Invasion Arabe a España y su Influencia-Resumen de la Historia
La Invasion Arabe a España y su Influencia Resumen de Historia
¿Qué supuso la civilización árabe en la Europa del siglo X?.
¿Cuál fue su aportación cultural y científica?.
Un emporio llamado Córdoba: baños y bibliotecas.
En el siglo X Europa atravesaba uno de los momentos más oscuros de su historia.
Hacía ya tiempo que el gran Imperio romano había sucumbido ante la invasión de los bárbaros.
En lugar del poderoso Imperio habían surgido muchos estados pequeños, fragmentados, que no gozaban de la seguridad, prosperidad y cultura de antaño.
Pero en el sudoeste de Europa apareció una brillante civilización que contrastaba con toda esta mediocridad.
Su centro estaba en Córdoba, que entonces era la ciudad más grande, más rica y más culta de Europa occidental.
Los viajeros que llegaban a ella se maravillaban ante sus calles principales, iluminadas y pavimentadas, un lujo desconocido en aquella época.
La ciudad era famosa por la arquitectura de sus edificios, por su población de medio millón de habitantes, y por sus trescientos baños públicos, setenta bibliotecas y numerosas librerías.
Todos los sabios de Europa reconocían el alto nivel intelectual y artístico de Córdoba, con la que sólo Bizancio podía compararse.
El rasgo más sobresaliente de la ciudad eran sus setecientas mezquitas.
Córdoba era en el siglo X la capital de la España musulmana.
Interior de la mezquita de Córdoba, verdadera joya del arte árabe. El dominio de los musulmanes en el campo de la medicina, la agricultura y el comercio convirtió a España en uno de los países más prósperos de Europa.
La leyenda del conde Don Julián:
Desde la caída del Imperio romano, del que era una provincia, la península ibérica había sufrido numerosas invasiones de los bárbaros, la más importante de las cuales fue la de los visigodos, que crearon una monarquía de casi dos siglos de duración.
A principios del siglo VIII, tropas árabes cruzaron el estrecho de Gibraltar y, después de la batalla de Guadalete, en que fueron derrotados los visigodos, invadieron la península.
Según la leyenda, la invasión tuvo su remoto origen en los amores prohibidos de don Rodrigo, último rey godo, y la hija del conde don Julián, influyente personaje de la Corte.
Éste, como venganza personal, habría alentado a los moros del norte de África a penetrar en territorio hispano y a poner fin a la monarquía visigoda.
Aunque la historia del conde don Julián no hubiese sido verdadera, lo cierto es que los árabes se aprovecharon de la decadencia y de las luchas internas de los visigodos.
Las más importantes ciudades, Toledo y Sevilla, cayeron en seguida en su poder, y en el espacio de siete años (711-718) la mayor parte de la península estaba bajo su dominación.
Los musulmanes se mantuvieron en España siete siglos: aunque la Reconquista comenzó en seguida (718), no se completó hasta 1492, bajo el reinado de los Reyes Católicos.
La invasión de los árabes, aunque repentina e inesperada, era una consecuencia natural de los deseos expansionistas del Imperio musulmán.
A raíz de la muerte de Mahoma (632), los pueblos árabes, exaltados por su fe religiosa, habían extendido ampliamente sus fronteras.
Atacando a todos sus vecinos, habían mermado el imperio bizantino y debilitado el persa.
Los musulmanes se mantuvieron en España siete siglos
En el transcurso de un siglo se apoderaron de Irak, Siria y Egipto y avanzaron por la costa del norte de África.
Empujados por el deseo tanto de riquezas como de someter al infiel, según el precepto coránico, la invasión del decadente reino visigodo era sólo una cuestión de tiempo o de oportunidad.
Los musulmanes no pensaban detenerse en España.
En el año 720 cruzaron los Pirineos y penetraron en el reino de los francos.
Tomaron Narbona y saquearon los principales monasterios del sur de Francia.
Pero en 732, en la batalla de Poitiers, cerca de Tours, fueron vencidos por Carlos Martel, príncipe franco.
Ejército islámico preparados para atacar
Los historiadores consideraban esta derrota como la salvación de la ristiandad frente a la amenaza musulmana. La realidad es que las luchas en los Pirineos ontinuaron durante varias décadas.
Solamente después de bastantes derrotas los musulmanes decidieron abandonar sus ambiciones de conquistar el reino franco.
Para la Europa cristiana fue más importante el fracaso de los musulmanes en el Este.
En los años 717 y 718 atacaron Constantinopla y si el emperador bizantino, León Isaurio, no les hubiese rechazado, seguramente toda la Europa oriental habría caído en su poder, como más tarde ocurrió con los turcos otomanos.
A diferencia de los romanos, e incluso de los visigodos, los musulmanes fueron incapaces de crear un gobierno fuerte y centralizado que dominase a todos los pueblos ibéricos.
Nunca pudieron someter por completo los núcleos de resistencia establecidos en el noroeste del país, que darían lugar a los reinos cristianos y a la Reconquista.
Los dominios árabes, que recibieron el nombre de Al-Andalus, carecían de fronteras fijas por el norte, y entre ellos y el territorio de Carlomagno quedaba una extensa zona de nadie en la que los combates eran continuos.
Carlomagno intentó por su parte someter a los musulmanes, pero desistió después de ser derrotado en Zaragoza en 778.
Los árabes tenían que enfrentarse también con los deseos de independencia de los gobernadores de las provincias extremas y con los rebeldes habitantes de las ciudades.
Tales insurrecciones provocaron una serie de matanzas sangrientas.
En 797 el gobernador de Toledo, creyendo que el pueblo le era hostil, celebró un banquete al que invitó a los huéspedes más representativos.
Cuando entraron en el patio del castillo, fueron decapitados.
Poco tiempo después, los habitantes de un barrio entero de Córdoba —unas trescientas personas— fueron asesinados y sus casas destruidas.
En los primeros años de dominación musulmana, gran parte de las luchas no se debían a diferencias religiosas entre moros y cristianos, sino a las ansias de poder de los dirigentes locales.
La religión no importaba demasiado; de hecho, se cambiaba con frecuencia de credo religioso para poder jurar fidelidad al nuevo dueño.
El Cid fue uno de los primeros caballeros castellanos que ayudaron a los reyes árabes: en su caso, el rey de Zaragoza, al que ayudó en numerosas empresas.
Las dificultades de los musulmanes para crear un estado organizado se vieron agravadas por las divisiones entre ellos.
Surgió una fuerte rivalidad entre árabes y bereberes, tribu del norte de África que había sido convertida al Islam y había aportado grandes contingentes de hombres para la invasión de España.
Relieve en madera, en la catedral de Toledo, que representa la rendición de Granada, el último reino musulmán, en 1492. A la victoria cristiana siguió una ola de persecuciones y destrucción.
Esplendor del califato:
Abderramán III emprendió la tarea de unificar y fortalecer el reino musulmán.
Como primera medida proclamó la independencia del emirato de Córdoba —hasta entonces dependiente de Damasco— convirtiéndolo en califato.
Los reyes cristianos habían logrado llegar en sus incursiones hasta los alrededores de la ciudad.
Gradualmente, Abderramán III recobró las provincias perdidas y penetró en los reinos cristianos de León y Navarra.
Bajo sus sucesores y hasta finales del siglo X, el imperio musulmán en España alcanzó el máximo de su poderío.
La civilización árabe que floreció en este período, con centro en Córdoba, tenía su origen, en parte, en la tolerancia de los musulmanes con los pueblos sometidos.
Aunque existia un estado de guerra permanente con los reinos del norte, los cristianos que vivían en la zona árabe disfrutaban de completa libertad religiosa.
El Islam ordenaba someter, pero no convertir, a los no creyentes.
Los judíos, que habían sido muy perseguidos por los visigodos, pudieron vivir en paz bajo la dominación musulmana; fueron los mercaderes judíos quienes impulsaron el comercio de la España musulmana confiriéndole una gran prosperidad.
Pero tanto judíos como cristianos tenían que pagar fuertes tributos, sufrían de una cierta desigualdad ante la ley y eran considerados inferiores.
Los cristianos, por su parte, reconocían que los árabes habían creado una civilización más refinada que la suya propia.
Las ciudades hispánicas, en franca decadencia con los visigodos, habían revivido. Existía un orden y una organización nuevos.
Los musulmanes eran mejores comerciantes, arquitectos, ingenieros y granjeros. Eran más cultos e instruidos.
Los cristianos, incluso los reyes de los reinos del norte, se daban cuenta de todo esto.
La historia ha dejado constancia de que cuando los gobernantes cristianos necesitaban un cirujano, un arquitecto, un maestro de música o un sastre, lo pedían a Córdoba.
Pero estaban decididos a superar su inferioridad y reconquistar sus tierras. Este espíritu no estaba, sin embargo, muy extendido entre los cristianos que vivían en territorio musulmán.
Muchos de ellos se convirtieron al Islam, recibiendo el nombre de «muladíes».
La distinción entre musulmanes hispánicos y de origen árabe fue siendo cada vez más difícil, debido sobre todo al elevado porcentaje de matrimonios mixtos que se daban en todos los niveles sociales.
Incluso los nobles, y hasta los reyes cristianos, ofrecían sus hijas en matrimonio a los reyes musulmanes.
Muchos cristianos, si bien no renegaron de su fe, adoptaron las costumbres árabes.
En el terreno del comercio existia una colaboración muy estrecha entre judíos, cristianos y musulmanes.
Con el esfuerzo conjunto de todos ellos, la España musulmana llegó a ser una de las zonas más prósperas y más densamente pobladas de Europa.
La agricultura gozó de un gran desarrollo gracia nuevos métodos de regadío introducidos por los árabes, así como a los nuevos cultivos arroz, algodón, naranjas, albaricoques y melocotones.
Los árabes crearon una importante industria en al-Andalus, en la que destacaba principalmente la textil, de cueros y de cerámica. Su comercio llegó hasta la India y Asia central.
La enseñanza y la investigación alcanzaron niveles muy altos: los musulmanes fueron los introductores en Europa del pensamiento griego y del arte bizantino y persa.
La medicina y la ciencia estaban muy adelantadas respecto a otros países, y la educación tan extendida que una elevada proporción de españoles musulmanes sabían leer y escribir, hecho insólito en el resto de Europa.
Los reinos de Taifas:
Sin embargo, a principios del siglo XI comenzó la decadencia del Imperio musulmán.
Disputas intrascendentes entre los jefes rivales debilitaron la autoridad central, dando a los reyes cristianos la oportunidad que esperaban.
En lugar de pagar sus tributos a los árabes, los cristianos empezaron a exigírselos a ellos.
El rey Altonso VI llego incluso a cobrar tributo a Sevilla, la ciudad más poderosa después del declive de Córdoba.
En 1085 los cristianos reconquistaron Toledo, que ya nunca más volvió a estar en manos de los árabes.
La derrota les causó tal conmoción que resolvieron pedir ayuda a los almorávides, tribu de bereberes del norte de África.
Estos no supieron restaurar la brillante civilización de sus predecesores árabes.
Miles de cristianos y judíos abandonaron al-Andalus huyendo de su fanática intolerancia.
Más tarde, en 1146, otra tribu beréber, los almohades, procedente también del norte de África, acudió en ayuda de los almorávides, incapaces de resistir el empuje de los reyes cristianos.
Los almohades convirtieron Sevilla en un importante centro cultural, pero no pudieron detener el avance de la Reconquista.
En 1212 Alfonso VIII les infligió una derrota decisiva en la batalla de las Navas de Tolosa. Con ello se desvanecieron todas las esperanzas de restablecer el imperio musulman en España.
Al-Andalus se escindió en unos pequeños reinos llamados de «taifas».
La fuerza de los cristianos se había visto siempre mermada por las incesantes luchas internas.
Pero en 1230, con la unión de León y Castilla, cobraron nuevas energías y lanzaron una gran ofensiva contra los árabes.
Rápidamente, Fernando III reconquistó Córdoba (1236), Valencia (1238), y Sevilla, después de un duro asedio (1248).
Sólo quedaba un reino árabe, el de Granada.
Y aunque estaba obligado a pagar un pesado tributo a los cristianos, desarrolló una cultura y un arte excepcionales, cuya mejor muestra es la Alhambra.
Igual que Córdoba y Sevilla anteriormente, se convirtió en un centro de comercio y de ciencia, atrayendo a numerosos sabios de Europa y de Oriente. Durante el reinado de los Reyes Católicos, Granada fue conquistada en 1492.
El gobierno de los cristianos no fue tan tolerante como el de los musulmanes.
Fernando e Isabel expulsaron a los judíos (1493) e intentaron convertir a los musulmanes al cristianismo.
Algunos lo hicieron, recibiendo el nombre de moriscos, pero la Inquisición recién establecida tenía como fin descubrir a aquellos cuya conversión no fuese sincera.
Los manuscritos árabes se quemaron públicamente; más tarde, Felipe II ordenó la destrucción de todos los baños públicos construidos por los árabes.
Finalmente, en 1609 los moriscos que quedaban en el país, medio millón, fueron deportados en masa.
Se calcula que entre 1492 y 1609 unos tres millones de musulmanes fueron desterrados o ejecutados.
La España cristiana no encontraba lugar para ellos.
La historia de los musulmanes en España tuvo un final poco glorioso. Sin embargo, Europa estaba en deuda con ellos por haber sido los transmisores de la filosofía griega y del arte y la ciencia orientales.
Los filósofos españoles, como Maimónides y Averroes, no sólo interpretaron y tradujeron las doctrinas de los clásicos, sino que las transmitieron a los sabios que acudían a Toledo o a Sevilla.
Muchos descubrimientos se conocieron en Europa gracias a los árabes, como el papel.
Es probable que la numeración arábiga y el concepto de cero entrasen en Europa a través de España, aunque también pudo ser por Italia.
Pero, sobre todo, los musulmanes crearon en España una civilización propia, de la que hoy perduran muchas cosas.
Realizaron grandes esfuerzos para crear belleza en todos los campos.
La poesía y la música eran las bellas artes que más cultivaron. Introdujeron además el laúd y la guitarra oval.
Gran parte de sus mezquitas y palacios han resistido el paso del tiempo como testimonios de un pasado lleno de riqueza y cultura.
Fuentes Consultada:
Protagonista de la Historia de Espasa-Calpe - Wikipedia - Artehistoria
La LLave del Saber - Pasado y Presente del Hombre Tomo I - Al Andalus - Ediciones Cisplatinas S.A.