Vida y Pensamiento de Marsilio Ficino, Filósofo Italiano
MARSILIO FICINO Y LA ACADEMIA DE FLORENCIA
En la historia de la elaboración del pensamiento renacentista ocupa un lugar preeminente Marsilio Ficino. Hasta mediados del siglo XV había dominado en la doctrina y los comentarios de las escuelas la filosofía del Doctor Angélico, afortunada combinación de la fe con la tradición y la ciencia aristotélica.
Pero la concepción escolástica del mundo no venía a colmar por completo las inquietudes espirituales del hombre del Renacimiento. Por otra parte, la aprehensión más viva y adecuada de la Naturaleza hacía en algunos casos comprometedora la solidez de los principios peripatéticos.
La inclinación humanista hacia lo sentimental y subjetivo, de un lado, y, de otro, hacia la observación experimental, se plasman en la obra de Marsilio Ficino, la cual, desde Florencia, irradió a Italia y a los principales centros universitarios de Occidente.
En Florencia se despliega el genio de uno de los grandes talentos del Quattrocento, Marsilio Ficino (1433-1499).
Natural de Figline (19 de octubre de 1433), en el Valdarno (Toscana), Ficino era descendiente" de una familia bastante acomodada. Sus padres fueron el médico Diosdado de Agnolo y Alejandra de Nannoccio.
Parece ser que Ficino se formó literariamente en la universidad de Florencia, centro, en aquella época, de la más pura corriente humanista, donde profesaban tan egregios varones como Argirópulos, Calcóndilas y Lascaris.
Entre 1449 y 1451 prosiguió sus estudios en Pisa y en 1458 fue a licenciarse de medicina en Bolonia.
Ya no se trata solamente del culto a la antigüedad y a las buenas letras, sino de una profunda filosofía de la vida, que acaba por legitimar esta exaltación del hombre a la que tendían todo el pensamiento y la sensibilidad italianos.
«No es sólo la antigüedad, sino su alianza íntima con el carácter italiano, lo que ha regenerado al mundo de Occidente», ha dicho Burckhardt.
Bajo la influencia del Humanismo, el platonismo y el aristotelismo, conocidos y estudiados durante la Edad Media, fueron sensiblemente modificados.
Desde 1463 a 1468, Ficino tradujo al latín la obra de Platón, por consejo de Cosme de Médicis, poco satisfecho con la enseñanza aristotélica que predominaba entonces en Florencia.
Sus tratados de teología y sus comentarios sobre Platón hacen de él el hombre de más influencia del siglo XVI sobre las cortes, los poetas y los artistas.
A la traducción de Platón añade, en 1492, la del neo-platónico alejandrino Plotino. Da varios cursos públicos en Florencia.
Sin llegar a ser profesor de la Universidad, su influencia es tal que, desde 1471, la mayor parte de los puestos docentes son ocupados por sus amigos
. Su correspondencia universal con los humanistas de Roma, Venecia, Alemania, Francia, Bélgica, Polonia y Hungría —reunida e impresa en 1495— es un formidable medio de acción sobre el pensamiento internacional; la Academia de Florencia, su reino, no tiene, absolutamente, nada de oficial; no celebra sesiones regulares, esencialmente, es un grupo de amigos personales de Ficino que se reúnen en su villa de Careggio, cerca de Florencia, ofrecida en 1462 por Cosme de Médicis.
Hacia 1490, el jardín, adornado con inscripciones y estatuas antiguas, donde se celebran la mayor parte de estas reuniones, se convierte en lugar de peregrinación para los humanistas de toda Europa.
La doctrina de Ficino busca una síntesis entre el cristianismo y la sabiduría griega.
Inspirándose en Platón, hace del amor una búsqueda de la belleza, que no es más que un reflejo del esplendor de Dios. La búsqueda de la belleza es, por consiguiente, un camino hacia el conocimiento de Dios.
Su catolicismo se aproxima a una religión natural, en la que el sentimiento del pecado tiene escaso papel.
Ficino ejerció una considerable influencia en Europa, y todos los grandes artistas del Renacimiento, Botticelli, Vinci, Miguel Ángel, Rafael fueron influidos por su neoplatonismo: como el filósofo, el artista inspirado por Dios, ayuda a los hombres a acercarse a lo divino a través de la visión de la belleza.
Pico della Mirándola (1463-1494), otro florón de la Academia, célebre por la universalidad de sus conocimientos, completó a Ficino, realizando la síntesis de Platón, Aristóteles, la escolástica, la mística cristiana y las doctrinas judías. Llega tan lejos que Inocencio VIII declara: «este mozo desea terminar mal, quiere que, un día, se le queme».
En Leonardo de Vinci y Miguel Ángel encontramos dos ejemplos de artistas de una nueva especie, formados por el Humanismo, de una cultura prodigiosa. Pintores, escultores, poetas, arquitectos, ingenieros, teóricos, sabios y genios universales son los más brillantes testimonios del Renacimiento.