Origen del Parlamento Inglés:Cámara de Lores y Comunes
Historia del Parlamento Inglés: Cámara de los Comunes y de los Lores
Una de las principales contribuciones de Inglaterra al mundo es, sin duda, el parlamentarismo, es decir, la representación del pueblo en el Gobierno.
En un régimen parlamentario, el jefe del Estado escoge a sus ministros en el seno del partido que goza de la mayoría en el Parlamento.
El desarrollo del Parlamento inglés se traduce en una merma del poder real. En 1215, la Carta Magna concedió al clero y a la nobleza la participación en el gobierno y el control de las finanzas.
Cuando se fundó el Parlamento en el siglo VIII, el estado llano también pudo intervenir. Después de su escisión en Cámara Alta y Cámara Baja, esta institución adquirió tal poder que incluso estaba capacitada para hacer dimitir al rey.
Parlamento en Inglaterra
Ya en 1215, el Gran Consejo, compuesto por miembros del clero y de la alta nobleza, asistía al rey en la administración del país.
A pesar de que la Carta Magna concedía exclusivamente a estos dos grupos derechos que restringían el poder absoluto del rey, ya constituía, en cierto modo, una primera forma de representación de los Estados.
Al principio, todo el mundo consideraba esta Carta como un documento feudal que únicamente exigía que se respetaran usanzas y sujeciones feudales.
Sin embargo, también incluía numerosos artículos que ejercieron profunda influencia.
Más tarde se comprobó que la Carta Magna era la primera etapa de la organización parlamentaria.
No sólo limitó la autoridad real, sino que además dio vida al concepto de libertad personal.
En efecto, el rey tenía que estar asistido por consejos en los actos de gobierno.
Al principio se trató de un consejo privado, el Prívate Council, que ayudaba al soberano en la dirección de los asuntos y gozaba de poder ejecutivo.
Después dio origen a una organización más compleja, que actualmente recibe el nombre de Gobierno.
En caso de crisis, o cuando quería conocer opiniones sobre la dirección del Estado, el rey podía reunir al Gran Consejo.
Pero Enrique III, hijo de Juan Sin Tierra, con frecuencia hizo caso omiso de sus opiniones.
Hasta que una insurrección promovida en 1258 por Simón de Monfort le obligó a crear un Parlamento (cuyos miembros pertenecían al Consejo), e incluso hubo de aceptar la colaboración de los representantes de las ciudades.
La admisión de representantes de los condados y de algunas ciudades (dos burgueses por ciudad) quedó establecida durante los reinados de Enrique II y Eduardo I, que los convocaban para la confirmación de las leyes y la fijación de impuestos.
Así fue tomando cuerpo lentamente la Cámara Baja y nació la idea de la representación del pueblo.
Sin embargo, en esta asamblea la mayoría estaba siempre constituida por los lores, es decir, el clero y la alta nobleza, y los demás, los comunes, desempeñaban un papel de importancia secundaria.
Además, eran convocados con menor frecuencia en el Parlamento, que ya no se reunía en la residencia real, sino en Westminster.
En el reinado de Eduardo II creció la influencia de los Comunes, y el Parlamento no pudo dominar a los altos funcionarios.
El rey recibía a menudo quejas contra ellos.
A consecuencia de esta situación, en 1327 el Parlamento obligó al soberano a abdicar en favor de Eduardo III.
Durante el reinado de este monarca, en el siglo XIV, tuvo efecto la escisión del Parlamento en dos cuerpos distintos.
Los grandes del reino, a quienes el rey nombraba de por vida y que se cuidaban, sobre todo, del gobierno del Estado, pertenecían a la Cámara de los Lores, o Cámara Alta.
La Cámara de los Comunes, o Cámara Baja, estaba compuesta por caballeros y representantes de las ciudades.
Sólo tenían voz para votar las ayudas y subsidios al rey y los nuevos impuestos.
Estos dos cuerpos siempre habían votado aparte. También adoptaron la costumbre de reunirse por separado.
Entonces, la pequeña nobleza prefirió unirse a los burgueses y no a la alta nobleza y, más tarde, esto influyó profundamente en la historia política de Inglaterra.
Todas las libertades del país se asentaron en esta base.
Las Cámaras impedían todo absolutismo o poder discrecional del rey.
La guerra de las Dos Rosas, que durante treinta años sostuvieron la casa de Lancaster y la de York, aumentó considerablemente la influencia del Parlamento (la mayor parte de la nobleza inglesa se encontraba implicada en esta lucha que agotó a los dos bandos).
Sin embargo, los Tudor lograron frenar la ingerencia parlamentaria.
Gracias a sus importantes recursos personales y a una hábil política extranjera —que lo mantuvo alejado de las guerras europeas—, Enrique VII, primer rey de la casa Tudor, consiguió liberarse progresivamente de la sujeción del Parlamento.
A pesar de la irregularidad de sus reuniones, los Tudor se daban perfecta cuenta de su necesidad y su poder.
Enrique VIII dio prueba de ello: cuando subió al trono, el poder real estaba en su plenitud.
Sin embargo, con motivo de la lucha que entabló contra el papa, instituyó la «Reformation Parliament» (1529), que presidió durante siete años y dictó numerosos decretos reales que suprimían la supremacía de la Iglesia y la concedía al rey y al Parlamento.
Uno y otro podían imponer cualquier ley al país.
Cuando se suprimieron los cargos en la Cámara Alta, los Comunes adquirieron todavía mayor conciencia de su poder.
A partir de 1547, su competencia quedó claramente establecida.
La tentativa de los Estuardo (1603-1688) de destruir el poder de la Cámara Baja e instaurar un poder real absoluto provocó la ejecución de Carlos I y la proscripción de Jacobo II.
Despojado el rey del derecho de indultar a los ministros acusados por el Parlamento, el poder parlamentario siguió aumentando con la casa de Hannóver (desde 1714).
Cuando se decidió no establecer el presupuesto para la duración del reinado, sino sólo por un año, se hizo inevitable la convocación anual del Parlamento.
Finalmente, en el siglo XVIII se obligó a dimitir a los ministros cuya actuación no merecía el voto de confianza.
La unión con Escocia (1707) e Irlanda (1801) modificó profundamente el Parlamento.
En la Cámara Baja aumentó el número de escaños y la Cámara Alta acogió a 16 pares y 26 irlandeses.
Sin embargo, en el siglo XVIII la limitación del derecho de voto y el reparto de los escaños hicieron que la Cámara Baja sólo fuera una representación muy imperfecta del pueblo inglés.
En 1832, a pesar de no haber concedido todavía derecho de voto a las clases inferiores, la Reform Act de J. Russel mejoró la situación, así como las reformas adoptadas en 1867, 1884, 1918 y 1928.
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