Las Escuela de Filosofía en Grecia Antigua:Epicurea,Estoica
Las Escuela de Filosofía en Grecia Antigua: Epicurea,Estoica y Peripatética
Las cuatro escuelas de Filosofía.
En el último período de la historia de Grecia encontramos definidos cuatro sistemas o escuelas principales de filosofía. Eran éstas: la académica, la epicúrea, la estoica y la peripatética.
Sócrates Platón Aristóteles
Escuela académica.
Esta escuela fue fundada por Platón, que la estableció en unos jardines próximos a Atenas, radicados en terrenos consagrados al héroe ático Academo, de donde derivó el nombre de Academia que llevaban aquellos lugares y el gimnasio instalado en ellos.
Bajo las arboledas de plátanos silvestres y olivos, exornadas con estatuas por Cimón, platicaba Platón con sus discípulos.
Como su maestro Sócrates, creía en la inmortalidad del alma.
Enseñaba que hay un Dios eterno, perfecto y omnisciente y que el alma humana ha existido en un estado anterior, en que conocía la ideal forma de las cosas y cuyo confuso recuerdo de figuras y sombras constituye todo lo que, en esta vida, podemos conocer de bondad y sabiduría.
El alma, que, durante su estancia en el mundo tiende a elevarse y a mantener la pureza, después de la muerte vuelve a estar en contacto con aquellas «esencias eternas» de las cosas.
Platón entendía que «la perfección de la naturaleza del hombre es su propio acercamiento, en cuanto le sea posible a la armonía con Dios y que todos los seres humanos deben ser educados con miras a este fin.
El estilo de sus Diálogos está en consonancia con la elevación del ideario que propugnan.
Escuela Epicúrea.
La escuela epicúrea fue fundada en 306 antes de Jesucristo, en Atenas, por el filósofo Epicuro.
Enseñó en ella que la felicidad humana (el placer) era el verdadero fin de toda filosofía, pero el placer duradero que, emanado de los puros y nobles goces mentales, conduce a la paz espiritual y por consiguiente, a la felicidad.
La paz del espíritu era, para Epicuro, el summum bonum, o sea el bien supremo.
No es propio de esta obra el extenderse en el concepto que de la física profesaba Epicuro, pero hay que señalar su convicción en la existencia del átomo, de la que se trata en la obra del poeta latino Lucrecio, De natura rerum.
Este filósofo ha sido muy combatido y hasta calumniado al suponerle amante de los placeres de la mesa y aficionado a los deleites sensuales.
Todo ello nace de la confusión entre los términos placer, tomado en sentido de goce material, y felicidad.
A este último concepto aludía Epicuro en sus prédicas.
Por lo demás, Epicuro fue hombre de vida austera, que de la pobreza supo elevarse por su propio esfuerzo y que soportó mucho tiempo una vida adversa y una larga enfermedad.
Había nacido en Samos en 341 ó 342 antes de Jesucristo y no se ha comprobado que su muerte fuera producida por suicidio, como algunos le han achacado.
Escuela estoica.
Zenón, un griego de Chipre, fundó en Atenas por el año 320 antes de Jesucristo una escuela filosófica, que fue llamada estoica por el lugar donde estaba instalada, la stoá poikile («pórtico o columnata pintada»), un recinto adornado con frescos que representaban la batalla de Maratón, pintados por el gran artista Polignoto.
Allí enseñó Zenón durante unos sesenta años, siendo tenido en gran estimación por los atenienses a causa de su integridad y honradez.
En vida le honraron con una guirnalda de oro y, a su muerte, con magníficos funerales públicos.
La escuela estoica postulaba el desprecio al dolor y al placer; según sus doctrinas, el grado más elevado de la virtud consistía en menospreciar todas las condiciones externas de la vida humana.
Era preciso evitar toda pasión, aún en el sentido de energía vital del espíritu.
La felicidad estaba en el supremo dominio de sí mismo.
Escuela Peripatética.
La escuela peripatética fue fundada en Atenas por Aristóteles (335 antes de Jesucristo), en un gimnasio suburbano llamado el Liceo.
Su nombre se deriva de unos pórticos (peripatói) que poseía el edificio donde enseñaba el filósofo, o bien, como otros opinan, de que al disertar paseaba alrededor (peripateikós, significa «amigo de pasearse»), en lugar de explicar sentado, como los otros filósofos.
Aristóteles daba dos lecciones diarias, una por la mañana, a un pequeño círculo de íntimos y, por la tarde, a un grupo más numeroso de extraños; de ahí vienen los conceptos esotérico (interno) y exotérico (externo), que se suelen aplicar a las conclusiones y máximas de doble sentido.
La inteligencia de este filósofo abarcó todos los conocimientos de su época, y su actividad y vocación didáctica, le obligaron a tratar de cuantos asuntos pudieran atraer el pensamiento humano.
Los Filósofos Cínicos.
Un discípulo de Sócrates, llamado Antístenes, fundó en Atenas por el año 390 antes de Jesucristo una escuela filosófica llamada de los cínicos.
Su nombre proviene, según unos, del gimnasio llamado Cínosarges donde el filósofo explicaba sus doctrinas, y, según otros, de la vida grosera, perruna (en griego, cynicós), que adoptaron sus discípulos.
Sea de ello lo que fuere, el término se aplicó muy pronto a estos filósofos por el desprecio que hacían de los refinamientos de la civilización; mientras que en la sociedad moderna la palabra cínico califica a quien se muestra descarado, procaz, desdeñoso, y hasta al huraño y misántropo.
Los antiguos cínicos tenían en su comportamiento público muchos puntos de analogía con los actuales «existencialistas», que tanto se les asemejan en su presentación desastrada.
Antístenes fue un gran adversario de la filosofía especulativa de Platón y enseñaba que la virtud es la única cosa necesaria y que deben despreciarse todas las comodidades y halagos de la vida.
Los cínicos vivían en una rigurosa austeridad, rayana en la miseria.
Diógenes
Diógenes.
El más célebre representante de la escuela cínica fue Diógenes de Sinope (una colonia griega de la costa septentrional del Asia Menor), nacido en 412 y muerto en 323 antes de Jesucristo.
Se estableció en su juventud en Atenas, donde fue discípulo de Antístenes.
Adoptó un modo de vivir estrafalario y llegó a alcanzar gran popularidad por las sarcásticas censuras que le merecía toda producción intelectual que no condujera inmediatamente a un fin práctico.
Se dice que se albergaba en un tonel y que, al dársele a conocer un día Alejandro Magno y ofrecerle lo que quisiera, le rogó que se apartara para no quitarle el sol.
Seguramente es fabulosa tal referencia, pero reveladora del carácter de este filósofo.
Fuente Consultada:
Historia Universal de la Civilización – Editorial Ramón Sopena – Tomo I - Edades Antigua y Media
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