Historia de los Habsburgo en Europa: Origen de la Dinastía
Historia de los Habsburgo en Europa
El Sacro Imperio Romano y Austria
La familia Habsburgo, originaria de Suabia meridional (siglo X), se estableció posteriormente en Suiza. El nombre deriva del castillo de Habsburgo (Argovia, Suiza), construido por Werner, obispo de Estrasburgo (1001-1029). Su sobrino Werner aparece como el primer conde de Habsburgo (1064). Rodolfo I de Habsburgo aumentó el patrimonio suizo de la familia, y a su muerte (1232) dividió la herencia entre sus hijos Alberto y Rodolfo; el segundo fundó la rama colateral de los Habsburgo-Lauffenburg, que se extinguió en 1415.
LA HISTORIA: Originarios de Suiza, los Habsburgo constituyeron una de las más poderosas casas reinantes de Europa. El fundador de la dinastía es Rodolfo I (1273). A partir de 1438, la dignidad suprema de emperador germánico les corresponde definitivamente. Consiguieron extender progresivamente sus posesiones, y Carlos I conquistó la hegemonía en Europa, en el siglo XVI. Los Habsburgo hubieron de hacer frente a numerosas dificultades, la menor de las cuales no fue precisamente la amenaza de los turcos.
La historia del Sacro Imperio Romano Germánico y la de Austria están íntimamente ligadas a la de los Habsburgo, una de las familias remantes más poderosas de Europa. Los Habsburgo, en efecto, lograron con éxito ocupar uno de los primeros lugares entre las familias europeas de sangre real desde la Edad Media hasta el final de la primera guerra mundial.
El nombre de Habsburgo procede del castillo que la familia poseía en el cantón suizo de Argovia; aún pueden verse sus ruinas a orillas del Aar, un afluente del Rin. Desde la primera mitad del siglo XIII los Habsburgo contaban entre las familias más influyentes del Sacro Romano Imperio. Poseían importantes territorios en Alsacia, Suiza y Suabia.
El fundador de la dinastía es Rodolfo I, que fue elegido en 1273 rey de Germania, es decir, de hecho, emperador del Sacro Imperio, aun cuando jamás fuera coronado por el papa. Sus descendientes adquirieron las tierras austríacas que iban a ser la base del poderío de los Habsburgo. En 1438 fue de nuevo elegido emperador un Habsburgo, y a partir de entonces la corona del Sacro Imperio no iba a dejar de pertenecer a la familia.
Gracias al matrimonio de Maximiliano de Austria con María de Borgoña, la mayor parte de las posesiones borgoñonas —Países Bajos y Franco Condado— quedaron unidas a las de los Habsburgo. Pero el reinado de este príncipe no fue muy feliz (1493-1519).
Los territorios que estaban bajo su autoridad —Estados principescos o eclesiásticos, ciudades libres— eran de muy diferentes características y cada uno de ellos defendía sus propios intereses con mayor ardor que la causa del imperio.
Por otra parte, Maximiliano I no disponía de medios suficientes para realizar sus grandes designios, pues no podía recaudar impuestos ni reclutar tropas sin el beneplácito de la Dieta, asamblea compuesta por electores, príncipes y ciudades. Las tentativas que hizo de intervenir en Italia desembocaron en un estrepitoso fracaso a pesar de su segundo matrimonio con Blanca, hija de Galeazzo Sforza, duque de Milán.
A su muerte, en 1519, su nieto Carlos I de España y V de Alemania se halló haciendo frente a graves problemas. Francisco I se convirtió en su rival. Sin embargo, a la hora de la elección, como los Médicis, que sostenían al rey de Francia, no eran tan ricos como los Fugger, banqueros titulares de Carlos I, la casa de Habsburgo llegó al apogeo de su poderío.
Carlos I estaba al frente de un imperio «en el que jamás se ponía el sol» y que comprendía, además del Sacro Imperio (con sus posesiones de los Países Bajos, de Austria y del Franco Condado), las tierras que heredaba por línea materna: España, Italia meridional y las colonias españolas de América. Sin embargo, tuvo que hacer frente a numerosas dificultades, la menor de las cuales no fue, precisamente, el peligro turco. El sultán Solimán venció a los húngaros en 1526 cerca de Mohacs, y en 1529 llegaba hasta las puertas de Viena.
Los Turcos atacan Viena
A partir de este momento, gran parte de las actividades políticas y militares de los Habsburgo se llevó a cabo bajo el signo de la lucha contra el turco. Los franceses, a causa de la rivalidad entre Francisco I y Carlos I, estuvieron casi continuamente aliados con los turcos.
También encontró Carlos I muchas dificultades en Alemania y en los Países Bajos poco después de la aparición del protestantismo. En 1555 abdicó, confiando a su hijo Felipe II las herencias española y borgoñona, así como el Mílanesado.
Su hermano Fernando I, rey de Bohemia y Hungría, recibió en herencia Austria y las antiguas posesiones de los Habsburgo. Fernando recibió también en herencia la corona imperial. Sus descendientes iban a reinar desde entonces, en calidad de emperadores, sobre las tierras austro-alemanas. Sin embargo, su poderío era ficticio y fue menguado aún más por la guerra de los Treinta Años, que hizo estragos en Europa de 1618 a 1648.
El imperio turco, que continuaba amenazando a Europa, atravesaba en esta época serias dificultades de orden interior. De todos modos, los turcos iban a volver a la carga. Estaban perfectamente al corriente de las disensiones que se producían en el seno del Sacro Imperio Romano Germánico, tanto desde el punto de vista político como del religioso. El sultán Mohamed V declaró la guerra a los Habsburgo en abril de 1683. Sus jinetes tártaros sembraron el terror en Moravia e intentaron sublevar a los húngaros contra el emperador Leopoldo I.
El general en jefe del ejército turco, Cara Mustafá, dudó antes de atacar Austria, y esto fue lo que salvó a Viena, pues los príncipes alemanes e incluso Luis XIV aprovecharon sus vacilaciones para enviar refuerzos a los Habsburgo. El ejército otomano fue vencido cuando atravesaba el Raab 150 km al sur de Viena. Los turcos no se desanimaron por ello, y en 1683 volvían a tomar la ofensiva. El emperador Leopoldo I se vio obligado a abandonar su capital y a instalarse provisionalmente en Passau, en Baviera.
Toda Europa se sintió solidaria de Viena, y afluyeron nuevos refuerzos. En julio de 1683 el ejército turco rodeó la ciudad. A principios de setiembre un ejército, de entre, cuyos héroes cabe destacar a Juan Sobieski, rey de Polonia, atacó a los turcos. Después de una lucha encarnizada éstos fueron puestos en fuga.