El Directorio de Gobierno Argentino:Gervasio Posadas Primer Director
El Directorio de Gobierno Argentino - Gervasio Posadas Primer Director
La Asamblea del año XIII creó un poder ejecutivo unipersonal, el Director Supremo de las Provincias Unidas. Sin embargo, en 1815, el Directorio no pudo con la suma de dificultades y colapsó, dejando como herederas a un conjunto de provincias autónomas.
El Directorio (1814-20): El primer Director Supremo fue don Gervasio Antonio de Posadas (imagen izq.) , tío de Alvear, el joven jefe militar que dirigía la Logia Lautaro y dominaba la Asamblea.
Posadas inició su gobierno el 22 de enero de 1814. Actuó con serenidad y eficacia.
Durante su administración se creó la escuadrilla de Brown, con la que se logró dominar el Río de la Plata y preparar la rendición de Montevideo.
Esta plaza fue tomada el 20 de junio de 1814 por un ejército comandado por Alvear.
El 10 de agosto del mismo año se nombraba gobernador intendente de Cuyo al General San Martín.
Posadas, que había actuado con mesura desde el comienzo de su gobierno, se encontró en situación difícil a fines del año 1814. Había nombrado al general Rondeau (imagen derecha) jefe del ejército del Norte, después del relevo solicitado por San Martín.
Pero poco después que Rondeau asumió el mando se supo que Posadas había designado a Alvear para reemplazarlo. Entonces sus jefes y oficiales se sublevaron contra el Director negándose a aceptar el cambio; Rondeau continuó en el mando del ejército.
Posadas resolvió entonces renunciar, y así lo hizo el 9 de enero de 1815.
En la Asamblea dominaba Alvear, que fue designado para reemplazar a Posadas como Director Supremo.
En verdad, todo estaba preparado para llevar al gobierno al reciente triunfador de Montevideo.
Alvear, el nuevo Director Supremo, joven e inexperto, tuvo que afrontar problemas muy difíciles. La situación militar se agravaba en el Norte, donde los realistas amenazaban con una nueva invasión desde el Alto Perú.
En el interior del país, los gobernadores provinciales, disgustados porque no tenían participación directa en el gobierno se oponían al nuevo Director Supremo.
El descrédito de Alvear, por su errónea política exterior y su oposición a los caudillos gobernadores provinciales, determiné su rápida caída.
El 2 de abril de 1815, es decir, menos de tres meses después de haber asumido el poder, se sublevó en la posta de Fontezuelas, situada cerca de Buenos Aires, el ejército que Alvear había enviado a Santa Fe para actuar contra los gobernadores del litoral, especialmente contra Artigas, virtual jefe de la Banda Oriental.
Dirigió la sublevación el comandante Ignacio Alvarez Thomas, quien regresó a Buenos Aires con las tropas para proteger la ciudad.
En Buenos Aires el Cabildo asumió una vez más la representación popular y pidió la renuncia al Director Supremo. Alvear tuvo que salir del país.
La Asamblea Constituyente, reunida desde 1813, se disolvió inmediatamente.
El Cabildo designó provisionalmente Director Supremo al general José Rondeau; pero como éste se hallaba al frente del ejército del Norte, actuó como Director Sustituto, Alvarez Thomas, el jefe de la sublevación de Fontezuelas.
En aquel momento los hombres más representativos del país pensaron realizar gestiones diplomáticas en el extranjero para resolver el problema de nuestra independencia.
Sabíase que en España se estaba preparando un poderoso ejército para recuperar el Río de la Plata; entre nosotros no se confiaba en el éxito del ejército patriota y se esperaba, en cambio, que el apoyo de Portugal y Gran Bretaña decidiera al gobierno español a reconocer nuestros derechos a la soberanía.
Cuatro representantes del gobierno nacional actuaron en el extranjero: Manuel José García en Río de Janeiro, donde inició gestiones ante el ministro inglés lord Strangford (imagen derecha); Manuel Belgrano y Bernardino Rivadavia, en la corte española y en Londres, donde debían proceder de conformidad con Manuel de Sarratea, que ya se hallaba en la capital de Inglaterra preparando el terreno para las negociaciones.
Alvear (imagen abajo) dio a los representantes argentinos instrucciones secretas que insinuaban la posibilidad de someter el país al protectorado de Gran Bretaña, si fracasaban las gestiones para asegurar la independencia.
Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del, pueblo inglés.”)
Carlos María de Alvear, sobrino de Posadas, no tiene buena imagen en la historiografía argentina.
Signado por un marcado autoritarismo, su estilo intrigante y su enfrentamiento con San Martín han dejado una imagen negativa de él, que posiblemente sea por demás exagerada.
Bartolomé Mitre fue uno de los que iniciaron esta tradición.
En uno de sus escritos, Mitre señaló que “San Martín y Alvear, auxiliados por la habilidad de Monteagudo, fueron por mucho tiempo los árbitros de la Logia; pero esta buena inteligencia no podía ser de larga duración.
Los amigos se convirtieron muy luego en dos irreconciliables enemigos.
Diversas causas produjeron este rompimiento.
La petulancia juvenil de Alvear no podía sobrellevar con paciencia el ademán imperioso, la palabra incisiva y la voluntad de hierro de San Martín, convencido de su superioridad militar y que apenas notaba los pueriles celos de su competidor”.
Disuelta la Asamblea del año XIII, el Cabildo de Buenos Aires creó una Junta de Observación, que dictó el Estatuto Provisional de 1815, por cuyas disposiciones quedaba supeditada la autoridad del Director Sustituto a dicha Junta y al Cabildo.
El Cabildo envió a las provincias una circular en la cual expresaba que Buenos Aires no se proponía establecer una dominación prepotente sobre ellas; que respetaba sus opiniones y estaba pronto para modificar lo hecho, si ello era conveniente, en cuanto la voz de los pueblos lo indicara.
Por entonces la división no era entre morenistas y saavedristas; empezaba a surgir una división mucho más grave y profunda que desembocaría en unitarios y federales.
Los primeros, reclutados entre los sectores más ilustrados en la ideología revolucionaria liberal europea, eran partidarios de la concentración del poder, que según su visión facilitaría la unidad política del país; no reconocían las autonomías provinciales y consideraban que el gobierno debía ser ejercido por los estratos más aristocráticos.
Los segundos, con mayor arraigo en el interior (aunque Buenos Aires constituirá un Partido Federal muy fuerte, así como el interior generara destacados unitarios) eran defensores de la capacidad de cada provincia para autogobernarse, sin que ello implicara desconocer su pertenencia a una misma nación, pero reconociendo en un gobierno central (que en todo caso debía estar fuera de Buenos Aires) solamente a un representante, en especial en el desempeño de las Relaciones Exteriores.
La revolución contra Alvear fue preparada por los federales.
Como consecuencia, Álvarez Thomas, Director Sustituto, cumplió las promesas del Cabildo.
En abril de 1815 convocó a un Congreso Nacional Constituyente, para resolver la situación del país. Como la mayoría de las autoridades provinciales resistían la centralización del gobierno en Buenos Aires, se estableció que el Congreso se reuniría en San Miguel de Tucumán.
Ya vimos que a fines de 1815, durante el mandato de Álvarez Thomas como Director interino, el ejército del Norte, al mando de Rondeau, fue completamente destrozado en Sipe Sipe.
Como principal consecuencia de este desastre, todo el Alto Perú quedó definitivamente aislado de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
La gestión de Álvarez Thomas no fue muy afortunada en otros aspectos; por ejemplo, persiguió con intolerancia a sus adversarios políticos. Se vio obligado a renunciar el 16 de abril de 1816.
Lo sustituyó por breve tiempo en el Directorio el general Antonio González Balcarce, también interinamente, hasta el 3 de mayo de 1816.
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