Historia del Revolver Colt y Fusil Remington y Winchester
HISTORIA ARMAS DE FUEGO: COLT, REMINGTON Y WINCHESTER
La conquista del Oeste norteamericano, con sus caravanas en el desierto, las batallas con los indios y los clásicos duelos bajo el sol entre el comisario y el pistolero, no hubieran sido posibles sin la invención en 1835 de un arma fundamental: el revólver.
El inventor del revólver fue Samuel Colt, un norteamericano tan intrépido como los héroes del cine.
Nacido en Hartford en 1814, diseñó su célebre arma a los veintidós años a bordo de un barco que viajaba a la India, en el que se había enrolado para conocer el mundo.
A su regreso a Estados Unidos en 1835, patentó el invento y montó una fábrica para producir exclusivamente sus revólveres.
El modelo original del arma estaba hecho de madera y su característica fundamental era que tenía un tambor con recámaras para seis balas.
Al montar el gatillo, el tambor giraba sobre sí mismo y alineaba una bala con el cañón, mecanismo que permitía disparar seis tiros antes de recargar.
Ésta era (a ventaja más importante del revólver sobre los rifles y las pistolas de dos balas de la época.
HISTORIA DEL REVOLVER COLT
Durante un tiempo, después de la Batalla de Waterloo, las cosas se presentaron mal para la guerra en Europa. La gente tuvo un largo período de paz aburrida y sin excitaciones.
Pero la invención de la pólvora detonante por un clérigo escocés, Alexander Forsyth, que había estado tratando de descubrir el modo de despertar a su congregación adormilada, condujo al arma de disparo a percusión, que a su vez posibilitó la pistola giratoria de Samuel Colt en 1835.
El revólver Colt calibre 44, la bala alargada (que reemplazó al proyectil redondo) y el rifle americano jugaron un gran papel en la Conquista del Oeste.
Fue la gran época para matar indios, y acaparar nuevos territorios para los inmigrantes deseosos de "hace la américa" encontrado metales preciosos.
La guerra y las armas, que languidecían en Europa, encontraron un nuevo hogar en América.
Aun antes de Waterloo, estalló la guerra entre los Estados Unidos e Inglaterra cuando los británicos no sólo buscaban los barcos norteamericanos en alta mar, sino que además impresionaban a los marinos norteamericanos.
Al comienzo de la guerra de 1812, como al comienzo de la mayoría de sus guerras, los Estados Unidos no estaban preparados.
El ejército regular constaba de 6.744 hombres.
Pero durante la guerra, por medio de voluntarios y milicia, el total se elevó a 527.000, contra una fuerza invasora británica de 53.000.
Fue una guerra interesante en cuanto a la táctica, una guerra en la que se luchó por la libertad de los mares, que comenzó con una invasión del Canadá y terminó con la victoria del General Andrew Jackson en Nueva Orleáns quince días después de que se firmara el tratado de paz.
De hecho, dos días antes de que se declarara la guerra el Gobierno Británico había dado a conocer que revocaría las leyes que eran la excusa principal para luchar.
Pero al comienzo de la guerra, así como al final, su palabra no se llevó a cabo.
Un historiador ha llamado a la Guerra de 1812, que tuvo lugar en su mayor parte en 1813, 1814 y 1815, "la Guerra de la Comunicación Deficiente".
Siempre ha sido un principio norteamericano que se debe superar al enemigo en número, y esta proporción de diez a uno parecería adecuada.
En el mar, sin embargo, los británicos tenían casi mil barcos de guerra contra sólo diecisiete fragatas y corbetas de la Marina de los Estados Unidos. Era evidentemente una injusticia.
HISTORIA DEL COLT:
Cualquier aficionado a las películas del Oeste conocerá la palabreja en cuestión, que incluso ha dado título a algunas de ellas con más o menos complementos: La ley del colt,
El colt en mi mano, etc. En estos casos, se trata sin duda del «persea naje» más importante del filme, oscureciendo al actor de fama, llámese Gary Cooper o John Wayne. Pero aún más interés des pierta la figura de su inventor, Samuel Colt. Nació en Martford, en el estado de Connecticut, el 19 de julio de 1814.
En este mismo año se había inventado el fulminato de mercurio, que servía para cebo de los cartuchos, y se había construido la primera máquina de vapor.
La primera de dichas innovaciones permitiría desarrollar los revólveres de seguro funcionamiento; la segunda, la fabricación en serie de los mismos.
Los comienzos de Colt no fueron los de un industrial, sino de un aventurero: en efecto, se embarcó como grumete en un navío que zarpaba rumbo a Calcuta.
Según dijo después, ya tenía en mente la idea de un arma qué pudiera disparar repetidas veces sin necesidad de cargarla después de cada disparo.
La idea no era nueva: en 1818, Wheeler y Collier, dos norteamericanos, estaban trabajando en ello, partiendo de las armas de repetición que se usaron desde principios del siglo XVIII en Europa.
Creo que en el Museo Lázaro Galdiano, de Madrid, puede verse una pistola con una platina de sílex, un depósito de pólvora y un sistema de rotación. Colt, que conocía lo hasta entonces ensayado, se asoció con dos armeros, Aron Chase y John Pearson, y en 1831 fabricó un prototipo basado en las posibilidades del fulminato de mercurio.
La patente es de 1835 y 1836 en Inglaterra y Estados Unidos, respectivamente.
También en 1836 inventó el revólver de repetición, lo ofreció al ejército de los Estados Unidos, pero éste lo rechazó.
En cambio, el entonces independiente estado de Texas lo compró y lo usó con éxito. Sus víctimas son los indios comanches. Cuando Texas y México entraron en güera, el primero de dichos países compró miles de revólveres Colt para sus hombres.
Ya era hora, pues Colt se había declarado en suspensión de pagos y este pedido salvó su fábrica. Un alto mando del ejército texano declaró: «Prefiero enfrentarme a un millón de soldados enemigos con doscientos cincuenta soldados armados con revólveres Colt, que con mil hombres provistos tle armas tradicionales.»
El revólver más célebre, el que aparece en las películas, es el de seis disparos, cañón de 229 milímetros y calibre 11,4 milímetros: se trata del llamado Colt Walker o, en la jerga del Oeste, «el juez Colt y sus seis jurados». Colt murió en 1862. Jesse James, Buffalo Bill, Billy el Niño, John Wayne, Gary Cooper, unos en la realidad y otros en In ficción, hicieron célebre la fórmula de la época: «Dios creó los hombres; Colt los hizo iguales.»
Un blanco difícil de acertar
El revólver de Colt tardó algún tiempo en convertirse en un arma popular. Su fábrica recibió pocos pedidos, y se vio obligado a cerrarla en 1842.
Durante varios años intentó hacer fortuna con otros inventos, entre ellos un dispositivo para hacer explotar minas a distancia y un cable submarino de telégrafo.
En 1847, recibió inesperadamente un pedido oficial de 1.000 revólveres para la guerra con México, y tuvo que fabricar un nuevo prototipo pues se había quedado sin una sola arma.
El revólver gozó esta vez de muy buena acogida, y el inventor montó poco después una nueva fábrica para producir en grandes cantidades un modelo de partes intercambiables. Por fin había dado en el blanco.
HISTORIA DEL FUSIL REMINGTON
Eliphalet Remington, nacido en Lichfield, Nueva York, en 1793, construyó un fusil para su uso particular, pues era muy aficionado a la caza. Después lo fabricó para el ejército de los Estados Unidos, en cuyas filas el arma se hizo popular. Murió en 1861.
Su hijo Philo Remington, nacido en 1816 y fallecido en Silver Springs, Florida, en 1889, hizo célebres en el mundo entero los productos de sus fábricas, que iban desde los fusiles hasta las máquinas de escribir.
Del fusil de repetición de su padre, reproducido mil veces en los filmes del Oeste, hasta la máquina que usa una mecanógrafa en cualquiera de las oficinas del mundo, el nombre de Remington forma parte del vocabulario corriente del hombre de la calle. En 1870 se dedicó a las máquinas de coser. Fueron un éxito. Luego, a las de escribir. Otro éxito. Pero las armas, que ocuparon luego un lugar secundario en sus industrias, son las que han dado a su nombre una resonancia universal. Cosas de las novelas y las películas de aventuras.
HISTORIA DEL FUSIL WINCHESTER
Otro héroe de las películas del Oeste, como Colt. El 10 de noviembre de 1810 nacía en Boston, Estados Unidos, Oliver Fisher Winchester. A los siete años era granjero, a los diez albañil, a los veintitrés tendero y fabricante de camisas, y a los treinta fundó la Winchester and Davies Co., que surtía de camisas a toda Norteamérica. Empleaba a 800 trabajadores en su fábrica ya 5 000 a domicilio. En 1855 dedicaba ya buena parte de su dinero a las acciones de la Volcanic Arms, que no tardó en quebrar. Winchester no se desanimó por ello y fundó la New Haven Arms.
En 1860 creó la carabina que lleva su nombre. La guerra de Secesión, tan explotada por los filmes norteamericanos —¡y pensar que nosotros no hemos sabido hacer otro tanto con nuestras guerras carlistas!— le dio gran empuje, pero otras carabinas, las Spencer, le ganaron la partida. Incitado por esta competencia, en 1866 Winchester lanzó al mercado la carabina definitiva con la que iba a pasar a la historia, espccialnnIntl cuando en Little Big Hora el general Custer y 260 hombres u mados con Spencer fueron derrotados por 200 o 300 indios provistos de fusiles Winchester 66.
Salieron después los Winchester 73, 76, 86 y así sucesivamente, cada vez más perfeccionados. Hoy se da el nombre de Winchester —aunque está registrado— a cualquier fusil de repetición, añadiendo en su caso, claro está, la marca que corresponda. Winchester murió en 1880, pero su fábrica aún existe, y fabricó y sigue fabricando armas para todo el mundo, desde Buffalo Bill hasta algunos presidentes de los Estados Unidos.
Fuente Consultada:
HISTORIAS DE LA HISTORIA de Carlos Fisas Tercera Serie Edición Especial Edit. Planeta