que la anterior; en cambio, los precios solamente aumentaron seis veces. Quiere decir que si un artículo valía anteriormente uno, su precio en adelante aumentó a seis y no a doce.
La vida se encareció en perjuicio de la clase obrera, pues los salarios no recibieron aumento.
Las consecuencias políticas de los descubrimientos fueron también muy grandes. Las naciones coloniales aumentaron su poderío, especialmente España que se convirtió en la potencia predominante del siglo XVI y en centro de la política europea, posición que perdió a partir del siglo siguiente.
En el orden científico, los descubrimientos marítimos produjeron consecuencias importantísimas: se integró el conocimiento del planeta y de la humanidad, pues nuevas tierras y razas fueron reveladas al mundo europeo que durante siglos había ignorado su existencia; la fauna y la flora se enriquecieren con las especies animales y vegetales que poblaban la América; y se enriqueció a su vez la fauna y la flora americana, pues los europeos trajeron a la América los animales y vegetales necesarios para el desarrollo de la colonización.
La cartografía. Los primeros descubrimientos se exteriorizaron de una manera fantástica en la cartografía contemporánea, salvo cuando fueron registrados por sus autores o los participantes en las expediciones realizadas, v. gr. Juan de la Cosa a quien se debe un mapa del mundo conocido en el cual su autor registró fielmente las costas americanas (1500).
Los mapas preparados sobre la base de informaciones difundidas por los expedicionarios traducen, en cambio, el confusionismo geográfico de la época.
En el confeccionado por Johann Ruysch, que data de 1508, Groelandia y Terranova aparecen como penínsulas situadas en la costa N.E. de Asia. El llamado Globo de Lenox, que es algo posterior (1510 ó 1511), sitúa el Brasil al Oeste de América y ubica el N. O. de ésta en las proximidades del Japón.
El Globo de Schóner (1515) que sirvió a Magallanes en su expedición, entre otras fantasías, coloca al Brasil en la extremidad Sur de América, separándolo de ésta por un canal, es decir, en el lugar correspondiente a Tierra del Fuego.
La Corona ordenó en 1508, a raíz de la Junta de Burgos, la formación del padrón real, mapa oficial llevado por el Piloto Mayor y que se actualizaba a medida que los descubrimientos exigían la agregación de nuevas informaciones o la rectificación de las anteriores.
La cartografía primitiva ilumina diversos aspectos de la Historia Americana y plantea interesantes problemas. Algunos mapas comprueban la realización de viajes desconocidos o cuyos autores resulta difícil individualizar. Así ocurre con el llamado Mapa de Cantino.
Data de 1502 y en él se registra con lujo de detalles el contorno de la península de la Florida, cuyo descubrimiento oficial está fijado en 1513.
Fuente Consultada:Curso de Historia Colonial, Americana y Argentina de Saenz Valiente, Edtorial Estrada