Historia del Telar:La Lanzadera Volante en la Revolucion Textil

Historia del Telar - El Telar De Lanzadera Volante en la Revolución Textil

Los inventos relacionados con la industria textil son, probablemente, los que mayores problemas sociales han originado, llegando incluso a ser causa de desórdenes y de leyes contra su difusión.

El hilado de la lana y su posterior tejido fueron hasta después de la Edad Media industrias básicas para el comercio, de gran importancia para la economía de las naciones.

La lana fue la principal materia textil en la mayor parte de los países, debido a su bajo coste, hasta que las plantaciones americanas hicieron el algodón más asequible.

En el Reino Unido, las regiones de Lancashire y Yorkshire, de clima húmedo y abundantes terrenos pantanosos, donde sólo era posible la cría de ganado lanar, se convirtieron en importantes centros de industrias domésticas de tejidos de lana.

La operación de tejer este material es relativamente sencilla y de origen muy antiguo, según se desprende de los abundantes restos de telares encontrados en yacimientos neolíticos.

Antes del siglo XIII los telares europeos más comunes eran de tipo horizontal y, de hecho, apenas sufrieron cambios hasta el siglo xvin.

De todos modos, hubo varios intentos para conseguir telares automáticos que funcionaran gracias al movimiento de una simple palanca; en el siglo XVII, los que adoptaron este funcionamiento sólo sirvieron para la fabricación de tejidos muy estrechos y, además, los desórdenes y los problemas de índole mecánica se encargaron de que no alcanzaran gran difusión.

Sin embargo, el panorama cambió gracias a la invención de la lanzadera, un aparato susceptible de ser instalado en los telares existentes para aumentar su rendimiento.

Como decíamos antes, si bien el arte textil se remonta a muchos siglos, casi milenios, de antigüedad, fue la Revolución Industrial del siglo XVII, principalmente en Inglaterra, la que impulsó la industria textil hasta llevarla a cumbres muy elevadas.

Un telar es cualquier dispositivo en el que un grupo de hilos paralelos, la urdimbre, se mantienen tensos, mientras que un segundo grupo de ellos, la trama, va quedando entrelazado con la mencionada urdimbre.

telar primitivo

En "El Romance de Alejandro", obra de ficción, escrita por Eustaquio de Kent, alrededor de 1250, figura esta ilustración que representa un telar de mallas.

En su forma más simple, el telar sólo consiste en un par de cilindros de madera, paralelos y horizontales, situados a determinada distancia uno de otro y sujetos en sus extremos por unas estacas que se clavan en el suelo; los hilos de urdimbre son tensados entre uno y otro cilindro.

Telares de este tipo todavía están en uso en muchos pueblos de cultura primitiva, como lo estuvieron en civilizaciones antiguas; en un plato egipcio del año 4000 a. de C. figura una representación de esta clase de telar, y en un bajorrelieve posterior, procedente de Mesopotamia, se observa un telar parecido.

Sin embargo, el arte de tejer es bastante más antiguo que esas representaciones primitivas; la historia del telar hunde sus raíces en el neolítico primitivo.

En efecto, se han hallado pequeños fragmentos de tejidos en varios yacimientos arqueológicos que pertenecen a principios del neolítico, del 8000 a. de C. en adelante, así como poleas de hueso o piedra (volantes), empleados en los husos de hilar y encontrados en lugares de la misma época.

El problema más importante que debió resolver el hombre primitivo era cómo hacer pasar con rapidez los hilos de la trama por encima y por debajo de los hilos de la urdimbre.

Se utilizó una varilla, actualmente denominada varilla de la calada, que pasaba de un lado a otro, por debajo de cada segundo hilo de la urdimbre; al levantar la varilla quedaba un espacio (calada) entre los hilos de la urdimbre, a través de los cuales pasaba el hilo de trama.

telar griego

Vaso griego del 450 a. de C. en el que aparecen Telémaco, Penélope y un telar vertical. Una serie de pesos mantiene tensos los hilos.

Sin embargo, el recorrido de vuelta todavía tenía que hacerse a mano, pasando el hilo en ambos sentidos.

Con el tiempo se superó tal dificultad fijando los hilos que quedaban libres de la varilla de la calada a una segunda vara, la malla, mediante una serie de ondas de cordón.

Al levantar la malla se formaba un nuevo espacio entre los hilos de la urdimbre que permitía el regreso de la trama.

La malla debió de inventarse sobre el 4000 a. de C, puesto que la pintura egipcia anteriormente mencionada ya muestra tres mallas, situadas en medio de la urdimbre.

Este telar, que se fijaba al suelo, tenía una desventaja, la cantidad de espacio que requería.

Así pues, en Egipto y otros países del Próximo Oriente podía clavarse al aire libre, pero en regiones con un clima más inestable evolucionó a otro tipo que podía instalarse en el interior de la vivienda.

El telar se situaba contra una pared, sostenido por dos postes verticales.

Los hilos de la urdimbre quedaban suspendidos de un plegador situado en lo alto de los postes, pero el plegador inferior era generalmente reemplazado por una hilera de pesos de piedra o arcilla, que mantenían tensos los hilos de la urdimbre.

Estos telares para ser adaptados al interior de la vivienda fueron los primeros que se conocieron en Europa a principios de la Edad del Bronce, alrededor del 2000 a. de C, y continuaron empleándose hasta casi el año 1200 de nuestra era.

Los chinos empezaron a cultivar y tejer la seda sobre el 500 a. de C. y con el fin de producir telas de complejos dibujos debieron utilizar un telar con muchas mallas.

Como resultaba engorroso tener que parar y levantar las diferentes mallas, hacia el año 200 a. de C. los chinos diseñaron un telar en el que las mallas se levantaban mediante un sistema de cuerdas y poleas accionadas por pedales, dejando así libres las manos del tejedor para efectuar su trabajo.

También en este tipo de telar los hilos de la urdimbre estaban enrollados en un plegador y se iban desenrollando a medida que progresaba el trabajo, al mismo tiempo que el tejido ya acabado se enrollaba sobre el segundo plegador.

El tipo de telar chino, aunque modificado, se extendió primero por los países de habla árabe y luego, en el siglo XIII, llegó a Europa.

Muchos pueblos de la antigüedad fueron pastores nómadas que vivían en tiendas y estaban constantemente en movimiento, por lo que les era imposible desmontar y transportar telares tan pesados.

Por ello los nómadas de Arabia y Asia Central desarrollaron un tipo de telar en el que una extremidad se fijaba al poste de la tienda y los hilos de la urdimbre se mantenían tensos porque estaban atados a una correa sujeta en torno al cuerpo del tejedor.

Las mallas fueron reemplazadas por un conjunto de huesos y tablas de madera, los cuales estaban agujereados por arriba y por abajo, agujeros a cuyo través pasaban los hilos de la urdimbre.

Haciendo girar este instrumento hacia atrás y adelante se levantaban los hilos de la urdimbre y permitían el paso de la bobina de hilo.

Con estos telares sólo era posible tejer tiras relativamente estrechas, las cuales se cosen una con otra en el caso de que se necesite un tejido más ancho.

En Asia se han hallado fragmentos de estos tejidos y tablas de madera fechados hacia el año 1000 a. de C.

Este telar fue adoptado posteriormente por muchos pueblos de Europa y del Próximo Oriente, llegando a una perfección exquisita.

telar

• EN INGLATERRA:

El clima británico, tan húmedo, era ideal para el proceso de fabricación de los hilos de algodón.

Hasta entonces, el sistema de producción era la fabricación de hilo y telas encías casas de los operarios, a los que se proporcionaba la materia prima, pagándoles por metro o a peso.

Invencion Telar de Lanzadera Volante John Key Revolucion TextilDurante largo tiempo se mantuvo el equilibrio de producción de hilados y tejidos a razón de cuatro hiladores por un operario tejedor, pero uno de los grandes inventos de la Humanidad vino a trastocar dicha proporción.

 

• LA LANZADERA VOLANTE:

John Key hació en 1704, en una granja de Walmersley, Lancashire.

Ya de muy joven , después de es tudiar en Francia, Kay se dedicó a la fabricación de instrumentos musicales, hasta que al regresar a su pueblo natal, montó un taller y fabricó una bomba eólica, un telar y una delicada máquina para fabricar placas cardadoras, perfeccionando también los peines y los lizos de telar.

Pero su invento más espectacular fue el de la lanzadera volante, en 1733, que permitía que en los telares anchos trabajase un solo operario y no dos como hasta entonces.

Esto constituyó una verdadera revolución en el arte del tejido, creando grandes disturbios, hasta el punto de que una vez los tejedores del antiguo oficio asaltaran la casa de Kay y quemaran sus telares.

Kay, al no obtener ayuda gubernamental, pasó a Francia donde consiguió una pensión económica, pese a que la industria francesa no le concedió al invento ninguna atención particular.

Pero la lanzadera volante ya existía y la producción textil iba en aumento, con la consiguiente demanda de hilados.

Esquema de un telar simple plano

La producción se hilos se había basado siempre en medios artesanales muy rudimentarios, derivados más o menos de la rueca y el torno de hilar.

Pues bien, había llegado el momento de dar un gran salto adelante.

Un modesto hilador de Standhill, cerca de Blackburn, llamado Hargreaves, patentó en 1770 una máquina de husos múltiples, movida a mano, con la que aumentó ocho veces la producción de hilo por operario.

Hubo otras innovaciones en el arte del tejido, hasta que Richard Arkwight, nacido en Presten en 1732, y que a los 18 años se había establecido como barbero, aunque poco después instaló en Leeds un negocio de pelucas confeccionadas con fórmulas propias, conoció y estudió las máquinas de hilar recientemente creadas por Hargreaves, intuyendo el gran porvenir de las mismas.

De este modo, conjuntó una máquina, inspirada en los distintos detalles y características de las ya existentes, y la patentó en 1769, asociado con John Smalley, aunque tras varios pleitos le fue denegada otra patente en 1775.

En Cromford edificó la que sería la primeemra factoría textil de ciclo completo, con operarios ya asalariados, y aunque se le puede reprochar haberse aprovechado de ideas ajenas, supo conjuntarlas con gran acierto y organizarías a la perfección a gran escala. Falleció en 1792, con título de nobleza, más de cinco mil obreros a sus órdenes y un considerable capital.

Crompton Samuel  nació en Firwoood Fold en 1753, y si bien fue el personaje que más brilló entre el triunvirato de inventores de la moderna máquina de hilar, también fue el más desdichado.

De oficio hilador, tenía en su casa una máquina de ocho husos con lo que ganaba justo lo suficiente para vivir.

En sus ratos libres tocaba el violón en un teatrucho de Bolton, y esto le permitió adquirir el material necesario para construir una máquina de hilar propia, adecuada para fabricar hilos finos.

La probó en 1779 con buenos resultados, y le impuso el nombre de "mula hiladora".

Aquel año, cuando los hiladores estaban muy agitados, Crompton desmontó su "muía" y la ocultó, pieza por pieza.

Sin embargo, la buena calidad de sus hilos ya había atraído la atención de varios fabricantes, que le ofrecieron sumas importantes para poder copiarla, aunque después casi ninguno cumplió lo pactado con él.

Crompton, estafado y desalentado, al borde de la ruina, tuvo la fortuna de que una suscripción abierta entre personas caritativas le permitiera montar una pequeña fábrica propia.

Mientras tanto, el número de máquinas basadas en su invento iba en aumento, hasta llegar a la exorbitante cifra de 4.600.000 husos distribuidos entre unas 360 hilaturas.

Este suceso se supo en la Cámara de los Comunes y tras un fallo demorado y poco justo, se le asignó a Crompton una recompensa de cinco mil libras.

Crompton falleció en 1827, después de vivir pobremente en sus últimos años, gracias a una mísera pensión de 63 libras que le otorgó el Club Bolton.

Más adelantos:

Se trata, en realidad de perfeccionamientos y modificaciones, tales como la máquina desmotadora, inventada en Estados Unidos por Ed Whitney en 1797, que permitía un adecuado desgranado del algodón, o el batán limpiador, del escocés Snodgraves.

El arte textil se ha beneficiado al correr de los años de muchos inventos y perfeccionamientos, y los tejidos de lana y algodón siguen siendo los más apreciados por todo el mundo, pese a la proliferación de fibras sintéticas tan usadas en la actualidad.

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