Organizacion Politico Territorial de los Estados-Tipos de Espacios
Organizacion Politico Territorial de los Estados-Tipos de Espacios
► Espacios continentales, oceánicos, insulares y aéreos:
El territorio de un Estado puede abarcar cuatros tipos de espacios donde se ejerce soberanía y que guardan entre sí una íntima relación.
Ellos son:
a) el continental o terrestre, o más exactamente, las tierras emergidas,
b) el insular (las islas),
c) el marítimo u oceánico, incluyendo los fondos marinos, y
d) el espacio aéreo. Para un mejor tratamiento de este tema, es interesante ejemplificarlo con el caso argentino.
Un vasto sector emergido de América del Sur constituye el territorio de nuestro país.
Se trata del escenario donde se desarrolló su historia; partiendo de su forma y tamaño se definen otros dos tipos de espacios: el marítimo y el aéreo.
Su dominio es inexcusable para el efectivo ejercicio de la soberanía nacional.
►Espacios continentales o tierras emergidas:
Los continentes están divididos en Estados; este criterio jurisdiccional establece el territorio de cada Estado.
Por su extensión o tamaño, los Estados pueden ser desde Estados gigantes hasta microestados, y este resulta un primer indicador de su poder.
Uno de los primeros problemas que surge al respecto es el de la medición exacta.
Otra cuestión al hablar de los espacios continentales es la diferenciación entre los sectores emergidos de las tierras continentales y las tierras continentales sumergidas, como por ejemplo, las plataformas continentales, el talud continental, etc.
A los fines de la organización político-territorial, los Estados incluyen los fondos marinos continentales en los espacios oceánicos. Veamos ahora el caso de la Argentina.
En la publicación reciente del Instituto Geográfico Militar, la superficie de la Argentina es de 2.791.810 km2 (La Argentina, IGM, Atlas, 1998), incluidas las Islas Malvinas por su carácter de islas continentales (porque están dentro del continente americano emergido).
Estas cifras se elevarían a 3.761.274 km2 si se suma la extensión de la Antártida Argentina, sector pretendido por nuestro país sobre el que aún no se ejerce soberanía plena.
La Antártida Argentina tiene una superficie de 969.464 km2.
Ese monto corresponde a las exiguas tierras realmente emergidas y a los mantos de hielo que cubren el basamento geológico, dentro del triángulo esférico que pretende nuestro país.
Las tierras emergidas pueden diferenciarse de la siguiente manera:
► sector americano: es el más extenso y compacto. Representa aproximadamente el 73% de las tierras emergidas (incluye las islas de la plataforma continental) y posee el 99% de la población del país. Está integrado por 23 provincias y la Capital Federal (Ciudad de Buenos Aires);
► sector del continente antartico.
►Espacios insulares:
Los Estados ejercen soberanía sobre islas fluviales en ríos internacionales, o sea, compartidos con otros Estados, y/o sobre islas de los ambientes marinos, ya sea en sus aguas litorales o en islas de alta mar donde, por razones históricas o estratégicas, sus habitantes se han asentado y ejercen soberanía.
Con relación a su origen geológico, las islas se clasifican en dos grandes grupos: continentales y oceánicas.
Las islas continentales emergen desde la plataforma submarina y son parte del respectivo continente.
Las islas oceánicas son parte emergida de las dorsales oceánicas, o sea, de las enormes cadenas montañosas que se elevan desde los fondos abisales; son islas con estructura geológica propia y su origen está generalmente vinculado al vulcanismo.
En la Argentina puede destacarse como isla fluvial en franja fronteriza la isla Martín García; en el sector argentino del continente americano, pertenecen a nuestro país la parte oriental del archipiélago de la Tierra del Fuego con la porción de la Isla Grande, la isla de los Estados y el resto de las islas adyacentes hasta el cabo San Pío.
Todas ellas forman parte de la provincia número 23 de la Argentina. Estas islas son denominadas continentales costeras.
Hay otra porción insular que comprende las islas Orcadas del Sur, Shetland del Sur, Alejandro I y otras islas continentales que se proyectan hacia el continente antartico.
Las Islas Malvinas, reclamadas por la Argentina, constituyen un archipiélago que integra el denominado margen continental.
Por su parte Chile tiene espacios insulares litorales, particularmente en el sector sur, y cuenta con islas oceánicas como la isla de Pascua y archipiélago Juan Fernández.
► Espacios oceánicos
Cuando se deben resolver las cuestiones de soberanía en las aguas costeras y oceánicas se tratan dos temas claves: la delimitación y el potencial de recursos.
El status territorial de las áreas cubiertas por el agua incluye las aguas internas, las aguas territoriales costeras, una zona contigua exterior y la zona de alta mar.
El principio de línea media se utiliza comúnmente para resolver reclamos de solapamiento entre dos o más Estados.
Resulta muy difícil cuantificar el dominio oceánico. Diferentes autores han realizado cálculos sobre la base de las cifras brindadas por los organismos y equipos de investigación.
Algunos autores señalan que la extensión del espacio o dominio marítimo de la Argentina es de 5.054.000 km2 aproximadamente, superficie que superaría la del total de las tierras emergidas —sector americano y sector antartico— (3.761.274 km2).
En tal sentido diferencian: las aguas del océano Atlántico que bañan las costas argentinas, a saber: las correspondientes al mar Argentino, o sea la porción del océano localizada sobre la plataforma argentina, a la que también se denomina mar epicontinental, y el banco Burdwood; las del océano Antártico, integradas por: el sector argentino del mar de Weddell y del mar de Bellingshausen, el mar de la Flota y las barreras de hielo, que comprenden las de Larsen, Filchner y otras menores.
Por su parte, los fondos marinos son la prolongación natural de las tierras emergidas e integran los denominados márgenes continentales, hoy cubiertos por el mar.
La Convención del Mar de 1982 ha establecido un complejo procedimiento para que los países con costas reivindiquen esos fondos marinos.
► Espacio aéreo y espacio cósmico:
En una concepción amplia de la noción de territorio, hoy se acepta en la comunidad científica y política que los Estados ejercen soberanía en el espacio aéreo que se encuentra sobre sus respectivos territorios; así lo ha entendido nuestro país, que mediante la ley 13.891 ha aceptado y convalidado un convenio concretado en Chicago en 1944.
Este convenio, empero, previo la posibilidad del paso inofensivo de aeronaves civiles extranjeras en los espacios aéreos nacionales, en todos los casos sujeto a las normas impuestas por el respectivo país.
La cuestión se ha complicado a partir del momento en que el hombre comenzó a utilizar el espacio ultraterrestre o cósmico.
Al respecto se crearon en las Naciones Unidas comisiones que abordan este asunto y la tesitura internacional que se ha impuesto es que dicho espacio es patrimonio común de la humanidad y no podrá ser utilizado con fines militares.
Una complicación accesoria surgió ante la posibilidad de cierta utilización —con fines comerciales o de otra naturaleza— de los satélites geosincrónicos; la preocupación internacional se relaciona con que pueden ser usados con fines estratégicos, además de los pacíficos.
►Límites y fronteras
El Estado es una porción del espacio geográfico mundial delimitado por límites y fronteras que lo separan más o menos completamente de Estados vecinos.
Los límites internacionales son líneas convencionales que dividen dos Estados contiguos. Su trazado es el resultado de distintas decisiones humanas: unos se deciden por acuerdos y otros se resuelven por arbitrajes, pero también pueden determinarse mediante guerras.
Estas líneas convencionales no son estables, pues con frecuencia surgen tensiones y conflictos que llevan a su modificación, con los consecuentes cambios en los mapas políticos.
La determinación de un límite internacional supone cuatro etapas sucesivas e inexcusables:
alocación: es la etapa primera, por la cual se asignan o atribuyen territorio;
delimitación: es el acto de establecer límites precisos entre jurisdicciones contiguas.
Pueden considerarse sinónimos los términos deslindar y delinear, en tanto esas acepciones se refieren a una misma cosa: establecer las pautas para fijar con precisión el límite internacional;
demarcación: operación que consiste en el establecimiento de señales precisas (hitos, mojones, balizas, etc.) que indican el límite; son términos sinónimos amojonamiento y alindamiento. Es decir, consiste en colocar marcas en la superficie terrestre;
mantenimiento: es la etapa final, de carácter permanente, que tiene como fin lograr el límite acordado.
En cuanto a las formas de trazado, hay que reconocer dos tipos: las geométricas que son, en su mayoría, líneas de latitud o de longitud, cuando se apoyan en paralelos y meridianos.
La facilidad con que pueden trazarse tales líneas por métodos planimétricos estándares las hace muy valiosas cuando se dividen áreas de escaso asentamiento o totalmente despobladas.
Los límites no geométricos siguen generalmente el curso irregular de accidentes naturales.
Los ríos son los accidentes naturales más comúnmente utilizados en el establecimiento de fronteras, puesto que son autoevidentes líneas divisorias.
A ambos lados de los límites internacionales existe una franja de territorio, de ancho variable, llamada frontera internacional.
Debe señalarse que todo límite internacional genera dos fronteras, cada una correspondiente a uno de los países enfrentados.
Hay varios tipos de fronteras y se pueden dividir en tres categorías, teniendo en cuenta cuándo se determinaron en relación con la fecha en que se originaron los asentamientos:
fronteras subsecuentes: son las que se trazan después de que una población se estableció en un área y se formó el mapa básico de las diferencias económicas y sociales; fronteras antecedentes: preceden al próximo asentamiento y desarrollo de la región que abarcan.
Los grupos que ocupan el área con posterioridad deben reconocer la frontera existente;fronteras superpuestas: es la conversión de fronteras antecedentes, en cuanto se han establecido después de que un área se pobló fuertemente.
Este tipo de frontera refleja normalmente modelos sociales y económicos ya existentes, como por ejemplo los límites entre la India y Pakistán, etc.
Las capitales políticas, núcleos de poder, desempeñan un papel hegemónico merced a sus roles políticos y a la atracción que ejercen sobre las actividades económicas y culturales en un importante número de casos.
Las capitales políticas, sedes de los gobiernos centrales donde funcionan los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, suelen convertirse en focos de intenso dinamismo económico.
En virtud de sus múltiples funciones mantienen y sostienen un evidente control y una coordinación sobre el conjunto del Estado.
A través de las capitales políticas se establecen las relaciones con el resto de los Estados del mundo.
Son, por lo general, las ciudades más importantes de cada Estado; de ellas parten todo tipo de decisiones relativas a la organización y administración del país y a ella llega un sinfín de flujos de bienes e información que hacen de las capitales políticas el lugar central de un Estado, sea cual sea su posición geográfica en el territorio.
Rey Balmaceda (1982) establece cuatro clases de capitales de Estados:
- capitales naturales: son aquellas que surgen sin discusión del pasado, como por ejemplo París (Francia), Londres (Gran Bretaña), Buenos Aires (República Argentina), etc.;
- capitales fundadas: se trata de ciudades que han sido construidas ex profeso para alojar ti las autoridades máximas y los organismos gubernamentales, como por ejemplo Belmopan (Belice). Brasilia (Brasil), Washington (Estados Unidos), Canberra (Australia), etc.;
- capitales alternantes: en algunos países, principalmente por razones climáticas, dos ciudades se alternan en el cumplimiento de las funciones capitales, como en Bhután. En este pequeño Estado asiático, Thimphu es la capital de verano y Punakha es la de invierno;
- capitales complementarias: hay países donde dos o más ciudades comparten el carácter de residencia de las autoridades nacionales, como en el caso de Bolivia: por un lado, Sucre es la sede de la Corte de Justicia y por otro, en La Paz se asienta la rama administrativa, constituida por el poder ejecutivo y el Congreso.
Sin embargo, no todas las capitales políticas son sede de esos tres poderes; por
ejemplo, en los Países Bajos, mientras La Haya es la sede del Poder Ejecutivo y de la corte judicial, la capitalidad del reino se mantiene en Amsterdam.
En suma, las capitales políticas han consolidado su papel de centros privilegiados; su importancia es clave pues en ellas se gesta la política pública y la organización del espacio estatal.
Fuente Consultada:
Espacios y Sociedades del Mundo - Política, Economía y Ambiente - La Argentina en el Mundo de Celia Bertone-Susana M. Sassone - Editorial Kapelusz - Módulo I-Nueva Organización Pol´tica del Espacio Geográfico Mundial
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Enlace Externo:• Organización Territorial del Estado. (Video de YouTube)